La llave al corazón de Beth
Hice todo lo que pude por calmar a Aarón, él se aferró a mi cuerpo. Probablemente estaba teniendo muchas preguntas, y también miedo al ver lo que acababa de hacer. No se atrevía a voltear hacia Jessica. La convirtió por accidente, de eso estoy segura.
Si no quería pelear antes, ahora tenía muchas ganas de hacerlo. «No puedo creer que este extraño me haya distraído sin razón». ¡Fue innecesario! Ahora todos tendríamos que ir con Beth a hablarlo. Al menos Aarón no la mató, o su castigo sería equivalente a su propia muerte.
Subimos los cuatro juntos. Aquel hombre llevaba la delantera, y Aarón sólo se sostenía de mi brazo, se veía horrorizado, ni siquiera era capaz de emitir alguna palabra, no me volteaba a ver, tenía clavada la mirada en el suelo, sin soltarme.
Llegamos frente al salón donde se encontraba Beth, sólo era cuestión de abrir la puerta.
Me preguntaba qué clase de castigo recibiría Aarón por haber convertido a Jessica sin autorización. Aunque mi castigo sería mil veces mayor al suyo. Todo por culpa de ese imbécil del cual aún desconocía el nombre.
¿Cuáles eran sus motivos para hacer eso? ¡Yo no le hice nada! Ahora todos nos enredamos en un conflicto gracias a él. Estaba realmente enojada.
Él se asomó, entreabriendo la puerta para verificar que Beth estuviera ahí adentro.
—¿Qué quieres? —se oía la voz de Beth.
—Sé que estas en algo importante, pero esto te va a parecer interesante —el hombre abrió la puerta, dejando que Beth nos viera a todos. —Al parecer hubo problemas allá abajo —se rio.
Al verla de nuevo la furia recorrió todo mi cuerpo. Quería acabar con ella en ese mismo instante.
«¿Y sí lo hago y me voy con Aarón? ¿Debería simplemente arriesgarme?» pensé.
No tuvo ni un poco de compasión. Ella no dudó un segundo, sedujo a Michael, lo tomó como otra víctima, sin importarle que él estuviera conmigo. Y ese idiota... lo había permitido. Ambos me han hecho perder la paciencia.
—Alice —Beth me habló.
Me contuve, aminoré mis sentimientos más sinceros, y sólo me acerqué a ella, era mejor terminar con esto de una buena vez. Sólo esperaba no recibir un castigo tan grande, eso despertaría mi enojo una vez más.
—Dilo ahora —respondí, procurando no asustar más a Aarón, que seguía junto a mí.
—Lo hiciste —ella rio, burlándose de mí.
—Sólo haz lo que estás pensando —actué indiferente.
—Esto es perfecto—ella frotó sus dedos, manteniendo la sonrisa de satisfacción en su rostro. —¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó.
—Beth, Aarón perdió el control y mordió a Jessica —su rostro adoptó un semblante de fastidio. —P-pero—tartamudeé, no podía negar que era aterrador. —Tu sirviente insistió en pelear conmigo, no pude cuidar de Aarón porque él me entretuvo.
Beth me dio un golpe muy fuerte en la cara. Jessica se acercó para quitar a Aarón de mi lado, y él me soltó sin renegar. Me quedé esperando a que ella continuara.
No podía detenerla, (sus sirvientes intervendrían si atacaba).
Debía asumir mi castigo, a pesar de ser algo injusto.
—Todos aquí son culpables, Aarón y Alice, ustedes son los causantes. ¿Dónde está esa chica que volvió para matarme? ¡¿Dónde?! —me gritó. —Eras tan fuerte cuando volviste... ¿Por qué con él no lo eres? —Beth se apartó, retrocediendo. —No voy a castigarlos, es una tontería... —ella miró hacia Aarón. —Te prometí que no lo mataría si lo mordías. Voy a cumplirlo. No me hagas cambiar de opinión con esa actitud sumisa. Me molesta tu debilidad.
«A mí también me molesta mi debilidad». Me tragué el coraje que sentía.
¿Estaba retándome?
Nuevamente me contuve, no quería enfrentarla, no así, mucho menos si Aarón estaba presenciándolo.
—Noham. ¿Quién te dijo que podías pelear con Alice? Jamás te lo ordené.
—Pero mi señora, yo sólo estaba cumpliendo con mi trabajo —con que... ese era su nombre.
—Tú lo provocaste, peleaste con ella en lugar de enviármela, debiste dejarlos y no meterte en sus problemas.
—Lo lamento mucho, sólo quería saber si era tan buena como...
—No te importa —interrumpió, caminando directamente hacia él.
Noham agachó su cabeza y se arrodilló ante Beth con un fuerte suspiro, él sabía lo que pasaría, pero no podía ni defenderse, ahora estaba en la misma situación que yo.
Contraatacar sólo trae tu muerte, aunque en este caso, era inevitable para él morir. Ella sólo lo tomó del cuello y lo mordió, matándolo de un segundo a otro.
Beth se ganó el respeto de todos, usando de base el miedo que causa con su poder. ¿Cómo no vas a respetar a alguien que te matará en un solo segundo? Es rápida, inteligente, y peligrosa. Digna de su puesto como líder de esta mansión.
No me había percatado de la presencia de otras personas dentro de la habitación, que todo este tiempo estuvieron observando.
Al parecer interrumpimos otro asunto que ella estaba solucionando.
Beth se dirigió hacia una mujer, que estaba parada entre otras 3 personas. Era como si la estuvieran ocultando, de hecho, ella olía a muerte.
Hizo que todos se quitaran de enfrente, jaló a la mujer del brazo y le mordió el cuello brutalmente, haciéndola sangrar.
Me cubrí, no soportaba el olor. Me hacía sentir sed y asco al mismo tiempo, era desagradable.
Beth caminó hacia Aarón y Jessica, arrastrando a esa mujer con ella mientras me apuntaba con el dedo y su mirada amenazante.
—Ni se te ocurra acercarte, Alice —advirtió.
—Bebe —soltó a la chica frente a él, su sangre goteaba. Aarón se quedó paralizado, mirando directamente a la chica. —¡Hazlo! —le gritó, levantando el cuerpo de su víctima y estirándole el cuello para que él la mordiera.
Quería detenerla, estaba siendo muy dura con alguien que todavía no entendía en qué lo había convertido. Sin embargo, acercarme después de haber sido advertida solamente empeoraría las cosas.
Finalmente, Aarón no pudo resistirse, inconscientemente terminó bebiendo de su sangre sin siquiera darse cuenta.
Se sentirá terrible cuando termine. Tuve la misma sensación al principio.
Vi como Michael entró a la habitación. Ya no percibía su olor...
Es oficial, Beth lo convirtió.
Apreté los dientes, guardando una vez más el rencor que sentía al verlo.
Seguía sin creer que había accedido a tener algo con Beth. Traicionó mi confianza. Y aún así se atrevía a sonreírme. «Maldito hipócrita, dijiste que no te convertirías».
Él venía directo a mí, puse mi mejor sonrisa, fingiendo que no sabía nada al respecto. Lo abracé, descubriendo su camisa. ¿En serio no pensó que dejaría de sentir su olor? Comencé a beber de su sangre, solía dejarme hacerlo, él solo acariciaba mi espalda.
—Te he extrañado, debes estar sedienta —me dijo, sonaba satisfecho.
Lo solté, creí que sería buena idea aprovecharme al menos, pero sus sucias manos tocando mi espalda no me dejaban disfrutarlo ni un poco.
—Estoy ocupada.
Aarón terminó, dejando a esa mujer muerta.
Me dispuse a ir con él, cumplí mi palabra, y Beth la suya. Ahora tenía bastantes cosas que explicarle a Aarón. Sería mejor apresurarme.
—Aarón, ven conmigo —estiré mi brazo, invitándolo a acompañarme.
—¿Aarón? —Michael habló, ignoré su voz, concentrada en Aarón.
—¿Estás celoso? —Beth se carcajeó.
Aarón tenía bastante confusión en su rostro. Pero pronto aclararía todo con él.
—Alice, ¿qué es todo esto?
—Yo te explicaré, tranquilo.
—¿Cómo pudiste? —Michael volvió a hablar. —Estoy tan decepcionado de ti.
¡Qué molestia! Sinvergüenza. ¿Debería escupirle en la cara? Qué valor de reclamarme después de lo que hizo.
—Michael, ¿tienes algún problema? —alcé una ceja, retándolo a responder.
—¿Por qué a él sí?
—No tienes derecho a decirme eso —me di la vuelta, yendo por Aarón directamente.
—¡Claro que lo tengo! —me gritó, haciendo que me detuviera para enfrentarlo, una vez más. —Yo soy tu novio.
—Ya no —lo dije, tomé la decisión en ese mismo instante.
—¡¿Ya no?! —se quejó. —¡No puedes decidirlo así! —comenzó a protestar.
—Claro que puedo —tomé a Aarón del brazo, no iba a quedarme a escucharlo.
—¡Espera! —de nuevo gritó. —Alice, ¿Qué hice mal? No he hecho más que amarte desde el día que llegué aquí.
—No pienso discutirlo. Detente.
—No me dejes así —Michael se tiró al suelo.
—¡Basta! —perdí la paciencia. —Te estás ridiculizando.
—Que él lo sepa. Soy yo quien ha estado para ti en todo este tiempo, guardé tu secreto, cumplí todos tus deseos, te di todo lo que querías. No aceptaré que me dejes por un viejo amor que no ha hecho nada más que arruinarte. ¿O no? ¡Es su culpa que estés aquí! Él fue el tonto que te trajo aquí —se inclinó hacia el frente para levantarse, llegué a su lado y le sostuve el hombro, haciendo fuerza hacia abajo para no permitirle levantarse. «Vaya... No tenía tanta fuerza». —Dime, Alice. ¿Te molesta que te diga la verdad? Él no dudó ni un segundo en venir. ¿Creíste que quería hacer las cosas bien? Él sólo te arrastró junto con sus deseos más profundos, y te aseguro que disfrutó hasta el último segundo con Beth —le golpeé la cara con mi rodilla. —¡Golpéame! No me importa, eso no borrara tu dolor.
Comenzaba a ponerme de malas, no sólo iba a patearle la cara, me aseguraría de destrozarla.
No consideré su traición, haberle contado mi pasado fue un error, y lo seguiría usando en mi contra, en especial ahora que era inmortal.
Bien, tendré que averiguar si continúa vivo después de perder literalmente la cabeza.
Alguien me tomó del brazo, justo antes de que pudiera hacer cualquier movimiento.
—Alice... —al voltear miré a Dylan a mi lado, era él quien estaba deteniéndome. —Esto no es necesario.
Cerré los ojos, reprimiendo mis lágrimas a punto de salir. Mi orgullo quería terminar con esto de inmediato. Pero la voz de Dylan diciéndome eso, me recordó que tendría un castigo por molestar a uno de los nuestros.
No podemos pelear entre nosotros, no si vivimos aquí, eso nos convierte a todos en sirvientes de Beth.
Claro, debí suponerlo. Ella estaba disfrutando del show. Esto no fue culpa de Aarón. Lo comenzó ella, y lo continúa, como si fuésemos sus marionetas.
Asentí con la cabeza varias veces. Sigo cayendo en las trampas de Beth, ella realmente se divierte conmigo.
Con mi mano que aún permanecía sobre el hombro de Michael, le empujé el rostro, me rehusaba a seguir peleando con él.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunté, dirigiéndome a Beth.
—Alice, no sigas, vámonos de aquí —me habló Dylan, manteniendo la calma en su voz.
Dylan me jaló del brazo con tranquilidad, llevándome con él hacia la salida.
Siempre repitió que no somos amigos, que él sólo está para ayudar a Beth, pero... De alguna manera demostraba su afecto hacia mí.
Ambos salimos de esa habitación. Hasta ese momento él decidió soltarme.
—¿Estás bien? —se preocupaba.
—¿Qué quiere ella de mí? —comencé a desesperarme. ¡Siempre obtiene lo que quiere! —¿Hasta cuándo se detendrá? ¿Puedes pedírselo?
—¿Qué sucedió?
—¿Sabes qué? Nada cambiará de todas formas. Dijiste que la apoyarás en todo, para ti no hay un límite. Sólo olvídalo, me encargaré yo sola.
—No tienes que hacerlo.
—¡Alice! —la fastidiosa voz de Beth retumbó en mis oídos, interrumpiendo la conversación.
Me di la vuelta, ella y Aarón habían salido a buscarnos.
«Demonios, lo dejé solo». Me agarré la cara, fui demasiado lejos con todo esto.
Sin pensarlo me acerqué a ellos, con la intención de llevarme a Aarón conmigo y por fin, lograr conversar con él.
—Dylan me dijo que saldrás con él a cazar, no te vendría mal un poco de aire.
—Me quedaré.
—No, irás —ordenó.
—Beth, no voy a dejarlo contigo —le respondí, refiriéndome a Aarón.
—¿Por qué no? Es parte de esta familia ahora.
—¿Desde cuándo te refieres a esto como una familia?
—Él era el integrante faltante —me sonrió. —Ve con Dylan, yo me encargo de explicarle y enseñarle algunas cosas.
—Voy a quedarme.
—¿Quieres un castigo de verdad?
—Alice —Aarón me hablo. —Yo... no quiero causarte más problemas. Es cierto... —se quedó pensando, agachando la mirada.
—No, no, no —me paré frente a él, llamando su atención mientras agitaba los dedos.
—Yo te traje a este lugar. Si ella es nuestra líder, entonces seguiré sus órdenes.
—Aarón... —Mi sentimiento de odio hacia Beth no terminaría, pero sentía empatía por él. Sus pensamientos deben estarlo volviendo loco por dentro ahora. Él sigue en shock.
«Alice, ¡Deja de seguir su juego! Ella ya ganó hace tiempo». Pensé, soltando un fuerte suspiro.
—Me enfermas, Beth —la miré haciendo una mueca de disgusto, di la media vuelta y comencé a caminar junto a Dylan.
Salimos de la mansión. Sentir el aire sobre mi rostro al final resultó ser algo que necesitaba.
Esa mujer volvió a humillarme. ¿En qué momento decidí hacer esto? Fer debería odiarme, le había fallado en todo. Ni siquiera era una opción esperar a que él viniera a rescatarme. Dejó claro en el pasado que no podía entrometerse en esto.
¡Qué venganza tan fallida!
Jamás fui digna de enfrentarla, me sigue superando por mucho. Cuando creo que me salgo con la mía, ella me recibe con una sorpresa, y no es para nada agradable. Estoy cansada, tanto que ya no interesa lo que sea que pase, caí en un círculo vicioso en el que siempre ganaba Beth.
Sólo lo acepté, esta es mi prisión, un destino inevitable del que no puedo huir.
Pensé que no había ser en este mundo más odioso que mi madre, y aparecieron ellos.
Terminaron con las pocas cosas planeadas que tenía. Aunque... de todas formas; mi vida ya había sido arruinada.
Ya no duermo, odiaba tener que repetir ese sueño con mi padre cada año, y ahora comenzaba a extrañarlo.
Me alimento de sangre humana, antes veía por el bien de los demás. Eso se acabó. No puedes ver por el bien de los demás cuando eres un monstruo.
Tampoco volví a escuchar a mi madre, al menos esperaba que a ella se la hubiera tragado la tierra.
La única ventaja que obtuve con esto, fue mi inmortalidad, y a cambio sacrifiqué mi comodidad. Lo peor es que yo no lo decidí, el hombre que caminaba frente a mí, lo hizo. Pero alguien más se lo ordenó.
¿De quién es la culpa entonces? ¿Es mía? ¿Del hombre que amo? ¿De la persona que siguió una orden? O ¿De la persona que lo ordenó?
Sinceramente, era de todos.
Ya no es válido quejarme, tampoco puedo defenderme, llorar me hacía sentir peor, inútil y débil.
No hay solución y no puedo morir. Tendré que continuar haciendo esta mierda, hasta el fin de los tiempos, es ridículo, y también vergonzoso.
Los pensamientos negativos comenzaban a verse como la realidad. De haberlo sabido, y si pudiera volver al pasado, haría que mi madre me asesine al mismo tiempo que a mi padre. Pero ya es muy tarde, ahora recorro la ciudad en busca de nuevas e inocentes víctimas. Quién sabe, tal vez tienen vidas miserables y yo estoy haciéndoles un gran favor.
Sí, prefiero pensar que los ayudo.
Dylan y yo terminamos nuestra cacería, (lindo nombre para las atrocidades que cometíamos con tal de saciarnos).
Tomamos la decisión de caminar por las oscuras calles, y llevar una conversación tranquila, esta no era la primera vez que lo hacíamos, pero sí la primera vez que sentí necesitarlo. Aunque estuviera molesta, y consciente de que volveríamos. Estar afuera me dejaba imaginar cosas distintas.
—Entonces... —Él comenzó a hablarme. —¿Beth tiene algo que ver en esto?
—¿Cuándo dejó de tenerlo? —reí para aligerar el ambiente.
—Me refiero a Michael. ¿Me dirás qué sucedió?
Me quedé callada porque no quería ver a Dylan sufrir, él soportaba todo lo que ella hacía, y jamás comprendí por qué, pero no podía evitar sentir pena por él.
Continuamos avanzando, y nuestra conversación no.
Había a crecer una gran incomodidad entre nosotros, se suponía que esta fuese una noche agradable, tal vez debí inventar algo en lugar de ignorarlo. Después de todo, él estaba tratando de llevar una charla conmigo.
Jamás va a reconocer que me aprecia, pero yo quiero creer que somos amigos, a pesar de que él me repita lo contrario cada día.
—¿Estás bien? —le pregunté, retomando la conversación.
—¿Qué fue lo que hizo Beth?
—Dylan —me puse nerviosa, él ya intuía esto.
—¿Por qué no quieres decírmelo?
—La vi con Michael —decidí decirle la verdad.
—Le dije que no se metiera con él —habló casi entre dientes. Le molestó más de lo que creí. —De verdad lo siento Alice, no sé qué le pasa, pero...—gruñó.
—Dylan, ¿Ustedes siguen juntos? —interrumpí, poniéndome frente a él para detener nuestra caminata.
—Sí, así es... —volteó la mirada hacia otro lado.
—¿Por qué sigues ahí? Todo el tiempo la veo con hombres diferentes, y tú... te mantienes a su lado, no te molestas, no le dices nada... ¿En realidad no sientes nada? Estoy segura de que al menos por una vez te has sentido mal. Por favor, no seas terco, tú no la necesitas.
—Ella los utiliza a todos, es por eso que no debo sentirme celoso —se negó a seguir escuchándome. —Alice, me alegra que hayas recuperado a Aarón —desvió el tema y caminó de nuevo, obligándome a seguirlo.
—En serio la amas —le afirmé, tratando de sacar a la luz sus sentimientos.
—Definitivamente —respondió sin dudar. —Estoy dispuesto a hacer todo lo que ella me diga, es por eso que tú y yo no somos amigos —de nuevo repitió eso. Él buscaba esa manera de evitar crear cualquier lazo conmigo, probablemente tenía miedo de que algo malo sucediera, y prefería no sentir remordimiento. —Yo sólo sigo órdenes de Beth.
—¿Ella te ordenó pedir perdón? Creí que habías sido sincero, también lo creí todas esas veces que hemos hablado en el balcón de tu habitación. ¿Por qué me quieres alejar? Incluso ahora sigues siendo sincero. ¿Por qué me detuviste? Pudiste haberme dejado golpear a Michael hasta que me cansara, o hasta que Beth me castigara a mí. Si no somos amigos y no tendrás piedad conmigo, ¿por qué me sigues ayudando? No eres tan malo como dices.
Dylan se quedó callado, no pude ni verle el rostro porque caminaba enfrente de mí. No se detuvo, no me respondió, sólo dejó que el tiempo avanzara, lo único que escuchaba eran sus pasos, y a las pocas personas que caminaban cerca de nosotros.
Nos acercábamos a la mansión, me estaba resignando a no obtener una respuesta.
Un hombre le cayó encima a Dylan, me asusté y me puse alerta. Al parecer se lanzó de un techo. La calle estaba completamente vacía. ¿De dónde salió esta persona?
Dylan le sostenía la ropa, como si quisiera retenerlo. Estuvieron forcejeando, me paralicé, no sabía qué hacer. Este hombre era un vampiro, no notaba su olor, además parecían conocerse.
El tipo logró levantarse y separarse de Dylan.
—Dylan... ¡Pero qué sorpresa! ¿Quién es ella? —Comenzó a burlarse. —A Alan le va a encantar. ¿Me la puedo llevar?
Efectivamente, se conocían.
—Me gustaría ver que lo intentaras —respondió retándolo.
—Esto será muy sencillo... —dijo muy confiado.
Él me miró, lamiéndose el labio y apresurándose a atacarme. Lo esquivé fácilmente. Nunca supe si mi magia era un factor por el cual yo era tan rápida, y más fuerte que algunos de ellos. No tenía ningún poder especial, pero era como si se hubieran complementado. Mi magia influía en mis habilidades, pero estas contenían mi magia dentro de mí, ya no aparecía de la nada, aunque me enojara, o peleara, se sentía como si ya no existiera. Usaba mi varita normalmente, pero de manera escasa.
Tan pronto pude, lo tiré contra el suelo y lo detuve con mi pierna.
Esperaba algo más difícil para venir de alguien que localizó a Dylan y lo atacó estando distraído.
—¿Quién es Alan? —le pregunté al hombre.
—Es un vampiro —respondió Dylan.
—¡No le mientas Dylan! Dile quién es —el hombre lo retó.
Dylan se levantó, comenzó a quejarse como si algo le doliera, no pudo ni responderme, pero me preocupó. Nadie lo tocó. ¿Estaba herido? ¿Sería obra de algún poder oculto en este extraño? El otro vampiro comenzó a reír.
—¿Qué le hiciste? —me alteré. Pero él se carcajeaba, sin prestarme atención.
—Así que es cierto, Dylan —hizo una pausa para seguir burlándose. —Lo ocultaste bien, tú eres la llave al corazón de Beth. —¿Qué es eso? Comencé a intrigarme al escucharlo. No quería moverme para mantenerlo ahí, pero Dylan seguía retorciéndose.
—¿La llave al corazón de Beth? —le pregunté a Dylan.
—No lo escuches, Alice —dijo él.
—¿Ella lo sabe? Oye, linda, ¿quieres que te lo explique?
Dudé, lo que él dijo me llenó de intriga, pero no podía dejar así a Dylan, él se agachó, tocándose el estómago, pero dejó de hacer ruido.
¡¿Qué estaba pasando?!
—Los vamos a matar —volvió a hablar.
Corrí hacia Dylan, el hombre me jaló de vuelta a él, me preparé para acabarlo por mi cuenta, giré mi cabeza en dirección a él, dispuesta a golpearlo, pero frente a mí estaba Beth.
Me sorprendí, ese hombre estaba tirado justo detrás de ella, y muerto.
Ya no estoy tan segura de no poder dormir, esto parece un sueño.
Beth se hincó junto a él y lo abrazó, de una manera que jamás le había visto expresarse, era tan... dulce. Entonces sentí que todo el ambiente cambió, como si estuviera flotando al presenciarlos a ellos dos. Nunca los había visto así, tan sinceros y vulnerables.
—¿Te hizo daño? —le preguntó angustiada, sosteniéndole el rostro entre sus manos.
—Tranquila, llegaste a tiempo.
—Creí que no llegaría.
Se quedaron abrazados durante un tiempo, parecía no importarles mi existencia.
Por primera vez, los vi mostrándose cariño, era algo extraño dadas las circunstancias, pero lo recordaría por siempre.
No se decían nada, pero tampoco se separaban. Se tornaba incómodo para mí.
Carraspeé la garganta para que me escucharan y se soltaran. Quería irme de ahí. Dylan reaccionó al escucharme y le pidió a Beth levantarse. Ambos estaban avergonzados, se dejaron llevar por sus emociones, no iba a juzgarlo ni a burlarme de eso, así que sólo avancé siguiendo el camino a la mansión, por delante de ellos.
Sabía que el amor que él le tenía a Beth, era real. Pero no jamás imaginé que fuera algo mutuo.
Ahora quería saber más sobre ellos, algo seguía sin encajar.
Si pregunto, no me lo dirán. Necesito averiguarlo por mi propia cuenta.
Volvimos a la mansión, y sin dirigirme la palabra, ellos se fueron, pero yo tenía la curiosidad de saber a dónde.
Las palabras de aquel vampiro me habían dejado con muchas dudas. ¿La llave al corazón de Beth? ¿Qué significa? ¿Entonces es cierto? ¿Cierto que? Y... ¿Quién es Alan?, me quité los zapatos, y los seguí descalza, teniendo cuidado de que no me vieran.
Se pararon en medio del pasillo, y comenzaron a besarse. Hasta eso era distinto ahora, Beth parecía una persona totalmente distinta.
Entraron a un cuarto. ¿Debería acercarme? Si me descubren será el fin.
Siendo cautelosa, aunque titubeante, logré pararme frente a la puerta. No me gusta husmear, pero quería saber más, en especial sobre Beth, que era mucho más reservada.
Me quité el cabello que cubría mi oreja, y me recargué sobre la puerta, intentando conseguir algo de información.
—Perdóname. Te metí en problemas —oí la voz de Beth, era muy baja pero alcanzaba a distinguir lo que decía. —¿Crees que él lo sepa?
—No interesa, sabes que puedo protegerte aun así —Dylan respondió.
—Te matarán —no podía verlos, pero se escuchaba como si ella estuviese caminando por toda la habitación.
Sus palabras causaron un impacto en mí, ¿Por qué van a matarlo? ¿Es tan malo? ¡¿Qué es esa llave de la que hablaba ese tipo?!
Era triste imaginar que Dylan estaba en peligro, yo tampoco quería que le pasara algo.
—Ellos no me han visto hace mucho, la vez que me vieron a tu lado, tú y yo aún no estábamos...—no escuché qué dijo después. —No debes preocuparte por mí, mi deber es protegerte. Están lejos, no te harán daño, no pueden.
—¿Podemos confiar en Anthony? —preguntó Beth.
Estaba confundida, no conocía a ninguna de las personas que mencionaban, pero quería saber de qué hablaban, a qué se referían.
—Será mejor que termine con esto, quiero que me des tu mano y... —Beth volvió a hablar.
—¡No! No lo hagas, yo quiero seguir así, sabes lo diferente que es y lo bien que se siente, no me importa si muero —Dylan protestó.
—¿Estás seguro de esto?
Sentí una mano sobre mi hombro, uno de los sirvientes de Beth se paró detrás de mí, sacándome un gran susto.
—¿Qué haces? —me preguntó.
—Busco a Dylan y Beth. ¿Los has visto? —Mentí, esperando que lo creyera y no me delatara.
—No, pero creo que están aquí dentro. ¿Tenías miedo de abrir la puerta? —Afirmé con mi cabeza, parece ser que sí me creyó. Él tocó la puerta un par de veces.
—¿Qué sucede? —dijo Beth desde el otro lado.
—Lamento interrumpir, pero tenemos un problema arriba.
—¿Es importante?
—Por favor, sube en cuánto puedas.
—¡Claro! Ahora voy, retírate.
—Qué amable —susurró extrañado.
—¿Pasó algo malo? —tal vez lo que Beth le dijo a Dylan era verdad, quería preguntarle de qué se trataba este asunto. ¿Por qué era tan importante? ¿Y si es una trampa?
—Deberías venir conmigo, hay un desastre allá.
De inmediato subí, temía que le hicieran daño a Dylan, pero el temor se hizo mayor cuando recordé que Aarón se había quedado ahí.
Al entrar al salón, vi a un hombre empujando a Aarón hacia la pared. Me transporté frente a él y lo lancé tan lejos como pude.
—¿Qué te pasa? —le dije, pero empecé a escuchar voces suplicando por ayuda.
—Alice... —Aarón me habló en voz baja.
¡¿Qué era eso?! Fruncí el ceño observando el alrededor. Había rostros en la pared, estaban hablándome. ¿Es real? ¿Cómo hizo esto? ¿Magia?
El hombre me veía con una sonrisa macabra, lo único que se me ocurría hacer era mantenerme delante de Aarón. Seguramente quería hacerle lo mismo.
—¡¿Qué haces?! —Beth y Dylan venían entrando. Ella le gritó, se veía enojadísima.
—Disculpe usted, majestad —él quería tocarla, pero como era de esperarse, Dylan no lo permitió.
—¿Quién te envió? Libéralos a todos —Beth lo amenazó.
—Lo que usted diga, es sólo que... Vengo a pedirle perdón.
—¿Perdón?
El sirviente de Beth que fue a buscarla, le dio un golpe fuerte en la cabeza a Dylan, y el tipo se aprovechó de eso para atacar directamente a Beth.
¿Es su aliado? Creí que era parte de los nuestros. Los rostros en la pared lucían cada segundo más desesperados, era como si todos quisieran salir a defenderla. Gritaban al mismo tiempo, no entendía nada de lo que decían.
Pensándolo bien, Dylan ya había tenido ese comportamiento antes. Cuando llegué a la mansión y comenzó a acosarme, puedo recordarlo quejándose de algún dolor repentino. ¿Acaso tenía algún problema con sus poderes? No dejaba de pensar en lo que vi allá afuera.
Ambos hombres centraron su atención en querer atacar a Dylan, Beth estaba haciendo un gran esfuerzo por pelear, siendo desplazada con facilidad.
Quería ayudar a Dylan, pero eso implicaba ayudarla a ella también. ¿Y si tan sólo le daban su merecido y listo? Quizá la matarían y me harían todo más sencillo.
—¡Alice, por favor haz algo! —Dylan me gritó.
Él se los quitaba de encima, su rostro suplicaba por ayuda. Beth se arrastró hacia mí, aprovechando que ellos estaban distraídos. Se movía con mucha dificultad, como si estuviese tan herida que apenas pudiera moverse. Pero no le hicieron mucho, ella ha estado en peleas peores. No entiendo por qué esto le afecta tanto a ambos.
—Alice... —Beth me habló, estirando su brazo hacia mí. —Por favor, dame tu varita —suplicó, comenzando a llorar.
Me le quedé viendo. ¿Puedo confiar en ella otra vez? No quería dársela, pero volteaba a ver a Dylan y sabía que él era el más afectado con todo esto. Él tampoco estaba defendiéndose más.
Devolví la mirada a Beth, que continuaba estirando el brazo. Había algo brillante rodeando su tatuaje. ¿Era así antes? Una luz brillante de color dorado.
De verdad estoy loca, creo que estoy teniendo alucinaciones.
—¡Quítaselo! Tenemos que asegurar primero —se oían sus voces.
—¡No! —Dylan gritó, cubriéndose un brazo y alejándolos con el otro.
Decidí ayudarlo. Los quité del camino, pero ellos volvían y ahora me atacaban a mí. Me estuve defendiendo, pero Dylan y Beth no hacían nada para ayudarme.
¿Caí en otra trampa? No es mi pelea y aún así no se dignan a pelear.
—Alice, dale la varita —Dylan me habló.
No quería hacerlo, temía que me engañaran otra vez. Pero... ¿Y si no? continué peleando con estos impostores, evadiendo la opción de otorgarle mi varita a ella, pero yo no era capaz de matarlos.
¿Qué se suponía que hiciera ahora? Si Beth estaba allá sola y no se acercaban a ella, su interés principal era Dylan. ¿Por qué él? Creí que querían matarla a ella. Todo era tan confuso. Dylan me agarró la mano, poniendo todas sus fuerzas en alejarlos con su poder, y se rindió, dejando caer su cabeza al suelo. Su mano seguía sosteniéndome, pero su brazo se estaba pudriendo.
Me asusté, saqué mi varita del bolsillo y la lancé hacia Beth.
Sin importar la situación, no podía dejarlo morir. Dylan era un buen hombre, aunque él lo negara. Podía sentir su honestidad cada vez que hablábamos.
Prefiero continuar con mis dudas, aunque sea ignorada un par de veces más.
Pueden seguir engañándome una y otra vez, hasta que deje de caer en su trampa.
Incluso espero una traición, pero Dylan no puede morir.
Beth liberó a sus sirvientes, que comenzaron a salir de la pared en donde estaban atrapados.
Sin necesidad de recibir una orden de ella, fueron directo a defenderla.
Ella lo hacía ver fácil, agitaba la varita de un lado a otro, dominándola a la perfección. Parpadeé en el mismo segundo que mató a esos dos vampiros. Era impresionante.
Recién terminó; le extrajo algo del brazo a Dylan, aun utilizando magia, dejando ver su brazo en su estado natural, como si nada hubiese pasado. Era como un gusano negro y asqueroso que ella exterminó inmediatamente.
—¿Qué demonios es eso? —pregunté, haciéndome hacia atrás.
—Veneno.
Quedé perpleja. Beth me devolvió la varita, yo aún parpadeaba confundida con todo aquello. Ayudó a Dylan a levantarse. Fue un pequeño segundo, pero bastó para que me percatara de que ambos llevaban el mismo tatuaje en el brazo. Nunca lo había notado, Dylan siempre tuvo una venda cubriéndolo todo el tiempo, y apenas me di cuenta.
Su venda estaba tirada en el suelo, le toqué el brazo y se la di.
¿Por qué lo cubría? ¿Era para disfrazar su romance con Beth? ¿Algo privado? ¿Significativo? Ninguno me volteaba a ver. Eran tantas mis dudas que quería simplemente soltarlas, esperando que al menos me respondan o me den una pista con alguna de ellas.
—¡Beth! —llamé su atención, estaba a punto de irse. —¿Cómo lo haces?
—¿De qué hablas?
—¿Por qué jamás me has hablado sobre tu magia? Eres una hechicera también, ¿No? recuerdo habértelo dicho antes y no me respondiste.
—No es mi problema que no tengas la capacidad de usar tu propia varita.
—¿Comenzamos otra vez? Acabo de ayudarte. ¡¿Qué más quieres?! Sólo quiero respuestas.
—No todo es como queremos, Alice. Pero te lo agradezco, ahora estoy en deuda contigo.
Dejé que se fueran. ¿Tenía opción? De todas formas lo harían. Me quedé quieta.
Dejando a un lado todo lo que pasó, por fin, Aarón y yo nos quedamos solos. Si nadie interrumpía, ni volvía a pasar algo extraño, ahora podríamos hablar sobre todo esto. Tenía muchas cosas qué decirle, y a la vez algo de nervios. Todo se sentía irreal, hasta tenerlo cerca.
Caminábamos sin rumbo fijo dentro de la mansión. Él se veía tranquilo a pesar de todo.
—Oye... —Aarón dio comienzo a la conversación. —Sólo quiero decirte que Beth me aclaró unas cuantas cosas, no quiero que te sientas presionada a decirme todo, habrá tiempo suficiente para eso después. Pero ahora me interesa saber que estás bien. No te voy a mentir, sigo en shock, por un momento hasta pensé que moriría.
—Aarón —lo interrumpí. —Por favor, olvida lo que Michael dijo sobre ti. Que te sientas culpable no me hace sentir mejor.
—¡Pero tiene razón!
—¡No! ¡No la tiene! Todo esto sólo sucedió. Nosotros no tuvimos control sobre ello —lo detuve, volteando su cuerpo hacia mí. —¿Deberíamos odiarnos?
—No —respondió, casi susurrando y me abrazó.
—Me hacía falta esto —respondí, abrazándolo también. —Dime que no te sientes arruinado, no sé en qué estás pensando.
—¿Bromeas? Me siento más vivo que nunca. —rio tiernamente, apretándome y recargando su cabeza sobre la mía. Me hizo sonreír.
—No quiero soltarte nunca.
—Ya... No hay nada qué temer. Ahora que lo sé todo, van a dejarnos tranquilos.
—¿Qué tanto sabes de esto?
—Mira esto.
Aarón se separó de mí, sus movimientos eran tan rápidos que daba la ilusión de estarse teletransportando de un lado a otro, él se reía, parecía que se estaba divirtiendo.
—Se siente como estar en una película. Y también soy fuerte. ¡Me encanta!
Pude comprender que se sintiera tan emocionado, pero mi perspectiva era totalmente distinta, aún así, no quise interrumpirlo con mi discurso lleno de inconformidades y sólo me limité a verlo.
Por fin estamos bien, ¿Puedo sonreír por eso? ¿Finalmente puedo estar aunque sea un poco tranquila?
Aarón apareció frente a mí, y me besó.
—Perdón —se disculpó inmediatamente.
—¿Por qué te disculpas?
—Es que... No puedo creer que estoy contigo otra vez.
—Eres un tonto —nos sonreímos, acercándonos con la intención de besarnos.
Me gustaba mucho esa sensación que me hacía sentir cada vez que recorría sus brazos por mi espalda para abrazarme, sin soltar mis labios. Cómodamente yo rodeé su cuello con mis brazos.
Esta es la primera vez que nos besamos sin estar en una situación muy tensa. Y se siente mucho mejor, es placentero, no quiero que termine.
Aarón me mordió, me dolió bastante e inmediatamente me alejé.
—¿Qué es eso? Huele bien —él miró a su alrededor, se dejó llevar por el olor, quizá por eso me mordió.
Tal vez había visitantes, a Beth le gustaba recibir personas en su mansión para presumir de su riqueza, y claro, algunas veces los dejaba organizar eventos. Era entretenido para ella tener un buen banquete para la cena. Jamás salía a cazar, como la buena reina que es.
—Aarón, mírame —le toqué el brazo. —No podemos ir hacia allá. No puedes matar así como así.
—¿Matar? —clavó su mirada en mí.
—Vamos, buscaré un lugar alejado de ese olor —lo jalé de la muñeca.
Por un momento mi vista se nubló en cuanto comencé a caminar, me sostuve de él, poniendo mis manos sobre sus hombros. Parpadeé un par de veces, sólo veía el suelo, pero en realidad el pasillo estaba demasiado oscuro. Mi corazón comenzó a acelerarse, podía sentirlo latiendo con fuerza.
—¿Qué? —me toqué el pecho. No estaba alucinando, mi corazón latía.
—Alice, ¿estás bien? —preguntó en voz baja.
El latido era cada vez más fuerte, me causaba dolor. Me recargué sobre la orilla de una entrada a uno de los salones.
Empecé a tener un mal presentimiento. Escuché que alguien gritó mi nombre a lo lejos, podía ver su sombra acercándose hacia nosotros, pero no quería levantar la cabeza.
Esa persona tocó mi espalda, preguntándole a Aarón algo que no logré escuchar con claridad. Segundo tras segundo, mis latidos se normalizaron. «¿Qué es esto?» me pregunté, reincorporándome lentamente. Dylan estaba ahí, y Beth venía corriendo para acá.
—Alice, ¿qué sucede? —me preguntó, con el rostro extrañado.
—¿Quién te mordió? —Beth alzó la voz.
Algo resbalaba sobre mi mentón. Al tocarme, pude ver mis dedos ensangrentados. ¿Fue tan fuerte su mordida? Aarón estaba avergonzado, Beth, al verlo, sólo se rio.
—Ya entiendo, estaban pasándola bien —dijo burlándose.
—Beth, ¿sientes eso? —Dylan preguntó.
La mirada de Aarón se encendió de una manera horrenda, pero en ese instante Beth lo detuvo. Era como si quisiera atacarme. Pero... ¿A mí? Volteé buscando alguna persona cerca, pero no percibía ningún olor.
—Dylan, ¿qué pasa? —pregunté confundida.
—Dame tu varita, quiero calmarlo, Alice, te explicaré después —ordenó Beth, manteniendo a Aarón alejado de mí.
—¿Por qué mi varita? —desconfié. Todo era extraño, no me sentía cómoda dándole algo tan importante.
—¿No lo notas? Aarón está perdiendo el control.
Dylan decidió ayudar a Beth, llevándose a Aarón hacia el interior del salón que permanecía completamente iluminado, igual que aquella vez que él me convirtió... Él podía mantenerlo lejos, con sus poderes no era necesario ni tocarlo.
—¿Qué le hacen? —me enojé. —¡Espera!
—Alice, por favor, dame tu varita, enloquecerá si no cooperas.
A pesar de que no entendía por qué se puso así, era evidente que Beth sabía más que yo sobre el tema, así que dejé de dramatizar, y le di la varita una vez más.
Ella me empujó hacia dentro con tanta fuerza que rodé por el suelo.
¡¿Qué demonios le pasa?!
Beth se me lanzó encima, impidiendo que me levantara. La empujaba con mis piernas pero no era suficiente, se sentía tan dura como una piedra. Mis brazos también sostenían sus hombros, queriendo alejarla, pero no funcionaba. Ella apuntó con mi varita hacia mi rostro, le di un golpe a la varita, sacándola de sus manos.
Dijo que quería controlarlo a él, ¿por qué comienza a atacarme?
Beth me golpeó la cara y fue a recuperarla. Me levanté tan rápido como pude, dispuesta a pelear con ella.
Jamás logré entender por qué hacía lo que hacía, sus acciones parecían no tener una justificación, una explicación, algo. Sólo se dedicaba a traicionarme una y otra vez.
—¡Te salvé la vida, Beth! —le grité.
Ella ignoró mis palabras, volvió hacia mí, pateándome el estómago.
«¿Desde cuándo tiene tanta fuerza?» Me estaba quedando sin aire.
Me harté, sus golpes me dolieron tanto que estúpidamente me dejé caer al suelo. Pero ella seguía y seguía pateándome. No me sentía fuerte, ni rápida, ni siquiera podía levantarme otra vez, sólo sentía mi cuerpo moverse de un lado a otro. ¿Por qué no puedo defenderme?
Ella volvió a poner su peso sobre mí. La desesperación que comencé a sentir era tan grande que sólo la golpeé sin saber en dónde, apreté los ojos, usando toda mi fuerza.
Beth consiguió agarrarme de ambos brazos, pero yo seguía moviendo el cuerpo entero para zafarme. De repente dio un salto, levantándose y emitiendo un grito desgarrador. Ella se miraba las manos.
—¿Cómo eres capaz de hacer eso? —me amenazó con la mirada.
Yo no hice nada. ¿O sí? Ella había dejado mi varita en el suelo, estaba justo a mi lado, así que la tomé y apunté en su dirección.
—Por dios, Alice. ¡¿Qué me harás?! ¿Cosquillas? —sacudió su mano, apretando los dientes. Toda la palma de su mano estaba enrojecida. ¿Mis poderes volvieron?
—No creo que te haya gustado lo que te acabo de hacer —amenacé, manteniendo la mirada firme en ella, no podía dejarme intimidar.
Mi corazón latía con intensidad, otra vez. Sí, tal vez tenía miedo. Pero ¿por qué mi corazón latía así de repente? Beth y yo ya habíamos peleado antes, y jamás resultó de esta forma. ¿Ella mejoró? ¿Qué fue lo que me hizo tan débil?
—No seas ridícula, aun así tengo ventaja —se aproximó a golpearme de nuevo, entré en crisis, no podía atacarla aunque tuviera la varita en mis manos, no sabía qué hacer, pero tenía la esperanza de que mi magia actuara como antes, sin que yo lo pensara. —Ella pisó mi rodilla, haciendo presión sobre ella, me hizo gritar al instante.
—¡Déjame! —No podía dejar de gritar, y ella seguía haciendo presión. —¡Ya! —empecé a suplicar.
Beth me arrebató la varita, saliéndose con la suya una vez más y dejó de torturarme.
El dolor era tan grande que comencé a sentir que estaba en un serio problema. A pesar de ser inmortal, creí que iba a morir. Aarón no podía hacer nada, Dylan lo mantuvo inmóvil.
Hipócrita. Siempre repitió que no somos amigos, pero al menos, después de haberle salvado la puta vida, esperaba que le remordiera un poco la conciencia.
Estaba tan enojada, pero tan herida al mismo tiempo, que mi única salida fácil sería huir. Pero... ¿Cómo? Me alcanzarán fácilmente.
¡Agh! ¡Qué idiota! Debí usar mi único buen hechizo y transportarme con magia a un lugar más seguro.
Demasiado tarde, Alice.
Merezco morir después de haber actuado de formas tan estúpidas, vine aquí sin saber de qué se trataba todo, me uní a ellos ciegamente, incluso confié hasta el último instante en sus palabras. De verdad creí que serían leales a mí. Pero nada les importa, no tienen honor.
Beth usó mi varita para intentar curarse la única herida que logré hacerle, ojalá supiera hacerlo apropiadamente. Me paré como pude, ambos estaban distraídos, y la salida estaba cerca, quizá podría correr con un poco de suerte.
Caminaba muy lento, debido a mi rodilla. Mis esperanzas de huir desaparecieron en ese momento, solté un fuerte suspiro, y me quedé en espera de su próximo ataque.
—Alice —Dylan apareció frente a mí, hablando con demasiada calma. Retrocedí. —No voy a hacerte nada. Quiero explicarte todo.
Dudé de sus palabras. ¿Él detendría una pelea para hablar? No lo creo, ya no.
—Ya no confío en ti.
Contuve las ganas de golpearlo sólo por el hecho de que sería como golpear una pared. Me sentía tan débil ante ellos, que no tenía sentido seguir haciéndome daño yo sola.
Aarón soltó un grito, mi atención se centró en buscarlo. Beth lo tenía bocabajo contra el suelo, sosteniendo mi varita sobre su espalda.
—¡No le hagas nada! —le grité, reuniendo toda mi energía para correr hacia allá, incluso sabiendo que me dolería.
Dylan rodeó mi cintura con sus brazos, impidiendo que avanzara.
—¡Ya! ¡Déjame ya! —lo golpeé con mis manos empuñadas. El coraje que sentía me hizo llorar. Beth estaba haciéndole algo, y no sabía qué. —¡Suéltame! —Lo apreté, haciendo resurgir por fin mis poderes, me di cuenta de aquello cuando lo escuché quejarse. —Los mataré, voy a matarlos —amenacé, poniendo mis manos en distintas partes de sus brazos, con la intención de quemarlo y que me soltara, sus gritos lastimaban mis oídos, pero eso no lo detuvo. Dylan subió su brazo poniéndolo sobre mi cuello y comenzó a presionar. Por más daño que le estaba haciendo, él lo soportó.
—Alice, no quiero hacerte daño, por favor para —me habló al oído.
Continué forcejeando con él, me estaba asfixiando, la desesperación incrementó, al igual que el miedo y la impotencia.
¿Puedo morir? ¿En serio puedo morir? Lo escuchaba sufrir detrás de mí, pero no me soltaba, ¿Lo mataré? ¿Mi magia es lo suficientemente fuerte?
Dylan me agarró la cabeza, haciéndola a un lado. Sentí sus colmillos encajarse sobre mi cuello. Logró sostener mis brazos apretándome el pecho. Él bebía de mi sangre sin parar.
Sentí mi cuerpo golpeando contra el piso. Escuchaba el ruido de los tacones de Beth, aproximándose. No podía moverme. ¿Por qué no podía abrir los ojos? ¿Por qué no pude pelear? ¿Por qué me hacían esto? ¿Era necesario?
Logré abrir los ojos. Había un balcón frente a mí, entraba aire frío por las ventanas, la luz de la luna llena iluminaba el lugar y también podía ver a un hombre sentado sobre el balcón, observando las estrellas.
¿Desperté? ¿Esto es real?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top