Promesas
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Promesas
La cena de selección había concluido, las advertencias de cada año fueron recordadas y se hizo el nombramiento de los premios anuales de ese año, Hermione Granger y Draco Malfoy. Ambos subieron al estrado cuando fueron nombrados, le entregaron su insignia y fueron ovacionados por las cuatro casas.
Cuando Hermione regreso a su mesa con apenas una media sonrisa que no llegaba a reflejarse en sus ojos recibió las felicitaciones de sus compañeros de casa que con orgullo la recibieron. Obtener ese honor había sido su sueño por años, pero ahora simplemente no le interesaba, todo lo que una vez le había importado ya no existía y eso la dejaba vacía.
Por su parte Draco se mostraba altivo y orgulloso como antaño, y subió los pequeños peldaños con elegancia para ponerse a un lado de la Gryffindor sin prestarle más atención que un movimiento de cabeza que no se podría interpretar como un saludo, pero al parecer ese había sido la intención. En la casa verde y plata nadie lo recibió con la efusividad con la que habían recibido a Granger en su mesa, se limitaron sonreírle de manera escueta y solo recibió un felicidades de parte de la morena Parkinson.
Quien no estaba conforme con los nombramientos era Harry, no era porque deseara el titulo para si mismo, pero consideraba que Hermione no estaba en condiciones para tener que lidiar de cerca con Malfoy. Además deseaba tenerla cerca para ayudarle y que ella viviera a partir de ahora en otra torre complicaba las cosas.
Tenía miedo de que volviera a recaer, tenía muy presente como había sido los meses pasados y solo pensar que pudiera volver a sumirse en ese estado le causaba una tremenda angustia. Motivado por eso se atrevió a ir a la dirección para tratar ese tema con McGonagall. Subió las escaleras después de dar la contraseña y toco a la puerta.
-Adelante. -Escucho
-Buenas Noches. -Saludo.
-Buenas noches, siéntese por favor. -Le invito. -Que es eso tan urgente que no pudo esperar para mañana.
-Es sobre Hermione, no creo conveniente que comparta espacios con Malfoy.
-Esperaba que las diferencias ya formaran parte del pasado Harry. -Dijo mostrando decepción.
-No es por eso.
-Entonces cual es la razón para que haga tal solicitud.
-Hermione no se encuentra bien, lo que voy a confiarle es un secreto, un secreto muy grande y doloroso, algo que solo tres personas lo sabemos, cuatro con usted y debe prometerme que lo guardara.
-Así lo hare. -Contesto solemne, inquieta por el tono fúnebre usado por el ojiverde.
Hizo una pausa para aclararse la voz, se le dificultaba mucho tocar el tema -Asesinaron a los padres de Hermione. -Minerva palideció llevándose una mano a la boca de la impresión. -Los torturaron hasta matarlos, los encontró en ese estado y por lo que habla y grita cuando tiene pesadillas parece que los encontró aun agonizando y los vio morir.
-¡Por Merlín! ¿Pero Quién?
-Uno de los mortifagos que escaparon logro dar con su paradero.
-¿Lograron atraparle?
-Está muerto. -Dijo sin dar más detalles
-Pero como es que no sabía nada.
-Esos fueron sus deseos, no quería que la prensa explotara la noticia del asesinato de sus padres, el señor ministro lo sabe porque era necesario para determinar que la muerte del Mortifago fue en defensa propia debido a las circunstancias, de nuestro mundo solo el ministro, usted, Luna y yo lo sabemos.
- La señorita Lovegood.
-Me fue imperativo decirle a Luna, necesitaba de su ayuda para cuidar de Hermione. -El semblante de Harry se oscureció por la tristeza de solo recordarlo. -Por la muerte reciente de Fred Weasley me pidió que ni siquiera les dijera lo que había pasado a los demás Weasley, por lo que no contaba con la posibilidad de que me ayudaran. Todo se complico mas pues después entro en un estado catatónico, no podía llevarla a San Mungo pues eso representaba que investigaran el porqué de su estado y ella no deseaba que se hiciera público, por lo que la tuve bajo mi cuidado, pero comprenderá que por la naturaleza de su estado no podía hacerlo solo.
Harry comenzó a contarle a detalle buscando comprensión y apoyo de la directora. Era duro para Minerva escuchar por todo lo que había pasado su alumna predilecta, no pudo reprimir un par de lagrimas que escurrieron por sus ojos.
Le narro como después de que se desmayara, tardo tres días en despertar, entre él y Luna se hacían cargo de su cuidado, deliraba como consecuencia de la elevada fiebre de la que era víctima, no estaba herida físicamente pero sin duda estaba demasiado afectada emocionalmente, la mantenía dormida por una poción que evitaba que soñara, pues la pesadillas la perseguían constantemente y gritaba, gritaba de manera desgarradora, llorando aun dormida, sudaba frio y la ropa se le pegaba al cuerpo, también se agitaba entre las sabanas en ligeras convulsiones, les llamaba a gritos, les rogaba que despertaran que no la dejaran sola, pedía perdón por no haberlos protegido como debía.
Todo su cuerpo se tensaba cuando el sueño cambiaba de rumbo y hablaba palabras incomprensible, frases al azar, hablaba sobre estar muerta, venganza y tener el coraje para convocar no se qué cosas. Harry omitía en su relato detalles como esos, sobre los delirios de los que solo el había sido testigo, pues el procuraba ser quien velara su sueño y solo le permitía a Luna quedarse con ella después de darle la poción para evitar las pesadillas.
Aun se resistía a creerlo, pero sospechaba que Hermione no había matado al Mortifago en defensa propia, no quería pensar en eso, pero sin duda era algo que lo perturbaba enormemente. Solo él sabía que Hermione había sido quien diera muerte al asesino de sus padres, ante el ministro dio a entender que el mismo lo había matado para defender a su amiga y el no había dudado en creerle, después de todo Harry era el salvador del mundo mágico, no cuestionaría sus acciones, mucho menos sabiendo que el enemigo caído había torturado y matado antes a los señores Granger.
Luna no pregunto quién lo había hecho, se limitaba a cuidar con esmero a la castaña y por tanto tampoco le contaría a la directora ese secreto que guardaba celosamente, no deseaba que vieran a Hermione de manera diferente, bastante había sufrido.
Hermione no estuvo presente en los funerales de sus padres, sin más familiares solo Luna y Harry estuvieron presentes para darles el último adiós a los señores Granger. Cuando despertó estaba catatónica, era como una muñeca sin voluntad ni vida, cuando estaba despierta se mantenía inmóvil con la vista perdida. Luna le ayudaba a bañarse, comer y vestirse, le desenredaba el cabello y le leía libros sobre criaturas mágicas.
La castaña se dejaba hacer, con ayuda de Harry o Luna caminaba y se movía pero siempre con la vista extraviada como si su mente y voluntad estuvieran separadas de su cuerpo. Era un martirio verla de esa manera como un títere al que había de jalársele las cuerdas para lograr que se moviera, era como si no fuera Hermione. Podía estar sentada frente a la ventana todo el día o recostada en la cama y no mostraba ningún cambio, solo su rostro pálido y ensombrecido por la tristeza y unos ojos vacios.
Un día, Luna la bañaba en la tina. Hermione desnuda con los brazos sueltos a los costados mirando a la nada, mientras su amiga la enjabonaba y lavaba su cabello, cuando hubo terminado le ayudo a levantarse, la seco, parecía una niña pequeña desvalida y frágil, había bajado varios kilos y ojeras oscuras estaban bajo sus ojos. Al terminar de vestirla, la sentó sobre unos grandes cojines que acomodo en el piso de madera, mientras ella se sentaba en la orilla de la cama para alcanzarla y poder desenredarle el cabello. Hermione reclino su cabeza sobre las piernas de Luna quien con suavidad pasaba el cepillo sobre sus rizos castaños húmedos. Y un recuerdo vago en la mente confundida de la castaña comenzó a regresar cuando escucho una canción de cuna que le cantaba su madre en la dulce vocecilla de Luna.
Inmóvil aun con los ojos abiertos un pequeño destello de lucidas le hizo derramar un par de lagrimas, Luna continuaba cantando esa nana que había escuchado alguna vez hacia unos años en voz de una de compañera de casa, se la cantaba a su hermanita más pequeña que acababa de entrar en primero y extrañaba a su mama. Por alguna razón al recordarla le habían dado ganas de cantarla mientras le peinaba el cabello.
Sintió la humedad en su ropa, lo que le hizo notar que Hermione lloraba en silencio, esa era una buena señal, la única que habían tenido desde que entrara en ese sopor.
-Harry. -Le llamo y no tardo en entrar un tanto agitado al percibir el nerviosismo en la voz de Luna.
-¿Qué pasa?
-Hermy está llorando, parece que está reaccionando.
-¿Qué estaban haciendo? Posiblemente fue algo que hiciste lo que la hizo reaccionar.
-Solo la peinaba y le cantaba.
-Síguelo haciendo. -Suplico mientras se hincaba a un lado de Hermione y le acariciaba el rostro.
Luna comenzó a cantar y continúo con su labor pasando el cepillo con extrema lentitud. Hermione lloraba con más fuerza y comenzaba a sollozar.
-Debe ser la canción, es muggle, seguramente le recuerda a su madre.
Harry la abrazo con fuerza acariciando su espalda mientras que luna seguía repitiendo una y otra vez la cancioncilla.
-Acompáñame. -Le pidió a Luna y levanto a Hermione.
-¿A dónde vamos? -Pregunto Luna
-Aun par de lugares que espero le ayuden. -sin dejar de abrazar a Hermione y tomando la pequeña mano de Luna desaparecieron.
La llevaron a la casa de sus padres, aquella que había quedado vacía cuando les borro la memoria, la hicieron caminar por cada habitación, ya no estaba sola, Harry se había encargado de dejarla igual a como estaba cuando vivían ahí los Granger, los mismos cuadros adornando las paredes, la repisa de la chimenea llena de fotos de los tres Granger, además de sus amigos, los reconocimientos de Hermione colgados con orgullo en la sala principal, el sillón viejo de su padre de color arenoso donde pasaba las tardes leyendo el periódico, los adornos embelleciendo la modesta estancia, los jarrones llenos de flores encantadas para que no se marchitaran.
Guiaron sus pasos por cada lugar haciendo que el llanto de Hermione se hiciera más intenso, la mente de la castaña recobraba lucidez mientras caminaban por jardín lleno flores multicolores y al atravesar el pórtico, tantos olores familiares, tantos lugares especiales en donde pasaron grandes momentos, era simplemente embriagador, pero también le jugaba malas pasadas, podía encontrar a sus padres en sus recuerdos y podía incluso verlos como si aun estuvieran vivos. Cuando la llevaron a la cocina pudo ver a su madre con el delantal de flores que le había regalado en un cumpleaños, horneando sus galletas preferidas, sonreía, sonreía como un ángel mientras le acercaba la charola para que tomara algunas, pero apenas logro estirar su mano esa imagen se desvaneció y lloro con más fuerza.
Harry la sostenía y Luna en silencio les seguía limpiando sus propias lágrimas al estar en esa casa tan llena de recuerdos para su amiga. El viejo sillón de su padre aun olía a tabaco, podía verlo sentado con el periódico en una mano y con la otra sosteniendo su pipa, también la veía y sonreía con felicidad, tenían los mismos ojos ese peculiar color caramelo y miel, quiso lanzarse a sus brazos pero apenas se acerco se desapareció como humo en el aire.
Todo estaba lleno de recuerdos que se reproducían en su mente como una película, cada rincón de la casa tenía el toque y bien gusto de la señora Granger. La hicieron subir las escaleras para que recorriera las habitaciones, la sentaron en la cama que había sido de sus padres y se abrazo a una almohada aspirando su aroma, aun quedaba un poco de su esencia. Seguía sin decir palabra pero ya caminaba por sí sola. Paso por el pasillo que daba a su habitación y la encontró como siempre, como si el tiempo no hubiera pasado, como si ella misma no hubiera cambiado el color de las paredes y borrado cualquier rastro de su existencia, su pequeño escritorio estaba minuciosamente acomodado y sobre la mesa de noche estaba la foto mágica que se había tomado en su primer año en Hogwards con sus dos amigos.
Sin fuerzas se dejo caer de rodillas, pero no habían terminado, por doloroso que fuera necesitaban enfrentarla a su pasado para hacerla salir de ese trance. La levanto de nuevo como si fuera una hoja y tomo la mano de Luna para ir a otro lugar.
Se aparecieron en medio de un cementerio, caminaron unos pocos metros hasta estar frente a dos lapidas de mármol, pertenecían a los señores Granger, cada una de ellas tenia la leyenda "En memoria de mis queridos padres"
Hermione se abrazo con fuerza a Harry.
-Harry. -Pronuncio su nombre, y el aludido la miro a los ojos, era la primera vez en semana que la escuchaba hablar.
-Hermione, mi querida Hermana. -Le dijo acariciando sus cabellos sin soltarla pues temía que de hacerlo se caería.
-Mis papas… Harry mis papas… ya no están… -Dijo entre sollozos lastimeros sin parar de llorar, sintiéndose como el corazón se le desgarraba.
-Lo sé pequeña, lo sé… -Le contesto llorando igual que lo hacia ella, pero en el fondo agradecido de que hubiera reaccionado.
Esa tarde Hermione había salido del estupor causado por la impresión de ver a sus padres morir en esas condiciones, la dejaron llorar por largas horas sobre la tumba de sus padres, necesitaba sacar todo lo que llevaba contenido. Había comenzado a llover, Luna hizo aparecer una enorme sombrilla amarilla para cubrirlos de la lluvia, Harry se inclinaba sobre su amiga de manera protectora, el mismo llevaba los ojos hinchados de tantas lágrimas derramadas, no había llorado solo por la pena de su amiga, también lo había hecho por el recuerdo de sus propios padres.
Nunca como ahora sintió lo que era llorar ante la inminente perdida de sus padres, se prometió ir en cuanto estuviera mejor en compañía de Hermione y Luna a visitar las tumbas de sus propios padres. De alguna manera el tenia el consuelo que la muerte de Lily y James fue rápida e indolora, aunque no podía decir lo mismo de los señores Granger que habían padecido horrores a manos de un sádico mortifago.
La llevaron de vuelta a al número 12 de Grimmauld Place exhausta de tanto llorar. Harry durmió esa noche en su cama arropándola con sus brazos, temblaba y aun sin mas lagrimas que verter sollozaba entre sueños, sabia cuanto necesitaba de su presencia, estaba un poco más tranquilo después de pasar semanas de angustia cuando no reacciona nada, había estado incluso tentado en romper su promesa y llevarla a San Mungo para que la trataran.
Ante la tumba de los Señores Granger le hizo prometer que por él y por el recuerdo de sus padres que tanto la habían amado no se dejaría vencer, que continuaría con su vida, retomando lo que había dejado, y parte de hacerlo era regresar su último año al colegio. Fue difícil convencerla pero al final cedió. Aunque en el fondo sabio que nunca volvería a ser la misma Hermione alegre que hubiera sido alguna vez.
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