No Puedo Negarme

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No Puedo Negarme

Hermione tenía los nervios crispados mientras leía ese oscuro libro, incapaz de quedarse quieta caminaba de un lado a otro en línea recta desde la entrada de la torre hasta un costado de la sala común, sin despegar sus ojos que se movían ávidamente sobre las páginas amarillentas. Todo era muy grafico, demasiado explicativo y tétrico para su gusto pero se forzaba en seguir leyendo, intentando ignorar los escalofríos que recorrían su espalda, erizándole los bellos de la piel.

Había leído buena parte del libro, se había excusado de sus clases con ayuda de la directora, después de todo ya no se realizarían actividades curriculares pues oficialmente el curso se había acaba desde el día anterior. 

Para el resto de los estudiantes todo corría con normalidad, en cada clase les daban las últimas indicaciones a aquellos que regresarían para el siguiente curso, mientras que  para los que concluían su vida académica en Hogwarts les concedían algún consejo sobre su futuro fuera de los muros del colegio. Pero no solo eso, cobijados por el secreto de un ejército que se movía en el anonimato, el plan estaba en marcha, los miembros activos pasaban a sus clases demorándose en salir para obtener aquellas preciadas herramientas que a lo largo de meses habían estado preparando.

El ambiente tenía un aire ciertamente tenso, aquellos que conocían el secreto de lo que les esperaba al día siguiente se miraban ocasionalmente  de manera significativa con un brillo peculiar en sus ojos, y para aquellos que vivían en la ignorancia de lo que el futuro les traería en poco tiempo se movían con recelo ante la tensión del ambiente atribuida al termino de un curso extremadamente pesado y demandante por parte de la plantilla de profesores.

Era imposible no notar lo enrarecido del ambiente, por parte de cada uno de los bandos, buenos y malos sabían que el final estaba cerca y atribuían esa sensación extraña a la ansiedad propia de una guerra inminente.

Pansy estaba extasiada, sintiendo como la adrenalina corría por sus venas, se sentía poderosa como nunca, Vladimir le estaba concediendo el poder que siempre había anhelado, aquel que antes había obtenido a cuenta gotas permaneciendo con los más fuertes para ser un parasito que se aferrarse a las sobras. Pero eso ya había quedado en el pasado, en el mismo pasado que había quedado parte de su vida,

Ahora todo era distinto ella era lo mas cercano a una diosa o eso creía, pero sabía que aun había que zanjar un par de detalles, unos detalles que tenían nombre y apellido, y que llevaba tiempo deseando destruir.

La morena no era tonta, por el contrario era sumamente inteligente, tenía mucho meses de haber deducido esa fascinación enfermiza que tenia Vladimir por Granger, pero inteligentemente había mantenido bajo su perfil, a la espera de una oportunidad para quitar a esa inmunda impura de su camino. Eran muchas sus razones para desaparecerla empezando por ese odio que sentía desde el mismo momento que la conociera, sumado a esa envidia que la corroía cada vez que veía la admiración en los ojos de los estúpidos que la adoraban con demencia, como si fuera lo más grandioso del mundo, cuando solo era una patética impura con aires de sabelotodo, la maldita  y odiosa rata de biblioteca que se sentía superior, la que pretendía tener todas las respuestas y se movía por el mundo con ese delirio de grandeza porque todos la creía una heroína. ¿Qué nadie se da cuenta de lo patética que era? ¿Qué no veían que esa insípida sabelotodo no podía compararse con alguien como ella?

Su rabia y odio tuvieron tiempo de crecer en esos últimos meses, al ver y sentir como poco a poco esa maldita leona le robaba toda atención de su amante, detestaba la manera en que la miraba, con aquel brillo de deseo reflejado en sus pupilas negras, le asqueaba solo deducir sus pensamientos cuando parecía comerla con la mirada,  cuando recorría sin pudor ese cuerpo que no tenía nada de especial, notaba la atracción que ejercía en Vladimir su sola presencia, como se perdía por largos minutos observando sus gestos, analizándola como si fuera la cosas mas fascinante y enigmática que sus ojos hubieran visto.

Granger encabezaba su lista de enemigos, de aquellos que debían caer primero, y era seguida por otra que a pesar de ser su aliada ya le había jurado una muerte dolorosa.

Había mucho tiempo atrás se había hecho una promesa Pansy, que nadie estaría por arriba de ella, consideraba a Vladimir un igual, su amante y aliado, pretendía estar con él lo suficiente, el tiempo conveniente para cumplir con sus sueños de poder y gloria, con todo eso que ella se merecía por derecho por ser una sangre limpia, por ser la princesa Slytherin que logro rescatar su casa de las cenizas.

Por eso esa maldita pelirroja también caería con Granger, ambas morirían, pues ambas ponían en riesgo su puesto a lado de Vladimir y eso no lo permitiría por ningún motivo. Debido a ello y usando su inteligencia se había mostrado dócil y complaciente, acatando incluso las ordenes de esa usurpadora mujer Kendra que nunca mostraba su rostro y de la cual había visto solo su vistosa cabellera roja.

Si había regresado ser la novia oficial de Draco Malfoy, había sido para restarle importancia al hecho de que Vladimir ya no le permitía entrar a su alcoba, era solo una estrategia, utilizaba al rubio, como sabía bien que el también la utilizaba, aunque la morena suponía que era para hacerse de poder y una buena posición, sin saber que ese no era su objetivo.

Dentro de los planes de la princesa Slytherin era cobrarle con crecer a su "tío" sus desprecios maquillados de conveniencia, pero también su nombre estaba escrito en esa fatídica lista. Ocupando un lugar al tarde o temprano llegaría, según le conviniera.

Con lo que no contaba Pansy era que los planes de Vladimir eran muy distintos,  la había utilizado, aprovechando el trabajo que había hecho al reconstruir sus causas desde abajo, pero ahora le resultaba fastidiosa, por eso había elegido a Kendra sobre ella en innumerables ocasiones, haciéndola su mano derecha, pues la pelirroja no solo era mucho más fuerte que la morena, además estaba dispuesta a hacer todo cuanto le pidiera incluso adoptar un nuevo cuerpo con tal de complacerle.

Si hasta el momento no se había desecho de ella era porque había contemplado que sería una esposa conveniente cuando ocupara el cuerpo de Draco, pensando que si se volviera más insoportable siempre podía colocar una alma diferente en ese cuerpo cándido de su sobrina. Así contaría con una esposa digna de su estirpe y una amante impura complaciente gracias a Kendra.

Había que admitir que a ese plan perfecto que había diseñado Vladimir Parkinson tenía una variable que no había considerado y que podía convertirse en un error monumental, una mujer despechada es sumamente peligrosa y Pansy estaba a nada de ser esa mujer que pudiera destrozar sus planes si le daba el más mínimo aliciente, pues estaba en nada de conocer los alcances de la morena.

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Era mediodía cuando una pelirroja entraba al castillo por uno de los muchos pasajes secretos, sus heridas habían sido sanas, los cortes en sus brazos y piernas no eran visibles, ni siquiera esa herida profunda en su mejilla estaba ya. Con el tiempo y muy a su pesar había adquirido mucha experiencia para hacer que no se notaran evidencias de la tortura a la que era sometida  continuamente.

Desde pequeña terminaba con las rodillas raspadas, al igual que las manos o  algunos cardenales surcando la tierna piel de sus brazos, como consecuencia de los empujones o por la excesiva fuerza que solía utilizar su hermana mayor cuando no hacia cuanto le pedía o porque no salían las cosas como deseaba, y a pesar de su dolor, solo bastaba que su hermana le habla con dulzura y le dijera lo mucho que lo sentía para que ella intentara ocultar a toda costa esas marcas al ver el arrepentimiento de Kendra para que no la regañaran, arrepentimiento que mucho después entendió era fingido.

Pero Fedra la quería tanto, admiraba esa seguridad con la que se desenvolvía Kendra, su enorme belleza, esa dulce voz que no podía ser más melodiosa, incluso admiraba esa habilidad suya de salirse siempre con la suya, de manipular a su madre y a ella misma, pues nunca podía resistirse a complacerla para verla feliz y radiante.

Recordaba con claridad esa noche, la noche en que todo su mundo se vino cuesta abajo, se veía a sí misma suplicándole a Vladimir que salvara a Kendra que cada vez estaba más pálida enre sus brazos debido a los efectos del veneno que había tomado. Tenía muy presente esa sonrisa sarcástica en el rostro de Vladimir, su mirada llena de un éxtasis enloquecedor como si todo lo que ocurría fuera un deleite para él.

Lo que paso después también lo recordaba con sumo detalle, la manera en la que el moreno hacia una floritura complicada sobre el cuerpo de Kendra, unas palabras en latín que no recordaba con exactitud y después solo una bola de luz saliendo de la boca de su hermana, su cuerpo poniendo rígido y de un color grisáceo en el mismo momento que su alma abandonaba el cuerpo. Después recordaba de manera más borrosa como Vladimir conducía esa luz con su varita hasta estar frente a ella, la sensación de frio estaba latente, como la humedad de su rostro debido a que no había parado de llorar desde que su medio hermano le preguntara que estaba dispuesta a hacer para salvar a Kendra.

-Lo que sea. Solo salva. -Le había dicho con desesperación.

-Compartirás tu cuerpo con ella. -Le advirtió sin perder esa sonrisa enfermiza.

- Solo sálvala. -Replico suplicante sin dejar de aferrarse al cuerpo inerte de su hermana. Le pareció descabellada la idea que le planteaba Vladimir, pero no se detuvo a pensar en nada mas, se aferraba a esa esperanza para mantenerla con vida.

Obedeció cuando el moreno le pidió que se recostara y que abriera la boca, donde deposito la voluta de luz, sintió la tención de su cuerpo al recibir el alma de Kendra y después una oleada de frio que le calo hasta los huesos, después había perdido el sentido, despertó después y para su horror, desnuda y en la cama de su Vladimir.

Por lógica supo lo que había pasado, además siendo doncella  el dolor en su intimidad al intentar levantarse lo dejo todo claro, su primera vez había sido con su propio medio hermano, en contra de su voluntad, pero al menos no recordaba nada. Asqueada se levanto envuelta en la sabana para ir a vomitar al baño.

Escucho la risa de Vladimir retumbando en sus oídos a la vez que una voz dulce en su interior parecía susurrarle al oído.

-Tu cuerpo ya es mío. -Dijo con una dulzura amenazante y de repente un par de corte aparecieron de sus brazos. -Harás lo que te diga.

Ese había sido el principio del fin. Estuvo en los funerales de su madre y del cuerpo de Kendra, Vladimir solo se quedo el tiempo necesario, después partió al extranjero con la promesa de pronto regresar para continuar con sus planes, para los que necesitaba usar a las hermanas.

Ahora Fedra estaba en Hogwarts había cumplido hasta ese día cada orden dada, cada indicación, pero no había podido darle muerte a Luna, sin embargo, no habían servido de nada sus esfuerzos, sus sacrificios de soportar la tortura de Kendra, al final por voluntad propia su amiga había decidido terminar con su vida para ayudarla.

Posiblemente la pelirroja ya no tenía heridas visibles y su ropa estaba impecable al igual que su cabello que caía sobre su espalda en suaves ondas, pero estaba muerta por dentro, lo único que la había mantenido aferrada a la poca humanidad que le quedaba había sido precisamente esa rubiecilla que todos calificaban de lunática y que había muerto por ella.

Detuvo su paso cuando escucho que alguien la llamaba, volteo por inercia sin ser consiente por completo de sus movimientos, estaba demasiado afectada, demasiado vacía para sentir cualquier cosa.

-Fedra. -Le llamaron de nuevo mas fuerte captando por fin su atención después de que ya llevaba tiempo llamándola y parecía no escuchar. -¿Estás bien? -Pregunto Neville al ver la palidez enfermiza en el rostro de la pelirroja.

Sonrió con tristeza ante lo irónica que resultaba esa pregunta, ella jamás volvería a estar bien. -Lo estoy. -Afirmo sin mucha energía, mintiendo lo mejor que podía.

-¿Segura? -Luces muy pálida.

-Sí, estoy bien. ¿Necesitabas algo? -Pregunto de vuelta la pelirroja al muchacho que aun la observaba con preocupación.

-Quería preguntarte si has visto Luna, no fue a la clase de herbología y la he buscado por todas partes pero no la encuentro.

-Está dormida.

-¿Dormida?

-Está en su habitación, un poco resfriada, Madame Pomfrey ya la ha revisado no es nada grave solo necesita descansar, por eso no fuimos a las primeras clases la estaba acompañando, vengo de estar con ella, la deje dormida. -Mintió con demasiada soltura por lo que Neville no dudo de sus palabras.

-Lo bueno es que no es nada grave.

Fedra se mordió la lengua al ver la preocupación en el rostro de Neville al principio y un poco de alivio después al saber que no era nada grave, de solo imaginar lo que pasarían todos sus amigos cuando se enteraran que jamás volverían a ver a Luna se estremeció y contuvo con gran esfuerzo las lagrimas.

-Nos vemos después Neville. Tengo que buscar al Profesor Parkinson -Se disculpo.

-Está bien, nos vemos mas tarde. -Contesto un sonriente muchacho mas tranquilo con la información recibida.

Fedra tuvo que desistir de sus intenciones cuando vio a Pansy entrando en el aula de Defensa, seguramente ella también tenia asuntos que tratar con Vladimir. Ya le llegaría su turno de hablar con el moreno, mientras tanto tenía otros asuntos que arreglar.

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-Me vas a decir que ocurre. -Le cuestiono con enfado, haciendo que Hermione se sobresaltara, no lo había escuchado entrar a la torre, estaba demasiado abstraída.

Cuando se repuso un poco del sobresalto lo miro ceñuda, sin soltar el libro que leía. Pero a pesar de su molestia en el mismo momento en que vio el rostro contrariado de Malfoy, todo lo que se había contenido hasta el momento estallo, asiendo que sus ojos se llenaran de lágrimas y se aferrara con fuerza al libro como si fuera su único soporte para mantenerse en pie. Comenzó con leves sollozos que rápidamente se convirtieron en un llanto ahogado. 

-¿Tan malo es? -Pregunto acercándose a ella con cautela como si esperara algo peor que lagrimas.

-Luna. -Fue lo único capaz de decir.

-¿Qué ocurre con Lovegood? -Pregunto de nuevo llevándola a sentar pues temía que de un momento a otro se desmayara, estaba demasiado pálida y no paraba de llorar.

Con dificultad debido al llanto comenzó a contarle sobre la nota y la foto que le había enviado la rubia, le explico sobre sus conjeturas, que Fedra había tenido una hermana llamada Kendra, le hablo de  la manera en la que todo comenzaba a encajar como piezas de un mismo rompecabezas, el papel que jugaba Rupert Gray en todo eso. También le mostro el libro que aun aferraba con fuerza contra su regazo, le describió todo cuanto había leído.

Cuando termino de contarlo todo, Draco entendió la razón por la que estaba Granger en ese estado, no se perdonaba no hacer nada por ayudar a Luna a pesar de que sabía que esa era la elección correcta le pesaba demasiado no hacer nada por buscarla, por intentar salvarla de las garras de Kendra que manipulaba el cuerpo de Fedra a su antojo.

-No es tu culpa. Es lo mejor para todos. - Dijo intentando consolarla.

-Aun así la estoy dejando a su suerte.

-Ya deja de lamentarte Granger. -Le dijo con firmeza levantando la voz. -Lovegood sabía lo que hacía y a que se enfrentaba, fue su decisión comentar un auto suicidio, nada has tenido que ver tu. Déjate de estupideces. -Le rugió. -De nada sirven tus patéticas lágrimas, lo hecho, hecho esta y todos sabíamos que corríamos un riesgo y si no eres capaz de tener un poco de sangre fría mandaras todo a la mierda.

Hermione lo miraba con los ojos sumamente abiertos, aun sollozaba, pero sus palabras habían entrado muy hondo, taladrando su cerebro. Sabía cual era su deber, sabía que habría pérdidas y ahora no podía estar perdiendo el tiempo con sus lagrimas. Draco tenía razón.

Como siempre Malfoy no era sensible, no decía las cosas con tacto, lejos de consolarla la había regañado y gritado, pero era necesario para que reaccionara y recuperara el temple, lo necesitaba pues la situación lo ameritaba.

-Gracias. -Le dijo mientras limpiaba su rostro con el dorso de su mano y abría de nuevo el libro, esta vez leyendo en voz alta pues necesitaba de alguien más para que le ayudara a pensar, para encontrar la solución más conveniente a ese tipo de magia que resultaba aterradora considerando que ese hechizo hacia algo muy similar a lo que un dementor, extraía el alma de su víctima, quizás la única diferencia era manipularla para darle cabida en un nuevo receptor, sin embargo, había muchos cabos sueltos pues según leía no siempre el cuerpo aceptaba el traslado ocasionando la pérdida del alma.

Según el señor Gray sus métodos eran una manera de buscar la vida eterna, cambiar un cuerpo deteriorado por los años por uno más joven cambiando  el alma, sus esquemas detallaban esos experimentos que hasta ahora se creía eran solo inventos de un loco desquiciado, pero que sin duda ahora Hermione creía si había realizado matando en el proceso a inocentes con tal de saciar sus ansias de aprender, buscaba perfeccionar sus estudios para al final encontrar para su mismo un cuerpo joven en el cual vivir de manera temporal hasta necesitar otro, vivir por siempre, ese era su fin.

La voz de Hermione fue interrumpida por un par de golpes en la puerta de entrada, Draco abrió dejando pasar a Potter y Weasley.

-¿Ahora si nos dirás que pasa?

-Siéntense por favor. -Les pidió la castaña. -ES algo delicado lo que debo decirles.

Le costó más trabajo a la Leona contarle a sus amigos lo ocurrido con Luna, a medio relato Ron se había levantado dispuesto a buscar a Fedra para sacarle la verdad sobre el paradero de su amiga. Neville les había contado lo que le dijera Fedra sobre el resfriado de Luna y que pensaba mandarle una caja de bombones deseando que se recuperara pronto.

-Debes calmarte. -Le dijo Hermione tomándolo del brazo.

-¡Calmarme! ¿Cómo demonios pides queme calme? ¿Qué no te importa lo que pase con Luna? -Reclamo el pelirrojo y la castaña lo soltó herida por sus reproches.

-¡Cállate! -Le ordeno Draco sobresaltando al pelirrojo. -Demuestra que tienes un poco de cerebro y piensa al menos una vez en tu vida. -Le dijo con saña haciendo que Ron enrojeciera colérico. -¿Quieres poner en riesgo la vida de todo? No me importa que pase contigo. -Solto con desprecio sin perder su altivez característica. -Pero te has puesto a pensar que nos delatarías a todos, que echarías a perder los planes que nos llevo meses hacer, poniendo en peligro las vidas de toda la orden y su estúpido ejercito, si saben que los descubrimos.

Parecía que Ron quería saltarle encima al rubio para golpearlo, pero Harry coloco una mano sobre su hombro para calmarlo.

-Por mucho que nos duela Malfoy tiene razón. -Ron lo miro incrédulo y decepcionado. -Sabes que quiero a Luna, que es muy importante para mi, pero no podemos hacer nada por ella ahora. -Le comenzó a explicar con calma, cuando el pelirrojo iba a replicar le miro a los ojos y se detuvo al ver el dolor y la preocupación en los ojos verdes de su amigo.

Weasley apretó los puños lleno de impotencia, tenía que aceptar que llevaban razón cuando lo pensaba con mas calma.

-Lo siento. -Se disculpo con Hermione.

-No te disculpes, se cómo te sientes, yo me siento igual. -Le consoló con la mirada llena de tristeza.

-¿Qué haremos entonces? -Se atrevió a preguntar el pelirrojo.

-Lo que teníamos planeado, habrá que hablar con la directora para que no reporte la desaparición de Luna por ahora, le haremos pensar a Fedra que le creemos, no podemos hacer más por ahora. -Indico Draco aun mirando con resentimiento a Weasley por la manera en que le hablo a Hermione.

-Hay algo más que me preocupa.

-¿Qué? -Preguntaron al unisón.

-Vladimir quiere que vaya a verle hoy después de clases. -Les informo la castaña.

-¡No iras! -Advirtió Harry y Draco al mismo tiempo, seguidos por Ron.

-No puedo negarme y lo saben.

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