La Historia de Fedra y Kendra
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La Historia de Fedra y Kendra
Anochecía, el castillo estaba envuelto en un profundo silencio, la noche era cálida y el cielo despejado estaba iluminado por la luna llena, no era un día cualquiera, era uno muy especial, al menos para Fedra.
A nadie le había dicho que ese día era su cumpleaños, no tenía mucho que festejar o por qué estar feliz, su vida había cambiado tanto a como la recordaba que ese día la llenaba de amargos recuerdos que quisiera borrar de su memoria.
Alguna vez había sido feliz, alguna vez ese día había sido especial, al amanecer habría descubierto un regalo al pie de su cama además de un rico desayuno por parte de su madre y su querida hermana. Pero ahora estaba sola, llena de miedo, de terror por lo que debía hacer y para lo que no había escapatoria.
Se coloco sobre el pijama su bata y calzándose solo con sus pantuflas salió de su habitación, necesitaba estar sola, abandonarse a esos recuerdos que el día de hoy la rodeaban ahogándola.
Camino por los jardines del colegio hasta llegar al bosque prohibido, no se adentro demasiado, se sentó sobre una piedra irregular y comenzó a llorar como una niña. Lloraba por muchas cosas, tenía tantas razones para llorar que solo le hacía falta ver en lo que se había convertido para sentir asco y repulsión de sí misma.
De nuevo se preguntaba como el amor la había orillado a hacer tantas tonterías, como ese sentimiento que debía ser tan puro la había corrompido de esa manera convirtiendo todo lo que amo en algo tan terrible.
Por lo único que le gustaba ese día era porque podía estar sola, sin temer que llegaran a interrumpirla, lloro con más ganas al pensar, como antes su vida había sido tan diferente, tan feliz, tan llena de luz y ahora solo era una porquería.
Su madre era una hermosa mujer, muy amable, de carácter simpático. Sabía que se había enamorado de alguien que no debía, y producto de ese amor había nacido un niño que había heredado todos los rasgos de su padre, sin embargo, sabía que ese niño no debía existir y que su solo nacimiento era algo que manchaba el nombre de su familia, fue obligada a deshacerse de la criatura, no tuvo corazón para matarlo como sus padres le exigían, se limito a entregarlo a la que había sido su nana y darle una buena cantidad de dinero para que desapareciera.
Conocía la historia porque fueron muchas las noches que escucho a su madre llorar cuando creía que dormía ella y su hermana. Cuando su papa murió de causas naturales y su madre por fin se vio libre de buscar a su hijo, no descanso hasta encontrarlo, el ya era un adolecente cuando llego a vivir con ellas, para todos él era su primo, pero solo ellas conocían la verdadera historia, su madre termino contándoles su triste pasado y ellas habían aceptado gustosas a ese hermano perdido.
Sin duda su llegada ilumino la vida de su madre, era tan feliz como nunca la había sido, por fin su hijo estaba de vuelta y su familia estaba completa, lo que no sabía era que ese muchacho no era bueno, estaba lleno de resentimientos, de odio contra aquella que lo había abandonado, se negaba a entender las razones por las que lo había abandonado en manos ajenas, a pesar de que no lo dijera estaba más que dispuesto en hacerla pagar. Para llevar a cabo sus planes utilizaría lo que más amaba esa mujer, sus hijas.
En su mente ya maquinaba su venganza, le llevaría varios años llevar a cabo su plan pero estaba seguro de que funcionaria, saborearía con lentitud su triunfo, después de todo la venganza es un platillo que se come frio.
Con el paso de los años sus medias hermanas se convirtieron en hermosas doncellas, ambas tenían una belleza poco común, parecían dos gotas de agua, para cualquiera que no las conociera lo suficiente podían pasar como gemelas, sin embargo, se llevaban junto un año de diferencia.
La mayor tenía un carácter vivaz, era sumamente temperamental y caprichosa, su cabello rojo parecía fuego puro cuando ondeaba al viento en sus muchas escapadas, tenía mucho talento, quizás demasiado para su corta edad para el manejo de la magia, sabiéndose hermosa, era demasiado vanidosa y soberbia, por la única que mostraba un poco de afecto era por su hermana menor, con su madre discutía con frecuencia no tenían una buena relación, pero las cosas se habían complicado mucho mas con la llegada de su hermano perdido.
Por él sentía una adoración extrema, casi besaba el suelo que pisaba, lo admiraba y mucha de su rebeldía se debía a su necesidad de parecerse a él. Desde el día que había llegado a su casa, y a pesar de ser ella demasiado pequeña desarrollo por él muchacho un cariño extraño, lleno de devoción y admiración.
No fue difícil para él manipular a la mayor, la más pequeña era demasiado tímida para acercársele demasiado, demasiado dulce y frágil para utilizarla como él deseaba, por lo que se inclino por la mayor.
La sedujo con maestría, convirtiéndola en su joven amante, no le importaba que eran hermanos, sus deseos de venganza eran mayores a cualquier tipo de remordimiento, supo envolverla con sus palabras, haciéndole creer que la amaba y que pronto se la llevaría lejos, pues sabía que su madre se opondría a esa relación que había surgido entre ellos, con el paso de los días, logro envenenar a la joven en contra de su madre, culpándola por no poder ser felices.
El mundo de Fedra comenzó a cambiar el día en que encontró a Kendra en la cama con Vladimir, su mundo perfecto se desmorono.
Kendra aprovechándose del gran amor que sentía su pequeña hermana por ella, le suplico que no dijera nada, que en verdad se amaran y que pronto se marcharían para ser felices. Fedra no pudo oponerse a los deseos de su hermana aunque estuviera en contra de esa relación.
Pero Vladimir no estaba conforme con enamorar a la insulsa Kendra, deseaba destruir por completo a su madre, quería verla sufrir, como el había sufrido en el total abandono. Fue entonces que rompió el corazón de Kendra diciéndole que se había enamorado de alguien más y que debido a lo imposible de su relación no podía continuar, pero lo ofreció una alternativa.
Había una manera en que nadie podría separarlos, ni juzgarlos por ser hermanos, tendría que beber cierto veneno que la mantendría en agonía para poder intercambiar de cuerpo con aquella doncella de la que decía el muchacho se había enamorado, Nataly era su nombre y era una muchachita rubia, muy hermosa que vivía muy cercas de su casa.
Lo que había maquinado Vladimir era ocasionar la muerte de Kendra al no concluir el hechizo de traslado de alma de un cuerpo a otro, así moriría causándole un gran dolor a su madre, esa sería la venganza, lo que no había considerado hasta esas alturas era el gran amor que le tenía Fedra a su hermana.
La noche indicada Vladimir se encargo de llevar a Nataly a su casa, para ser preciso a la habitación de Kendra, tenía grandes facultades de conquistador por lo cual no fue complicado convencer a la rubia de que lo acompañara.
Lograron dormir a Nataly con facilidad, pero cuando Kendra iba a beber el veneno, Fedra entro para impedirlo, había escuchado las intenciones que tenían y ella no deseaba perder a su hermana, ni matar a nadie para dicho fin, pues era claro que al hacer el intercambio de cuerpos y por el veneno que tomaría la pelirroja Nataly moriría en el cuerpo de Kendra.
-Por favor no lo hagas. -Suplico la pelirroja menor.
-Déjame. -Exigió tirando con fuerza de la mano donde sostenía el frasco con veneno que había logrado su hermana detener
Vladimir no intervino, solo de deleitaba con la discusión de las hermanas, pero debido a los gritos no tardo en llegar su madre.
-¿Qué ocurre?
-Que tus adoradas hijas no se ponen de acuerdo.
-¿Qué hace Nataly aquí? -Pregunto intentando acercarse a donde forcejeaban sus hijas.
-No te acerques. -Grito histérica Kendra. -Amo a Vladimir y ni tu ni esta estúpida me van a separa de él.
-¿Pero qué dices? -Pregunto impresionada su madre.
-Lo que oyes, no nos importa ser medios hermanos nos queremos y seremos felices cueste lo que cueste, así que no te acerques o soy capaz de matarte. -Soltó con odio.
-No lo harás. -Le cortó Fedra, había logrado hacerse con el frasco de veneno.
-Dámelo. -Exigió enloquecida la pelirroja.
-No te lo daré. -Contesto dando un paso atrás Fedra.
-Si no me lo das la matare. -Dijo apuntando a su propia madre con su varita.
-No lo harás, no serias capaz, es nuestra madre.
-Claro que soy capaz, obedéceme dame el frasco.
-No. -Se negó temblorosa aun creyendo que su hermana no sería capaz de cometer tal locura.
-Avada Kedavra. -Conjuro y el cuerpo de su madre cayó sin vida.
-¡NO! - Grito Fedra soltando el frasco y corriendo hasta donde había caído el cuerpo de su madre, la abrazo y comenzó a llorar sin soltarla.
-Fue tu culpa. -Le acuso Kendra. -Por desobedecerme. -Dijo cogiendo el franco que había rodado sin romperse.
Sin esperar más Kendra lo destapo y vertió el contenido en su boca, a penas trago y soltó el frasco pues el líquido pronto hizo efecto.
-¡Kendra! -Grito desesperada Fedra y dejando el cuerpo inerte de su madre se apresuro a llegar al lado de su hermana quien agonizaba.
-Seré feliz. -Fue lo único que dijo Kendra antes de desmayarse, su respiración era muy débil al igual que su pulso estaba a punto de morir.
-Ayúdala, por lo que más quieras, ayúdala Vladimir.
-Que me darás a cambio.
-Lo que quieras, lo que me pidas te daré, pero sálvala. -Le dijo suplicando aferrando la mano cada vez mas frías de su querida hermana, lloraba a mares con un dolor que nunca había experimentado, acababa de perder a su madre, no estaba dispuesta a perder también a su hermana.
-¿Estas dispuesta a arriesgar tu vida?
-Lo que sea. Solo sálvala.
-Compartirás tu cuerpo con ella. -Advirtió divertido con una sonrisa escalofriante en los labios y sus ojos negros inyectados de odio.
-Solo sálvala. -Dijo entre lágrimas, nada más le importaba en ese momento, ya nada importaba.
Vladimir satisfecho realizo el conjuro trasladando el alma de Kendra al cuerpo de Fedra. Aun dormida llevo a Nataly a su mansión, no había sido necesario utilizarla, creyó más conveniente poder dominar a Fedra a través del amor que profesaba por su hermana.
A la mañana siguiente encontraron a la señora Patterson muerta, las investigaciones llegaron a la conclusión de que su propia hija había enloquecido dándole muerte para después suicidarse tomando un frasco con veneno.
Fedra llorada inconsolable la pérdida de su pequeña familia, su "primo" Vladimir solo se quedo a los servicios funerales, poco después se marcho a Londres y de ahí al extranjero, pero sabía que pronto regresaría, eso había dicho antes de marcharse, le había dejado claro que necesitaría de su ayuda y sabia que no podía negarse, Kendra no se lo permitiría.
La vida de Fedra desde entonces era un eterno calvario, su hermana se posesionaba de su cuerpo cuando lo deseaba, siendo más fuerte que ella la dominaba, causándole cuando se llegaba a resistir heridas bastante serias, la amenazaba constantemente con matarla, no le importaba buscar un nuevo cuerpo que poseer, no se detendría por ella.
El amor que tenía Kendra por Vladimir la había trastornado por completo, era capaz de hacer cualquier cosa por su amante, no importaba lo aberrante que fuera, había matado ya no solo a su madre si no a varios que se habían interpuesto en su camino, era muy fuerte, demasiado poderosa, no se tocaba el corazón para liquidar a nadie, solo en las manos de Vladimir era inofensiva, solo él podía manejarla a su antojo, y eso hacía, la utilizaba cada que requería de sus servicios, por eso le interesaba que mantuviera su anonimato tras la máscara, solo él conocía quien era realmente Kendra.
En ocasiones Fedra no lograba recordar todo lo que hacia Kendra cuando se posesionaba de su cuerpo, pero en más de una ocasión se había despertado en la cama de Vladimir, asqueada de saber lo que había ocurrido entre ellos. Llorosa se levantaba y regresaba a su habitación mientras el moreno no dejaba de burlarse de ella, notaba por el cambio de actitud cuando era una u otra la que dominaba el cuerpo en ese momento. Le producía cierto placer hacer sufrir a Fedra a través de Kendra.
Lo que le pareció curioso a Vladimir había sido la manera en que había usado su poder Fedra en clase de duelo, nunca la había visto desplegar sus habilidades de esa manera, incluso había dudado de que fuera ella y no Kendra la que enfrentara a Blaise, pero su forma de reaccionar después le había hecho saber que era la menor de las hermanas Patterson.
Fedra regreso a su habitación cuando ya amanecía, no le importaba el frio que estaba haciendo, por fin había terminado ese día, su cumpleaños, el mismo día que Kendra, ese el único día que ella no podía hacer uso de su cuerpo, no sabía muy bien porque, quizás solo era una curiosidad por haber nacido el mismo día, con un año de diferencia.
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Hermione practicaba en la clase de duelo, como siempre llevaba el brazalete que ayudaba a sellar sus poderes, siguiendo su papel de instructora había corregido algunos movimientos de sus compañeros, y al final para medir de nuevo sus capacidades Vladimir le había pedido enfrentarse con Malfoy.
-No creo que sea necesario ya nos ha visto enfrentarnos. -Le indico la castaña.
-Me tienes miedo Granger. -comento burlón el rubio que no perdía oportunidad para demostrar su aversión por ella y sus amigos.
Con el paso de los meses la rivalidad que tenían se había agudizado con forme Draco adquiría mas poder dentro de su grupo de mortifagos, eso era lo indicado, mostrarse superior y seguro, insultar cada que pudiera a esa parvada de Gryffindor le aseguraba ganarse la confianza de Vladimir. Incluso había llevado las cosas aun mas lejos y en contra de sus verdaderos deseos había regresado formalmente con Pansy.
-No te tengo miedo. -bufo ofendida la leona.
-Entonces que esperas. -La reto poniéndose al centro.
-Como quieras. -Fue lo último que dijo antes de esquivar el primer ataque de Malfoy.
Era interesante verlos batirse en duelo, a pesar de que la magia de Hermione estaba disminuida por el brazalete, esta era capaz de contestar con la suficiente fuerza en los hechizos de ataque y defensa.
Granger recibió el impacto de un hechizo que la hizo dar un par de pasos hacia atrás para ser detenida por unos brazos fuertes, era Vladimir quien aprovecho para hablarle al oído.
-Acaba con él, se que puedes hacerlo hermosa. -Siseo y ella se estremeció con el aliento caliente golpeando su oído.
Estaba furiosa, de nuevo desatada por las insinuantes palabras de Vladimir, por atrever a tocarla de esa manera, pues no parecía quererla soltar.
-Estoy bien, gracias. -Pudo decir apretando los dientes con indignación, soltándose del agarre del moreno.
Draco noto el cambio, sabía que estaba enfadada, podía ver el odio translucido en sus pupilas y el temblor ligero de sus manos, lo notaba en la tención de sus hombros y la firmeza de su voz. No le quedo más remedio que atacarla de nuevo para llamar su atención.
-Desaugeo. -Conjuro el rubio sabiendo lo que provocaría en Hermione.
-Protego. -Grita enfurecida la castaña, recordaba con exactitud que esa era la maldición que alguna vez le había pegado por accidente haciendo crecer sus incisivos frontales y que había sido precisamente Malfoy quien lo provocara. -Expelliarmus.
-Protego. -Dijo con una sonrisa el rubio. -Es todo lo que tienes Granger. -Mimblewimble -Conjuro para atontar a su oponente, pero Granger fue rápida para contraatacar.
-Impedimenta. -Grito logrando repeler el hechizo.
Hermione está fuera de control como nunca, Draco lo sabía, incluso su brazalete comenzaba a vibrar con intensidad comenzando a romperse.
-Petrificus Totalus
-Protego.
-Incarcelum. -Convoco Draco sin ninguna idea de cómo detenerla sin causarle demasiado daño.
Todo en el salón estaba absortos por el gran despliegue de magia por parte de los dos premios anuales, sin duda Valdimir era el más complacido, no le importaba en ese momento que Hermione fuera una de sus enemigos, por ahora parecía más contento de que fuera tan fuerte como uno de sus mejores aliados.
En ese momento se le ocurrió un último recurso a Malfoy -¡Oh Granger pensé que podías controlarte mejor! -Se mofo de ella.
Hermione entendió a la perfección la indirecta, temblaba de pies a cabeza, sentía como era presa del odio que sentía por Vladimir, respiro hondo sin soltar su varita, Draco volvió a arremeter contra ella, pero tuvo el tiempo suficiente para escapar a penas por unos centímetros del impacto del hechizo. -Desmaius. -Convoco de nuevo Draco dando en el blanco solo porque la castaña resbalo.
-Finite Incantatem. -Fue Vladimir quien rompió el hechizo acercándose con cuidado a la castaña.
-Si no permite, nosotros nos haremos cargo. -Dijo Harry lo mas amablemente que pudo para que soltara a su amiga.
Hermione agradeció profundamente su intervención. No deseaba que ese hombre la tocara, si lo hacía, no sabía si podría resistirlo de nuevo sin lanzarle una maldición.
Malfoy sabía que había vencido a Granger solo porque había logrado ella contenerse un poco, de no ser así no creía haber terminado tan bien parado, sin embargo su sonrisa de suficiencia y su rostro lleno de burla mostraban lo contrario, incluso Ginny tuvo que sujetar a Ron para que este no se le fuera a golpes al rubio que se mofaba abiertamente de vencer a quien se suponía era la bruja más inteligente de todo Hogwarts.
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Esa noche tocaban entrenamientos, Hermione siempre regresaba antes de que lo hiciera Draco, Blaise y Theo, los esperaba despierta hasta que llegaban para curarles de ser necesario.
Zabini después de sus conclusiones había decidido ser parte de los aliados de Granger, a ella le debía que siguiera con vida, había hecho un juramento inquebrantable con la leona para prometerle lealtad, ante la desconfianza de Malfoy, el moreno al igual que sus dos compañeros de Slytherin, tampoco tenía mucho que perder, pero creía que al menos en esta ocasión al menos podría luchar por algo bueno.
Los tres Slytherin formaban ahora la resistencia desde las filas de los mortifagos, habían logrado mantenerse firmes y no flaquear a pesar del peligro al que estaban expuestos.
Pero esa noche fue diferente, Granger lo supo cuando los vio entrar por la puerta de la torre, sus rostros estaba extremadamente serios, no traen noticias buena.
-¿Cuando? -Pregunto sabiendo que ya pronto iniciaría una nueva guerra.
-El ultimo día de clases. -Afirmo con frialdad Draco.
Hermione no pudo evitar estremecerse.
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