Humillaciones

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Humillaciones

Quizás su rostro permanecía serio, duro e indescifrable. Sostenía con facilidad entre sus brazos a Hermione que seguía inconsciente, respirando con pasmosidad  sin saber en el peligro en que se encontraban en ese momento. El corazón de Draco latía con fuerza y la adrenalina corría por sus venas, se sabían en riesgo y sus alternativas eran pocas.

Detuvo sus pasos en los primeros escalones de las largas escaleras, no había podido avanzar cuando escucho que alguien aparecía en el vestíbulo, giro y se encontró con el rostro contrariado de Pansy.

Al parecer nada había ocurrido como lo tenían planeado, cinco personas más se habían aparecido junto con ella, además de Zabini y Nott que llevaba un rehén capturado.

-¡Mátala! -Exigió de nuevo con voz amenazante clavando sus ojos negros sobre los grises de Draco. Claramente estaba furiosa, completamente enojada por el curso que estaban tomando las cosas.

-Creí que había sido clara. -Recargada en el marco de la puerta que daba a la estancia, Kendra sonreía con suficiencia, divertida por la actitud de la insulsa morena.

-La quiero muerta. -Grito levantando su varita para atacar a la pelirroja, pero esta fue mucho más rápida.

-¡Expulsso! -Pronuncio haciendo que esta saliera volando contra una de las paredes.

Los presentes estaban atónitos y se mantenían al margen de la disputa. Era la primera vez que contemplaban el rostro de la segunda al mando, por si sola era un sorpresa ver el hermoso rostro de la mujer que no se tentaba el corazón en los entrenamientos. Pero verla atacar de esa manera a una de los suyos les  erizo la piel de miedo.

Con paso elegante llego al lado de Pansy, que a duras penas lograba incorporarse, la tomo por la garganta, empujándola haciendo que su cuerpo se impactara con fuerza contra la pared, la misma en  que segundos antes se había impactado debido a la fuerza del hechizo que la golpeo.

-No hagas estupideces Pansy. -Advirtió con dulzura. -No me gustaría matarte, no es que me importes mucho, pero eres la querida sobrina de Vladimir. -Siseo apretando con fuerza su garganta, haciendo que la morena comenzara a marearse por la falta de oxigeno. Había puesto sus labios muy cerca del oído de Parkinson y aflojando solo un poco el agarre le murmuro al oído. -Vladimir es mío, pequeña sabandija, tú no eres nadie para mi hombre, más que una chiquilla estúpida que convenientemente utilizamos para nuestros fines.

La pelirroja la libero por completo de sus manos y el cuerpo de la morena se precipito contra el piso sin fuerza, tosiendo con fuerza e inhalando de manera desesperada en busca del aire que le hacía falta en sus pulmones.

Un par de lágrimas corrían por el rostro descompuesto de Pansy debido al ahogo, se sentía completamente humillada,  la pelirroja  acababa de constatar sus sospechas, había sido una estúpida en confiar en Vladimir, en creer que con sus encantos podía manipularlo.

De rodillas en el piso, se frotaba el cuello lastimado, donde se comenzaban a notar las marcas amoratadas y rojizas sobre su piel blanca. Se modio con fuerzas la lengua intentando contener la lagrimas, bastante humillada estaba para darle la satisfacción de verla derrotada, llorando como una niña. Trago en seco, con dificultad le dolía la garganta horrores y tambaleándose se puso de pie, levantando la barbilla orgullosa.

Las miradas de ambas mujeres se encontraron, colisionando como dos fuerzas imparables, la pelirroja no perdía la  sonrisa sarcástica de los labios. -No tendré más consideraciones contigo. -Advirtió con tranquilidad, con voz infantil dulcificada pero amenazante.

Pansy no dijo nada, se quedo de pie, adolorida y herida en su amor propio. Con desde la pelirroja le dio la espalda al fin poniendo toda su atención en los demás recién llegados.

-¡Que agradable sorpresa! -Exclamo aplaudiendo como una niña y soltando una sonora  carcajada al ver al prisionera que traía consigo el castaño Nott. - ¡Pero mira nada mas a quien tenemos aquí! Tienes más vidas que una gata querida. -Le dijo apretando sus mejillas para levantarle el rostro.

Luna llevaba la misma ropa del día que desapareció, pero ahora la llevaba rasgada y sucia, su cabello rubio estaba despeinado con costras de lodo y restos de sangre, la piel expuesta de sus brazos mostraba algunos cortes poco profundos y raspones debido a la caída.

-Hola Fedra. -Le saludo sonriente sin ningún tipo de resentimiento en su voz, sus ojos azules le miraban con una mezcla de ternura y preocupación que pronto desquiciaron a la pelirroja.

Nott se apresuro a intervenir. -Pensé que podíamos utilizarla, es muy amiga de Potter y si las cosas se dieron igual en el ministerio que en el colegio lo mejor es tener con que presionarlos.

-Bien pensado Nott. -Afirmo soltando el rostro de la chica haciendo una mueca de contrariedad. -Creo que después de todo Fedra tendrá un lugar a donde ir. -Dijo antes de reír de manera desquiciada. -Póngalas juntas y hagan lo necesario para que estén cómodas y no puedan escapar, las vamos a necesitar. -Ordeno con burla.

Draco volvió a girar para continuar su camino subiendo las escaleras, había presenciado todo, intentando mostrar indiferencia, pero no entendía para qué demonios Theo había expuesto de esa manera a Luna trayéndola a la cueva del lobo.

El castaño subió las escaleras tomando con brusquedad a la rubia que  se mostraba tranquila y con la vista perdida como siempre, observaba incluso con curiosidad los cuadros empotrados en las largas y altas paredes blancas de la mansión Malfoy.

Varios pares de ojos seguían sus pasos, pero nadie se movió de la estancia hasta que Fedra se dirigió a ellos.

-Esperamos por Vladimir, pónganse cómodos la espera puede ser larga. -Giro sobre sus talones antes de encaminarse al despacho principal para no ser molestada.

Blaise sabiendo a donde se dirigía la siguió.

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El bosque prohibido se había quedado en silencio, un silencio que se torno sofocante conforme pasaban los minutos y se evaluaban las perdidas. Los mortifagos habían sido diezmados rápidamente, la sorpresa había jugado un papel importante, no estaban preparados para encontrarse con un grupo amplio de alumnos dispuestos a defender su segundo hogar.

Ron corría desesperado de un lugar a otro, tenía la garganta seca y un sabor amargo en ella. No encontraba por ningún lado a Hermione, ni siquiera supo en qué momento se habían separado, estaba intentando ayudar a Seamur que estaba siendo acorralado por dos mortios que perdió de vista a la castaña por un instante.

Ahora después de darles caza a los pocos que no lograron huir no encontraba por ningún lado a Hermione, tenía un mal presentimiento, llevaba bastante tiempo buscándola y no aparecía por ningún lado.

Fue entonces que se encontró con algo que lo dejo helado. Cuando fue capaz de moverse intento acercarse, pero no pudo en su primer intento, estaba protegido por magia, no le fue difícil deshacer los hechizos  a su alrededor y cuando estuvo cerca se dejo caer de rodillas abatido.

-Neville. -Pronuncio su nombre con dolor, se le había formado un nudo en la garganta.

Pronto llegaron a su lado Lavander y Seamur, la primera ahogo un grito y comenzó a llorar, su acompañante no pudo evitar estremecerse ante la desgarradora escena de ver a uno de sus mejores amigos muerto.

Ron levanto el rostro buscando una respuesta y le basto ver el rostro afligido de sus compañeros para saber que tampoco habían encontrado a Hermione.

-Tiene que estar bien. -Dijo en voz alta el pelirrojo, mas para sí mismo.

-Debemos llevar su cuerpo al castillo, su abuela y Hanna lo están buscando. -Dijo con tristeza el muchacho.

-Pobre Hannah estará destrozada. -Se atrevió a decir la chica entre sollozos.

Eran muchos los heridos, pero sin duda habían tenido suerte, al menos por ahora, pues no sabían muy bien como estaban resultando las cosas en el ministerio de magia, pero al menos dentro del castillo las bajas eran pocas, pero no menos dolorosas.

En la enfermería, varios heridos ocupaban las camas, pero al fondo del lugar sobre una cama de sabanas blancas descansaba el cuerpo inerte  de Neville, a su lado Augusta Longbottom lloraba su perdida, con su peculiar manera de ser y su horrendo sombrero tenía el rostro bañado de lagrimas saladas, amaba a su nieto y con el moría cualquier esperanza de que su apellido continuara. Era la primera vez que la longeva mujer agradecía que la mente de Frank y Alice estuvieran pérdidas para que no sufrieran el gran dolor de ver morir a su único hijo.

Por más que habían intentado mover a la Hannah no lo habían logrado la rubia de ojos marrones se aferraba al cuerpo inerte del muchacho, llorando con amargura. Augusta había conocido ala muchacho las ultimas navidades, pues Neville la había invitado a pasar las fiestas con ellos y la había presentado como su novia.

La anciana poso su mano sobre el hombro de la chica que estaba inconsolable.

-Debemos dejarlo ir. -Fue lo único capaz de decir en ese momento la anciana mujer.

La rubia levanto la vista, tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar. -No debía morir. -Dijo con pesar antes de arrojarse a los brazos de la mujer que no pudo más que abrazarla, pues ambas compartían el mismo dolor y la misma perdida.

-Lo sé pequeña, lo sé. -Contesto llorando más ahogadamente, acariciando sus cabellos.

Madame Pomfrey con el rostro afligido se adelanto para cubrir con la sabana el cuerpo del valiente Neville Longbottom.

Ron parecía verdaderamente un león enjaulado, por ningún lado encontró a Hermione, estaba asustado y temía por su vida, representaba un consuelo no haberse encontrado con el cuerpo de la castaña, pero no era algo que lo consolara demasiado sabiendo la suerte que podía correr en manos de los pocos mortios que había logrado escapar.

Ya que la situación estuvo completamente controlada en el colegio se apresuro a ir con parte del Ejército de Dumbledor, aquellos que no estaban demasiado lastimados o heridos  para reforzar las defensas en ministerio. En la dirección estaban preparada la chimenea para enviarlos a su destino.

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En el ministerio de magia un grupo de aurores enfrentaban a los mortifagos, encabezados por Vladimir.

Los rayos volaban por el lugar haciendo estallar lo que tuvieran a su paso, Harry formaba parte de la resistencia, se había trasladado desde Hogwarts con el propósito de ser el quien hiciera frente a Vladimir, además esperaban que el grupo que atacara al ministerio seria mayor al que se enfrentaría en el colegio, por lo que necesitaban de su ayuda en ese lugar.

No había estado conforme de separarse de sus amigos, pero no había otro remedio, sabía que estaban capacitados para hacerles frente, pero no podía dejar la desazón que lo invadía cuando pensaba en ellos.

Varios aurores habían caído, la lucha era feroz y sin tregua, hubo un momento donde fueron superados en número, pues Vladimir había congregado a un gran grupo de aliados, y a pesar de estar preparados, las cifras no eran alentadoras para los aliados.

Llamas verdes surgieron de la única chimenea que habían dejado activa en el ministerio, era nada más y nada menos que el despacho del señor ministro, salieron de ella un grupo encabezado por Ronald Weasley.

Vladimir había logrado herir a Harry, pero este también tenía ya varia heridas expuestas, sin duda había subestimado a ese muchacho creyendo que no tenía las capacidades suficientes para enfrentarlo. Estaba furioso y sumamente frustrado pues no había sido difícil deducir que los estaban esperando, y por tanto alguien los había traicionado contando sus planes, pero la pregunta que le estaba taladrando el cerebro era sin duda saber ¿Quién era el maldito traidor?

Una esperanza se hizo presente en el moreno cuando siendo un grupo mayor estaban haciendo retroceder a los aurores, ganando terreno, destrozando el ministerio. Pero todo cambio en escasos segundos cuando un grupo de los que reconoció como alumnos del colegio se hicieron presentes para cambiar el marcador a su favor.

Inteligente y rastrero como era hizo explotar los pilares de unas columnas, sin importar que con esa acción dejara sepultados a varios de sus aliados, la explosión de sus hechizos hizo que parte del techo se viniera encima dándole una oportunidad de escapar.

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Cuando Granger abrió los ojos se encontró con los ojos azules de Luna.

-¿Luna? -Pregunto confundida y un tanto aturdida, llevándose las manos a la cabeza que le dolía mucho.

-Hola Hermione. -Saludo amigable con una gran sonrisa la rubia.

-¿Dónde estamos? -Pregunto mirando a su alrededor.

-En la mansión Malfoy. -Contesto ayudándola a incorporarse en el borde de la cama, pues aun se sentía mareada la castaña.

-¿Cómo llegaste aquí? -Pregunto de nuevo la leona intentando ordenar sus pensamientos.

-Theo me trajo.

Hermione abrió los ojos sorprendida y contrariada.

-¿Y para que trajo? Que no sabe el riesgo que corres.

-Yo se lo pedí. -Se encogió de hombros indiferente.

-¿No crees que ya te has arriesgado lo suficiente?  Irte sola con Fedra fue una autentica tontería, un suicidio.

-Tenía que hacerlo, ella me necesitaba. -Contesto con tranquilidad a pesar de la mirada de desaprobación de Hermione.

Bufo contrariada, pero después solo se abrazo de la rubia. -Tenía mucho miedo por ti, temía que te pasara algo grave.

-Estoy bien. -Le dijo dándole unas ligeras palmaditas en la espalda.

-Cuéntame por favor todo ¿Qué ha pasado? ¿Cómo terminamos aquí? ¿Qué paso en el colegio?

Luna no tardo en contarle con su muy peculiar forma de ser que después de que la encontrara Theo la escondió pues no pudo ayudarla a regresar al colegio pues ya estaban agrupándose para atacar. Cuando el ataque comenzó Nott ya se había reunido con su grupo  y después de un tiempo prudente  volvió a reunir con la rubia atacando juntos aturdiendo a cuantos podía, el muchacho se encargo de protegerla lo mejor posible para que no la lastimaran, pues se había aferrado a ayudarles pese a que estaba todavía débil.

Hermione movía la cabeza de manera negativa mientras escuchaba a Luna. -Le hice prometer que me dejaría ayudarte y que mejor manera que traerme contigo, Blaise le dijo que te habían capturado.

La castaña ya había recordado que estaba discutiendo con Draco antes de desmayarse, seguramente alguien a sus espaldas lo había hecho, y había estado tan distraída que no los había notado. No desconfiaba de Draco sabía que no había habido otra manera de solucionar las cosas que llevarla presa.

-Toma, Draco me dio tu varita. Me dijo que la escondieras bien y que fueras prudente. -Hermione sonrió.

-Gracias. -Dijo la castaña.

-El te quiere. -Afirmo Luna sonriente.

-Lo sé. -Contesto mirándola a los ojos.

-¡Tu también le quieres! -Dijo emocionada la rubia.

Hermione solo sonrió. -Si salimos de esta se lo diré. -Prometio.

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