Estoy Sola

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Estoy Sola

Cuando abrió la puerta de ese apartado del tren y se encontró con la presencia de ese muchacho, su primera intención fue salir de inmediato, pero después, pensó las cosas un poco mas, lo que buscaba en esos momentos era un poco de silencio y el parecía que estaba demasiado concentrado en vigilar la lluvia por la ventana. Tan así que no le prestó atención alguna y ella agradeció en su fuero interno el silencio sepulcral que los envolvía.

Parecía que estaba escondiéndose, huyendo de algo, y pensándolo mejor así era, porque cual otro motivo había para esconder su melena y parte de su cara bajo un sombrero. La verdad era que no deseaba ser molestada, estaba demasiado mal para fingir que estaba bien ante sus amigos, como había hecho hasta ahora.

Aun sentía la cara acartonada de mantener una sonrisa falsa casi la mitad del camino, por lo que a la primera oportunidad se perdió por el pasillo del tren buscando un escondite que le proporcionara un poco de la tranquilidad pérdida.

Su mente lógica le había advertido que no era buena idea estar en el mismo espacio que ese joven de ojos grises y semblante pálido, pero algo en el le provoco empatía, era como si ambos estuvieran perdidos y a la espera de algo que pudiera sacarlos a flote.

Si muchas fuerzas para emprender de nuevo una digna escapatoria se sentó frente a el, aprovechando que ni siquiera se había dignado en observarla. Se quedo en silenció con la vista fija en algún punto del infinito, tan perdida en sus pensamientos como el propio Malfoy.

El tiempo se escurrió de sus manos sin sentirlo, y solo el hecho de sentirse observada logro sacarla de su letargo, por breves segundos o quizás largos minutos, sus miradas se conectaron. Esperaban entonces que por fin llegaran los insultos que había esperado desde su llegada, la mirada de asco y repulsión que tan bien le salía, pero no fue así.

Si bien su rostro era tan frio como siempre, justo ahora no mostraba más que un poco de asombro bien disimulado. Por lo que decidió volver a sumirse en sus pensamientos antes de regresar a la realidad que la azotaba con insistencia, por lo que  regreso sus ojos caramelo de nuevo a un punto perdido en la inexistencia de un paisaje que pasaba con velocidad ante sus ojos.

Solo se cruzaron de nuevo sus miradas cuando llegaron a su destino, se levantarnos de sus asientos sin intercambiar palabra alguna, Hermione fue la primera en salir del compartimento acomodando su sombrero de nuevo para ocultar los mechones de cabello que se habían escapado en el viaje.

El luto estaba presente no solo para esa muchacha de mirada triste, muchos habían muerto en la guerra, sin ir muy lejos la familia Weasley también sufría los estragos y la marca que había dejado la ausencia de Fred, y así como ellos cientos de familias se habían roto de manera definitiva y no volvería a ser las mismas.

Granger sabía a lo que se enfrentaba desde que había decidido ser la aliada y amiga incondicional de Harry, conocía los riesgos constantes a los que estaría expuesta no solo ella, sino también su pequeña familia, y por tanto había tomado las precauciones necesarias para alejarlos cuando la inminente guerra no pudo posponerse por mas tiempo.

Calculo de manera meticulosa sus alternativas intentando a toda costa protegerlos, pero sus esfuerzos fueron en vano cuando de algún modo dieron con su paradero, llego muy tarde para ayudarles, pero lo suficientemente a tiempo para ver como los ojos de su querido padre perdían la luz de la vida y su madre tan parecida a ella le sonrió aun sin recordarla antes de exhalar su último aliento. Porque murieron sin recordar a su única hija, murieron después de que se suponía que el riesgo había terminado, pero vengativos como eran los mortios no descansaron hasta conseguir saciar en algo su sed de venganza.

Se sentía responsable por no haber previsto que los mortifagos que se habían logrado escapar no se quedarían de brazos cruzados, por lo que cargaba con la culpa de su imprudencia, pero eso no era todo lo que la agobiada, a su pena y a su luto se sumaba algo mas, una carga tan asfixiante que le había robado toda esperanza. Algo por lo que jamás lograría ser la misma.

Sus manos se habían manchado de sangre, empuñando su varita había dado muerte a un mortio. Jamás se hubiera creído capaz de hacer tal cosa, ni en sus momentos más desesperados durante la guerra, ni al borde del abismo se había imaginado siquiera ser capaz de convocar una maldición como aquella para privar de la vida a cualquier ser humano por mucho que lo mereciera.

Pero lo hizo, había enloquecido por un momento al entrar a esa habitación completamente destrozada y en medio de esa escena lúgubre dos cuerpos yacían en el piso teñido de sangre. Contuvo la respiración y se llevo una mano a la boca para contener un grito, eran sus padres, ¡Por Merlin! que esos que permanecías inmóviles y destrozados como muñecos sin vida eran sus padres, los habían torturada sin piedad.

Cayó de rodillas a su lado, con el corazón encogido y las lagrimas escurriendo por su rostro, se aferro a ellos con desesperación intentando hacer algo, pero era demasiado tarde para cualquier cosa. Pronto su ropa y sus manos  estaban  teñidas de rojo y fue entonces que noto que su padre abría los ojos solo para verla por última vez antes de que estos se apagaran.

-¡Papa! -susurro con voz quebrada por el llanto y sintió un leve movimiento que la hizo poner su atención  en la mujer que yacía a su lado.

Esta de solo verla le sonrió, era una sonrisa dulce impropia en los labios de una agonizante, era como si la reconociera pero era imposible y aun así  esa también fue la última sonrisa de esa mujer que le había dado la vida.

Fue entonces que perdió la razón y el sentido de sus propias acciones, el dolor la quebró al ver a sus padres muertos, sus cuerpos heridos, mutilados y sangrantes. Y entonces se pregunto ¿Quién había sido el sanguinario asesino?

Y la respuesta la obtuvo rápido cuando escucho el crujir de las tablas en el piso superior de la vivienda. Se levanto como autómata no sin antes cerrar los ojos de sus progenitores que habían estado abiertos y que alguna vez habían estado llenos de vida y ahora estaban oscurecidos por la muerte.

La ira la estaba sobrepasando, así como el dolor la consumía cegándola, jamás en su vida había odiado, ni el mismísimo Voldemor había despertado en ella esos sentimientos de venganza que se estaban apoderando de ella.

Subió con sigilo las escaleras sintiendo el olor a muerte y sangre colarse por sus fosas nasales, a su paso los vestigios de la tortura a la que sus padre fueron sujetos, no costaba deducir que los habían comenzado a lastimar en el piso superior la sangre en el piso y las paredes de la escalera era la confirmación de sus pensamientos, eso le hacía hervir mas la sangre de solo imaginar a lo que fueron sometidos esos dos inocentes a los que tanto amaba y que tanto la habían amado en vida.

Sostenía con tal fuerza su varita que estaba encajando las uñas en su propia pie, pero no sentía dolor, al menos no un dolor físico. Al final de las escaleras estaba un retrato roto y manchado con sangre donde estaban dos sonrientes adultos, en ese retrato había estado ella en medio de ambos  y se había borrado así como había borrado todos sus recuerdos para protegerlos.

El ruido de cosas rompiéndose la pusieron alerta, parecía que estaba saqueando la casa, dio unos pasos mas con la espalda pegada en la pared y la varita levantada, y fue cuando vio una imagen reflejada en un espejo medio roto en la pared de enfrente y no logro reconocerse a sí misma por un momento, solo el hecho de que esa imagen también le apuntaba la hizo darse cuenta.

Se vio a si misma cubierta de sangre, con el rostro descompuesto por el dolor y la rabia, su cuerpo temblaba y no se había percatado de ellos. Sus manos estaban llenas de sangre al igual que su ropa, había besado la frente aun tibia de sus padres antes de dejarlos por lo que incluso su rostro estaba teñido de un rojo intenso haciendo que un par de mechones se pegaran a la cara.

Lloraba a mares pero no emitía ningún sonido, eran lágrimas silenciosas que corrían si piedad por su rostro confundiéndose con la sangre. Algo se rompió en su interior al verse en ese estado y recordar que la sangre que la cubría no era suya, era de sus padres y que el causante de tal atrocidad estaba en el cuarto contiguo destrozando todo a su paso como lo había hecho con esos dos inocentes que habían sido muertos sin piedad alguna en sus garras.

Una chispa de furia, un detonante y entro a tropel a esa habitación, lanzando al intruso contra una de las paredes con un movimiento de varita. Era un mortio sin duda, la ropa y la máscara no dejaba lugar para dudas. No tuvo oportunidad, ni tiempo y aun a pesar de estar acorralado e indefenso al soltar su varita por el impacto, reía a carcajadas.

-Me has atrapado. -Dijo con sarcasmo y retiro la máscara para revelar su rostro. -Después de todo  Azkabar no es tan malo cuando llegas a acostumbrarte.

Hermione no conocía a ese sujeto estaba demasiado confundida para pensar con claridad, solo sentía como el odio crecía mas y mas cada vez impidiéndole respirar.

-Morirás. -Amenazo y su mano temblorosa mantenía en alto su varita.

-No eres capaz sangre sucia. Te conozco, puede que seas las mejor bruja y la mas inteligente pero para matar hacen falta agallas.

-No me conoces. -Grito con voz clara. -Si me conocieras sabrías que quizás en mi defensa no lo haría, pero justo ahora y después de lo que has hecho no te dare la oportunidad de ver un mañana aun encerrado en una celda.

-Te falta coraje niñita.

-Esta sangre sucia que corre por mis venas y la sangre derramada de mis padres me dan el suficiente coraje. -Dijo con tal firmeza y determinación que hizo temblar por fin al mortio que abrió los ojos desmesuradamente cuando de la punta de la varita de Hermione salían chispas.

-No, no lo hagas. -Suplico. -Me estoy rindiendo.

-Ya es muy tarde. -Los ojos se oscurecieron llenos de odio hacia ese hombre que le había arrebatado a sus padres.

Su mano se puso firme cuando le apunto a su pecho, sabía que convocar un avada requería sentir un odio profundo y un verdadero deseo de matar y justo ahora contaba con ambos. Le bastaba oler la sangre que le cubría para recordar la imagen de los cuerpos destrozados de sus padres.

Sintió cierta satisfacción al ver el miedo en los ojos negros de ese hombre, su palidez, ese repugnante rostro que había mostrado burla ahora  completamente descompuesto por el terror. Sonrió en una mueca que helo la sangre  de su víctima.

La burla se había borrado de su rostro y ahora era solo sustituido por el miedo al saber su fin cerca,  solo odio podía encontrar en esos ojos castaños que habían sido alguna vez limpios e inocentes. Cometió el grave error de creer que se libraría de pagar sus culpas, que saldría inmune, demasiado tarde se dio cuenta que incluso la mas buena de las personas puede sentir odio en tales situaciones.

El odio la había corrompido y ya no le quedaba nada estaba aun mas destrozada y muerta que sus propios padres. -Avada kedavra. -Conjuro y un rayo verde salió de su varita cortando la vida de ese Mortio.

No tuvo remordimientos algunos al ver su cuerpo desplomarse sin vida ante ella, se limito a dejarlo tirado boca abajo entre los objetos  y cristales que el mismo se había encargado de romper a su paso.

Bajo las escaleras aun enterrando las uñas en la palma de su mano de la fuerza con la que sostenía su varita, apoyándose en la baranda para mantenerse de pie, porque repentinamente le pesaba incluso caminar. Como pudo llego de nuevo a la sala principal y se dejo caer de rodillas en el charco de sangre entre los cuerpos inertes de sus padres.

Grito con desesperación, con angustia sintiendo como el dolor en su pecho era cada vez mas y mas intenso, grito hasta quedarse sin voz y aun después gemía como un animal herido, lloraba sin parar aferrada a esos cuerpos cada vez más fríos.

 Así la encontró Harry horas después cuando ya anochecía, había ido a buscarla sabiendo donde estaría, ella misma le había dicho que había llegado el momento de regresar con sus padres y hacerlos recobrar sus recuerdos, pero después de interminables horas de angustia por su ausencia decidió ir a su encuentro.

No estaba preparado para lo que vio cuando entro corriendo al ver la puerta rota y desvencijada de la entrada.

-Lumus. -Convoco y se encontró ante una imagen que ni en sus peores pesadillas pudo imaginarse, se quedo sin aliento por un instante, el mismo que le llevo encontrar el apagador para encender las luces de la habitación.

Parecía que un tornado azoto el lugar las cortinas estaban desgarradas y salpicadas con sangre, lo que parecían ser muebles estaban hechos pedazos, retratos en las paredes a medio quemar, cristales rotos por todos lados, todo estaba destruido. Pero sin lugar a dudas lo que provoco que su corazón se estremeciera fue el gran charco de sangre que se extendía en el piso de la estancia, solo un sillón derrumbado le impedía ver el origen de esa sangre.

Sostenía su varita listo para atacar, su corazón latía desaforado pensando lo peor temiendo, por la vida de su querida Hermione, rodeo el mueble sin hacer ruido, era demasiada sangre como para creer que seguían con vida la persona que se estaba desangrando, pero debía tomar sus precauciones.

Asi la vio, inmóvil sobre los cadáveres de sus padres, bañada en sangre, aferrada a ellos como lapa, aun sosteniendo con fuerza su varita lastimando su piel, pero no sentía dolor, ¿Cómo sentirlo si estaba ya muerta por dentro?

No podía verle el rostro desde donde estaba, pero tenía miedo de acercarse y descubrir que estaba muerta, no se movía en absoluto, y había tanta sangre, demasiada como para saber de quien era.

Le toco el hombro con la mano temblorosa, ya había bajado su varita suponiendo que ya no era necesario, pero apenas hizo contacto con su inmóvil amiga, la varita de Hermione le apuntaba a la garganta. Se había enderezado en un solo movimiento como un felino agonizante haciendo el último amago de defenderse.

Harry extendió sus manos para calmarle pero ella solo se alejo y se puso de pie y dio  un paso hacia atrás sin dejar de apuntarle, sus ojos estaban oscurecidos parecían muertos, su piel estaba completamente del color de la sangre como si se hubiera bañado en ella, su cabello se pegaba a su rostro dándole un aspecto tétrico y escalofriante, no lo reconocía, estaba demasiado aturdida, demasiado afectada, temblaba como una hoja victima del viento y se tambaleaba sin fuerza, mas mantenía su varita firme apuntando a su amigo.

-Soy Harry. -Le dijo manteniendo su distancia al ver que no le reconocía. -¿Hermione estas bien? -Le pregunto pero no obtuvo respuesta.

No lo reconocía estaba en shock y todo su sistema había colapsado impidiéndole pensar, solo era capaz de ver la varita en la mano de Harry y la sentía una amenaza, pero algo muy dentro de ella le impedía atacarle, por eso esperaba un primer ataque.

Harry noto su desconfianza y aun sabiendo que corría un riesgo al soltar  su varita, la dejo resbalar de su mano.

-No voy a lastimarte Hermione, soy Harry tu mejor amigo, tu hermano, nunca te lastimaría.

Hermione vio caer la varita de la mano del pelinegro y hasta entonces centro su mirada en el chico que tenía delante y lo primero que conoció fue el verde intenso de sus ojos, en un rostro preocupado y afligido, el era Harry, su hermano de lucha y su mente se aclaro un poco y bajo su varita, pero parecía que eso era lo único que la mantenía en pie, pues al hacerlo se precipito contra el piso.

-Ha…rry… -Fue lo último que pronuncio antes de caer sin fuerzas.

La sostuvo entre de que llegara al suelo, la alejo cuanto pudo de los cuerpos y comprobó que no estaba herida, que la sangre que la cubriera no era suya. Mantenía los ojos abiertos y lo miraba tratándole de decir tantas cosas, pero no lograba articular palabra estaba demasiado confundida para hilar palabras.

-Te voy a llevar a San Mungo.

-No. -Logro decir.

-Necesitan revisarte Hermione.

-No estoy herida. -Al menos no sus heridas no eran visibles pero la mantenían en una agonía constante.

-Pero Hermione.

-Por favor. -Suplico

Se le partía el corazón al verla de esa manera, su mejor amiga estaba desecha, lloraba con angustia, sus ojos no eran los mismos habían perdido su brillo.

-Está bien. -Le dijo retirando el cabello húmedo de sangre de su rostro. -Sera como tu digas.

-Llévalos a casa, su verdadero hogar esta en Londres. -Intento levantarse pero no se lo permitió. -Ayúdame. -Le pidió de nuevo sin parar de llorar

Obediente le ayudo a ponerse de pie.

-No deben verlos así. -Movió con ayuda la varita y comenzó a arreglar todo a su alrededor.

Conjuro varios hechizos en silencio y al instante todo volvió a ser como era, las cortinas azules limpias y completas cubriendo los grandes ventanales, los sillones y  estantes se repararon, los floreros y cuadros fragmentados se unieron para colocarse en las mesas , repisas y paredes; toda la casa estaba en orden, pero aun faltaba lo más duro.

Hizo desaparecer toda la sangre, cada gota incluso de su ropa fue borrado, temblaba con fuerza cuando llego el momento de cerrar las heridas en los cuerpos rotos y fríos de sus padres, arreglo y limpio sus ropas. Por un momento quiso pensar que solo dormían, si no fuera por la extrema palidez y la frialdad de sus cuerpos lo hubiera creído.

Se mantenía solo en pie gracias a su amigo que la sostenía con fuerza, sabiendo que tan doloroso era ese momento para ella, se quedo en silencio abrazándola, escuchando como su llanto se acrecentaba, se agitaba en sosollos dolorosos e hirientes, cuanto deseaba poder ayudarla compartir de alguna manera el sufrimiento por el que estaba pasando para menguar su pena. Pero no podía hacer nada más que ayudarla a cumplir sus deseos.

-Harry. -Pronuncio su nombre con voz enronquecida de tanto llorar. -Arriba esta el asesino de mis padres, yo lo mate. -Confeso conteniendo el llanto y mostrando una frialdad que hizo estremecer al chico. -No importa que pase conmigo, pero por favor dales a mis padres un funeral digno, que nadie del mundo mágico se entere de su muerte no deseo que ellos sean una cifra más en una guerra que no era la suya, tampoco  le digas a Ron, ni a ninguno de los Weasley ellos aun están de luto por Fred no es justo que sufran mas. Prométeme que lo harás.   -Suplico dejando fluir de nuevo lágrimas saladas.

-Te lo prometo. -Contesto con voz cortada, el también lloraba y la abrazaba con más fuerza.

Hermione solo espero escuchar esa promesa antes de cerrar los ojos y abandonarse a la oscuridad.

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