💌 PRIMERA PARTE 💌

Después de concluir con un tedioso examen de matemáticas, Aome y sus tres amigas, Eri, Yuka y Ayumi, se dirigían agotadas hacia la salida de la escuela.

–Ese examen no estuvo nada difícil– Exclamó Yuka un tanto satisfecha con las respuestas que había escrito.

–Es cierto, el examen pasado fue mucho más complejo que este– Eri se encargó de apoyar el comentario de su amiga.

Aome suspiró cabisbaja, preocupada por los resultados que obtendría.

Ayumi al darse cuenta de que esos comentarios no habían hecho otra cosa que bajar aún más el ánimo de Aome decidió apoyarla a ella ignorando el hecho de que las dos chicas tenían razón.

–Tranquila, Aome. Estoy segura de que lograrás ponerte al corriente más pronto de lo que te imaginas– Sonreía.

–¡Higurashi!– Gritó una peculiar voz a la espalda de todas las jovencitas.

–Hojo– Dijo Aome cuando volteó a ver quién la llamaba.

–Aome, te traje esto– Ofreció a la joven una caja de chocolates adornada con un moño de color rosa pastel.

–Hojo– Volvió a pronunciar su nombre, esta vez completamente sonrojada por el inesperado regalo del joven.

–No debes preocuparte por comerlos. Son cero azúcar– Dijo nervioso mientras rascaba su cabeza al ver la extrañeza de Aome.– Tu abuelo dijo que la última vez que faltaste a la escuela fue porque tenías problemas con la glucosa

–Ahhm si... Muchas gracias– Recibió el obsequio con una sonrisa incómoda y completamente enojada en su interior por aquello que había inventado el abuelo.

–No me des las gracias. Es solo un pequeño detalle.– Sonreía emocionado.– El día de San Valentín está próximo en llegar. No sabía si asistirías a la escuela ese día así que decidí adelantar mi regalo.– sus mejillas estaban sonrojadas.

Las amigas de Aome observaban muy atentas aquella escena tan romántica pero incómoda a la vez. Pues sabían que Aome estaba muy enamorada de su novio.

–Pero Hojo, no debiste molestarte– Dijo con la caja de chocolates entre sus brazos.

–Es algo que me nació hacer– Empezó a caminar hacia la salida. Agitó su mano en señal de despedida.– Nos veremos pronto.

En cuanto se fue, las amigas de Aome se acercaron para ver el obsequio del joven Hojo con expresiones completamente llenas de ternura.

–Esperen, muchachas. Creo que no parece tan lindo una vez que recuerdas que Aome tiene novio.– Ayumi interrumpió la felicidad de las dos chicas que incomodaban a Aome con sus felicitaciones.

–Es verdad, Aome. Tal vez deberías hablar con Hojo sobre eso. Él realmente se encuentra muy interesado en ti.– Explicaba Eri con seriedad

–Así es, según la tradición del Día de San Valentín, sólo se regalan chocolates a la persona de la cual se está enamorado.– Yuka respondió un poco triste por aquel pobre muchacho

–No creo que sea necesario hablar con Hojo sobre eso– Respondió Aome visiblemente incómoda por la situación. Después de todo, no estaba realmente comprometida con Inuyasha.

***

Después de un rato Aome llegó a su casa lo suficientemente cansada como para decidir ir a su habitación y recostarse sin la intención de comer algo.

–Hija qué bueno que llegas. Preparé tu comida favorita– Dijo su mamá sonriente e ilusionada.

–Gracias, mamá– Aome, al ver la cara de su madre llena de ilusión, no fue capaz de rechazar la comida y se dirigió a la cocina para lavar sus manos.

–Por cierto, tu amigo el orejas de perro está aquí– Informó sin ningún cuidado

–¡¿Inuyasha está aquí?!– Gritó sorprendida por la noticia y fue corriendo a su habitación

Aome abrió la puerta encontrando a Inuyasha sentado sobre su cama y cruzado de brazos.

–¡Inuyasha!... ¿Qué haces aquí?.– Preguntó en un tono algo molesto.– ¡Acabo de salir de un examen en el que me fue muy mal. Necesito descansar, no tengo ninguna intención de regresar hoy a la otra época!

Inuyasha se levantó rápidamente poniéndose justo en frente de Aome.

–¡Pero qué dices!... ¡Si estuvieras tan cansada como dices hubieras regresado a la casa inmediatamente en lugar de quedarte en la entrada de la escuela a charlar con ese idiota!.– Gritó Inuyasha visiblemente molesto.

–Un momento... ¡¿A caso estabas vigilándome?!– Respondió aún más fuerte después de que Inuyasha se delatara

–¡Estás loca o qué... Solo pasé por ahí para cumplir con un favor que tu abuelo me pidió!– Inuyasha estaba notablemente nervioso por haberse delatado. Por ningún motivo aceptaría que le gustaba observar a Aome haciendo sus actividades, para él, muy extrañas.

–No quiero discutir ahora.– Dijo cansada por la situación. Colocó su mochila en la mesita de noche y se dirigió a la puerta para bajar a comer.

–Oye Aome ¿A dónde vas ahora?.– Preguntó con curiosidad observando la mochila

–A la cocina para comer algo.– Respondió sin voltearlo a ver.– ¿Quieres venir?

–Si, ya te alcanzo– Se escuchaba ligeramente nervioso

–¿Qué? No hay nada por lo que debas quedarte solo en mi habitación... Bajemos ya.– Aome tenía un tono típicamente autoritario, lo cual siempre lograba asustar a Inuyasha.

Ambos bajaron hasta el comedor y se sentaron en sus respectivos lugares. La comida ya había sido servida por la mamá de Aome.

Inuyasha puso una expresión de sorpresa y emoción al ver el exquisito platillo con fideos, carne, huevo cocido y salsa de soja.

–Esto realmente luce deliciosoo– exclamó Inuyasha subiendo las mangas de su hitoe.

–Sólo procura dejar algo para los demás– Dijo Aome con una risita nerviosa observando a su mamá.

–No te preocupes, hija. Nosotros ya hemos comido– respondió su mamá con una sonrisa llena de felicidad y satisfacción por ver lo bien que Inuyasha recibía la comida.

***

Después de algunos minutos de haber comido, Inuyasha y Aome subieron a la habitación. El Hanyo descansaba tirado en el suelo

–Inuyasha, ya te dije que te levantes de ahí y te sientes... O por lo menos haz eso en la cama.– Dijo la joven sin quitar la mirada de su cuaderno.

–¡Agh! Aome, no molestes. Estoy demasiado lleno como para moverme de aquí.– Inuyasha lucía una cara de satisfacción por haber comido todo lo que quiso

–Por eso mismo, pero eres un necio.– Dijo irritada para después reírse.– Inuyasha, siempre he pensado que una indigestión será lo que va a terminar con tu vida... Ni siquiera el monstruo más peligro.

No recibió respuesta alguna, segundos después solo escuchó un ronquido.

Inuyasha se ha quedado dormido.– Pensó mientras le dirigía una mirada llena de ternura.– Será mejor que no lo moleste, debe de estar muy cansado. Después de todo él siempre vela por mí.

Aome intentó continuar repasando las oraciones sobre su clase de inglés pero desde la hora de la comida su cabeza no dejaba de dar vueltas. Pensaba sobre lo que Inuyasha le había dicho cuando llegó de la escuela.

–¿A caso Inuyasha presenció todo el momento en que Hojo me dió ese regalo?... Pero si fue así no entiendo por qué su actitud fue tan indiferente. Tal vez él está interesado únicamente en kikyo.– Apoyó su cabeza sobre sus dos manos que reposaban arriba de su cuaderno.– Es decir, lo único que dijo sobre Hojo fue un simple "idiota". Imaginé que seguiríamos peleando por eso un buen rato.

Aome decidió levantarse e ir a darse un baño relajante para ver si así lograba sacar todos esos pensamientos de su cabeza. Fue un poco en vano puesto que aún allí seguía pensando sobre las actitudes de Inuyasha.

El comportamiento de Inuyasha siempre me confunde. Por una parte es sumamente celoso cuando alguien se acerca a mí, por ejemplo el joven Koga. Cada vez que se ven terminan peleando... Sin embargo, es la primera vez que me ve cerca de Hojo y aún así fue muy indiferente. Supongo que con el joven Koga es así simplemente por su orgullo, es decir, trata de ganarme cuando está frente a Sango y el monje Miroku.– suspiró y continuó lavando su cabello.

***

Inuyasha despertó minutos después de que Aome se dirigió a la ducha.

Mmm parece que Aome se está bañando– pensó y después decidió levantarse.

No era la primera vez que Inuyasha aguardaba en la habitación de Aome mientras ella se bañaba. Le gustaba la manera en que el aroma de la joven y el agua se mezclaban. Lo hacía cada vez que podía, pero al parecer Aome nunca se había percatado de eso. El Hanyo sabía perfectamente lo mucho que ella se demoraba, así que empezó a dar vueltas por la habitación con sus brazos cruzados hasta que se encontró con la mochila de la joven.

–Seguramente sigue en su mochila el objeto que ese tonto le dió a Aome– Observaba la mochila con mucha curiosidad hasta que por fin decidió acercarse a ella. La abrió cuidadosamente y en efecto, ahí seguía la caja de chocolates que Hojo le había obsequiado a Aome.

–¡Agghhrr!– Gruñó despacio al ver la caja. Supuso que se trataba de un obsequio con fines románticos por la manera en la que estaba decorada. Observó también una pequeña nota escrita en un pedacito de papel rosado con las letras de color dorado.– ¡Ese imbécil... No dejaré que se le vuelva a acercar a Aome!

Inuyasha se asustó al escuchar el seguro de la puerta del baño abriéndose.

Si Aome se da cuenta de que estuve revisando sus cosas seguramente me va a matar.– Pensó sumamente alterado y rápidamente guardó las cosas en su sitio, sin embargo, la pequeña nota se había quedado pegada en una de las mangas de su hitoe.

Aome salió del baño esperando encontrarse a Inuyasha probablemente despierto pero él ya no estaba ahí. Se había ido.

Seguramente Inuyasha volvió con los demás– Se decepcionó un poco, pues había pensando que seguramente el Hanyo se quedaría hasta la mañana siguiente para que volvieran juntos.

Aome decidió no seguir estudiando más, estaba demasiado cansada para hacerlo así que decidió irse a dormir.

***

–Creí que Aome volvería contigo Inuyasha. No te imaginaba volviendo sin ella– Dijo la anciana Kaede sirviendo un poco de comida para la exterminadora, el monje y el pequeño Shippo.

–¿Y quién te dijo que estaba con ella, anciana?– Respondió muy irritado. Estaba molesto por lo que había descubierto en la mochila de la joven.

–Por favor, Inuyasha. Todos sabemos que cuando te desapareces no es por otra cosa más que para ir a buscar a Aome.– Continuó la vieja sacerdotisa

–¡Al parecer todos aquí están muy equivocados!– Gritó perdiendo aún más la paciencia. Le molestaba el hecho de saber que, mientras él se la vivía pendiente de lo que hacía Aome, ella simplemente disfrutaba charlar con otro hombre en su época.

–Como digas... Por cierto Inuyasha ¿Quieres un poco de comida?– Ofreció Kaede.

–No, estoy muy lleno.– Levantó sus brazos colocándolos sobre las paredes de madera para recargar su cabeza

–¿Y en dónde comiste Inuyasha? ¿A caso fue con Aome?.– Dijo el pequeño Shippo burlándose del ya delatado Hanyo

Inuyasha golpeó la cabeza del zorrito y se acomodó de nuevo en la misma posición en la que estaba.

–No debiste decir eso, Shippo.– Afirmó Sango

–Así es– Respondió el monje.

Todos reprimían una risa burlona dirigida para Inuyasha, excepto el pequeño zorrito quien lloraba escandaloso por el golpe que recibió.

***
En la mañana, el monje Miroku caminaba de manera serena cerca de los pequeños campos de cultivo de la aldea. Se encontró con su amigo, el mitad demonio, sentado con notable intranquilidad.

–¿Qué te pasa, Inuyasha? Toda la mañana has estado muy intranquilo.– Preguntó el monje con curiosidad al ver que el Hanyo no dejaba de mover su pierna rápidamente.

–¡Bah! No me pasa nada– Continuó moviendo su pierna con gran intranquilidad.– ¡Piérdete, monje!

–Inuyasha, es evidente que tú y la señorita Aome discutieron por algo.– Aseguró con su característica voz tranquila y pacífica

–No fue una discusión como tal. Además salí de su casa sin que ella...– Inuyasha dejó de hablar. Una idea había llegado a su cabeza, quizá el monje podía ayudarlo esta vez.

–¿Y ahora qué te pasa?– Preguntó con serenidad

–Oye Miroku, tú sabes leer ¿No es así?– Tenía demasiada curiosidad por saber lo que aquella nota contenía.

–Estás en lo correcto, pero no creo tener la paciencia suficientemente como para enseñarle a una bestia como tú.– La serenidad del monje no hacía otra cosa más que provocar que la rabia de Inuyasha aumentara

–¡Grrr! Idiota. Lo único que necesito es que me digas lo que está escrito aquí.– Sacó la nota de entre su manga y se la dió a Miroku.

El monje estaba más que interesado en leer lo que estaba escrito ahí. Pues ya suponía que se trataba de algo relacionado con la joven sacerdotisa.

–Veamos...– Leía la carta únicamente para si mismo

–¿Qué? ¡¿Qué es lo que dice, monje?!– Inuyasha preguntó con mayor curiosidad al ver la cara de asombro de Miroku

–Lo siento, Inuyasha, pero creo que te están arrebatando de las manos a la señorita Aome.– Dijo con un tono burlón pero sereno

Inuyasha se quedó pasmado y sintió sus cabellos erizarce.

–¡Habla de una maldita vez, Miroku! ¡¿Qué demonios dice esa cosa?!– Gritó fuerte haciendo cerrar los ojos del monje

–«Espero que los próximos días sean mejores para tí. Recupérate pronto, Aome. Con amor: Hojo»– Citó el monje carraspeando antes para simular una voz más seductora

_¡Arrrghh!– Inuyasha gruñía completamente molesto. Su cara estaba enrojecida y sentía que no tardaría en explotar de la ira.

Sin decir nada más, Inuyasha arrebató de las manos del monje el pequeño papel que le había robado a Aome. Caminó hacia la pequeña casa de la anciana Kaede y se recostó ignorando por completo la presencia de Sango, la anciana y del pequeño zorrito.

–¿Le pasará algo a este perro tonto?– Susurró Shippo en el oído de la exterminadora

–Eso parece. Inuyasha está más serio de lo normal.– La exterminadora confirmó las sospechas del zorro.– Por eso será mejor que no vuelvas a llamarlo perro tonto si no quieres que te golpeé de nuevo.

–Es verdad. Inuyasha tiene orejas de perro y es capaz de escucharlo todo.– Hablaba Kaede lo más despacio que podía, sin embargo eso no fue suficiente para ocultarle a Inuyasha las palabras que había dicho sobre él.

El zorro al ver la mirada fulminante que el Hanyo les lanzaba se fue corriendo a esconderse detrás de Sango.

–Oye Inuyasha ¿No piensas ir por Aome?– Preguntó Sango extrañada. Él siempre se había encargado de asegurase que la joven sacerdotisa volviera rápido.

–¡Ay no molestes, estoy tratando de descansar!– Respondió irritado.– Además ella ya está aquí...

Inuyasha había detectado el aroma de Aome desde hacía un par de minutos. Sabía que no tardaría en entrar por la puerta en cualquier momento.

Efectivamente, poco después de eso, Aome apareció en la entrada de la pequeña casa de la anciana Kaede junto al monje Miroku.

–Shippo, Sango... anciana Kaede hola– Aome saludó muy contenta al ver de nuevo a sus amigos.

No obstante, había ignorando sobremanera a Inuyasha. Más que molesta, Aome se sentía decepcionada por la forma en que el Hanyo se había ido de su casa la noche anterior.

La reacción de Inuyasha ante la sacerdotisa fue de completa indiferencia.

–¡Aome!– El pequeño zorrito corrió y saltó a los brazos de la sacerdotisa.– Te extrañé mucho

–Yo también te extrañé mucho, Shippo– Abrazó con mucho entusiasmo al pequeño.– Aunque fueron solo tres días...

–Qué bueno verte, Aome. ¿Al final lograste vencer a tu examen?– preguntó amablemente la exterminadora

–Creo que si, pero sólo lo sabré hasta la próxima semana– respondió Aome un tanto preocupada

–No te preocupes, estoy segura de que irá muy bien– Sango, sonreía con esperanza

–Espero que si– Dijo Aome sentándose y abriendo su mochila.

–Oye, Inuyasha. ¿A caso no piensas saludar a la señoritas Aome?– Preguntó el monje. Sentía mucha curiosidad por saber cómo sería el comportamiento del Hanyo después de saber lo de la nota.

–¡Fue ella quien llegó! ¡Le correspondía saludar primero, monje!– Respondió Inuyasha con molestia

–Es cierto, monje Miroku– afirmó Aome un poco avergonzada por su comportamiento tan infantil.– Hola Inuyasha– dijo con lentitud y muy sonrojada

–¡Hmmp! Te demoras mucho, Aome– Respondió sin abrir los ojos y en la misma posición de descanso

–Lo siento mucho– se disculpó la chica mientras buscaba en su mochila.– Pero antes de volver quería comprar unas cosas que fueran de utilidad para ustedes en el viaje.

–Siempre te demoras por tonterías– expresó Inuyasha mirando interesado en las cosas de la joven

–Inuyasha, no seas mal agradecido. En cada viaje, la señorita Aome siempre se preocupa por tener algo que ofrecerte para comer– Dijo el monje con desaprobación

–¡Hmmp!– Inuyasha hizo solo un gruñido de indiferencia

–¡Inuyasha...!– Gritó el monje tratando de evitar que el Hanyo siguiera empeorando las cosas

–No, déjalo así. Siempre es lo mismo con Inuyasha– interrumpió Aome.– ¡Tengo hambre, dame algo de comer!– Dijo la joven sacerdotisa imitando el tono de Inuyasha.– Pero jamás ha sido bueno para...– Está vez, Aome fue la interrumpida

–¡¿Qué te pasa, Aome?! ¡Yo no hablo como tonto!– gritó inuyasha.– Además fuiste tú quien se ofreció para ser la encargada de eso

–Sabes qué... Mejor dejémoslo así– Aome suspiró con cansancio

–Si, no vale la pena, Aome– Dijo shippo.– Ya sabes cómo son las bestias. Nunca tienen modal...– El pequeño zorrito fue silenciado por un golpe propinado por Inuyasha

–¡¡Inuyasha, abajo!!– Gritó Aome molesta por lo que hizo

***

Unas horas después de partir y continuar con el habitual viaje en busca de Naraku, todos en el grupo se encontraban agotados y hambrientos.

El monje Miroku se encargó de encender una fogata cerca del río y tanto Aome como Sango prepararon todo para cenar y pasar la noche en ese sitio.

–Bueno, ya está todo listo– Aome sonreía contenta de ver toda la comida que había llevado. Se había encargado de recalentarla y servirla en suficientes porciones para todos.

–Todo se ve delicioso, Aome– exclamó Shippo muy agradecido

–Es verdad. Muchas gracias, Aome– Dijo Sango haciendo un gesto de agradecimiento con su cabeza

Todos se habían acercado a comer y parecían bastante encantados con la comida. Todos excepto Inuyasha. Se encontraba cerca de los demás pero no parecía tener intenciones en comer ni siquiera un pequeño bocado. Al parecer estaba bastante indignado por lo sucedido en la mañana.

–¿Inuyasha, no piensas comer nada?– Preguntó la sacerdotisa un poco disgustada

–No, no tengo ninguna intención de que después me llamen mal agradecido– Respondió el Hanyo demasiado indignado

–Jamás me atrevería a decir algo así, Inuyasha. Me gusta preparar la comida para disfrutarla contigo... Ammm quiero decir, con todos ustedes– Aome rectificó las últimas palabras con notorio nerviosismo

–Inuyasha, ya escuchaste– Dijo Miroku tratando de hacer entrar en razón al Hanyo.– La señorita Aome ha preparado estos alimentos con mucho cariño para nosotros... Además ella no dijo nada está mañana

–¡Bahh! No me importa, Miroku. Además no tengo hambre– respondió Inuyasha con notoria falsedad. Era evidente que se sentía mal después de lo que dijo la sacerdotisa.

–No lo culpes, Aome. Lo que pasa es que desde que Inuyasha volvió de tu época está de muy mal humor– Dijo Sango después de ver el cambio en el semblante de su amiga

–Es cierto. Al parecer Inuyasha está molesto porque un muchacho de la otra época está pretendiendo a la señorita Aome– Dijo el monje después de notarlo también. Definitivamente haría pagar al Hanyo por su comportamiento.

Inuyasha se petrificó por unos segundos al escuchar eso, mientras tanto los demás observaban a la joven sacerdotisa demasiado interesados por saber la situación.

–¡Miroku! ¡Eres más chismoso que ese zorro!– Inuyasha sonaba realmente molesto y completamente arrepentido por haber confiado en el monje

–Pero mira quién habla– Respondió Shippo con indignación.– ¡Si el monje Miroku sabe eso es porque seguramente tú se lo hiciste saber, perro tonto!

–Shippo tiene razón, Inuyasha– dijo Aome visiblemente avergonzada.– ¡Además ni siquiera me dejaste explicarte la situación!

–¡No... Si no te estoy pidiendo que me expliques nada! ¡Eso es algo que me tiene completamente sin cuidado!– Respondió Inuyasha tratando de sonar indiferente

–¡Ay Inuyasha!– gritó la exterminadora.– ¡Eres un insensible!

–No te preocupes, Sango. Después de todo, él está muy enamorado de otra persona– Aome evitó decir el nombre ya que le causaba especial molestia decirlo combinándolo con la palabra amor y sus derivados.

–¡Arrggh!– gruñó el Hanyo con molestia pero fue ignorado por todos.

–Y cuéntanos, Aome... ¿Cómo es eso de que tienes a otro pretendiente en tu época?– Dijo Sango llena de complicidad con su amiga. De ninguna manera dejaría pasar la oportunidad de provocarle celos a Inuyasha.

–Pues verán... Siempre que estoy en esta época con ustedes, mi abuelo tiene que inventar un montón de enfermedades para justificar mis faltas a las clases. Y cuando vuelvo y puedo asistir a la escuela, él siempre se preocupa por mi salud y me regala muchas cosas – Aome juntaba sus manos y las llevaba a su pecho exagerando ternura en sus gestos.

Inuyasha la observaba con una expresión llena de celos. Sin embargo, decidió aguantarse y no decir nada. Quería seguir escuchando todo lo que el pretendiente de Aome hacía por ella.

–Uy definitivamente tienes mucha suerte, Aome– Sango le guiñó un ojo a la sacerdotisa

–Es que Aome es demasiado bonita– Dijo shippo.– Por eso en las dos épocas tiene muchos pretendientes.

–Es verdad, pequeño Shippo– Confirmó Miroku para seguir provocando a inuyasha.– Basta con ver el comportamiento de Koga para tener una idea de cómo la trata ese joven en su época

–Así es, monje Miroku– Aseguró Aome.– De hecho ayer, cuando terminé mi examen, él apareció para darme un obsequio adelantado por el Día de San Valentín

–¿El Día de San Valentín?– Preguntaron todos con mucha curiosidad.

–¿Qué es eso, Aome?– Preguntó Shippo con mucho interés

–Pues verán, el Día de San Valentín o también conocido como El Día de los Enamorados, es una fecha muy especial en mi época– Explicaba La sacerdotisa con mucho entusiasmo.– Ese día todas las personas dan obsequios a sus amigos o a una persona especial para celebrar o darle a conocer sus sentimientos ya sean de amor o de amistad

–Vaya, seguramente es una celebración muy bella– Dijo el monje Miroku

–Eso quiere decir que ese muchacho si está muy interesado en ti, Aome– Aseguró Sango con un guiño

–Si, es probable que así sea– Respondió la sacerdotisa muy ruborizada

–¡Ja! Qué tonterías– Finalmente Inuyasha respondió algo.– Además ese sujeto seguramente es un debilucho. Jamás podría hacer por Aome todo lo que yo hago por ella

Aome se sonrojó, aquello que había escuchado era casi una confesión. Aunque tampoco tenía intenciones de volver a ilusionarse tan fácil.

–Si, claro. Como despreciar sus alimentos– Dijo Shippo burlándose del Hanyo

Después de eso y de ver la seriedad y tristeza de Aome, Inuyasha había decidido dejar a un lado su orgullo y disculparse debidamente. No obstante eso no fue posible. Un remolino previamente detectado por Inuyasha llegaba a toda velocidad.

–Mi dulce, Aome– Koga se acercó a la sacerdotisa y tomó las manos de la joven entre las suyas.– Han pasado muchos días. Estaba deseando verte incluso más que otros días

–Joven Koga– Aome antes de responder, fue separada del lobo por Inuyasha quien se puso en medio de los dos.

–Oye Koga, ese sentimiento seguramente es por el día de los enamorados– Aseguró el pequeño zorro bromeando para molestar más a Inuyasha

–Shippo, no creo que sea por eso– Respondió Aome con incomodidad

–¡Bestia! ¡No te respondo como se debe solo porque esa información me interesa!– Dijo Koga molesto por lo que hizo Inuyasha.

–¡Lobo cobarde!– Gritó Inuyasha

–Sigue explicándome más, mapache– Pidió Koga ignorando por completo a Inuyasha

–¡Qué te pasa, soy un zorrito!– Corrigió Shippo enfadado

–Está bien, como sea, zorrito. Ahora cuéntame– Koga se acercó al pequeño

–Mira, Aome nos contó que el día de San Valentín o Día de los enamorados, es una celebración en la que se dan obsequios a una persona especial para expresar los sentimientos que se le tienen– explicó Shippo con detenimiento

–Interesante... ¿Y eso cuándo es?– Preguntó Koga con mucho interés

–Eso si no lo sé con exactitud– Dudó el pequeño zorro.– ¿Oye Aome, cuándo es ese día?

–Se celebra cada 14 de febrero, Shippo... Es decir, dentro de 5 días– Respondió la sacerdotisa muy ruborizada por toda la situación

–Muy bien– Dijo Koga quien estaba por volver a acercarse a Aome para despedirse, sin embargo Inuyasha seguía frente a la joven sacerdotisa.– ¡A un lado bestia!

–¡No dejaré que te le vuelvas a acercar a Aome!– Dijo Inuyasha abriendo sus manos para taparle el paso

–¡¿Te quieres morir, bestia?!– Amenazó Koga

–¡Hmmp! ¡Ya veremos quién muere primero, lobo sarnoso!– Respondo Inuyasha desenvainando a su Colmillo de Acero

–¡Oye Inuyasha, no dejaré que peleen!... ¡Abajo!– Aome tranquilizó con su conjuro a Inuyasha.– Joven Koga, es mejor que se retire

En ese momento llegaron los amigos de Koga, Hakkaku y Ginta. Parecían sumamente agotados.

–Por fin te alcanzamos, Koga– Dijo Ginta muy agitado

–Será lo mejor. Tengo cosas qué hacer– Se giró ignorando a sus amigos y empezó a correr.– Hasta luego... ¡Cuida de mi querida Aome, bestia!

–¡¡Maldito!!.. Aome... ¿Por qué?– Dijo Inuyasha con agonía

–Porque eres un desubicado– Aome se limitó a decir

–Definitivamente es un tonto– Agregó La exterminadora

–Si que lo es, Sango– Confirmó el monje

–Ay no aquí vamos de nuevo... ¡Esperanos Koga!– gritaban ambos lobos mientras corrían detrás de su jefe.




Continuará...





¡Hola otra vez!

Aquí la primera parte de mi pequeña historia. Realmente espero que les guste y que me apoyen con su voto o algún comentario.

Estaré publicando las demás partes en los próximos días.

¡Saludos!

SummerOfLove1

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