-1-
Primero de febrero, de dos mil diecinueve.
Siempre sentí que algo me faltaba, quería que mi corazón latiera, y no por mi Crush que siempre me sacaba una excusa para todo, mis amigas decían que debia dejar a Arturo como un Crush y no como algo que podría pasar. Pero la historia no es de Arturo sino de Juan, el chico del cual logró enamorarme, pero también fue un desastre y me alegro no haber continuado.
Cuando entré a mi universidad me había alegrado de que ahí estuviera mi Crush, y como cosa rara yo lo invitaba a salir en grupo, pero ese día; justo ese día me había cansado de todas sus excusas para no ir.
Estaba sentada en una banca de la universidad, ya desilucionada de que Arturo me sacara otra de sus excusas, mi amiga Dannae tenía rato diciendo que ya debería dejar de intentarlo. Y yo ya me estaba dando por vencida de eso. Hasta que de mi amiga escuché unas últimas palabras...
ㅡ ¿Por qué no te presento a mi amigo Juan? Seguro le gustarías y a ti también, así te haría olvidar esos malos ratos con Arturo. ㅡ Pero es que nunca le he gustado a nadie, pensé.
ㅡTe aseguro que sí le vas a gustar. Es más dame tu teléfono, le escribiré desde ahí y desde ahí comienzan hablar. ㅡ dijo, muy segura de lo que decía.
Y así fue, Dannae le escribió a Juan desde mi teléfono, al principio tenía vergüenza de hablarle pero mi amiga Sofía me decía que dejara la vergüenza y le escribiera todo normal y así fue. Al principio hablábamos poco y nos conocimos en la Universidad ya que este iba a la misma que yo, luego hablábamos muy seguido, comenzamos a ponernos apodos cursis, y preocuparnos el uno al otro. Mis amigas de la Universidad comenzaban hacernos bromas de que estábamos así juntos, y ya comenzamos a ser serios, pero... Fue una mala idea, Juan comenzó a tratarme de una manera muy extraña, quería decidir con quien debería estar y con quien no, comenzó a juzgar a mis amigos, decir que me vestía mal, que no podía conocer a sus amigos y amigas, que cambiara mi forma de hablar, si salía debía mostrarle una foto, ni me dejaba hablar con mis amigos hombres.
Como la vez en la que estaba sentada en el transporte de la Universidad y Arturo justamente se sentó al lado mío, yo me había ya puesto nerviosa y no por el hecho de que fuera Arturo sino de que me viera Juan, y como fue predecible, él vio que Arturo estaba sentado al lado mío, y puso su típica cara de enojado. Al pasar al lado mío me agarró de la cara y me planto un beso brusco y lleno de baba, me dio asco, no lo niego. Y mi cara de pocos amigos la noto Arturo.
ㅡ¿Estás bien? ㅡ me dijo, mirándome un poco preocupado.
ㅡSí, sí estoy bien. ㅡRespondí aún viendo si Juan estaba cerca.
ㅡVale, ¿quién era ese chico?
ㅡAlgo que no podría ni yo misma explicar.
Él sólo asintió y me cambió la plática y no niego que fue muy amable en hacerlo y distraerme de ese mal momento, pero de igual manera sentía la mirada fuerte de Juan.
Al bajarme del transporte, Juan ni me dirigía la palabra y se había ido de inmediato a su casa. Yo ya me imaginaba lo que me diría por teléfono. Me fui pensando en qué diría, y justo cuando llegué ya tenía mensajes de Juan.
El primer mensaje decia:
"Que linda tú, con el Arturo ese"
El segundo:
"¿Piensas que riéndote plácidamente con el te ves linda?"
Tercero:
"¿A quién prefieres, a él o a mi?
Cuarto:
"Seguramente lo prefieres a él, porque te hace reír como nunca y de paso toda coqueta"
Obviamente comenzamos a pelear por eso, y como cosa rara, yo de estúpida le pedía perdón, pero no porque yo quisiera, ya que yo tenía razón y no había nada para que el me formara aquel escándalo. Pero como decía Sofía, debes dejar tu orgullo y si dice misa es misa. (Nunca me pareció eso.)
Juan seguía con ese mal comportamiento, y veía que hacía más escándalos que una mujer en sus días, sobre todo porque yo enfermé y debía estar de reposo o empeoraría lo que tenía, no podía salir. Y Juan se enojaba por eso, porque yo no podía salir. Todos los días iba a una pastelería que quedaba enfrente de mi casa, y nunca me decía, hasta que el me decía que pasaba en frente de mi casa, nunca me visitaba al menos para saber cómo estaba y mucho menos me preguntaba como estaba, solo se enojaba.
Un día me había entrado un ataque de depresión que comencé a llorar y llorar, estaba cansada de tomar medicamentos y una de las personas que más quería se había ido de mi país, y comencé a extrañarlo terriblemente, sobre todo en la situación en la que estaba donde necesitaba al menos una sonrisa o un pequeño consejo... Juan estaba enojado por mi estado porque no le decía el porqué estaba así, cuando se lo dije, simplemente me dijo:
"Esas cosas no las hables conmigo, busca a alguien de confianza que te escuche y puedas platicar eso."
Y de ahí me había dejado de hablar, yo sólo me reí sarcasticamente en ese momento, porque quien era mi pareja no podía ni escucharme, solamente enojarse, pero ni modo ahí seguía.
Los días se volvían eternos y cansados, ya no sentía nada por Juan, lo que sentía al principio, esas mariposas que sentí habían muerto al instante que comenzó a cambiar. Hasta que llegó un día y la gota rebasó el vaso de agua.
Sin querer se me había escapado una mala palabra porque me había dicho "estúpida" y comenzó a decir que yo había insultado a su mamá y un montón de cosas que no tuvo sentido, cuando no había sido así. Me enojé muchísimo porque me dijo cosas peores. Al día siguiente yo andaba ya muy cortante y además tenía una prueba final de curso, me había deseado suerte y lo primero que salió de mi boca había sido:
ㅡVaya... Se acordó de algo que era importante para mi.
A lo cual me quería pensar bien las cosas y poder platicar lo de ayer, ahí ya iba de boba de que el podría cambiar o algo. Pero al sólo decirme:
"Ahorita no puedo, estoy ocupado" y se mantuvo siempre en línea.
No digo que deba quitar todo para que me prestara atención, pero sólo quería 5 minutos de su tiempo porque no quería estar mal con él.
A la noche de ese día, platiqué con mi amiga Aria, ella a pesar de que era mayor que yo, sabía darme buenos consejos. Así que le conté todo lo que pasaba con Juan, ella sólo me dijo.
ㅡMargo... Él no te quiere, si te quisiera lo suficiente, te querría con todo y tus defectos. No te haría ni siquiera cambiar algo de tí, y ahí el equivocado es él. Vales demasiado como para aguantar tanto, piensa bien lo que quieres, pero primero está el amor propio y que te quiera TAL CUAL eres, sin cambios.
La verdad tenía razón, y yo ya estaba cansada de aguantar, y de ver que eso no era amor en ninguno de los sentidos, así que esa misma noche se lo dije, que ya estaba cansada, y el sólo peleaba hasta que dijimos "cada uno por su rumbo" y de ahí se acabó toda la historia... Se me escaparon unas cuantas lágrimas pero no porque me doliera terminar con él, sino porque se había acabado todo, las críticas, las peleas, las ocultaderas y de más.
Una moraleja de esto... ámate, primero ámate a ti mismo, para que luego puedas amar a otro, no pienses que alguien puede suplantar a otro, y que sobre todo no te dejes, si ya empieza a decirte que cambies algo o a prohibirte, ten en cuenta que eso no es amor. Las mujeres son como unas flores hay que quererlas y cuidarlas, y los hombres de la misma manera.
Ojo nadie es igual, hay hombres que aman de verdad y te cuidan como si fueras lo más precioso, pero de algo tienes que estar segura y seguro. Es que se cuiden los dos, se amen los dos, que las cosas son de los dos. Para eso son pareja.
♥1/14♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top