🦉 3. Mandarina, mandarina 🦉

—Hola, humano que tal vez no entendió mi explicación sobre los Narradores. Descuida, pronto tus dudas serán resueltas. O no.

El búho que me sujeta de los pies desciende abruptamente, provocándome un vacío horrible en el estómago.

—Oye —me quejo—, sé que lo hiciste a propósito —lo acuso.

Pero el animal me ignora. Suspiro y decido dejarlo pasar por esta vez.

—Como te seguía contando...

Hace dos meses:

Una vez terminó mi horario laboral me dirigí a la universidad para presentar mi último proyecto, y con ello darle la bienvenida a las vacaciones de verano.

Como me quedaba cerca aproveché para releer mis apuntes. Con una mano empujaba la bici y con la otra cargaba la libreta.

—Mandarina, mandarina —murmuré como si fuera un poema.

Me daba demasiada vergüenza cantarlo en la calle. Si quisiera ser la burla mejor me esperaba a llegar a mi última clase.

—Mandarina, mandarina —repetí, esta vez entonándolo un poco para practicar también la melodía.

Frené al percibir algo con mis fosas nasales. Un leve aroma ácido.

Busqué a los lados aquel objeto que estuviera produciendo aquella familiar fragancia.

Olía a mandarina, estaba segura, pero no hallé ninguna pista que indicara pudiera provenir de ahí. Solo había tiendas de ropa y zapatos, me había detenido en la calle repleta de tiendas, pero ninguna era de comida.

Me encogí de hombros y seguí mi camino.

Minutos después, me detuve frente al edificio donde me tocaba la clase.

—Hola, Sami, disculpa la demora —me saludó Vidia, mi querida amiga y roomie.

Conocía a Vidia desde la preparatoria, y hemos sido mejores amigas desde entonces. Con ella completé mi triángulo de amistades cercanas, siendo la otra punta mi entrañable amigo Olec. A él lo conocía desde la primaria, y éramos casi como hermanos.

—Descuida, también acabo de llegar. —Sonreí y busqué en mi mochila el folder con el contenido de mi proyecto.

Como último trabajo nos habían solicitado que escribamos una canción dedicada a nuestra fruta favorita, y esta además debía ser actuada.

Y que bella casualidad que mi bella amiga estuviera estudiando actuación para convertirse en actriz de teatro, así que le pedí el favor de actuar mientras yo estuviera leyendo la letra.

—¿Estás lista? —La miré.

—Sí. —Sonrió y me siguió dentro del salón.

El profesor se encontraba abajo, donde recibía los trabajos finales. Le pedí a mi amiga que nos buscara asientos vacíos mientras bajaba a llevar el mío.

El aula era como un pequeño escenario, con escalones gruesos que permitían a todos los estudiantes ver el podio de adelante.

—Buenas tardes, señorita Elrich —habló el profesor Scarr—. Estoy intrigado sobre lo que nos presentará hoy.

—Yo también lo estoy —dije con honestidad ya que aún a estas alturas dudaba si lo que compuse sería bueno.

Regresé con mi amiga y respiré hondo.

—Saldrá bien. —Colocó su mano sobre la mía y me sonrió en un intento por tranquilizarme.

Nos salteamos al resto de mis compañeros que fueron antes que yo, ya que ni al caso con sus presentaciones.

Cuando el profesor me llamó los nervios volvieron a atacarme, pero igual cogí fuerzas y bajé los escalones con cuidado de no caerme.

Nos colocamos en nuestros puestos y le di la señal a Vidia.

—Mandarina. Mandarina. Tú juegas en mi boca como una bailarina. Mandarina. Mandarina. El otro día te llevó una gigantesca golondrina. Quien se movió al estilo de una danzarina... —El grito de mi amiga me obligó a callar.

Al despegar la vista del papel que sujetaba, pude apreciar parcialmente el perfil de un enorme pájaro, que juraría era una ¿golondrina? Pero no podía asegurarlo porque todo desapareció apenas levanté la vista.

Me percaté de la mirada fija del profesor. Y no era el único que me miraba.

Me acerqué a mi amiga y le extendí la mano para ayudarla a pararse, pero solo la miró, dudando si aceptarla.

—¿Tú... tú lo hiciste? —preguntó aún con rastros de miedo.

—¿Hacer qué? —Arrugué la frente, con una familiar extrañeza.

Parecía un deja vú.

—Creo que mejor lo dejamos... —dijo el profesor al ponerse de pie.

—¡Hooolaaaa! —la puerta del aula resonó al chocar contra la pared.

Dirigimos la vista a la entrada en donde una alfombra negra, y muuuuy larga, se extendió por el aire con cierta armonía, como si se ondeara al igual que las olas del mar.

—Un narrador —musitó mi amiga, quien se levantó por su cuenta.

La alfombra estalló en millones de partículas negras similares a cenizas que cayeron sobre nosotros. Y un sujeto aterrizó en medio de la sala, al lado de Vidia. Aunque más pareció que descendió lentamente, como una pluma.

Era el Narrador de antes. Como no reconocerlo ya que tenía la misma máscara de hace unas horas. La del emoticon que lloraba de la risa.

—Disculpen la intromisión a su clase —empezó a hablar—. Solo pasaba a dar una de mis visitas sorpresas y desearles un buen día. —Hizo una reverencia, y las chicas gritaron como fans alocadas—. Se despide, su Narrador.

Los ventanales que decoraban una pared estallan, y cientos de golondrinas entraron para cubrir al desconocido y llevárselo cargando.

Mi cara era un poema aún más extraño que la canción que escribí.

La yo de ese entonces empezaba a hacerse preguntas, porque le resultaba extraño que se había topado ya dos veces con ese Narrador.

¿No era mucha casualidad?

Porque antes de ese día las únicas veces que pude ver a un Narrador era en televisión, ya sea en los noticieros o en los programas de espectáculos.

Ya que sin importar cuánto tiempo haya pasado desde que aparecieron, seguían siendo una novedad, en especial con los grandes espectáculos que nos ofrecían.

—Recibe una A —anunció mi profesor, y le presto atención para procesar lo que dijo.

Puse de lado cualquier pensamiento que estuviera rondando por mi cabeza en ese momento para celebrar que aprobé el curso.

¿Lo mejor de todo? Que al fin entraría en vacaciones.

Y vaya que me hacían falta.

🦉 🦉 🦉

Hola :3

Ese Narrador sigue apareciendo e.e

Las actualizaciones serán los lunes.

¿A quién le gusta la mandarina?

¿Frase favorita?

Yo digo que Sami será una increíble compositora... de frutas :3

Los adoro☆ﾟ

♡ Vale Rie ♡