22
NARRA LILY.
Mire por décima vez los labios de Samantha que yacía dormida en su cama, estaba tan relajada que pude notar como un poco de baba se asomaba de sus labios, reí a mis adentros.
Su rostro era tan pálido, cualquiera podría decir que es un fantasma, su cabello negro la hace ver aún más blanca de lo que es.
Es tan hermosa, tan desinteresada que te es imposible no quererla.
—Mierda, que bonita eres —susurre.
Me tenté a acariciar su cabello, no sentiría, así que tome un mechón de su cabello y comencé a acariciarlo como si tocará su cuerpo. Mi piel se erizo de una forma extraordinaria dejando el mechón de cabello donde lo había tomado.
Decidí dormir también, mañana sería un día de escuela muy largo. Tengo entrenamiento.
...
Abrí mis ojos con cuidado, puesto que sonaba algo demasiado ruidoso, note como el brazo de Sam se estiraba hasta la mesita de noche que tiene a lado de su cama y le daba un golpe a su despertador. Después volvió a envolverse entre las cobijas, sin siquiera abrir los ojos.
—¿No vas a la escuela? —pregunte.
—Hace frío para ducharme —respondió aún con los ojos cerrados—, tienes que ir por tu mochila.
—Lo sé —dije quitando la cobija que estaba sobre mí—. Iré a mi casa a alistarme. Nos vemos en la escuela.
Me puse de pie y acomode mi ropa, Sam abrió sus ojos y me miro con una sonrisa de lado.
—Buenos días, Lily —dijo con voz adormilada. Sonreí.
—Buenos días Sam.
...
Llegue tarde a la escuela porque me quede discutiendo con mi madre, del porqué no había llegado a dormir. No tenía que darle explicaciones.
Entre al salón que ya estaba lleno, Sam estaba sentada a lado de Cinthia, me miro pero me hice indiferente y mire todo el salón, para encontrarme con aquellos ojos verdes y una sonrisa coqueta mirándome. Era Harper.
Fui hasta su lugar, sentí la mirada de Sam encima mio pero la ignore.
—Buenos días —dije—, ¿puedo?
—Claro que puedes, tonta —respondió Harper riendo.
—¿Ya no estás molesta? —pregunte. Ella negó con la cabeza—, ¿segura?
—Segura, Lily. No estoy molesta, entendí que era muy pronto. Dime, ¿qué has hecho de tu fin de semana? —pregunto ella con curiosidad.
Recordé todo lo que hice con Sam, como dormí con ella por así decirlo, como la duche, como todo mi fin de semana se centro en ella.
—Estuvo muy bien —respondí.
—Genial. ¿Podremos quedar hoy después del entrenamiento? —pregunto ella, deducí que ella estaría en el entrenamiento mirándome.
—No sé, he conseguido empleo, o algo así y pues, del entrenamiento me iré a eso —por inercia voltee a mirar a Sam, ella estaba riendo mientras miraba a Cinthia hablar. Algo recorrió todo mi cuerpo.
—Oh, un empleo, genial —dice Harper haciendo que dejará de ver a Sam.
—Sí, pero después podremos quedar.
Lo que restaron de las clases, no pare de mirar a Sam, algunas veces también ella me miraba, ninguna decía nada, sólo nos mirábamos.
Harper siguió hablando, algunas veces me hacía reír.
Era hora del descanso, Harper me invitaría el desayuno, así que se fue a la cafetería dejándome sola en el salón, claro, con Sam y Cinthia.
Unos segundos después también Cinthia salió del salón, dejándonos solas a nosotras dos. Ella no volteaba a verme y yo me distria releyendo los apuntes de inglés.
Harper entro al salón, miro a Sam pero en seguida la ignoro para ir a donde yo estaba.
—Volví, traje esto —me mostró la bandeja donde traía dos emparedados, sonreí.
—Gracias.
Harper acerco una silla y la coloco frente a mí dándole a espalda a Sam, comenzamos a comer sin decir nada, ella me miraba algunas veces y yo sonreía amable.
Me sentía incómoda porque Sam está sola leyendo su libro, sé que a ella eso le gusta, pero no sé, quisiera estar jodiendola ahí a lado de ella.
En eso un chico llego y la saludo, ella puso la misma cara que yo de confusión, el chico le hizo la plática amable, deseaba poder escuchar puesto que note como a Sam en algunas ocaciones se le ponían rojas las mejillas.
Ella anoto algo en un papel y se lo dio, él se despidió con un beso en la mejilla y se fue del salón, Sam sonrío para volver a leer.
...
Llegue a la casa de Sam, toque un par de veces hasta que su tía abrió.
—Hola, Lily —dijo alegre—, pasa.
Entre y vi a Sam junto con su tío en la sala viendo un programa de comedia.
—Hola, Lily —saludo su tío, pero Sam ni siquiera volteo a verme.
—Tío, me podrías llevar a mi habitación, por favor.
Minutos después estaba yo entrando a su habitación, ella estaba leyendo como de costumbre.
—No dije que entrarás —dijo tan tajante y molesta que dude en salir o quedarme ahí.
—Debo estar aquí por si quieres algo —dije.
—Te gritaré si ese es el caso.
—No, me quedaré.
Cerré la puerta y fui a donde estaba su escritorio, mire todo, tenía muchas cosas pero más libros, no había lugar donde no hubiera un libro por ahí tumbado.
—Te gusta leer...
—Que observadora.
«Serán días largos» pensé.
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