dos: el rey es un niño

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DOS
EL REY ES UN NIÑO.
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―¡ESO ES INDIGNANTE!―un chasquido abrupto se complementó con un ruido sordo de las puertas y pasos enojados. Sin pensarlo mucho, con calma, colocó la carta sobre la mesa, levantando la cabeza primero y luego desviando la mirada hacia un Squaller muy exaltada que estaba parada frente a su mesa.

―Déjame adivinar... ¿No estás contenta con nuestra nueva grisha?―el Oscuro se recostó en la silla, mirando a la belleza de cabello negro.

―¿Contenta?―se burló ella, poniendo sus manos en sus cinturas.―Tú mismo sabes muy bien que ella no sobrevivirá aquí ni un día. No hay nada que pueda aprender aquí.

El hombre arqueó una ceja.―¿Eso es lo que te preocupa? ¿Su capacidad de aprendizaje?

Zoya hizo una mueca y sacudió la cabeza con frustración.―Necesitamos soldados. ¡Necesitamos gente lista para pelear en cualquier momento! Digamos que aprende algo, pero, ¿se supone que debemos señalarle la dirección de un enemigo en una batalla?

El General notó que la ira de Zoya estaba justificada. Todos sabían bien que a Zoya le apasionaba lo que hacían, su propósito. Era una de las mejores grishas que deambulaban por estos pasillos, una inspiración para que los más pequeños mejoraran y fueran como ella. Con eso, desarrolló cierta arrogancia, pero nadie la juzgó, sobre todo porque tenía un amplificador.

―Tampoco has aprendido a controlar tus poderes en un día. Dale un oportunidad.

Algo brilló en sus ojos, haciéndola entrecerrarlos.―Otros la harán pedazos.

―Entonces asegúrate de que no lo hagan.

Zoya se quedó allí, frunciendo los labios, silenciosa.

El Oscuro sonrió, juntando sus manos y empujando sus dedos índices hacia su barbilla.―Por otros quieres decir que tú la harás pedazos.

La mujer puso los ojos en blanco, soltando un gruñido desagradable.―Su lugar podría ser ocupado por una grisha que sea más capaz.

―Este es un lugar para toda grisha. Ella es una Heartrender y debemos aceptar eso. Además.―se puso de pie, su kefka oscuro se movía de manera satisfactoria mientras caminaba hacia la ventana, juntando las manos detrás de la espalda, mirando a través de ella.―Es la hermana de Genya. Ella nunca dejaría que su hermana se fuera.

Zoya murmuró algo incoherente y él ni siquiera se molestó en entender. Sabía cómo Zoya veía a Genya y todo sobre sus peleas. A Zoya no le gustaba que Genya fuera la sirvienta de la reina y Genya detestaba la arrogancia de la squaller. La mayoría de la gente aquí competía entre si, pequeños grupos para ver quien era mejor, quién venía de un mejor entorno. Era ridículo, pero no era su problema resolverlo mientras lo respetaran lo suficiente como para no pelearse frente a él.

Un golpe sonó en la puerta abierta, haciendo que el General murmurara la invitación mientras sus ojos estaban fijos en el jardín que se veía a través de la ventana.

―General, la gente se está reuniendo para la audiencia.―la voz de Fedyor llegó a sus oídos y asintió.

De hecho, después de la reconciliación de las hermanas Safin, tanto el Pequeño Palacio como el Gran Palacio conocían la incorporación más reciente al segundo ejército. La mayor parte del tiempo, al rey no le importaban los soldados más nuevos, pero esta vez era una historia diferente: un descubrimiento y la hermana de Genya. Todo el mundo sabía que la familia real estaba obsecionada con el sastre. Solo en las peores formas.

―¿Una audiencia?―la voz de Zoya se elevó ligeramente con molestia.

El Oscuro se giró para calmarla, pero se congeló por completo en su lugar, olvidando lo que quería hacer, ya que al lado de Fedyor estaba Liya. O lo pensó porque se veía completamente diferente.

Sin duda el kefka rojo con el bordado negro armonizaba con el color caoba de su cabello. Estaba bellamente trenzado, solo unos pocos mechones enmarcaban su rostro pecoso, sin moratones visibles. Su rostro se alisó, las ojeras desparecieron, pero se hizo de forma natural sin el efecto de la falta de brillo. Genya hizo un buen trabajo al hacer que su hermana pareciera viva en lugar de una muñeca. El kefka estaba ajustada a la estructura ósea de su cuerpo, más apretada alrededor de la cintura para que no se colgara como una bolsa sobre su cuerpo torturado.

La mano de Liya estaba envuelta suavemente en el brazo de Fedyor, solo que esta vez se paró con más calma y su postura era recta. Ya no parecía asustada e intimidada. No había necesidad y mentira al decir que el kefka no le quedaba bien porque sí. El General no se dio cuenta de esto ayer, pero la Safin más joven era una mujer de belleza excepcional.

―¡General!―la impactante voz de Zoya lo sacó de su trance, haciéndolo parpadear un par de veces antes de desviar su mirada hacia la Squaller.

Ni siquiera se dio cuenta de que Zoya pasó pocos minutos discutiendo con Fedyor.

―¿Los demás también están invitados? Realmente se ha superado a sí mismo esta vez.―respondió el Oscuro que no era una audiencia privada.

―¿Debería estar preocupada?―preguntó Liya, su voz sonaba mucho más suave que ayer.

―Si.―respondió Zoya.

―No.―la tranquilizó Fedyor al mismo tiempo.

La hermana Safin tragó saliva ruidosamente, sus hombros se movieron ligeramente hacia adelante y no podía culparla. Cada vez que Fedyor y Zoya estaban en la misma habitación, de repente se convertían en niños.

El General caminó hacia la Heartrender, notando la forma en que su cuerpo reaccionaba a su presencia; parecía cautelosa, pero no tan intimidada como antes. No podía entender del todo el significado de sus cejas fruncidas y la arruga de su nariz porque estaba muy acostumbrado a leer a la gente y ella era un poco misteriosa.

―El rey es solo un niño grande al que le encanta jugar con juguetes nuevos.

Liya contuvo un grito ahogado, apretando los labios como si estuviera conteniendo una carcajada que sería bastante ofensiva en esta situación.―¿No está mal decir eso?

El hombre curvó los labios en una sonrisa. Sabía que no era lo que ella quería decir, pero ella tenía cuidado de decir lo que pensaba frente a personas que no conocía.

―No está mal si no está aquí.―señaló el Oscuro.

Liya levantó la vista y el casi se estremeció tan pronto como encontraron con los suyos. El círculo gris alrededor de su iris parecía más desvanecido a la luz del día que en la oscuridad. Sus pupilas parecían increíblemente quietas, sin reaccionar a las cambiantes fuentes de luz, pero vio la alegría oculta en ellas. Antes de que pudiera inspeccionar sus ojos un poco más, el pequeño crujido del piso de madera desvió sus ojos hacia la fuente del sonido.

―Eso se llama hablar a espaldas de alguien.―señaló Liya.

―¿Así que para ti es nuestro rey?

Liya hizo una mueca de desaprobación.―No tergiverses mis palabras.

El Oscuro vio su rostro nervioso. Ninguno de ellos sabía qué tipo de persona era y todos querían conocerla. Para él, era una necesidad hacerlo para que ella confiara en él y supiera que haría todo lo que él dijera. Un pequeño comentario coqueto, una burla por aquí y allá no harían mucho daño para llegar a conocerla mejor.

Zoya gruñó detrás de él y tuvo que sonreír más. Sabía que a Zoya no le gustaba cuando había alguien mejor que ella y cuando alguien que no era ella compartía su atención. Pasaron algunas noches juntos y ambos lo pasaron bien y a él no le molestaban las pequeñas muecas de celos de ella. De hecho, se sentía bien.

―Vamos con el rey.―sugirió el General, haciéndola soltar la mano de Fedyor y espera a que el Oscuro la guiara. En cambio, extendió suavemente su mano, envolviéndola alrededor de su codo y enganchándola, sintiendo la forma en que su cuerpo se tensaba.

―No.―se apartó suavemente, sacudiendo la cabeza.―Uh, estaré bien si caminas frente a mí.

No sabía si sentirse complacido u ofendido de que ella no quisiera que él la tocara, pero lo confundió un poco porque Fedyor podía y con él, eligió la posibilidad más grande de tropezar en su camino hacia el rey. Pero por otro lado, a juzgar por sus músculos tensos y la ligera inclinación de su cabeza, podía sentir que todavía se sentía un poco intimidada por él.

Es por eso que la atrajo ligeramente más cerca, enganchando su brazo alrededor del de ella y ella colocó su mano sobre su brazo, él se inclinó suavemente hacia un lado, más cerca de su oreja, notando la diferencia de altura mientras murmuraba:―No te dejaré car. Confía en mi.

Con un simple asentimiento, ambos salieron de la habitación, finalmente sintiendo que su espalda no ardía por la mirada de Zoya. Rápidamente se ajustó a la forma de caminar de ella. No era lenta, pero sus pasos eran cautelosos, su mano libre ligeramente estirada hacia un lado. Tan pronto como salieron, notó que su cabello brillaba muy bien bajo el sol.

―¿Hablaste con Genya?―preguntó el Oscuro.

―Si.―su voz era tranquila, pero él esperaba que fuera más alegre.

―¿Pasó algo malo?

Liya caminó en silencio durante unos segundos, inclinando la cabeza hacia el izquierdo donde estaba el jardín.―No, no.―negó con la cabeza.―Simplemente no la he visto en veinte años.. Es solo...

―Que no la conoces.―terminó su oración.

―Sí... pero eso no significa que no esté feliz por saber que mi hermana está bien. Estoy agradecida por la oportunidad de conocerla de nuevo.

El hombre podía escuchar la tristeza en su voz. Sabía lo que era pasar por el infierno y perder a las personas que le importaban. Solo ahora podía sentir lo injusto que era para ella estar vestida con un kefka, curada y mimada cuando acababa de pasar la mayor tortura. Ahora, tenía que mostrarse ante el rey, a quien no le importaba nada más que ver si la hermana menor Safin era al menos tan hermosa como Genya.

Liya no sabía en dónde se estaba metiendo y él fue quien la llevó al engaño. Había una parte de él que deseaba poder sentirse mal por esto, por arrojarla a una vida de constante tormento y competencia, pero no la conocía tan bien como para sentir lástima por ella. Él no tenía la intención de encariñarse con ella en primer lugar.

―¿Está segura aquí?―Liya preguntó.

―Sí, ella lo está.

No fue una mentira. Este lugar era el más seguro para cualquier grisha.

Muy pronto, la acompañó al Gran Palacio; la decoración no era la mejor que había visto, de hecho, era bastante sosa. Había demasiado color dorado brillando en cada esquina. Parecía bastante vulgar y anticuado, pero también lo parecía el rey que se sentaba en el trono.

Subiendo las escaleras, pudo sentir su mano apretarse alrededor de su brazo.―¿Qué va a pasar exactamente?―ella preguntó en voz baja.

―El rey quiere verte. Solo habla cuando él lo haga contigo, es muy sensible en ese asunto.

Liya reprimió un resoplido y él se permitió sonreír.

Ambos entraron al gran salón de los tronos donde había mucha más gente que los esperaba. La familia real ya estaba sentada en sus tronos, algunas sirvientas más cercanas a ellos mientras las otras personas de mayor rango y algunos grishas estaban de pie a sus lados. Podía sentir el momento en que ella se dio cuenta de que habían toneladas de personas: se puso tensa, una vena apareció en su cuello. Su cabeza se movía de un lado a otro como si estuviera captando los susurros silenciosos que los rodeaban a ambos.

De pie en medio de la plataforma, sintió sus ojos sobre ellos y suavemente le susurró que se inclinara y pronto todos dejaron de susurrar.

El rey miró a la nueva grisha con los ojos muy abiertos. Tomó mucha moderación para no resoplar con disgusto a este hombre. Llevaba un uniforme, con innumerables medallas en su cuerpo corto y redondo, más parecido a una pelota que a un hombre. Además de eso, era un completo idiota en lo que respecta a las estrategias de guerra y confiaba ciegamente en el Oscuro, haciendo algunas demandas de vez en cuando.

El General del Segundo Ejército sabía una cosa: debería estar él en ese trono y no ese tonto.

Liya suavemente desenvolvió su mano de la de él, enderezando su postura mientras su respiración era rápida. Suavemente ajustó su kefka, tratando de ocultar el hecho de que estaba terriblemente nerviosa y espero.

No tuvieron que esperar mucho ya que la reina habló alto y claro:―¿Está realmente ciega?

Genya, que estaba de pie detrás del trono en el que estaba la reina, confirmó:―Si, lo está, su alteza.

La reina lanzó un "mhm" muy distinto que no tenía ningún significado. Por la expresión de su rostro ―que ya ni siquiera parecía tan real por toda esa sastrería―, parecía disgustada, pero en realidad no pudo fruncir el ceño, así que eso fue todo.

El rey, por otro lado, estaba públicamente, sin vergüenza, mirando boquiabierto a la Safin más joven. El Oscuro tuvo que admitir que vio algunas similitudes en las hermanas. Ambas eran bastante hermosas y tenían algunas diferencias en el color de los ojos y el cabello, pero sabía que lo que más intrigaba al rey era que Liya era la Safin más joven.

―Pensé que su cabello iba a ser un poco más claro.―finalmente habló el rey.

―Pensé que las personas ciegas no tenían color en los ojos.―agregó la reina.

Liya se congeló a su lado. Incluso el Oscuro estaba sorprendido por su comportamiento.

―¿Qué eres?―preguntó el rey, inclinándose hacia adelante.

―Yo...―Liya se aclaró la garganta con inquietud, echando los hombros hacia atrás.―Soy Liya Safin, Moi Tsar.

El rey sonrió al escuchar el título salir de sus labios. Santos, era un hombre repugnante. Una pequeña parte de Oscuro se sintió aliviado de que ella no pudiera ver cómo el rey la miraba boquiabierto.

―No sé si me conformo con saber que existe una Heartrender ciega. Es absurdo, ¿no?―señaló la reina, recibiendo bruscos asentimientos de los demás.

Todo era absurdo para la reina cada vez que una mujer se paraba al lado de Oscuro. Incluso el mismo lo sabía.

―Debo asegurarle, Moya Tsaritsa.―comenzó, observando la forma en que su rostro se encendía al escucharlo hablar.―Yo mismo reconocí su poder. Ella es un descubrimiento.

Una ola de murmullos inquietos rodeó el salón. Liya puso las manos detrás de su espalda.

―¿Qué puede hacer ella?―preguntó el hombre redondo.

El Oscuro miró brevemente a Liya, quien hizo todo lo posible por parecer tranquila, pero podía sentir que temblaba.―Ella puede sentir emociones. Por supuesto, sus poderes o son conocidos por nosotros, así que les pido que me den tiempo para descubrir qué es realmente capaz de hacer.

―Me parece indefensa.―murmuró Tatiana, la reina.

―Yo respondo por ella. Yo mismo la estaré monitoreando. Creo...―giró su cabeza para mirar a la mujer.―Que la señorita Safin puede ser un nuevo capítulo en nuestros libros. Imposible hecho posible.

Liya giró ligeramente la cabeza hacia él, con una pequeña sonrisa en su rostro. El Oscuro miró al rey, quien parecía estar pensando intensamente, incluso si sabía que no tenía la capacidad de pensar en algo durante mucho tiempo. Al mismo tiempo, giró la cabeza para mirar a Genya, que ni siquiera ocultaba su rostro disgustado. Genya no confiaba en él. No la culpaba, pero de todos modos, tendría que ganarse la confianza de su hermana.

―Muy bien. Esperaré con ansias sus poderes, señorita Safin. Cuanto antes, mejor.―respondió el rey y pequeños murmullos resonaron en el salón, rompiendo el silencio.

Tan pronto como las voces superaron el silencio, las palabras y reacciones sorprendentes crearon un poco de caos, vio cómo Liya se relajó un poco.

―¿Responderás por mí?―preguntó, girándose hacia él.

―Creo que hay algo increíble escondido dentro de ti.

―¿Y si no lo hay?―ella no estuvo de acuerdo, una línea apareció entre sus cejas.

El Oscuro agarró suavemente su mano, colocándola en su brazo, para que ella pudiera engancharla.―Tengo un presentimiento sobre usted, señorita Safin. Espero que tenga la fuerza para creer en sí misma también.

A través del caos, pudo oírla contener la respiración durante unos segundos.―¿Puedes prometerme algo?

¿Oh?

―¿Prometer qué?

Liya respiró hondo.―Si no supero tus expectativas, no trates de ocultar ese hecho.

No era lo que él esperaba que ella dijera.―¿Por qué lo ocultaría?

Hubo un silencio doloroso y un temblor de dolor en sus labios que indicaba que algo había pasado antes. Tomando una respiración profunda, captó toda su atención, la necesidad de entender por lo que había pasado. Su silencio, su evidente vacilación lo estaba poniendo nervioso, ¿Qué le había pasado?

―Solo prométemelo.―pidió suavemente.

Un destello de decepción se reflejó en sus ojo, pero solo mostraba que ella estaba cautelosa, hablando de su pasado. No podía hablar de los fjerdanos y ahora esto, Y lo peor es que quería saber qué había pasado.

―Lo prometo.

El Oscuro prometió solo porque sabía que superaría sus expectativas. Pero por el amor de los santos, ¿Qué se escondía debajo del temblor de sus labios?

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