cinco: ¿puedes recordar la última vez que no te sentiste solo?

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CINCO
¿PUEDES RECORDAR LA ÚLTIMA VEZ QUE NO TE SENTISTE SOLO?
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—ALGO ESTÁ PLAGANDO TU MENTE. No te estás concentrando.—la voz de Baghra era ligeramente áspera, pero por el fondo, podía escuchar cierta preocupación mostrada por la mujer sentada frente a ella.

Aleksander estaba atormentando su mente y desde la noche en la cocina, sus noches empeoraron: lo anhelaba más que nada. Sus palabras daban vueltas en su cabeza al igual el deseo de saber si era sincero. Entonces, sí, durante estos últimos tres días, no estuvo tan concentrada en las sesiones con Bahgra.

—No he estado durmiendo bien.—murmuró Liya, juntando sus manos cuando de repente esta silla de madera se volvió extremadamente incómoda.

El bastón de Baghra golpeó levemente el cemento debajo de ellas.—No me mientas, niña. Quizás puedas engañar a los demás con tus palabras, pero a mí no.

Un ceño fruncido hizo que sus labios bajaran, cerró los ojos y cedió a la oscuridad interminable.—¿Hay algo mal en mí?

La silla de madera chirrió levemente, lo que significaba que la mujer mayor se recostó en ella.—He notado la forma en que te mira. Como mantienes la distancia, él solo te busca incluso cuando no estás en la habitación.

La desconcertó un poco que Baghra supiera que estaba hablando de Aleksander. Había algo familiar entre Baghra y él. Había un poco de tristeza en el pecho de la mujer cada vez que hablaba de él y que le recordaba a su propia madre cuando todos perdieron a Genya.

—No sé mucho de él.

—¿Crees que está ocultando algo?—la voz de la mujer se elevó ligeramente.

Liya se encogió levemente de hombros.—Su corazón parece antiguo. Parece misterioso, pero al mismo tiempo, sincero. Quiero luchar con mis propios pensamientos cuando escucho los latidos de su corazón; no quiero creerlo.

—¿Y si es malvado? ¿Qué significaría eso para ti?

Ella se tomó un momento de silencio para responder.—Sé que él no es una buena persona. Pero, ¿hay... personas malvadas? ¿Hay personas que nacen malvadas? No lo creo... incluso el Hereje Negro podía no ser tan horrible como otros lo describen.

El corazón de Baghra dio un vuelco y Liya cedió. Frunciendo el ceño, se inclinó ligeramente hacia adelante pero no dijo nada.—El Hereje Negro ha cobrado demasiadas vidas como para no ser llamado malvado, hija mía.—dijo la mujer.

—La guerra se ha cobrado aún más a lo largo de los siglos. No importa cuántas vidas se hayan perdido durante ella, la gente no le pone fin porque si fuera verdaderamente malvada, ¿habría continuado durante tanto tiempo?

—No cuando puedes obtener ganancias de las cosas horribles que haces.

—Entonces todos somos malvados por hacer que dure tanto.—susurró, jugando con la punta de su kefka.—¿Él es el Hereje Negro?

Hubo un silencio complementados por temibles latidos del corazón de Baghra. No necesitaba responderle para saber la verdad. Ya estaba claro. Y por alguna razón, darse cuenta no fue tan terrible como podría haber pensado que sería. Era como si ya lo supiera desde hacia algún tiempo. Si estaba esperando que fuera verdad porque desde estaba en la Sombra sospechaba que de alguna manera estaba relacionado con él. La ira distante en su voz, podría descifrarse como odio hacia su antepasado, estaba más relacionada con el odio hacia sí mismo.

—Te matará por eso.—admitió finalmente Baghra.

—¿Nadie sabe?

—Espero que otros sospechen, si no, son unos completos idiotas.

—¿Por qué no has dicho nada?—preguntó Liya, pero luego sacudió la cabeza y cerró las manos mientras se inclinaba hacia adelante.—Una pregunta estúpida, lo siento.

—Lo mejor que puedo aconsejarte es que no vuelvas a mencionarlo nunca más. Déjalo oculto bajo los cuentos. No existe el Sun Summoner, no hay nada que hacer.

—¿La Sombra no puede ser destruida sin un Sun Summoner?—Liya frunció ligeramente el ceño.

—Un Sun Summoner es nuestra perdición, niña. Es mejor creer que ni siquiera existen.

Liya estaba bastante aturdida por la información que había recibido. Experimentar muchos horrores en cada esquina la estaba preparando para tiempos más oscuros. Por alguna razón, la información sobre el Oscuro ni siquiera la sorprendió, porque en el fondo sabía que era la verdad; tal vez provenía de sus defectos porque se volvió cautelosa, pero no lo suficiente para evitar catástrofes.

Baghra tenía razón: no podía hacer nada al respecto. Quizás no quería destruir la Sombra, quizás el Hereje Negro ni siquiera tenía una razón para la ira que desató en el mundo. Ella no conocía sus razones y no el correspondía cuestionarlo. Eso la hizo preguntarse: si todos los demás supieran que el Oscuro es el Hereje Negro, ¿se levantarían contra él? ¿O huirían, sabiendo qué tipo de poder hay debajo de sus venas?

También la hizo preguntarse di él alguna vez le habría dicho eso. Pero, ¿Quién era ella en su vida sino otra mancha gris que eventualmente, dentro de unos años, crecerá hasta convertirse en una mancha distante? La mujer sentada frente a Bahgra no era un tipo rebelde, no era una luchadora: era una mujer silenciosa y retorcida que fue arrebatada de su vida feliz con su familia. Siempre rodeada de oscuridad, siempre esperando el día en que alguien la vuelva a usar, aprendió a adaptarse al silencio y a los secretos que escuchaba.

Y, sin embargo, que Aleksander fuera el Hereje Negro no la asustó ni un poquito como lo que sintió que todo el secuestro en la casa del general Zlatan era esperado. Casi se sintió intrigada por el hecho de que él hubiera estado tan interesado en ganar esta guerra para los Grisha durante tantos años y no se hubiera dado por vencido en ninguna causa determinada.

Ella se habría rendido.

—Me temo que debería sugerirte que abandones este lugar nuevamente, pero es mi deber ir más allá de mis creencias y decir que espero que nunca más abandones este lugar.—Baghra interrumpió el silencio entre las dos.

—¿Por qué es eso?—Liya frunció el ceño.

La silla de madera crujió bajo el peso de la mujer.—Es hora de su salvación.





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LIYA NO ENTENDÍA lo que Baghra quería decir con su salvación. Ella ha escuchado lo que ha estado sucediendo en el Pequeño Palacio cuando ella no estuvo presente durante ese mes, pero no lo atribuyó a su desaparición, sino a desaparecer con información que era peligrosa. Sin embargo, sabiendo que el Oscuro tenía los Santos saben cuántos años, solo despertó su interés por qué Baghra solo hablaba de su salvación ahora.

Por una tonta razón, ella estaba parada en su oficina, cerrando la puerta detrás de ella incluso si sabía que no debía tocar ese tema. Había una razón por la que Baghra lo dijo.

—¡Liya! Qué sorpresa.—su voz llenó la habitación al instante y ella se sintió dominada por ella, pero no hizo el esfuerzo de alejarse de la puerta. Ella no se quedaría aquí por mucho tiempo.

Hubo un silencio, en el que logró escuchar la forma en que él se acercaba, sus pasos resonaban por el espacio,. No tenía que decir nada y no sabía cómo hacerlo, pero sus palabras la detuvieron.

—Cuidado.—se limitó a decir, pero eso sonó como una advertencia suficiente.

—No estoy aquí para juzgarte ni amenazarte con eso. No importa.

—¿Las vidas perdidas no importan?—su voz se elevó ligeramente, pero no de ira, sino de sorpresa.

Liya casi se rio entre dientes, él prefirió tergiversar sus palabras.—La Sombra se creó como una víctima de la guerra que aún continúa. Se siguen perdiendo vidas.

—¿Me tienes miedo?

¿Deseaba que ella le tuviera miedo?—No más del que ya tengo.—juntó las manos y las colocó sobre su pecho.—Tu corazón siempre se sintió... como si hubiera visto tantas cosas. Tus acciones con...—tragó saliva.—El general Zlatan... tiene mucho sentido. Tu tuviste años para convertirte en quien eres.

Se hizo un silencio en el que ella podía oírlo pensar. Ella se expuso a la luz de saber quién era él. Ella creía que muchos sospechaban que él podía ser el mismísimo Hereje Negro, pero no podían permitirse pensar en ello; ¿y para qué? Incluso si todos supieran la verdad, eso no cambiaría nada: un Shadow Summer no podría destruir la sombra. Las palabras de Baghra la alcanzaron y la hicieron estremecer:

"Un Sun Summoner es nuestra perdición, niña. Lo mejor es creer que ni siquiera existen".

—He cometido miles de crímenes.—finalmente habló.—Tomé muchos nombres. Maté a muchas personas.—admitió finalmente.

—¿Te arrepientes de haberlo creado?

—No me arrepiento de mis crímenes.

Su corazón se detuvo por un minuto.—Te arrepientes por mí. Oh.—exhaló, sintiéndose como una tonta. Todo el acto de arrepentimiento fue simplemente otra mentira. Incluso si se dijera a sí misma que no le creería, que no confiaría en él, su corazón se hizo añicos un poco. No era culpa suya que ella fuera una tonta terrible.

Había una distancia inusual entre ambos y eso le estaba causando nerviosismo, ya que su voz parecía muy lejana.—Aún no me crees.—estas palabras se sintieron como fuego contra su piel, los latidos de su corazón resonaban en sus oídos.

—Pasaste toda tu vida mintiendo. Toda tu vida corriendo... soy solo otro peón en tu vida, Oscuro. ¿No?

—Tú y yo no somos tan diferentes.—afirmó.—Pasaste tu vida corriendo, escondiéndote, mintiendo, tratando de protegerte. Yo hice lo mismo. Todavía lo hago. Pero ese es el costo que debo pagar si quiero ganar esta guerra.

Liya se quedó allí por un segundo antes de moverse suavemente hacia atrás.—No se lo diré a nadie. Nadie me creería si lo dijera.—ella se dio la vuelta y puso su mano en la manija de la puerta, peor antes de que pudiera abrirla, sus palabras la detuvieron.

—No eres sólo otro peón en mi vida, Liya. Desearía que no significaras nada para mí porque no estaría plagado de sentimientos por ti. Pero tú eres... esperanza.—susurró la última palabra y su cuerpo se congeló.—Espero que haya algo que pueda salvarme a mí.

El cuerpo de Liya tembló, sus palabras la perseguían y presionó su frente contra la puerta:—¿Esperanza?—ella se burló, sacudiendo la cabeza y se giró para mirarlo.—¡Estoy desesperada! ¡Estoy indefensa! No puedo ser... una grisha normal. Sólo soy una carga. Siempre lo fui.

Podía oírlo acercarse a ella y su cuerpo se puso rígido un poco.

—Eres cualquier cosa menos eso. Desde que Fedyor te trajo aquí, estabas parada como un pequeño rayo de esperanza, Puedo recordar lo vacíos que parecían tus ojos, la forma en que temblabas, pero sobreviviste, aún así, e hiciste un milagro. Destruiste años y años de evidencias sobre grishas solo con tu existencia. Si no es esperanza, entonces, ¿Qué es?

Sus palabras se hundieron en su corazón. Durante todo este tiempo, se decía constantemente a sí misma que no valía nada. Que ella no valía la pena. Que ella era solo una carga. Y oírlo decir eso la hizo pedazos. Ella significaba algo para alguien.

Aleksander continuó:—Siempre he buscado la esperanza. Toda mi vida. Y cuando estás frente a mí.—dio un paso más cerca.—Cuando estás frente a mí, simplemente me siento vivo. Y puedes darte cuenta de que esto está mal. Yo mismo lo sé. No debería haberte traicionado y no merezco ser perdonado. Pero no puedes pedirme que me aleje. No puedo alejarme de ti.—la emoción en su voz era cruda y estaba parado justo frente a ella. Su escancia la envolvía, arrullándola y sintió cómo pequeñas lágrimas empezaban a caer por sus mejillas.

Todo lo que ella siempre quiso fue ser amada.

—No te pediré que me lo prometas porque no sé si te creería... pero, por favor, no soporto más este dolor.—se le quebró la voz al final.—Si realmente significo algo para ti, no me hagas daño otra vez.

Su cabeza se inclinó hacia adelante, golpeando su pecho, sin darse cuenta de que estaban tan cerca. Pero ella no retrocedió y simplemente se inclinó hacia adelante y vacilante lo rodeó con sus brazos. Ella lo sintió congelarse un poco, pero al segundo siguiente él le rodeó la espalda con los brazos y hundió la cabeza en el hueco de su cuello.

Porque al final del día, ambos se sentían increíblemente solos.

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