B
Elegiste la opción B. Veamos qué sucedió.
De inmediato, te pusiste boca abajo, con las manos y las rodillas en el suelo y, para terminar el proceso y así poder contárselo a tus parientes, te lanzaste hacia adelante, golpeando tu diafragma contra el piso y, de ese modo, el aire volvió a tus pulmones. El trozo de carne del diablo encontró un mejor sitio: el basurero.
Después de esta desagradable experiencia, la carne ya no te pareció tan apetitosa, a menos que no tuviera intenciones de acabar contigo.
Pasa al siguiente caso.
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