Sebastian Lauper
Hermione caminaba de prisa estaba muy enojada con Ron, no le cavia en la cabeza como podía comportarse de esa manera, ella no era un objeto de su posesión, ni necesitaba que se comportara de manera tan posesiva y egoísta, ser capaz de decir que aun la quería con tal de alejarla de Malfoy, era tanto como burlarse de su inteligencia.
El pelirrojo se había convertido en los últimos meses en todo un Don Juan, al inicio había comenzado a salir con Parvia, pero debido a que esta es la mejor amiga de su ex novia Lavender, no duro mucho, pero después debido a su nueva fama de héroe después de lo de Voldemort y gracias a ser amigo del salvador del mundo mágico, comenzó a salir con descaro con un sinfín de chicas del colegio.
En definitiva eso no le molestaba mucho a la castaña, era solo el hecho de que el pelirrojo hubiera cambiado tanto que no tomara en serio a ninguna de las chicas con las que frecuentemente salía, y que ahora le dijera que la seguía queriendo era además de absurdo, una escusa baja para intentar manipularla.
Tenía muy claro el gran odio que el Ron le guardaba a Draco, después de todas las humillaciones y desprecios, y de casi matarlo con el vino envenenado, y que de alguna manera lo seguía considerando un mortifago ex aliado de los que ocasionaron la muerte de su hermano, era algo abrumador y de alguna manera lo entendía, el pelirrojo había perdido a un miembro de su familia a manos de los mortifagos, pero debía entender que Malfoy se vio envuelto en terribles circunstancias que lo llevaron a ser aliado del innombrable, y que nunca participo de manera directa en todas las atrocidades que realizaron los mortifagos, aunque no podía decir lo mismo de su padre y su desquiciada tía, pero uno no escoge a su familia, que podía hacer el contra eso.
Entendía su resentimiento y el dolor por su perdida, pero no justificaba su comportamiento.
La castaña estaba a punto de llegar al cuadro de la señora gorda, cuando vio salir a Ginny y a Harry reflejando ambos por su aspecto que algo importante había ocurrido, tenían en sus rostros algo entre emoción y asombro. La pelirroja fue la primera en hablar en cuanto vio a su amiga. -Qué bueno que ya llegaste Hermi, nos dirigíamos a buscarte.
-¿Qué pasa?, los veo un poco alterados.-pregunto con cuidado la castaña
Harry no contesto la pregunta, se puso colorado y se limito a acercarse más a la castaña y preguntar en voz baja.
-¿Que guardas en tu mochila? es una caja de música muggle o algo por el estilo.
La castaña se asombro por la pregunta tanto que no supo que contestar solo se limito a decir -¿A qué te refieres?
-Hace un rato cuando Harry y yo estábamos solos en la sala común esperando a que regresaras, empezamos a escuchar algo así como música, pero era sumamente bella, no sabíamos que era, solo que provenía de tu mochila, y de repente empezó a vibrar y aunque era algo extraño, nos quedamos por no sé cuánto tiempo solo escuchando y sintiendo cosas maravillosas. -Dijo un poco sonrojada al igual que su novio al terminar de contar lo ocurrido.
Lo que no contaron por pena Ginny y Harry fue que perdidos en esa lluvia de sentimientos se comenzaron a besar como si su vida dependiera de ello, tan acaloradamente que casi pierden el control por completo, pasando a cosas mayores de no ser porque de repente reaccionaron cuando la música y las vibraciones que sentían a través de la mochila de Hermione cesaron. Ambos chicos agradecían que no estuviera nadie presente en ese momento en la sala común, si no hubiera sido algo bastante bochornoso, ver como se comían a besos con tanto amor, deseo y pasión.
Sin necesidad de palabras la castaña imagino por los rostros colorados de sus amigos todo lo que había ocurrido, pero no deseaba ponerlos en evidencia.
-Si quieren entremos de nuevo a la sala y les cuento. -Dijo la castaña entrando por el hueco del cuadro y detrás de ella entraron Ginny y Harry.
Ya en la sala común se sentaron en los sillones frente a la chimenea que eran sus favoritos. Hermione tomo su mochila y la abrió con cuidado, sacando el cofre que le regalo Malfoy.
-Este es el regalo que les comente. Aun no tengo toda la información que quisiera pero he avanzado mucho. -Sacando la llave que colgaba en su cuello abrió el cofre y les mostro el contenido, ambos chicos abrieron los ojos con asombro y la pelirroja se tapo la boca para no gritar de la emoción. -¿Es hermosa verdad? -pregunto la castaña a sus amigos que no salían aun del asombro.
-Es verdaderamente hermosa la gargantilla Hermione. -dijo por fin Ginny cuando salió del asombro.
-Bueno la música que escucharon, así como las vibraciones que sintieron las emitió la gargantilla, es algo muy extraño, que no puedo explicar del todo, pero al parecer influye y amplifica los sentimientos de quien la escucha, aunque lo curioso es que aparte de mi y ahora de ustedes, nadie parecía escuchar la música que emite.
-¿No es peligrosa? -pregunto desconfiado Harry.
-No lo creo, encontré una carta en la caja protegida bajo por un falso fondo, parece ser muy antigua y según lo que pude comprender, este era el regalo de compromiso que un tal Sebastián Lauper, le envió a su prometida. Por lo que creo no es peligroso, pero si sumamente mágico, el mismo habla de un don contenido en la joya, pero aun no descubro lo que es.
-¿Malfoy no sabe de que se trata? -ahora preguntaba con interés la pelirroja.
Hermione se sonrojo un poco antes de contestar -Lo que ocurres es que yo debo de averiguar la historia de la joya para podérsela regresar a Malfoy, fue el trato que hicimos, es que como pueden ver es algo muy valioso y no puedo aceptar quedarme con el regalo, pero Draco no lo quería de vuelta, así que acordamos que si averiguaba el origen y la historia de la joya él la recibiría de regreso si protestar.
-Entiendo. -Dijo la pelirroja. -pues es una verdadera lástima que no te la quieras quedar, es en verdad muy bonita, además de que lo que sea que produzca esa música es sencillamente maravilloso -suspiro recordando los apasionados besos que se dieron al escuchar las notas musicales, se sonrojo de nuevo y su novio la vio con complicidad y le beso tiernamente los labios.
-Bueno par de tortolos los dejo, voy a la biblioteca. -dijo mientras guardaba todo en su mochila. Nos vemos hasta la cena, porque por la tarde voy a salir con Malfoy.
Ginny y Harry giraron a verla conmocionados en cuanto pronuncio esas palabras, pero la castaña no les dio tiempo de reaccionar ya se encontraba saliendo por el hueco del cuadro.
Hermione no quería perder mucho tiempo en la biblioteca, quería arreglarse un poco para su cita con Malfoy, pero también estaba decidida a encontrar más información sobre la gargantilla, por lo que saco de la biblioteca varios libros de Historia de la magia, sabía que Sebastián Lauper, había luchado en alguna batalla pasada y debía ser un hombre importante y de dinero por el tipo de regalo que envió a su prometida, era un pista muy importante, esperaba encontrar algo que la llevara a descubrir el secreto que encerraba.
Caminaba por los pasillos del castillo, levitando un montón de libros apilados, mientras ojeaba otro pequeño libro que sostenía con su mano desocupada, caminaba distraída y sin ver mucho hacia adelante, sabía el camino de memoria así que no ponía mucha atención en lo que hacías. De haberlo hecho hubiera notado que cierto pelirrojo se percato de su distracción y choco con ella fingiendo que era un accidente.
-Perdón, venia distraído. -se disculpo el pelirrojo mientras sostenía muy de cerca a la castaña que perdiendo el equilibrio se tambaleo un poco y dejo caer el montón de libro.
Hermione lo miraba aun enfadada, no olvidaba aun las palabras del pelirrojo. -no hay problema yo también venia distraída. -dijo simplemente mientras con un movimiento de varita apilo de nuevo los libros y continuo su camino.
-Vamos Mione, no puedes seguir enojada conmigo, lo que te dije es cierto, te quiero ¿por qué no me puedes creer? -el chico la detuvo para que no siguiera caminando.
-Porque simplemente es ridículo, que a estas altura salgas con que aun me quieres Ron, ya habíamos aclarada esa parte de nuestras vidas, no funcionamos como pareja, solo podemos ser amigos, yo también te quiero pero no de esa manera y sinceramente dudo mucho que tú me quieras en realidad, siento que es más un capricho, y yo no soy juguete de nadie, así que si aprecias nuestra amistad en algo, ya deja las cosas por la paz.
-¿Qué puedo hacer para que me creas? -pregunto suplicante, pero de inmediato su tono cambio al enojo al recordar que fácilmente pudo perdonar al rubio. - Como si puedes darle una oportunidad al estúpido de Malfoy y a mi me niegas una oportunidad de demostrarte que mis sentimientos son reales.
-Son cosas muy distintas Ron, el ha cambiado mucho para mejorar, por el contrario que tu, la actitud y la manera en que tratas a las chicas con las que sales me parece detestable, tu también has cambiado mucho pero lo que veo no me agrada. Además seamos realistas tu y Harry son mis mejores amigos, no quisiera que esa terquedad tuya nos aleje.
-No es terquedad Hermione yo te quiero, es verdad que no me agrada Malfoy y que no quiero que este cerca de ti, pero eso no tiene nada que ver con mis sentimientos hacia ti.
-Ese es tu problema Ronald tu odio es lo que no permite que te des cuenta que ha cambiado y es una buena persona, además solo es mi amigo y por mucho que no te agrada seguirá siéndolo
-Pero él quiere algo más que ser tu amigo. Se nota que tiene otros intereses, no seas ingenua, trata de aprovecharse de ti. -contesto el pelirrojo en un tono más alto que dejaba ver su enojo.
-No soy tan tonta como crees, no tienes porque subestimarme de esa manera, me consideras tan poca cosa como para que alguien no se puede interesar en mi sinceramente. -La irritación de la castaña estaba llegando a niveles alarmantes, tenía la cara roja por la indignación.
-No… no es eso. -tartamudeo el pelirrojo. -Es solo que Malfoy no te merece y parece que no te das cuenta de eso.
-Aunque no lo creas me doy cuenta de muchas cosas Ronald, noto que la aberración que sientes contra Malfoy te lleva a hacer y decir estupideces. Solo lo voy a repetir esta vez, Draco es mi amigo, no te puedo obligar a que te lleves bien con él, pero no esperes que me aleje simplemente porque a ti no te parece nuestra amistad. Tu eres mi amigo y ahora el también lo es. -La castaña se alejo seguida por una pila de libros flotando, dejando al pelirrojo completamente decepcionado.
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En el gran comedor estaba Pansy y Adán haciendo sus deberes de Estudios muggles en la mesa de Ravenclaw, el rubio no lucia muy animado a pesar de que la chica intentaba por todos los medios de distraerlo.
-¿Qué te ocurre Adán? -pregunto dulcemente la morena, tenía claro que el problema del chico tenia por nombre Hermione, pero necesitaba intentar que la olvidara, y no se le ocurría otra mejor manera que intentar consolarlo por sus penas sentimentales, tal vez así el chico se diera cuenta que le interesaba.
-Estoy bien. -contesto distraídamente, sin atreverse a mirar directamente a la morena.
-Pues no lo parece, te ves ausente y algo triste. -la chica apesarada se acerco un poco más al rubio que estaba sentado a su lado, coloco una mano sobre la mano del chico para que este dejara de escribir un momento y le prestara atención. -Sueles ser más alegre, me preocupa verte así.
Adán se sonrojo un poco al sentir la mano de la chica sujetando la suya y la miro a los ojos, la morena lo miraba fijamente de manera coqueta, sabía que era muy bonita, pero ahora que la veía tan cerca podía darse cuenta que era mucho más hermosa de lo que hubiera imaginado. Le sonrió tímidamente sin saber que decir y se sonrojo aun más cuando la chica le giño un ojo y le correspondió la sonrisa.
-Así me gusta, me encanta verte sonreír te ves mucho más guapo. -Dijo la morena, haciendo que el chico se sonrojara aun más, soltó su mano suavemente para que siguiera escribiendo, mientras ella tomaba su pluma y escribía también en otro pergamino.
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Malfoy se encontraba sentado en la mesa de Slytherin, la hora que había fijado con Hermione se aproximaba, se encontraba un poco nervioso, a pesar de su imperturbable altivez, tomaba valor para por fin revelar sus sentimientos a la chica. De no haber sido por la intervención del pelirrojo de Weasley posiblemente lo hubiera confesado sus sentimientos a la chica cuando estuvieron a la orilla del lago.
Ya cálmate -pensaba el rubio. -Despues de todo que es lo peor que puede pasar, que me diga que no quiere nada conmigo, no es tan malo, solo me moriría. Pero si me dice que si, como le explicare a mi madre que estoy enamorado de Hermione. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?
Una mano toco su hombro sacándolo de sus pensamientos, giro para ver de quien se trataba y lo que vio lo hizo sonreír, era su amada castaña, se había arreglado para la ocasión, se veía verdaderamente hermosa, claro que siempre se veía asi, pero hoy estaba espectacular. Llevaba el cabello suelto lleno de rizos que caían ligeros sobre su espalda, su rostro se veía radiante con sus mejillas levemente sonrojadas, llevaba un pantalón blanco sumamente entallado, una blusa azul celeste de cuello alto que armonizaba con el color de su piel, botas altas y sobre su mano llevaba una gabardina por si el día se tornaba frio se veía sencillamente perfecta para los ojos del chico, que galantemente se levanto de su asiento para pararse a un lado de la chica, que le sonreía animada.
Algunas miradas curiosas los asechaban, varios pares de ojos no perdían detalle de lo que ocurría, que podían estar haciendo una Gryffindor con un Slytherin, claro que se rumoraban muchas cosas sobre ellos, pero aun no se confirmaba nada, así que la mayoría de los alumnos se habían hecho a la idea de que era mentira que tuvieran algún tipo de relación.
Lavender le dio un pequeño golpe con el codo a Parvia para que viera en dirección a la mesa de las serpientes, estaban de pie a un lado de la mesa platicando, quizás debatiendo sobre sus planes de clase pensaron las chicas, después de todo Hermione era tutora de Draco, pero casi se desmayan de la impresión cuando vieron como se dirigieron a la mesa de Gryffindor y se sentaban uno al lado del otro como si fuera lo más natural del mundo.
El gran comedor se comenzaba a llenar la hora de la comida se acercaba, muchos detenían su caminar a sus respectivas mesas cuando veían con asombro e incredulidad que un rubio famoso por su sangre pura y su desprecio a los hijos de muggles estaba sentado en una mesa que no le correspondía, un lugar que estaba prohibido para alguien como él. No daban crédito a lo que pasaba.
Por otra parte Hermione estaba bastante nerviosa, pero trataba con todas sus fuerza no quedar en evidencia delante de Draco, hablaban de trivialidades, un poco de pociones que harían en sus próxima clases, así como algo de volar y no podía faltar la típica platica sobre el quidditch. Habían permanecido todavía en el castillo porque la castaña prefería comer ahí antes de salir Hogsmeade, Draco no replico a él le bastaba estar en compañía de la chica, aunque de no ser por ella jamás se sentaría en la mesa de los leones.
El rubio mentiría si no reconociera que sentía un poco de incomodidad estar sentado en aquella mesa, pero le reconfortaba encontrarse al lado de la chica.
-Te sientes incomodo al estar aquí verdad. -Pregunto la castaña al detectar un poco de contrariedad en el rostro del rubio.
-Siendo sincero si, en cuanto me vean aquí Potter y Weasley tendremos problemas. -comento el rubio, viendo hacia la puerta de entrada.
-Quizás con Ron, es bastante testarudo, pero es buena persona. -Dijo suspirando la chica al recordar la pelea que tuvo con el por la mañana.
-Se que no me tolera, y la verdad el sentimiento es mutuo. -contesto con desprecio. -No necesito de su patética amistad
-Te recuerdo que es mi amigo, y no voy a permitir que hables de él de esa manera. -La castaña se enojo al instante por manera despectiva con la que hablaba de su amigo. -No espero que sean amigos, pero tampoco voy a tolerar que lo ofendas.
Malfoy sintió hervir su sangre cuando la chica defendió de aquella manera al pelirrojo. Los celos de nuevo lo invadían, no podía olvidar que Weasley y la castaña fueron novios en el pasado. -Así que sigues enamorada de Weasley, para defenderlo de esa manera tienen que ser algo más que amigos. -Soltó el rubio con arrogancia, aunque no pudo evitar que sonara un poco desanimado.
Hermione reconoció las viejas actitudes de Malfoy, las conocía bastante bien después de tantos años de sufrir sus desprecios.
-Creo que no tengo por qué darte explicaciones sobre mi vida. -dijo secamente la chica
-No es que se algo que me interese mucho, es solo mera curiosidad, aunque no creo que te pueda ofrecer la gran cosa el muy mediocre. -mintió el rubio tratando de restarle importancia, pero a decir verdad la contestación de la chica lo hizo enojar aun mas, era acaso que la castaña si estaba interesada aun el estúpido de Weasley.
-Te voy a hacer un favor, ya que no puedes ni quieres estar aquí, es mejor que regreses a tu mesa, eso de salir juntos es un gran error. Bastante tengo ahora con tratar de convérselos que has cambiado y darme cuenta que me equivoque es algo bastante desagradable, me doy cuenta que sigues siendo el mismo de antes, el que se divierte menospreciado a los demás. -Contesto la castaña mirándolo a los ojos con profunda decepción.
Malfoy no supo que contestar, se acababa de dar cuenta que se dejo llevar por los celos y acababa de perder su gran oportunidad, le partía el alma la manera en que lo miraban los ojos castaños de la chica, una mezcla entre tristeza y decepción, se levanto de la mesa abatido lentamente tratando de proyectar esa seguridad que ahora no poseía y camino hacia la salida, dejando a Hermione sentada sola. La castaña después de unos minutos se levanto tranquilamente también de la mesa y se fue rumbo a su sala común, su salida a Hogsmeade se había arruinado, después de todo era obvio que algo así no funcionaria.
Se sentía sumamente triste, pero ya no se iba dejar vencer por el abatimiento, era una Gryffindor, tenía que ser valiente y afrontar las cosas como son, estaba profundamente enamora, pero ese amor no iba a hacer que perdiera sus principios, no le permitiría a Malfoy que volviera a desprécialos como en el pasado.
Decidida llego a su sala común y subió a su habitación, después de unos minutos bajo de nuevo ahora con una pila de libros que levitaban, los coloco sobre una mesita frente a su sillón preferido y se dispuso a buscar la información que necesitaba. Quería desprenderse lo más pronto posible de la gargantilla, no la creía peligrosa del todo, pero la hacía sentir vulnerable de muchas maneras, no debía permitir de nuevo dejarse llevar por sus sentimientos cuando la tenía cerca y comenzaba a vibrar.
Después de unas horas y de un par de libros que había leído buscando información relacionada con Sebastián Lauper, por fin parecía que encontró algo.
El príncipe Sebastián Lauper, Hijo de los reyes de Pembroke Joaquín y Ana Lauper, lucho en la batalla en contra de la Dinastía Sajonia quienes mataron a cientos de magos y brujas, además de esclavizar y torturar a muggles inocentes. La historia lo describe como el liberador muggles más grande de la historia mágica, de las familias reales más prominentes de su época, de casta pura e indomable espíritu de lucha para defender a los desprotegidos.
La dinastía Sajonia era liderada por el Conde Vladimir, sanguinario vampiro que mato sin piedad a pueblos completos, torturando, matando y saqueando todo a su paso.
Hermione estaba emocionada ante la noticia, no podía creer que al fin sabia quien era Sebastián, y no se había equivocado en pensar que era alguien importante, era un príncipe y al parecer muy valiente y justo. Continuo leyendo la castaña emocionada, hasta que encontró algo que le borro por completo la sonrisa de satisfacción que tenía en sus labios y la sustituyo lagrimas tristes que comenzaron a rodar por su mejilla. ¿Cómo era posible que esa historiar terminara de esa manera?
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Un puño se impacto fuertemente contra la pared de piedra, Malfoy estaba enojado por su estupidez, como no pudo lograr mantener a raya sus celos, porque le había hablado de esa manera a Hermione, acababa de dejar pasar la oportunidad de pasar la tarde con la chica, pero lo que más le molestaba y le preocupaba es que dudaba que la castaña le diera otra oportunidad.
Desesperado y sin saber muy bien qué hacer, se dirigió a su habitación, escribió una nota y la envió con su lechuza. Necesitaba arreglar las cosas, debía intentar solucionar lo que provoco su arrogancia y su arranque de celos.
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