El Regalo
Ya en su habitación, recostada sobre su cama Hermione sostenía el paquete en sus manos debatiéndose internamente entre abrirlo o regresarlo a primera hora por la mañana. No podía negar que sentía una gran curiosidad por el contenido, pero aun recordaba las palabras de Malfoy, si lo aceptaba sería tanto como cobrar por salvarlo y eso no iba bien con ella.
Se sentía sumamente cansada, no había dormido muy bien la noche anterior en la enfermería y había sido un día difícil, pero no lograba conciliar el sueño, su mente se encontraba llena de imágenes que no se querían ir.
Recordaba con toda claridad su preocupación y su miedo cuando Malfoy estaba tumbado en el piso sin moverse, casi sin vida, pensaba en sus ojos grises como perdían a cada segundo su luz, su frio tacto y su débil respiración, y después, solo después de revivir esa angustia se refugiaba en el recuerdo de sus fríos y suaves labios presionados por los suyos.
Cerró los ojos y por primera vez desde lo ocurrido, deseo revivir ese momento, podía recordar lo agradecida que se sentía por percibir una lenta respiración que poco a poco recobraba el ritmo, unos profundos ojos grises recobrando la luz y el brillo, sus mejillas tomando un color rosado y sus labios cada vez más cálidos.
Ya no podía mas, dejo el paquete sobre su mesa de noche y corrió el dosel de su cama dispuesta a vaciar su mente para poder dormir, ya era demasiado tarde para estar pensando en tonterías, ya estaba cansada y moleta consigo misma por tener esos pensamientos, ya mañana decidiría que hacer con el regalo. Ya no quería pensar en eso, al menos por esa noche.
A la mañana siguiente, se levanto temprano, aun se sentía cansada pero un poco más animada. Decidida se levanto de la cama, parecía que ya tenía claro que iba hacer con el obsequio de Malfoy.
Después de cambiarse, tomo el paquete aun sin abrir que le había envido Malfoy y lo guardo en su baúl, tomo un pedazo de pergamino y redacto una carta, que doblo con cuidado y guardo en su túnica, salió silenciosa para no despertar a Lavender y Parvia que aun dormían plácidamente por ser sábado, bajo las escaleras de la sala común y salió por el hueco del cuadro con dirección a la lechuceria, no quería pedirle a Ron su Lechuza, porque sabía que la interrogaría sobre la carta y no quería dar explicaciones, además como necesitaba enviarla de inmediato tomaría una lechuza de la escuela.
Entro en la lechuceria y tomo una pequeña lechuza parda que amablemente se había acercado para que le atara en su patita la carta.
-Entrega esta carta a Draco, esta con su familia en la mansión de los Malfoy y por favor esperas la respuesta. Muchas gracias. -dijo la castaña sonriendo a la pequeña lechuza que parecía que había comprendido muy bien las indicaciones y extendiendo sus alas se alejo.
Hermione la vio alejarse hasta que se convirtió en un pequeño puntito en el cielo azul, para después perderse en la lejanía. En ese momento entraba un muchacho que también llevaba una carta en sus manos.
-Hola Adán, -Saludo la castaña.
-Hola Granger, buenos días, que haces tan temprano levantada, deberías de aprovechar que es sábado. -Contesto el muchacho sonriendo y amarrando su carta a la patita de una lechuza negra que se ofrecía para hacer el entrego.
-Ya no es tan temprano como crees, además acostumbro levantarme temprano.-dijo sonriendo la castaña.
-Se me olvidada que siempre eres muy madrugadora. -dijo el chico
- Mmmmmm y como sabes eso, si yo te lo acabo de decir.
El muchacho se sonrojo un poco y encogiéndose de hombros le dijo. -Es que te veo siempre muy temprano, en la biblioteca o en el comedor.
-Bueno es que me gusta aprovechar el tiempo, por eso me levanto temprano, y tú que escusa tienes para estar en sábado levantado a estas horas y enviando cartas.
-A decir verdad, mi mama está un poco enferma y quiero saber cómo se encuentra.
-Que mal, espero que no sea nada grave.-contesto con pesar la castaña.
-No te preocupes, es solo un resfriado, pero gracias por preguntar.
-No tienes nada que agradecer.- dijo dedicándole una sincera sonrisa de alivio. - Aprovechando que te veo, no sé si te informo el profesor Slughorn que voy a ser tu tutora y me gustaría ponerme de acuerdo para los horarios.
-Sí, aunque no era necesario que me lo dijera, yo sabía que si alguien necesitaba ayuda sería yo, estoy muy mal en pociones.-contesto desanimado el chico.
-Animo veras que vas a mejorar pronto.
-Gracias Granger, creo con una maestra como tú me ira mucho mejor-contesto Adán en tono coqueto.
La castaña se sonrojo un poco con el comentario y cambio rápidamente el giro de la conversación. -Te parece si vamos a desayunar al gran comedor y ponernos de acuerdo también con Ron y Pansy. Ya después me pondré de acuerdo con el que falta.
-Claro Hermione, vamos. -dijo mientras se hacía a un lado para cederle el paso a la castaña.
Hermione no quiso mencionarle al Ravenclaw, que el otro compañero era Malfoy, ya no quería alimentar más los rumores.
Ya en el comedor esperaron a que llegara Ron y le hablaron a Pansy que estaba sentada con sus compañeros de Slytherin, mucho más animada, al parecer sus compañeros le habían perdido el miedo y la estaba perdonando, todo gracias al gesto amable que tuvo Hermione con ella.
Pansy, Adán, Ron y Hermione acordaron que era mejor un día para cada uno, para que así no se juntaran los deberes que tenían con las demás asignaturas, por lo cual el Martes le tocaría a Adán, el Miércoles a Pansy y a Ronald el Jueves, que eran los días que coincidían sus horas libres con las de la castaña.
-Entonces ya que estamos de acuerdo, la próxima semana empezamos. -dijo segura la castaña.
-Si, solo falta que te pongas de acuerdo con Malfoy. -dijo sin pensar el pelirrojo, lo que hizo que ganara una mirada asesina de la castaña.
-No sabía que Draco tomaría también la clase extra. -contesto extrañada la morena.
No le quedo mas remedio a Hermione que contestar. -Sí, también está en la lista que me dio el maestro.
-Que lastima. -dijo Adán decepcionado.
-Lástima porque, -pregunto la castaña
-No por nada…. -Dijo dudando el muchacho, al parecer se le había escapado el comentario.
-Bueno ahora si a comer que me muero de hambre. -Exclamo el pelirrojo, mientras llenaba rápidamente su boca con comida.
-No cambia Ronald, eres un glotón. -Todos rieron por el comentario de Granger.
Después de que todos habían terminado y se disponían a ir, la castaña fue detrás de la Slytherin.
-Pansy antes de que te vayas quería pedirte un favor, tengo un paquete de Malfoy y quería saber si puedes guardarlo, para entregárselo cuando regrese de su casa.
La morena dudo un poco pero termino aceptando. -está bien, no hay problema Granger, yo se lo entrego. ¿Pero se puede saber qué es?
-Pues a decir verdad no lo sé, me lo envió pero no lo quise abrir y no pienso hacerlo.
-¿Por qué no?
-Porque lo que sea que contenga ese paquete me lo dio pensando que con él podía recompensarme por ayudarlo, y no es necesario, ya se lo había dicho pero no me hizo caso, no quiero su gratitud, ni nada que pueda darme o comprarme con su dinero.
-Deberías aceptarlo, después de todo te lo mereces. -contesto convencida la morena
-Ese es el punto Pansy, no quiero que piense que lo hice por el interés de obtener algo a cambio, no se trata de merecerlo o no.
-Entonces porque lo salvaste.
-¿Crees que sería capaz de dejarlo morir?
-No es eso, es solo que no entiendo tus razones.
-Simplemente porque no quería que muriera, no lo merecía, Malfoy ha cometido muchos errores pero en el fondo, tal vez muy en el fondo no es tan malo como aparenta ser, bueno eso creo y merecía una oportunidad para demostrarlo. No sé si el té ha contado, pero cuando nos llevaron detenidos a la mansión de su familia cuando nos enfrentábamos al señor tenebroso, fingió no reconocernos, lo vi arrepentido y muy abatido por lo que estaba pasando, al final nos descubrieron pero al menos a su manera intento ayudarnos. Por eso creo que merecía vivir y demostrar que puede hacer las cosas mejor. Espero no equivocarme con él. Y te agradecería mucho que no le cuentes nada de lo que te he dicho. Tiene que darse cuenta por si mismo que a mí no me debe nada, lo que haga o deje de hacer se lo debe a él. -Contesto Hermione muy segura
-Creo que ya lo entiendo y no te preocupes no le diré nada. Yo también te debo mucho y sé que tengo que cambiar muchas cosas, -Dijo la morena firmemente
-Me alegro por ti. Sabes que en mi puedes tener una amiga, Claro que si tu quieres. -Dijo Hermione tranquilamente
-Me encantaría. -Dijo sin más la Slytherin con una gran sonrisa en los labios.
-Bueno, entonces voy por el paquete a mi habitación y nos vemos aquí a la hora de la comida para entregártelo.
-Muy bien, entonces nos vemos mas tarde. -Dijo la morena despidiéndose.
Hermione le correspondió la sonrisa y se encamino a su sala común. Ya en la habitación se dirigía a abrir el baúl, pero en la ventana se escucho un suave golpeteo, al voltear vio afuera de la ventana la magnífica lechuza de Malfoy. Se imagino al verla que el rubio se había negado a usar la lechuza de la escuela y mandaba en su lugar la suya.
Abrió la ventana y la dejo entrar, la lechuza se poso elegantemente sobre su brazo para que pudiera desatar la carta, en cuanto la pudo quitar el ave voló y se poso en la cabecera de la cama, parecía que esta vez esperaba respuesta. Se sentó en la orilla de la cama y leyó la carta que acababa de recibir.
Granger:
Me quedo claro que no quieres nada de mí, pero si no fueras tan estúpidamente orgullosa y hubieras abierto lo que te envié, te darías cuenta que en partes es lo que le pediste a mi madre, encontraras una carta escrita por ella para Parkinson.
Lo demás para tu alivio no es nada que allá comprado con mi dinero, es simplemente algo viejo que ya tenía y no me interesaba conservar y que va muy bien con tu personalidad de sabelotodo. Pero me da igual si te lo quedas, lo tiras o lo regalas, pero te aclaro que no lo quiero de vuelta, así que has lo que creas conveniente, que no me importa en lo más mínimo.
Sobre lo que me informaste de ser mi tutora, te aviso que no me interesa que seas tú o cualquier otra persona, solo tendré que soportar tu patética presencia y si eres tu quien se quiere liberar de mí, no te lo pondré fácil, así que si quieres habla con McGonagall y dile que eres una cobarde que tienes miedo de enfrentarme para que alguien más capaz que tu sea mi tutor.
Y aunque no creo que te haga muy feliz, ya me encuentro bien.
Draco Malfoy
La castaña se levanto molesta y arrugo con fuerza la carta que tenía en sus manos. Como se atrevía el rubio a decirle cobarde, ella no era ninguna miedosa, y si creía que se rendiría estaba muy equivocado, aunque él no quisiera, ella iba a lograr que mejorara en pociones, ahora lo haría por orgullo y amor propio.
Se dirigió al escritorio y tomo un pergamino en el que redacto con trazos fuertes que demostraban lo enojada que se encontraba, por lo menos ahora no iba a necesitar ir hasta el lechucero, ya que el ave blanca la veía con atención desde la cabecera de la cama, suponía que Malfoy necesitaba respuesta y por eso le había pedido a su lechuza que esperara, tal vez quería saber si iba a hablar con McGonagall para cancelar las clases. Duro unos minutos escribiendo, coloco el trozo de pergamino en un sobre, pero antes de enviarla, se dirigió a su baúl, saco el paquete que le había enviado antes el rubio y lo abrió.
Al desenvolver el paquete encontró un sobre que tenia escrito el nombre de Pansy Parkinson con una hermosa caligrafía, esa debía ser la carta que le menciono Malfoy, era la disculpa de su madre para la morena.
La carta estaba colocada sobre un cofre de madera, por lo que se podía apreciar era muy antiguo, estaba finamente tallado, tenía en relieve figuras hermosas de ángeles y algunas nubes, sin duda era un trabajo exquisito, dicha caja era de color ocre con los relieves dorados, tenia al frente una cerradura que parecía ser de oro, al igual que la llave que estaba pegada a una pequeña nota que tenía algo escrito.
"Lo más valioso que contiene este cofre es la Historia que guarda en su interior"
Hermione tomo la llave, la introdujo en el cerrojo y la hizo girar, sentía gran curiosidad por lo que contenía, pero quizás lo que más la intrigaba era la nota. Según lo que le digo el rubio no la había comprado, lo que quería decir que ya lo tenía, y siendo tan antiguo como parecía el cofre tenía que haber pertenecido a su familia desde hace varias generaciones, lo que lo convertía en algo invaluable. Duro unos instantes debatiendo si debía o no levantar la tapa, al final cedió a su curiosidad y lo abrió.
Dentro encontró una hermosa gargantilla de esmeraldas verdes, eran una sublime pieza, forjada en lo que parecía oro blanco, sin duda valía una fortuna, pero no era solo una joya hermosa, se podía sentir que contenía en si misma algo mucho más importante, era algo mágico.
La castaña comprobaba que no se había equivocado respecto a Malfoy, deseaba pagarle con esa hermosa joya, pero lo que aun no comprendía era cual era la historia que encerraba esa pieza, cuál era el secreto que guardaba, no dudaba que el rubio la estaba probando de alguna manera. Decidió que entonces dos podían jugar ese juego, abrió el sobre que ya tenía preparado y saco de nuevo el pergamino, tomo pluma y tinta para agregar al final algunas líneas, al terminar lo doblo de nuevo y lo metió en el sobre. Se acerco a la lechuza para atarle la carta, después le ofreció el brazo para que subiera y poderla acercar a la ventana para que llevara la respuesta a su amo.
La vio alejarse con su majestuoso vuelo, hasta que se alejo tanto que ya no pudo verla más. Coloco la gargantilla de nuevo en el cofre y lo cerró, la llave la colgó en una cadena que llevaba al cuello con la finalidad de no perderla, guardo todo en su baúl, menos la carta para Parkinson que pensaba darle en la comida, sabía que le iba alegrar recibirla.
La castaña ahora esperaba una respuesta de Malfoy para saber que haría con el peculiar regalo que recibió.
Sostuvo la pequeña llave que ya colgaba de su cuello con muchas preguntas en mente, que espera pronto poder contestar.
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En la mansión Malfoy, el rubio se encontraba en su habitación, sentado en un cómodo sillón, que se encontraba colocado frente a un gran ventanal que tenía una magnífica vista del jardín de la mansión, se encontraba observando el paisaje, en una de sus manos sostenía la carta que le había enviado Hermione con una lechuza de la escuela, como respuesta al regalo que le envió, la había leído varias veces se notaba por lo arrugado del pergamino; mientras que con los dedos de su otra mano tocaba sus labios, aun recordaba la sensación que tuvo mientras la chica presionaba su boca con sus labios, no podía olvidarlo había sido tan reconfortante, tan diferente e inesperado, que no sabía cómo ese simple contacto lo hiciera sentir de esa manera.
Se puso a recordar como había comenzado todo, ese día era su cumpleaños y nadie lo había recordado o mejor dicho a nadie le importaba ya, y al parecer tampoco a su madre que ni siquiera lo había felicitado como lo hacía cada año, enviándole una tarjeta de felicitación anexa a un enorme y costoso regalo, que recibía en su habitación a primera hora de la mañana. Esta vez su cama estaba vacía, ni regalos al pie de la cama, ni tarjetas de felicitas donde le dijeran cuan felices estaban de que cumpliera un año más de vida.
Se levanto desganado y se vistió para bajar a desayunar antes de comenzar las clases, tan impecable como siempre lucia su uniforme cuidadosamente planchado, con los colores de su casa verde y plata. Salió de su habitación mentalizado y resignado de que sería un día como cualquier otro. Solo le dolía y frustraba un poco darse cuenta que no tenía amigos, toda amistad se acabo en el momento en que su familia cayó en desgracia. Antes todos querían estar a su lado y con orgullo presumían que eran amigos del gran Draco Malfoy, y ahora todos aquellos que se decían sus amigos le daban la espalda, lo evitaban incómodos y temerosos porque era un exmortifago.
Solo una persona entre todos había resultado no ser una hipócrita. En la sala común de Slytherin lo esperaba una linda chica morena de cabello negro y buena figura, quien se arrojo a sus brazos con alegría y le planto un beso en cada mejilla mientras le felicitaba por su cumpleaños.
Pansy Parkinson era la única amiga que tenia. La morena le había convencido de escaparse por la noche de las rondas de perfectos para darle al rubio su regalo de cumpleaños. De mala gana Draco acepto más por el entusiasmo de su amiga que por convicción propia. La chica lo llevo de la mano hasta el salón de pociones y de una estantería saco un pequeño frasquito que había escondido detrás de unos libros de pociones.
-Yo misma la prepare. -Dijo orgullosa la morena. -No fue nada fácil es muy complicado elaborarla y lleva algo de tiempo. -Le extendió el frasco para que Draco lo tomara. Pansy le explico que se trataba de la poción de Fenix Felicity y que al tomarla le daría la felicidad absoluta, Malfoy dudaba pero al fin accedió a tomarla.
Destapo el pequeño frasco que contenía una sustancia espesa en color gris, puso la boquilla del frasco en sus labios y lo inclino bebiendo rápidamente el contenido. Lo que paso después no lo recordaba con claridad, solo un ardor intenso en la garganta en cuanto trago el líquido, al instante sintió un fuerte dolor en el pecho, no podía hablar y su cuerpo no le respondía, el frasco resbalo de su mano, escucho un grito de Pansy y se cayó sin poder evitarlo en el piso de piedra.
Al llegar a ese punto en sus recuerdos Draco no pudo evitar volver a acariciar sus labios y sentir un ligero hormigueo en ellos. Aun no sabía bien que lo perturbaba tanto, si no había sido un beso propiamente dicho, además ya había besado en incontables ocasiones a diversas chicas, entonces que era distinto ahora, si ni siquiera había sido un beso real, el estaba inmóvil y frio y por lo poco que podía recordar sentía como su corazón latía cada vez más débil y lentamente, escuchaba voces lejanas, pero no podía entender lo que decían, su mente se encontraba nublada por el efecto del veneno, su garganta le ardía, veía solo sombras, manchas borrosas, sus ojos a pesar de estar abiertos no podía distinguir las cosas con claridad, en algún momento solo sintió una presión en su cara adormecida, algo pegado a su boca y un liquido tibio y amargo pasar lentamente a través de sus labios fríos y llegaba a su adolorida garganta proporcionándole un infinito alivio.
Ya no escuchaba voces, le parecía que se encontraba solo aun tendido en el duro piso de piedra, pero había algo suave sosteniendo su cabeza y aun sentía esa extraña presión en su boca y aun resbalaba por su garganta el elixir que lo separaba de la muerte. Conforme su corazón latía con mayor fuerza su mente comenzó a aclararse y sus ojos desenfocados comenzaron a ver cada vez más.
Pero no podía ser real, debía de tratarse de un sueño, tenía que serlo, de que otra manera la sangre sucia de Granger podría estar haciendo lo que hacía. Como podía ser real aquello que ocurría, como podría ser posible que la castaña estuviera tomando sus mejillas de esa manera manteniendo su dulce boca sobre sus fríos labios, como podía seguir así por tanto tiempo con sus labios pegados a los suyos.
Draco podía percibir conforme recobraba sensibilidad, la respiración de la muchacha contra su rostro e incluso el agitado ritmo de su corazón, la chica lo miraba con preocupación, sus ojos estaban llenos de miedo y angustia, aquellos ojos castaños eran profundos y demostraban tantas cosas a la vez. Como podía ser posible que ella, su enemiga, una sangre sucia, hija de muggles, lo mirara de esa manera. Seguía pensando que era un sueño, un raro pero bello sueño.
Sentía una ola de calor inundar su pecho y el color subir a sus mejillas, mientras veía aun sin poder moverse, como seguían con los labios unidos, y como la mirada de la muchacha cambiaba del miedo y la preocupación, a un profundo alivio e incluso felicidad. Tuvieron que pasar así algunos minutos, pero no estaba seguro cuanto tiempo fue, parecía que el tiempo pasaba más lento, como si no quisiera avanzar, para obsequiarles unos instantes mas así.
Pero alguien llegaba de manera apresurada rompiendo el encanto, la castaña murmuro unas palabras y sonrió levemente de una manera que el rubio solo podía describir como encantadora y después simplemente se desvaneció.
Ahora la castaña estaba inconsciente con la cara apoyada en su pecho, el cabello suave y tupido de la chica sobre su cara, tenía un agradable aroma a canela y sentía el calor emanando de su cuerpo, quería moverse para ayudarla pero aun no podía hacerlo del todo, solo logro con mucho esfuerzo mover su mano y tocar su sonrosada mejilla, pero alguien ya la estaba levantando, alejándola de él.
Solo después de que los llevaran a la enfermería y pasadas unas horas, en las que hizo efecto por completo el antídoto que le había dado la castaña, pudo comprobar que no había sido un sueño y por increíble que pareciera esa chica que seguía dormida en una de las camas contiguas le había salvado la vida.
Malfoy suspiro mientras recordaba todo aquello que había pasado ese día, aquello que lo había hecho cambiar de opinión respecto a la castaña, que siempre había considerado inferior y detestable. Estiro la carta y volvió a leerla, quería seguir recordado a la castaña.
Malfoy:
Agradezco tu regalo, pero no lo acepto. Pensé que había sido clara al decir que no quería nada tuyo, no me debes nada. Si no te regrese el obsequio junto con esta carta, es porque no quiero fomentar mas las murmuraciones que circulan en el colegio desde lo ocurrido, en los que nos relacionan, a tu regreso sabrás a que me refiero. Decidí que la mejor manera de devolvértelo es por medio de tu amiga Parkinson.
Aprovecho para avisarte que a partir de la próxima semana seré tu tutora en pociones por órdenes de McGonagall, y como se que no será eso de tu agrado, porque tampoco es del mío, te sugiero que hables con ella para que te asigne a alguien más.
A pesar de todo espero que ya te encuentres mejor.
Hermione Granger
La última frase en la carta lo hacía sentir feliz, aunque sabía que no era posible, le hacía ilusión creer que la castaña pudiera estar preocupada por él.
En ese momento entro por una ventana abierta su lechuza, de manera nerviosa se dirigió a ella, le sorprendía ver que no había regresado el cofre que le había obsequiado a la castaña, de alguna manera imaginaba que se lo iba a devolver tarde o temprano, pero por el momento la lechuza ahora solo traía una carta como respuesta.
Desato el sobre de la lechuza, y le pidió que se retirara a descansar. El corazón del muchacho latía fuertemente mientras abría el sobre y se disponía a leer, se sentó de nuevo en el sillón que había estado momentos antes.
Mientras leía con interés surgió en su rostro una sonrisa de triunfo, su plan había resultado, después de todo Hermione no era ninguna cobarde y además era muy orgullosa. Representaba para ella un reto enfrentarlo. Pero al continuar su lectura no pudo más que sorprenderse, abriéndolos ojos como plato y palideciendo un poco, al final de la carta la castaña había agregado algunas condiciones, que el rubio no se esperaba.
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