Cumple Con Tu Destino

Ahí estaba tendida en la cama, perecía que dormía, tenía los ojos cerrados y su rostro pálido y demacrada, pero aun asi estaba hermosa, sus finas facciones eran enmarcadas por su cabello ondulado castaño extendido por la almohada, sus delgadas manos descansaban sobre su abultado vientre, se veía esplendorosa, sin importar la enfermedad el embarazo le daba un aire bello, femenino y delicado, la sublime  apariencia de una mujer que procrea  la vida.

Sebastián la miraba con sus ojos inundados de lágrimas, su corazón débil y enfermo latía de nuevo con fuerza ante esa imagen. Después de creerla muerta había perdido toda ilusión y esperanza, no pensó volver a verla y eso le daba la más grande felicidad, ver aquel vientre pronunciado resaltar de entre las sabanas era algo supremo.

El príncipe se sentó en  un costado de la cama con ayuda de Azula. La bruja tomo de la mesa cercana el cofre y saco el broche que coloco en el pecho del joven atorado de su túnica del lado izquierdo. Después de ponerlo el chico se sintió un poco mejor.   

-Elizabeth despierta, abre tus ojos alguien vino a verte. -dijo la bruja Azula delicadamente a la joven.

Lentamente abrió los ojos y parpadeo varias veces sin poder creer quien estaba a su lado, se formo en sus labios una débil sonrisa y sus ojos irradiaron de nuevo esa luz que la caracterizaba.

-Sebastián. -dijo como voz débil que pareció un susurro. -regresaste a mí. -una lagrima escapo de sus ojos y rodo con lentitud.

El príncipe no tenia palabras que expresaran su gran felicidad, se acerco más a Elizabeth y beso dulcemente los labios de la chica, mientras ponía su mano sobre la de ella y acariciaba delicadamente su vientre. -Solo la muerte me hubiera impedido regresar a ti amor,  y aun así después de la muerte en la eternidad te hubiera buscado hasta encontrarte Elizabeth.

Se acerco el príncipe con cuidado hasta mantener sus frentes juntas, no dejaban de mirar sus ojos y encontrar en ellos una paz indescriptible, cuanto se amaba, cuanto se necesitaban y por fin estaban otra vez juntos. Una de sus manos descansaba aun sobre el vientre de la joven y con la otra acariciaba su cabello castaño con amor y ternura.

-La guerra ha terminado amor, La Dinastía Sojania desapareció, al igual que Vladimir y Máximo, por fin la paz a llegado a nuestro mundo. -Le conto el príncipe a la joven. -Lamento mucho lo de tus padres. -dijo tristemente. -mi padre también murió, pero él nos dio su bendición,  quería verme feliz y sabia que tu eres mi felicidad, sin conocerte  también ya te quería.

-Todos los que murieron en esta terrible guerra ahora ya descansan del sufrimiento, están en paz ahora que ya todo termino su sacrificio no ha sido en vano. -Le contesto débilmente la castaña mientras acariciaba la mejilla del joven con su delgada y pálida mano.

Harry y Ron estaban conmovidos por lo que veían,  Elizabeth y Sebastián estaban felices nuevamente disfrutando de su amor, como si nada mas importara  a su alrededor, como si ellos no estuvieran en este momento debatiéndose entre la vida y la muerte. Ambos debilitados por la enfermedad sufrían el dolor corporal, pero sus corazones llenos de amor estaban extasiados, llenos de ternura, ponían todas sus esperanzas en aquel pequeño ser que estaba creciendo en el vientre fértil de Elizabeth.

Azula a lado de los chicos se había permanecido en silencio, derramando un par de lagrimas en silencio, pero decidió que ya era buen tiempo para explicarles lo que estaba pasando.

-Elizabeth y Sebastián morirán inevitablemente el hechizo que les lanzo Máximo fue el mismo, si ambos están aún vivos es un poco por la protección que les brinde a través de la gargantilla, el príncipe solo tuvo esa protección de manera indirecta gracias a ella, pero eso solo los hubiera mantenido vivos por poco tiempo, solo algunas horas, sus corazones están débiles, cada vez sentirán más dolor. Elizabeth está resistiendo todo lo que puede para darle tiempo suficiente para que su bebe crezca, pero le quedan muy pocas fuerzas, de hecho en un milagro que aun permanezcan con vida, siempre creí que fue su amor lo que provoco el milagro, es su fortaleza y su fe lo que los mantuvo por tanto tiempo con vida, ellos tuvieron que morir desde hace mucho, pero no fue así. El amor nos hace fuertes, nunca lo olviden.

Sebastián beso con ternura los labios de su amada, sentía su cuerpo cansado y adolorido, cada movimiento que hacia le causaba  mucho sufrimiento, pero trataba de no pensar en el dolor, acaricio su cabello castaño y beso suavemente la frente de la chica, se movió lentamente y con sumo cuidado coloco su rostro apoyando su oído sobre el vientre de Elizabeth. Nuevas lagrimas de felicidad surgían de los hermosos ojos azules del príncipe, al escuchar los suaves latidos del pequeño corazón de su bebe a través de la piel de su amada. Nunca imagino sentir tanta dicha como la que sentía en ese momento cuando sintió pequeños golpecitos  y movimiento de su bebe.

La reina Azula salió un momento de la habitación para dejar solos a Elizabeth y Sebastián. Harry, Ron y la otra Azula la siguieron, caminaban tras de ella por un corto pasillo que daba a otra habitación, donde se apilaban un gran número de libros que parecían sumamente antiguos en grandes estanterías que llegaban hasta el techo, algunos otro descansaban sobre una gran mesa en el centro de la habitación.

La reina tomo un libro de la pila más alta, era un grueso libro de pasta café y hojas amarillas que parecían quebrarse en las orillas, sin duda era un libro sumamente antiguo, quizás el más antiguo de todos los libros que estaban en la habitación, lo que tenia escrito en sus páginas parecía levemente borroso, trazos de una caligrafían fina y antigua en un idioma que los chicos no conocían.

Los tres estaban parados a la espalda de Azula que leía con detenimiento cada página de ese libro, con mucho cuidado cambiaba de  pagina y en ocasiones al hacerlo terminaba cediendo el viejo papel y se quebraban pequeñas partes de las orillas. Por lo que pudieron notar ya tenía tiempo que la reina Azula estaba investigando sobre magia muy antigua y desconocida, no era la primera vez que abría ese libro porque parecía concentrarse en ciertas parte más que en otras, al llegar a una página casi en medio del libro había una imagen, no podían entender nada de lo escrito en esas líneas, pero sin duda la imagen era bastante grafica y podían suponer cuales eran las intenciones de la reina Azula.

Después de casi una hora Azula regreso a la habitación, seguida de sus tres espectadores. Cuando entraron en la habitación Sebastián y Elizabeth dormían, el chico abrazaba desde la espalda a la castaña y sus manos estaban unidas sobre el vientre de la chica.

-Es hora de regresar Sebastián, tu madre no tardara en darse cuenta que no estamos en tu habitación. -cuando Azula hablo, el príncipe abrió los ojos y se separo ligeramente de la castaña que también abrió los ojos al escuchar la voz de la bruja.

-Quiero quedarme aquí, no deseo regresar. -dijo con sinceridad el chico.

-Se que no deseas hacerlo, pero es necesario tu madre no debe saber que Elizabeth está viva, correrían aun más riesgo -contesto con pesar la bruja. -pero creo tener la solución para que puedas regresar mañana y te quedes con Elizabeth, pero debo de arreglar algunos detalles y disponer de algunas cosas para lograrlo, así que por hoy tiene que regresar.

Le partía el corazón separarse de Elizabeth y su bebe, pero sabía que tenía razón, no deseaba que su amada y su bebe corrieran ya más riesgos de los que corrían ahora. -Está bien. -Acepto por fin el príncipe y se levanto lentamente del lado de la joven, no sin antes besar sus labios y el vientre.

-Ve amor, aquí estaré  cuidando a nuestro pequeño. -dijo con dulzura Elizabeth mientras tocaba su vientre y sonreía ligeramente.

La reina Azula se acerco a Sebastián y tomo su mano. -No debes quitarte el broche te tu pecho, debes llevarlo siempre contigo. -dijo la reina Azula y al instante se desaparecieron para regresar al castillo de Penbroke.

Ya en la habitación del príncipe, Azula ayudo a recostarse de nuevo en su cama.

-Me querido príncipe Sebastián, estoy haciendo todo lo posible por encontrar una manera de ayudarle, me parece que encontré una forma, pero debo de considerar los riesgos, pero ten la seguridad que estoy dispuesta a llegar a las últimas consecuencias. -Le dijo con aquella voz que infundía confianza y dulzura.

En ese momento Azula levanto la mano y retiro el hechizo que bloqueaba la puerta para que la reina Ana no se diera cuenta de su ausencia. Después de unos segundos la puerta se abrió lentamente y entro la reina Ana, se acerco a lado de Azula que se mantenía sentada en un lado de la cama tomando la mano del príncipe.

Después de que entro la Reina Ana se alejo de la cama y camino algunos pasos guiándola a un lugar más alejado de donde se encontraba el príncipe recostado.

-Querida Ana, quisiera poder quedarme por más tiempo pero me es imposible, regresare mañana, pero mucho me temo que después tendré que retomar mi viaje, como ya sabes Sebastián se debilitara poco a poco hasta que su corazón por fin deje de latir, pero tratare en lo posible de ayudarle, y la única forma es disminuir su sufrimiento mañana te daré una pócima que deberá tomar todos los días, no lo sanara pero le quitara el dolor. Lamento mucho  no poder hacer más por él. -dijo Azula

La reina Ana lloraba desconsolada por las palabras de la bruja, muy tarde había comprendido el terrible error que había cometido, tarde, muy tarde se dio cuenta que de nada le servía el poder si su hijo moriría como consecuencia de sus infames actos. Su ambición desmedida y sus ansias de poder la habían hecho perder todo, tu esposo, el Rey Joaquín quien la amaba a pesar de sus múltiples defectos y ahora su hijo, el príncipe Sebastián moriría por su causa. De que le servía ya el poder del gobernar su reino si estaba completamente sola.

-Le agradeceré profundamente que haga eso por mi hijo, estaré en deuda eternamente con usted. -Dijo Ana haciendo una pequeña reverencia

-Debo retirarme, pero mañana regresare. - contesto Azula cortésmente antes de retirarse.

Los muchachos y la otra Azula desaparecieron  y llegaron a una parte del bosque cercano al lugar donde se encontraba Elizabeth. Vieron que Azula caminaba por un sendero y la siguieron de cerca hasta que llegaron al final del camino y encontraron una pequeña casa entre grandes árboles que parecía esconder un poco el lugar, antes de que la bruja llegara al umbral de la puerta, esta ya se abría para recibirla, una mujer mayor y el que parecía ser su hijo salieron a su encuentro.

La mujer, al igual que el muchacho llevaban ropas sencillas de campesinos, recibieron a Azula con una gran sonrisa y ambos  hicieron una profunda reverencia, la bruja correspondió el saludo y le sonrió  con amabilidad.

-Cuanto tiempo si verte Mirna, veo que tu hijo ya es todo un hombre. -Azula se dirigió a la mujer y al joven que se sonrojo por la observación de la anciana.

-Querida Azula ya han pasado casi 10 años desde la última vez que nos vimos, Rubens apenas tenía 8 años -dijo con una gran sonrisa mientras se acercaba a abrazar a Azula. Separándose un poco después de un afectuoso abrazo por parte de ambas continuo hablando la mujer -A crecido tanto y tan rápido que se cazara en algunos meses, así que no dudo que muy pronto me haga abuela. -dijo finalmente dirigiendo una sonrisa de satisfacción a su hijo que no pudo evitar sonrojarse.

-Muchas felicidades Rubens, se que serás muy feliz a lado de Suzel y en dos años tendrás a una hermosa hija que llamaran Elisa. -Dijo con seguridad la anciana

El muchacho la miro sorprendido por aquella afirmación, no solo no conocía a su prometida que acertadamente  llamaba Suzel, le acababa de decir exactamente en cuanto tiempo seria padre y el nombre de su futura hija.

Mirna comenzó a reír por la cara de sorpresa que puso su hijo, ella estaba acostumbrada a los poderes de su antigua amiga, por lo que tomaba con la mayor naturalidad y felicidad la noticia de ser abuela en dos años de Elisa.

-Pero pasa por favor. -Dijo Mirna mientras acompañaba al interior a la casa a Azula seguidas por Rubens, y sin saberlo también por Harry, Ron y la Azula que les acompañaba.

-A que debo el honor de tu visita Azula. -pregunto con amabilidad Mirna.

-Vengo a pedirte un gran favor. -Contesto a Azula. -A ti y a tu hijo

-Te escucho. -dijo la mujer para que continuara hablando su amiga.

-Necesito tu ayuda para lograr un hechizo muy fuerte, es una magia muy antigua y no lo podre hacer sola, estoy ya muy vieja y mi cuerpo achacoso ya no me permite hacer muchas cosas. -Azula miraba a su amiga con complicidad, necesitaba de ella para lograr sus propósitos. -Y necesito que Rubens sustituya a un príncipe por algunos meses. -concluyo la bruja con una gran sonrisa.

-Sabes que te debo mi vida y la de mi hijo, no dudes que haremos lo que nos pidas. -Dijo con sinceridad Mirna mientras sostenía la mano de Azula.

Azula sonrió complacida por la respuesta de su amiga, mas aun al ver como Rubens apoyaba una mano sobre el hombro de su madre para apoyarla y movía su cabeza afirmando que el también ayudaría sin pensarlo.

Harry y Ron voltearon a ver a la Azula que les acompañaba buscando algunas respuestas, si necesidad de preguntar la bruja sabía exactamente las dudas de los dos jóvenes que permanecían a su lado.

-Mirna es una gran bruja, tiene mucho poder al igual que su hijo. Los salve cuando fueron atacados por Vampiros, el esposo de Mirna murió defendiéndolos, no pude hacer nada por salvarlo pero llegue a tiempo para impedir que mataran a su esposa y su pequeño hijo, desde entonces nos hicimos grandes amigas. Mirna era una princesa, pero se escapo con Marcus el padre de Rubens porque él era un simple consejero de la corte de su padre, se casaron y fueron felices hasta que ocurrió la tragedia, ella nunca quiso reclamar el trono, era feliz con su hijo sin necesidad de riquezas, para todo el mundo ella murió el mismo día que abandono su castillo, nadie supo mas de ella, porque siempre permaneció aquí alejada de su pasado pero feliz a su manera. Necesitaba de la ayuda de ella y de su hijo para a su vez ayudar a Elizabeth y Sebastián, recuerden las imágenes de libro que vieron, es una magia muy compleja, antigua y poderosa, sin ellos no podría concluir el hechizo con el que intento salvar al bebe de Elizabeth. -Termino de contarles Azula. -Es todo por hoy, pronto muy pronto llegaremos a los últimos sucesos de esta historia. Debo dejarlos hoy, pero quiero decirles que para mí a sido un gran placer conocerles a ustedes tres, son un gran ejemplo de unidad y equilibrio. Hermione necesitara mucho su apoyo, pasara por momentos muy difíciles a partir de ahora y los necesita a su lado.

Aparecieron de nuevo a la orilla del lago que permanecía imperturbable.

Azula quito con cuidado el broche del pecho de Ron y descolgó la llave del cuello de Harry, dedicándoles amplias sonrisas, los chicos se sonrojaron eran indescriptible lo que esa anciana provocaba en ellos.

Se alejo un par de pasos de donde estaba los chicos, una luz comenzó a emanar del cuerpo de la anciana, comenzó a levitar separando sus pies del suelo, la luz fue cada vez más intensa y surgía cálida y brillante. Lentamente dejo de levitar y la luz que irradiaba formo una bola de luz que se alejo un poco y desapareció poco a poco sobre el lago haciendo que una ráfaga de aire agitara sus aguas. 

Hermione está ahí, de pie vestía solo por su pijama, se giro para estar frente a sus amigos y se abrazaron fuertemente. Se quito la gargantilla y la guardo dentro del cofre, la cerro con llave para después  colgarla sobre el cuello.

En pocos minutos llegaron a su sala común, ya están acostumbrados a esa sensación de no saber cómo habían llegado hasta ahí, pero sabían que era aun la influencia de la magia de Azula que quedaba en ellos. Se sentaron en uno de los sillones largos de la sala para platicar un momento de todo lo que habían visto esa noche.

Solo se ausentaron una hora como la vez pasada, pero ahora ya empezaban a comprender  el resto de la historia de Elizabeth y Azula. Las imágenes en el libro que leía Azula les dio una idea de lo que iba a ocurrir en el momento en que murieran el príncipe y la campesina. Se empezaba a esclarecer muchas dudas, pero aun faltaba mucho por descubrir, ansiaban que Azula pronto regresara a llevarlos lo que creían sería su último viaje al pasado.

Antes de irse a dormir Hermione les conto a sus amigos lo que le conto Draco.

-No sé cómo reaccionaran sus padres, pero me supongo que no será nada agradable. -dijo con tristeza la castaña.

-Conociendo a Lucius Malfoy, será terrible su reacción. -Dijo Ron.

-No eres de gran ayuda Ron, me pones más nerviosa. -Contesto la castaña contrariada.

-No quiero asustarte Hermi, pero tienes que estar preparada para lo peor, sabes lo loco que esta Lucius sobre la limpieza de la sangre y sus ideas extremistas contra los muggles. -contesto el pelirrojo

Harry abrazo a su amiga para infundirle valor. -Sera difícil, pero piensa que Draco está dispuesto a enfrentar a sus padres a costa de todo.

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En la Mansión Malfoy, Narcisa caminaba de un lado a otro en su alcoba, estaba nerviosa, sabia cual sería la reacción de su marido al confirmar que su único hijo era novio de una sangre sucia, pero peor aun que era nada menos que la mejor amiga de Harry Potter.

Caminaba tratando de calmarse, aun sostenía en su mano la carta que le mando Draco, no podía comprender completamente a su hijo, pero ella deseaba que fuera feliz, eso no le quitaba el profundo miedo que tenia de Lucios, a pesar de estar en Azcabar aria hasta lo imposible para separarlos.

Desesperada se sento en la orilla de su cama y volvió a leer la carta.

Mama:

Recibí tu carta aunque Pansy ya me había informado de sus planes.

Lamento contradecirlos pero no estamos de acuerdo, no estamos dispuestos a llevar esa farsa más lejos, yo estoy enamorado de Hermione Granger y Parkinson encontró también el amor en un joven de Ravenclaw.

Sabes que siempre respete sus decisiones e hice todo lo que me pidieron, pero ya no puedo, mi felicidad está de por medio. Sé que tú me entenderás, tu mejor que nadie sabes lo que es casarse sin amor, se que a mi padre te une un gran cariño pero no amor. Yo no quiero eso para mí, menos ahora que encontré el amor en alguien que a pesar de estar prohibida para mi, me ha demostrado que no hay imposibles.

No me importa perder mi herencia o la posición social, ya no me interesa mantener la pureza de la sangre, pero no hay nada que desee más que tú me apoyes.

Draco Malfoy

Narcisa comenzó a llorar con impotencia quería con todas sus fuerzas ayudar a su hijo, apoyarlo pero para lograrlo necesitaba enfrentar a Lucius y eso la aterraba. Además su familia había quedado desprotegida y con el enlace con la familia Parkinson aseguraban una alianza que les daría a su apellido un poco de la fuerza de antaño.

Nerviosa tomo un pergamino y comenzó a escribir, al termina ato su carta a una lechuza y la mando con destino a Azcabar, a pesar de sus temores tenía que informarle a Lucius que Draco se negaba a casarse con Pansy.

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Querido Lucios:

Draco se niega a comprometerse nuevamente con Pansy Parkinson, dice estar enamorado de Granger.

Afirma que no le importa perder su herencia, como comprenderás no sé cómo convencerlo. Espero tu consejo.

Narcisa Malfoy

Lucius presionaba con fuerza la carta en sus manos, estaba enfurecido por lo que leía, aun se había negado a creer que su hijo el gran Draco Malfoy se quisiera mesclar con una sangre sucia.

Como animal enjaulado tras las rejas de su celda, caminada lleno de odio, maquinando la mejor manera de lograr su objetivo, necesitaba que Draco se casara con Pansy, con eso lograría la ayuda de los contactos de los padres de Parkinson y quizás obtendría su libertad.

Una idea llego por fin a su cabeza y le dio un brillo escalofriante a los ojos de Lucius, ya tenía la respuesta, sabia exactamente como obligar a Draco a formalizar el compromiso en contra de su voluntad. Necesitaba que su esposa sacara de su bóveda del banco de Gringoth una pequeña caja que contenía la solución definitiva para que el compromiso de Draco y Pansy fuera inquebrantable.

Con esa mirada que causaba escalofríos comenzó a escribir una carta para darle las instrucciones precisas a Narcisa de lo que debía hacer para completar sus planes. La lechuza de su esposa esperaba para llevar la contestación a su ama.

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Cuando Narcisa Malfoy recibió la respuesta de su esposo se quedo helada, ahogo un grito cubriendo su boca con las manos, mientras lagrimas de dolor y culpa brotaban de sus ojos, sabia de lo que era capaz Lucius, pero nunca se imagino hasta que punto estaba dispuesto a sacrificarlo todo para lograr su objetivo.

Sus fuerzas le abandonaban se dejo caer abatida en su cama, ella tenía que cumplir sus órdenes, sabía que de no hacerlo Draco correría mucho más riesgo si su padre ponía el asunto en manos de otra persona que no fuera ella.

Reponiéndose un poco escribió una carta para avisarle a su hijo la decisión que había tomado Lucios, mientras escribía lagrimas de tristeza seguían derramando sus ojos sin poder evitarlo, sabía que estaba condenando la felicidad de su hijo, pero de no hacerlo ella, alguien más lo aria y era muy posible que le causaran mayor daño. Amarro la carta a su lechuza y la vio alejarse por la ventana, viendo como se escapaba con ella toda esperanza.

Se cambio de ropa y arreglo su cara para ir a cumplir con el otro encargo de su marido sacaría

De la bóveda familiar lo que sellaría el compromiso de su hijo con alguien que no amaba.

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Hermione y Draco se encontraba desayunando en el gran comedor, la castaña le había contado sobre el viaje que hicieron por la noche y al igual que la vez pasada le permitió que leyera su mente para que no perdiera detalle de todo lo que habían visto Harry, Ron y ella. El rubio estaba impresionado y conmovido por todo lo que había pasado con Elizabeth y Sebastián.

En ese momento entraron al gran comedor varias lechuzas llevando el correo, una hermosa lechuza gris se paro frente a Draco entregando una carta de su madre, al mismo tiempo el la pesa de Ravenclaw otra lechuza entregaba a Pansy una carta de sus padres. Temerosos comenzaron a leer cada uno su respectiva carta.

Pansy comenzó a llorar mientras seguía leyendo lo que decía su carta, se podía ver como temblaban sus manos y sus ojos sumamente abiertos no podían creer lo que leia. Adán confundido le hablaba, pero parecía que Pansy seguía en Shock y no escuchaba a su novio que estaba a un lado de ella hasta que desesperado la abrazo para intentar calmarla. En ese momento la morena reacciono se abrazo con fuerza a su novio y comenzó a llorar con mayor intensidad. En eso momento volteo a ver a la mesa de los Gryffindor donde estaba sentado Draco al lado de Hermione.

Pudo ver que el no se encontraba mejor, no lloraba pero su expresión era triste, desolada, se puso aun mas pálido y parecía que tampoco podía reaccionar del asombro. Hermione tomo con su mano, y lo miro llena de angustia, sabía que no era nada bueno. El rubio salió de su letargo después de unos minutos y sin poder hablar solo se limito a darle la carta a la castaña para que la leyera.

Hermione comenzó a leer lentamente y sintió un gran dolor surgir en su pecho, comenzó a llorar en silencio llena de tristeza, bajo la carta después de leerla varias veces tratando de comprender. Sus amigos observaban a la pareja esperando que le explicaran que pasaba pero parecía que ninguno de los dos se sentía capaz de articular palabra, hasta que la castaña rompió por fin el silencio.

-Se que deben hacerlo, entiendo que se trata de algo superior a nosotros. Yo te amo, y no me perdonaría causarte tal dolor. Solo te pido seguir juntos una semana hasta el baile, después deberás cumplir con tu destino. -Dijo con tristeza la castaña, acaricio la mejilla del rubio que la miraba con dolor, y beso con ligeramente sus labios antes de levantarse de la mesa y dejar al rubio sentado sin poder moverse.

Sus amigos se mostraban confundidos pero sabían que no debían preguntar que pasaba, mas tarde intentaría averiguar que los había puesto así. Ginny se levanto de la mesa para seguir a Hermione, sabia por lo triste que su amiga se veía que en ese momento necesitaría de su compañía y apoyo.

Malfoy seguía sin poderse mover, sentía que algo estaba muriendo en su interior  cuando vio alejarse a Hermione, pero que podía hacer, se trataba de la vida de su madre.

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