Capitulo 03.
Cristianno.
Anima brilla alrededor de la Piazza Navona, por su gran expectativa de perder el control en una noche. Una aglomeración de gente bailando, gritando y bebiendo alcohol hasta satisfacer su sistema, entre las luces de colores y cámaras de humo que acompaña a la música electrónica sonando en los altavoces.
Este era mi lugar favorito desde que me vine a Roma, me ayuda a olvidar y el ruido no me permite pensar en cuanta estupidez se me cruzara por la cabeza.
Pero aun así... La bala que arrastra con mi pasado no me deja respirar.
Me siento cerca de la barra y el barman me ofrece la misma botella de whisky de siempre, lleno el vaso con unos cubos de hielos, tomando un sorbo de este puedo ver por el borde del vaso un grupo de chicas alrededor de una mesa que cuchichean entre sí, sin dejar de observarme.
Una castaña sobresalía entre ellas mirándome con picardía, casi pidiéndome que la trajera aquí y la follara en medio del público.
Ella es la excusa perfecta que necesito para escapar de mis tormentos, de mi pasado.
Le regale una media sonrisa y le guiñe un ojo, pidiéndole que se acercara con un dedo. No lo pensó dos veces y se lo comento a su amiga, rieron entre si y finalmente sus largas piernas caminaron en mi dirección. Dejándome ver la poca ropa que llevaba, una falda de lentejuelas que si se agachaba podría verle hasta la gloria. Y una corta blusa que presionaba sus pechos dejándolos a la imaginación de cualquiera.
— ¿Cómo te llamas preciosa? —Quise saber por ser cordial, porque sabía que después de follarme, olvidare su nombre.
— ¿Para qué? Si lo olvidaras después de esta noche. —Respondió ofendida.
Si no fuese porque muerde su labio inferior dos veces por minuto, pensaría que es una chica tímida.
—Bien, yo soy...
—Cristianno Gucci. —Termino de decir por mí y una sonrisa lobuna se deslizo en la comisura de sus labios—. Toda Roma sabe quién eres, por tu prometedoras peleas clandestinas.
Tomo sus dedos entre los míos y los acaricio, recorriendo su brazo, antes de arrastrarla con firmeza hacia mí y meterla entre mis piernas.
Ella sonrió perversa y satisfecha ante el atrevimiento que me he tomado con ella, sus largos brazos rodearon mi cuello y rápidamente los rechace.
No me gustaba que ellas rodearan mi cuello como si fuesen unas malditas santas, porque no lo son. Su ceño se frunce pero le acaricio la mejilla y la siento sobre mi regazo para compensarla.
Sus ojos buscaron mi boca con lujuria pero no le permití besarme. Tire de su cabello suavemente, provocando que un gemido gutural escapara de sus labios y aproveche para recorrer su labio inferior con mi lengua.
—Vayamos arriba. —Susurre sobre boca.
...
El sol apenas se asomaba en el horizonte de Roma, y yo lo observaba placido desde la ventana de la habitación mientras abotonaba mi camisa.
Pensé que después de la noche que tuve, mis recuerdos podrían demorar un poco en volver, pero ni siquiera eso era suficiente.
Ni siquiera el exceso de alcohol.
Ni siquiera las incontables noches que me metía bajo las sabanas de cualquier chica que se me ofreciera.
Lo único que conseguían era retrasar el dolor, porque cuando volvía... Arrasaba con todo a su paso.
Subí el cierre de mi pantalón y giro sobre mis zapatos para recoger mi chaqueta del piso entre el desorden de prendas, cuando el bostezo de la chica que dormida en mi cama me hizo verle.
—Sigue durmiendo. —Dije, pasando la chaqueta por mis hombros.
— ¿No te volveré a ver? —Pregunta, pero no me toma por sorpresa porque he vivido esta situación en diferentes camas.
—Escucha... —Me acerco a la cama y me siento sobre la orilla—, No me busques, no me llames porque estoy bastante seguro que conseguirás mi número, pero no pasara nada más y tú lo sabes. Yo no tomo nada que no se me ofrezca, y tú te me ofreciste. Si quieres que alguien te tome en serio, comienza por tomarte en serio tu misma. —Me despido con un beso sobre su mejilla y me pongo de pie dispuesto a irme.
—Cristianno...
Su voz me detiene y solo la miro por encima de mi hombro.
—Gracias, eres el primer hombre con el que me acuesto que me dice eso.
No digo nada pero asiento en respuesta, y salgo de la habitación.
Conduje despacio por las calles de Roma, cuando aún no amanecía en su totalidad, pasaba por delante de los carros asegurándome que no venía uno del otro canal.
Bajo del auto y camino al familiar edificio Gamma y subo las escaleras de dos en dos. Pero me detengo apenas oigo ruido en aquel piso que siempre se mantenía el silencio, me acerco la puerta de mi compañera y sollozos y lamentaciones se escuchan desde el interior.
Una parte de mi me dice que vaya a mi habitación y me tire a la cama, que no es mi problema, pero la parte humana me pide que entre ahí y vea que es lo que pasa. Porque llora de esa manera, y que es lo que le atormenta.
Empuño mis manos al lado de mi cuerpo antes de girar con cautela el pomo de la puerta y con lo que me encuentro araña la parte interna de mi cuerpo.
—Mierda. —Susurro para mí mismo, pasándome la mano por el cabello.
Estoy malditamente desquiciado por lo que mis ojos están viendo, nunca me había sentido tan miserable como lo hago ahora. Y me siento abrumado por la necesidad de ir ahí y cargar su cuerpo acurrucado sobre aquel piso frio bajo su espalda y llevarla al sofá, e incluso a mi cama.
Me acerco a pasos lentos, porque mi intención no es despertarla, su ceño esta fruncido y su frente suda grandes gotas. Sus labios tiemblan y aunque este dormida, parece que algo la atormenta.
Susurra algo que no puedo comprender y con un nerviosismo que no es común en mi me agacho y meto mis manos por debajo de su espalda, sintiendo su cálida piel en mis dedos. La cargo en peso y su cuerpo se acurruca cómodamente en mis brazos, camino y salgo de la habitación y por un momento pienso en dejarla sobre el sofá, pero no sé porque maldita razón la estoy llevando a mi habitación.
—Bruno, no. —Susurra aterrorizada en la bruma de su pesadilla.
¿Quién es Bruno? ¿Y porque pronuncia su nombre con tanto temor?
—...Siete, ocho, nueve... —Está contando los números mientras duerme, pero el terror no desaparece de su rostro.
Maldita sea me veo tan reflejado en ella, la veo tan vulnerable, la veo que teme de algo... ¿Esta arrastrando con un pasado como yo? La curiosidad acerca de quién es esta chica realmente me está abofeteando.
Dejo su cuerpo sobre mi cama y cubro sus piernas con el edredón. Me la quedo observando desde lejos por un par de minutos y detallo cada facción de ella. Tiene cejas gruesas y largas pestañas sobre sus ojos. Sus labios son resecos y delgados y provoca... Provoca bes...
¿En qué demonios estoy pensando?
Sacudo mi cabeza y salgo de la habitación, me regocijo en la cocina con la imagen de su rostro horrorizado reproduciéndose en mi mente mientras preparo café puro para mantenerme despierto.
Su rostro desde el primer día se me hizo tan familiar, y por un momento, solo por un momento pensé que...
No, eso es imposible.
El mundo no puede ser así de pequeño.
Dos horas más tardes, el familiar sonido de la puerta de mi cuerpo comienza abrirse y me pongo tenso, me pongo de pie y luego me vuelvo a sentar. No sé qué demonios hacer o que decir si llega a preguntarme como es que rayos llego a mi habitación.
Puedo escuchar sus pies descalzos dirigirse hacia la cocina, me quedo de espaldas a la puerta fingiendo hacer cualquier maldita cosa antes de por fin sentirla en la estancia. Pero me siento patético que giro sobre mis talones y veo su pequeño y delgado cuerpo justo en la entrada de la cocina, su cabello esta despeinado y puedo decir que por la mirada en sus ojos que no tiene nada que decirme, yo observo cualquier punto vacío en el piso pero rápidamente la vuelvo a mirar, sé que esta confundida y por un momento pienso que para romper el silencio le puedo ofrecer café.
— ¿Dormiste bien? —Pregunto, y aunque quiero mantener mi postura mi voz suena inestable y me siento como un jodido chico de dieciséis años.
— ¿Se puede saber cómo fue que llegue a tu cama? —Ella en cambio sí suena segura de sus palabras.
E incluso, suena como la misma chica que conocí en el súper mercado, ni siquiera se siente agradecida porque paso la noche cómodamente en una cama decente. Tiene ese caparazón de chica fuerte y decidida.
...Pero yo, niña, te vi en tu peor espejismo.
—No lo sé, probablemente deseabas tanto pasar la noche en mi cama que te levantaste sonámbula y fuiste hasta ahí. —Normalmente yo no era así de cretino, pero si quería tener algo con que molestarla.
— Eres un imbécil. —Escupió con ira y apretó la mandíbula.
—Y tú una malcriada.
— ¡Que te jodan!
— ¡Que te jodan a ti!
Hable por encima de sus palabras y salí de la cocina rozando su hombro, casi podría jurar que la hice tambalearse sobre sus pies.
Salgo del edificio y me dirijo a la plaza del campus, donde Paolo está esperándome.
Paolo es el amigo más cercano que tengo desde que llegue a Roma. Él era mi compañero de cuarto hasta que Marzia le ofreció quedarse en su habitación, pero ahora ella es la novia del imbécil de Marcos que no lo trata como ella lo merece.
—Dime por favor, que tu compañero de cuarto no es un gordo friki con pelos en la espalda. —Dice tan pronto como me ve cruzar la calle.
—No. —Respondo casi de inmediato y nos sentamos sobre la banca que queda justo en frente del edificio Gamma—. Es una chica.
Por un momento pensé que no podría hacer sus comentarios acerca de que si la chica esta buena o tiene buenos pechos que sujetar, pero es como si no le conociera si no pensara eso.
— ¿Esta buena? ¿Tiene grandes pechos? —Rio y niego con la cabeza porque no me había equivocado respecto a los comentarios de mi amigo.
—No lo sé Paolo, cierra la boca. —Doy un golpe a puño cerrado en su brazo, en forma de juego—. Pero si voy a necesitar que hagas algo por mí.
El me mira con el ceño fruncido, y una sonrisa baila en la comisura de sus labios, ansioso por saber que voy a pedirle.
—Averigua su nombre, de donde es y porqué está aquí. —Digo rápidamente—. Tú sabes hacer esa mierda mejor que yo.
Paolo se ríe y me mira extrañado, sé que va a escupir la mierda de porque estoy preguntando acerca de una chica, porque eso en lo particular no me define.
—Vaya, compañero. —Asiente procesando cada una de mis palabras— Con una condición.
—Si animal, que pague tu almuerzo de hoy. —Digo, antes de que pueda escuchar su voz.
—Ese es mi amigo. —Dice, palmeando mi espalda.
De momento, mis reflejos se activan y me obligo a girar por encima de mi hombro y la veo...
Está hablando con Marzia, y aunque luce aun su pijama en el umbral de la puerta del edificio, se ve jodidamente tierna. No es una exuberante chica sexy o magníficamente hermosa, es ese tipo de chica bonita y tierna. Aunque su carácter sea de mil demonios, creo que ese si es su encanto personal.
—Anoche Marzia me hizo un oral que e incluso dejo a mi chico en estado paralitico. —Escucho un susurro lo suficientemente cerca y se de quien se trata.
Marcos, esta recostado sobre el capo de su auto a una distancia donde puedo escucharlo junto a como quiera que se llame la sombra de su amigo que siempre pisa sus talones.
Sé que dice aquello por provocar a Paolo, y lo está consiguiendo. Casi puedo sentir la sangre hirviendo en sus venas, casi puedo verlo perder los estribos.
—Te está provocando Paolo, no hagas nada estúpido. —Digo y giro para mirarlo y me encuentro con su rostro encendido.
—Muy tarde para ello. —Dice entre dientes y se coloca de pie.
Rápidamente se dirige hacia Marcos con los puños fuertemente apretados y tira de su camisa cuando aquel esta desprevenido, pero este tiene reflejos muy rápidos y lo tira contra el piso y su cuerpo está completamente sobre él.
Marcos es el capitán del equipo de Lacrosse y es un poco más grande que Paolo pero se las cualidades de Paolo y le doy quince segundos para que se voltee y él ocupe la posición superior.
Por el contrario estoy decepcionado por la poca fe que he puesto en mi amigo porque en menos de diez segundos ya lo tiene contra el piso, lanzando un puño que hace sangrar su nariz. Prefería no intervenir porque Paolo era capaz de hacerse cargo, pero el amigo de Marcos se pone de pie para arrastrar la camisa de Paolo y mi instinto reacciona velozmente y tira de su camisa con brusquedad. El intenta defenderse atestando un golpe a mi mandíbula pero lo esquivo y deposito dos suaves golpes en su nariz y su estómago, aun así está luchando por defenderse pero termino dando un rodillazo en su estómago que lo hace perder el aire.
En aquel momento, el estacionamiento del campus se había convertido en un ring de boxeo, dos contra dos y los espectadores nos rodeaban.
Siento una mirada penetrante sobre mí y me sorprende, porque nunca nadie en una pelea me ha visto de esa forma, la busco con mis reflejos y doy con sus ojos aterrorizados sobre mí, su ceño esta fruncido y aunque está secando las lágrimas de Marzia ella no deja mirarme.
Como si tuviese terror de mí.
Como me miro mi madre aquella noche.
Y aunque me debería importar una mierda lo que esté pasando por su mente ahora mismo, no es así.
Maldita sea, ver la expresión en su rostro de aquella manera, me atormentaba con el recuerdo de mi madre.
...
¡No olviden votar y comentar! No se vayan de la historia sin haberme dejado una opinion y un voto, no es tan dificil. ¿Como se imaginan a Cristianno fisicamente? ¿Quieren ver una foto de como lo he creado yo? PERO DIGANME USTEDES COMO SE LO IMAGINAN
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