Capitulo 01.
Roma, Italia. Día presente.
Alessia
***
Roma atardecía y yo la observaba afable y compasiva detrás del ventanal del tren, acompañada de un suspiro cauteloso, por un nuevo comienzo... Otra vez, después de huir de Bruno Vial.
Pensar en su nombre me provocaba dolor de tripa, pero no estaba dispuesta a que Roma, arrastrara con mi pasado.
—No podrás escapar de mi Azul, voy a encontrarte así me cueste la vida. —Sus palabras se reproducían dentro de mi cabeza como una maldita melodía desagradable.
Ahora, era Alessia Bianchi.
Arrastro mis pies fuera del tren una vez que ha llegado a la estación y se nos ha informado que podemos salir. Lo primero que hago al poner un pie sobre el suelo de Roma es aspirar su aire, aspiro una nueva esperanza para mí, aspiro una nueva vida.
Mi cabeza de pronto comienza a dar vueltas porque llevo más de día y medio sin probar un bocado de comida, pero ahora mismo no me importa porque estoy feliz. Aunque si no como así sea un sándwich de pavo me voy a desmayar, arrastro mi bolso del suelo y lo guindo a mi hombro antes de comenzar a caminar por la calle y sacar el papelito de mi bolsillo donde mi indica la dirección a la que tengo que ir.
Me guio por los carteles y aunque Roma sea lo suficientemente grande llego rápido a mi destino. Universidad Americana de Roma, vía Pietro Rosseli.
Todo a mí alrededor provoca que mi mandíbula se abra y si no fuese porque la tuviese pegada a mi cara, ahora mismo estaría chocando contra el piso. El Campus es enorme, hay una pequeña plaza donde las personas hablan gustosamente y detrás de una arboleada se puede ver la universidad para la cual metí los papeles, muy cerca se encuentras los pisos del edificio donde los alumnos viven y a unos metros queda un pequeños súper mercado.
Literalmente no tenía que salir de la avenida Pietro
Mi estómago ruge nuevamente y me echo andar al súper mercado por el sándwich que estuve deseando desde hace horas. El lugar esta medio vacío por lo que me apresuro a la caja y una chica de más o menos mi edad me atiende con una sonrisa.
— ¿Es todo lo que llevaras? —Pregunta, mirando el precio del paquete y asiento.
Juego con el dobladillo de mi blusa mientras espero la factura y ella no deja de verme. ¿Esta chica está coqueteándome?
Aunque hay algo raro, me concentro en su mirada y puedo darme cuenta que su mirada va más allá de mi hombro, por lo que giro encima de este y un chico junto a la otra caja es el motivo por el cual ella está jugueteando con su cabello.
Finalmente mira la pantalla que tiene en frente y me dice cuanto debo, pero aun su mirada está perdida en el chico a mis espaldas.
— ¡Oh Dios! Está mirándome. —Comenta en voz baja, casi podría jurar que iba a babear.
—Hola Olivia. —Escucho la voz de un chico que deduzco que es él y por la manera en como el rostro de la cajera cambia no le ha gustado algo.
—Me llamo Alondra. —Lo corrige ofendida pero con una media sonrisa y mueve sus pestañas rápidamente.
¿Está haciéndole ojitos? Reprimo una risa y doy el dinero antes de alejarme.
Mientras ella hace la transacción giro por encima de mi hombro para ver al chico con quien la morena esbelta de melena color caramelo le coqueteaba, pero no contaba con que él estuviese viéndome con tal persuasión e intriga.
Lo más normal y correcto es que hubiese retirado la mirada rápidamente, pero él me veía y yo lo hacía sin contemplar nada más. Era un chico promedio, ni tan alto ni tan bajo, su melena tampoco era ni tan larga ni tan corta, era un típico chico Romano, pero hubo algo que si capturo mi atención por completo, sus brazos estaban adornados con unos cuantos tatuajes y aquella camisa cuello V me mostraba que llevaba uno en el pecho también.
—Que disfrutes tu compra. —Me dice la cajera y agradezco que haya interrumpido aquel contacto visual con menudo chico.
Le sonreí antes de salír y comenzar a caminar por el estacionamiento, y por inercia giro mi cuello y ya no logro ver al chico de los tatuajes en la caja.
Suelto un suspiro dispuesta a darle un mordisco a mi exquisito sándwich y vuelvo mi vista al frente cuando impacto contra algo... O con alguien.
Mi majestuosos y deseoso sándwich cae sobre el piso junto a mi bolso y conmigo también. ¿En serio? ¿Está pasándome esto? Observo unos zapatos deportivos desde el piso y rápidamente me doy cuenta que he chocado contra alguien.
—Lo siento. —Me disculpo casi tropezando con mis mismas palabras.
—No necesitas disculparte. —Responde con una voz masculina que evocaría una rebelión—. Estoy acostumbrado a que las chicas caigan a mis pies.
Levanto la mirada de súbito por la vanidad de sus palabras. Por un momento espero que suelte una carcajada y me diga que está bromeando, pero su turbia expresión no revela nada. Era el, era el chico de los tatuajes que me miraba con implacable determinación, de cerca sus facciones eran más definidas, sus labios no eran ni tan gruesos ni tan delgados, estaban en su punto... Y luego miro sus ojos, y hay una energía casi palpable en aquellos iris grisáceos casi translucidos
Rápidamente me coloco de pie indignada y le sostengo la mirada con mi mejor insolencia, busco fruncir el ceño en mi rostro pero no doy con ello.
—Sabandija. —Escupo con rabia.
¿Sabandija? ¿De verdad Alessia?
Pero rápidamente me pongo a pensar en todas las cosas que debo decirlo pero nada viene a mi cabeza, apuesto que cuando este sobre la cama muchas ideas se me vendrían acerca de que pude decirle ahora mismo, pero no sucede, en este momento aquella palabra era lo mejor que tenía.
—Oh..hmm. —Una sonrisa lasciva doble las comisuras de su boca—. Me han dicho Galante, sensual, e incluso ardiente pero nunca me habían dicho sabandija ¿es una nueva estrategia de coquetería de ustedes? —Saborea la palabra con tal avidez.
—No nini, es mi insulto personal. —Suelto, y por un momento me siento victoriosa.
— ¿Nini? —Pregunta inseguro del nombre que le he puesto.
—Sí, ni muy esto, ni muy aquello, ni muy guapo ni muy feo. —Pero rápidamente me doy cuenta de lo que acabo de decir y presiono fuertemente mis labios.
— ¿Así que entro en tu categoría de ni muy guapos ni muy feos? —Su boca se curva en una sonrisa que sugiere arrogancia y problemas.
Cuando estaba a punto de hablar el chirrido de unos neumáticos me hacen fruncir el entrecejo y rápidamente por la seña que él le hizo a los chicos que le esperaran venían por él.
— ¿Cuál es tu nombre? —Pregunto como si todo lo anterior no hubiese pasado.
Este chico era bipolar.
— ¿Realmente crees que voy a decirte mi nombre? —Me esfuerzo por permanecer enojada.
—No voy a flirtear contigo niña. —Pone los ojos en blanco y deja sus manos sobre sus caderas—. Puede que esto te parezca estúpido pero tu cara se me hace conocida. ¿Vas a decirme tu nombre?
— ¡No! —Me negué rotundamente y eso lo saco de sus casillas por la expresión en su rostro.
—Mira, yo soy...
—No, ni te molestes en decirme cómo te llamas, estoy bastante segura que nunca nos volveremos a ver.
Finalizo la conversación entre el cretino y yo, y me echo andar por la carrera hacia el edifico que tiene unas grandes letras "Residencia Gamma"
Suelto la ráfaga de aire que estuve conteniendo y me doy cuenta como se me quitado el hambre después de aquel encuentro. Roma es muy grande, cuento con la suerte de no volverlo a ver. Saco el papel de mis bolsillos y miro cual el número de mi piso, subo por las escaleras para darme la oportunidad de estirar mis piernas hasta llegar a la puerta de mi habitación, espero que mi compañera de cuarto sea agradable y no hable mucho, porque sinceramente quiero dormir por quince días hasta que comiencen las clases.
Formulo una sonrisa en mis labios antes de tocar la puerta con dos suaves golpecitos... Espero y espero. Vuelto a tocar y nadie se asoma, nadie me abre, nadie me recibe.
Esto no puede estar pasándome a mí.
Suelto un suspiro acompañado por frustración y lanzo el bolso lejos de mi sin compasión de él.
—Alguien tuvo un mal día. —Escucho una voz femenina que viene de las escaleras y levanto la mirada.
Me encuentro con una peli naranja alta y esbelta de cabello ondulado con una amplia sonrisa para mí, parece una de esas chicas porritas de la universidad que son el centro de atención.
—Catastrófico día. —Respondo a su comentario y levanto las manos al aire—, hace un par de minutos me he topado con un cretino y ahora mi compañera de piso no está, he venido desde muy lejos, quiero ducharme, comer y no veo la maldita hora en que eso suceda.
Y por fin me sentía aliviada después de aquella descarga de emociones.
—La mala suerte de las nuevas. —Dice con una media sonrisa apena y se sienta en una escalón de las escaleras—. Si quieres puedes subir a mi piso mientras esperas a tu compañera.
Su oferta era tentadora, pero realmente quería ver llegar a mi compañera y que no se me escapara.
—Estaría muy agradecida, pero prefiero esperarla aquí.
—Como quieras, pero te advierto que todos están en la pelea que habrá hoy entre Cristianno y Paul, así que será un buen reventón en el club si Cristianno gana, aunque siempre lo hace, nos vemos por ahí. —Termino diciendo y desapareció escaleras abajo sobre sus tacones de diez centímetro.
Me siento en el primer escalón y recuesto mi cabeza sobre la pared. Tengo la esperanza de que mi compañera no fuese ese tipo de chicas fiesteras y que solo este rentando un par de películas para pasar la noche y que viene pronto... Quería tener esa esperanza.
Pero la misma se esfumo cuando paso una hora, ya no aguantaba el cansancio, pasaron dos horas, mi espalda no lo soportaba más, pasaron tres horas y a duras penas podría mantener mis ojos abiertos.
El sonido de los autos pasar, la risa de los chicos y las chicas me hace pestañear varias veces para despertarme, varios grupos pasaban junto al edificio y otros entraban a este, deduje que la flamante fiesta había terminado y que mi compañera estaba cerca.
Cuando veo entrar a un chico junto a una chica casi comiéndose el uno a la otra por el edificio me concentro en la cara del chico y quiero que un rayo me caigo encima porque era el... Era el cretino de los tatuajes. Por suerte están tan concentrados en su escena que pasan por mi lado y yo paso desapercibida.
De reojos los puedo ver subir y cuando espero que suban el siguiente escalón se detienen justo al frente de la puerta de donde se supone que es mi cuarto.
¿Esa chica era mi compañera?
Cierran la puerta detrás de ello y no me importa que les vaya a interrumpir, estoy malditamente cansada y toco la puerta con tan desespero hasta hartarlos, espero unos segundos porque mi compañera salga pero en cambio me recibe el.
Sus ojos se extrañan y ruego porque no me recuerdo, pero mi intento falla cuando aquella sonrisa que lo define se pinta en sus labios.
—Vaya, vaya. Miren a quien tenemos aquí. ¿Me estas siguiendo niña?
Estoy por agotar mi paciencia, pero no tengo las suficientes fuerzas para iniciar una nueva discusión con él.
— ¿Podrías por favor llamar a mi compañera?
— ¿Perdón? —Su ceño se frunce.
—Este es mi piso, ¿podrías por favor decirle a tu novia que yo seré su compañera?
El levanta sus cejas con la sombra de una sonrisa en sus labios antes de comentar:
—Niña, yo soy el que vive en este piso.
¡Sí! Mi día podía ser peor.
❁❁❁
Nota: Les recomiendo seguir mi cuenta de wattpad puesto que en el transcurso de la historia se encontraran con escenas privadas que solo personas que me siguen podran leer.
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