Sin rastros
Había pasado un día y unas cuantas horas desde que Peter había muerto, nos encontrábamos fuera del laboratorio envolviendo la cura y guardándola dentro de un gabinete especial para que no se dañe y nada le pase.
Mientras sostenía un par de frascos en mis brazos miré a John, este se encontraba muy concentrado mirando el gabinete, hacia un par de minutos que estaba de tal modo. Lo que acabábamos de hacer era un acto inhumano, para los creyentes un acto imperdonable por Dios, el mayor de los pecados. ¿Pero realmente era imperdonable?, lo habíamos hecho con un propósito, el ayudar a otros. ¿Entonces al salvar a muchos otros... este queda perdonado? No lo sabía, al igual que no sabía que pasaba en la cabeza de Adams en este mismo momento.
—Hey Emms. — Llamó mi atención John.
— ¿Qué pasa? — Pregunté con una pizca de curiosidad. ¿Puede ser posible que me haya leído la mente? ¿Debería de temer?
—Que te parece si vamos de compras, ya sabes... por mi cumpleaños. Ya que estamos a primero de septiembre.
—¡Si!, claro que si. Será divertido hacer las compras contigo, ¡el 7 de septiembre Adamcito cumples 28 años!, ¿qué se siente cumplir algo una vez en tu vida?
—Muy graciosa te despertaste el día de hoy, Miller. — Y ahí estaba, mi apellido, la forma en la que sé que me está insultando sin necesidad de usar un insulto.
Luego de ese momento me fui a buscar mis cosas y partimos hacia el pueblo. Al salir del bosque pudimos observar cómo habían un par de policías en la entrada de este, junto con John nos miramos y rápidamente volvimos a ver el panorama. Por suerte sólo eran un par, cada vez todo se hacía mucho más difícil para nosotros.
—No pasará nada, quédate tranquila. — Contestó Adams tomándome de la mano al verme un tanto preocupada.
—Tienes razón. Ahora dejemos de pensar en eso.
Al instante seguimos en nuestras cosas, el camino se hizo muy corto, los temas de conversación salían solos por lo tanto eso hacía que cualquier rastro de silencio incómodo se esfumara.
Al llegar aparcamos fuera de un supermercado, el más grande del pueblo. Realmente es un negocio que tiene absolutamente todo lo que precises, desde comida hasta muebles, un sinfín de cosas en un solo lugar.
Lo primero que hicimos al llegar fue tomar un carro para hacer las compras, ya que serían unos cuantos productos.
Todo lo que para hacer una torta se necesita, globos, moldes de tartas, más harina y elementos de cocina. Al igual que mucha comida que sabíamos que a la fecha no se vencería, porque no teníamos en nuestros planes volver a hacer las compras otra vez.
Adams se me había perdido hace unos minutos, no lo encontraba por ninguno de los pasillos hasta que luego de haber dado muchas vueltas en el que parece ser un laberinto sin salida lo veo, hablando con un vendedor en la parte de la ferretería ¿qué está comprando? Sin pensarlo mucho me acerco a él empujando suavemente mi carrito, al estar a su lado le susurro preguntándole que hace.
—¿Qué estás comprando Adamcito?
—Estoy comprando un barril de 20 litros de agua.
—Ohh... Bueno.
A nuestro encuentro sale el vendedor con el aparente barril de agua.
—Señor, ¿dónde se encuentra su vehículo para dejárselo?
Luego de que John me pidiera que me quedara esperándolo compré un par de dulces mientras el guiaba al señor de la ferretería hacía su auto. No había pasado mucho cuando John apareció a mi lado notificándome que ya había pagado por dicho encargo y que se encontraba en el auto sano y salvo.
—Haremos una última compra y nos iremos. ¿Tú ya tienes todo? — Preguntó Adams observándome.
—Sí, ya tengo todo lo que necesitamos.
—Bien.
Nos encontrábamos nuevamente con el mismo vendedor, este nos miraba intrigados. Digo, ¿por qué no hizo Adams los dos encargos en una vez sola?
Ácido sulfúrico, eso nos hacía falta. Cuando el señor que nos estaba atendiendo nos oyó negó rápidamente. "Aquí no le podemos vender al público", cosa que cambió rápidamente cuando Adams sacó su identificación. Un bioquímico en este caso tiene todas las de ganar, ya que es para uso científico. Nos terminamos llevando diez litros con nosotros, una buena cantidad. Ya estando en el auto me atreví a preguntarle para que tantas cosas, pero un "En casa hablaremos" me hizo ponerme mucho más ansiosa todavía.
El camino se hizo rápido, la vuelta siempre es mucho más corta que la ida, o eso te hace sentir cada vez que tienes que ir al pueblo.
Bajamos los bolsos y los ordenamos en los estantes para luego por último bajar el barril junto con el ácido.
— ¿Ahora si me dirás?
—Mira Emms, no podemos tener al niño toda la vida en el laboratorio y lo sabes.
—Sí, claro que lo sé. ¿Pero no habíamos acordado enterrarlo en la profundidad del bosque? — Pregunté mientras daba un sonoro suspiro.
—Era la idea principal si. ¿Pero si la policía decide entrar al bosque?, sabes que no lo han hecho por la lejanía de este con el pueblo. Pero eso no descarta que lo hagan hoy o mañana.
—También...
—Por lo tanto, si lo hicieran todo se iría a la mierda. Con esos perros encargados de rastrear quedaríamos expuestos. Lo encontrarían rápido, en cualquier momento, en cualquier lugar.
—Entonces tu idea es... — Esperé que Adams terminara de hablar para de ese modo confirmar mi única teoría, que por supuesto sería la acertada.
—El ácido sulfúrico causa quemaduras muy graves en los tejidos cuando este hace contacto con la piel, al igual que con las membranas mucosas. En 48 horas el cuerpo quedaría en nada, porque es pequeño y eso nos juega a favor. Después únicamente tendríamos que deshacernos del ácido junto con los restos.
No sabía que contestar, pero era lo que esperaba. Peter ya estaba muerto, no sufriría porque lo pusiéramos en ácido, eso me reconfortaba en cierta forma.
—Bien hagámoslo.
—Sácale el agua al barril y tráelo al laboratorio, yo me llevaré las botellas de ácido.
Tomé el barril y lo vacié en la entrada de la casa, pesaba mucho por lo tanto no pretendía vaciarlo muy lejos. Cuando este ya se encontraba vacío me lo lleve hacia el laboratorio para ver a Adams con una máscara de seguridad, para que los gases, vapores y partículas peligrosas no te lleguen a dañar.
Cuando John me ve toma el barril y me pasa una mascarilla similar a la que el se encontraba usando.
—El barril es de 20 litros y tu solo tienes 10 litros de ácido. — Comenté mientras me colocaba la mascarilla. — Hubieras comprado más cantidad.
—Sería muy sospechoso comprar un barril con una cantidad de x número y comprar la misma cantidad pero en ácido ¿no crees? Además yo cuento con lo que nos falta aquí. — Terminó de hablarme para mostrarme las botellas que nos faltaban. Bien pensado Adams, bien pensado.
—Pensándolo bien tendríamos que hacerlo afuera ¿no te parece?, digo. ¿Luego como lo sacaríamos de acá sin fracasar en el intento? — Cuestioné.
—Si, tienes razón. Lo llevaré hasta afuera y te llamaré para que lleves al niño, por las dudas.
Cuando John terminó de hablar se llevó todo hacia afuera, dejándome sola en el laboratorio junto con el pequeño Peter. Ya había comenzado a descomponerse de a poco, el olor que emanaba de su cuerpo era lo que me lo confirmaba. Su rostro sin color, su pelo opaco, todo de él se encontraba oscuro, sin vida. Unos golpes en la puerta trasera me habían sacado de mis pensamientos, John se encontraba parado en esta esperándome. Sin hacerlo esperar mucho tomé a Peter entre mis brazos y lo lleve hasta el barril, lentamente lo hundí en el al mismo tiempo que observaba lo rápido que este actuaba, pedazos de su piel ya se encontraban desprendidos, sin intención de ver más lo hundí por completo para así poder cerrar totalmente la tapa.
—Cuando estábamos cazando animales hace unas semanas noté un arroyo natural, no desemboca en ningún lado, es una cueva. Quizá podríamos dejar esto allí. — Hablé pausadamente mientras observaba el barril que se encontraba en frente mío.
—Sí... mañana lo haremos. Ahora vamos a descansar Emms.
Hola queridos saltamontes 🦗
Espero les haya gustado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top