¿Día de campo?
Emma
Estábamos desayunando cuando John tuvo la idea de ir al lago, no era una mala idea pero no quería desperdiciar de alguna manera su tiempo. Pero bueno, no había servido mucho ponerme contra ello, ya que ahora mismo me encontraba haciendo una pequeña mochila para así irnos. Dentro de esta misma había puesto una toalla y un suéter, por si llegaba a refrescar.
Me puse delante del espejo mientras observaba mi vestimenta, unos shorts marrones y una blusa blanca junto con mis zapatillas, porque solo tenía eso, puras zapatillas deportivas, no hay otra cosa.
Agarré mi mochila y salí para así encontrarme con John, su vestimenta era parecida a la mía, solo que el llevaba puestos unos lentes negros haciéndolo lucir genial.
—Te ves bien, vas a ver que nos vamos a divertir. El lago está a una media hora de aquí, son dos kilómetros y medio, creo.
—Espero y si sean dos kilómetros y medio, porque sino yo me voy.
—Como diga la señorita Miller. Tengo el presentimiento de que hoy será un gran día.
¿Gran día?, yo estoy segura que no. Bueno, puede ser que si. Hace ya bastante tiempo no voy a un lago o río, así que trataré de disfrutarlo al máximo.
Cuando comenzamos a caminar, pensé que sería un viaje silencioso y cómodo, pero no fue para nada así.
Ahora nos encontrábamos jugando a las adivinanzas para acortar de alguna manera el viaje.
—¿Qué es verde y se mueve cuando hay viento?— Dije sabiendo que era muy fácil.
—¿Las hojas o el pasto?—Respondió rápidamente Adams.
—Si, el pasto. La hice fácil para que pudieras resolverla, ya que usualmente sueles perder.
—Claro, como digas. Me toca a mi.
¿Qué tiene cuatro patas y se encuentra bajo tierra? —Dijo para mirarme divertido.
—¿Un topo? —Contesté dudosa.
—No, ni cerca.
—No se que otra cosa podría ser, me rindo.
—Que aguafiestas eres.
Es el ciervo de ayer. —Terminó de decir para estallar en carcajadas, las cuales terminó por contagiarme a mi.
—Quiero decirte que fue un mal chiste, te recuerdo que todo esto del día de campo lo estás utilizando para dejar tu conciencia tranquila.
—Si, tienes razón. Lo siento.
Bueno ¡llegamos!
Miré hacia el frente para encontrarme con un hermoso lago entre todos los árboles, simplemente maravilloso.
—Bien, no te acomodes mucho nos vamos para el otro lado, donde está el mini muelle, por allí. —Señaló.
—Pero aquí está bien, allá donde tu quieres ir puede estar muy peligroso, debe estar muy hondo.
—¿Acaso no sabes nadar?
—Claro que sé, tonto.
Vamos antes de que me arrepienta.
Solo lo escuché hacer un pequeño chillido de emoción, mucha seriedad los primeros días y míralo ahora, comportándose como todo un niño pequeño.
No tenía ninguna intención de meterme a nadar, así que únicamente me saqué el shorts y la remera para así quedar en ropa interior, es lo mismo que un bikini así que no me preocupaba en lo más mínimo.
Por otro lado Adams estaba más que dispuesto a darse un buen chapuzón.
—¡Vamos Emma!, al menos acércate y veme nadar.
—Claro, ¿para que luego me tires al agua? No gracias.
—Prometo no hacerlo, lo juro por mi laboratorio.
Lo miré y luego de unos minutos me acerqué a la orilla del muelle, para verlo nadar, mientras yo colocaba mis pies en el agua, estaba fría, pero soportable, además el clima ayudaba mucho.
En eso Adams se acercó.
—El agua está perfecta, ¿no lo crees?
—Si, está bastante bien.
Lo miré a los ojos unos segundos para luego apartar mi mirada hacia el agua. Algo en ella llamó mi atención, el agua estaba moviéndose de forma extraña. Eso solo me hizo pensar en algo.
—No vayas para allí John, salte del agua.—Dije mirándolo a los ojos mientras señalaba tal lugar.
—¿Y eso?
—Puede que sea un remolino, en los lagos suelen haber.
—Claro, seguro. Debe ser solo tu imaginación. Mira.
Terminó de decir para luego acercarse al mismo lugar donde acababa de señalarle.
Este hombre se lleva la medalla de oro al que menos caso hace.
Me paré en el lugar en el que estaba para poder mirar a Adams alejándose.
De un momento a otro había desaparecido. Mi corazón comenzó a ir a mil por hora, al igual que mi mente imaginándose lo peor.
—¡Adams si intentas asustarme no lo conseguirás! —Grité mientras esperaba que el saliera a la superficie, pero no fue así.
De los nervios me comenzó a faltar el aire a mi, o eso creía.
Sin pensarlo dos veces me lancé al agua para ir a por el.
Cuando llegué al lugar en donde John debía de estar algo me absorbió, tenía razón, era un remolino. Logre tocar algo o mejor dicho a alguien, abro los ojos lo más que puedo para poder verificar que sea Adams, lo sostengo mientras trato de mantener la calma, en unos minutos la misma corriente nos tendría que expulsar lejos de dicho remolino.
Los minutos más eternos de mi vida habían pasado, ya me estaba quedando sin aire cuando logré salir a la superficie con Adams a rastras.
Todavía algo no me permitía respirar, aún así aunque tratara de tomar aire.
Agarré lo más fuerte que pude a John mientras trataba de llevarlo a la orilla más cercana.
Cuando llegué lo primero que hice fue revisar su frecuencia cardíaca, aun tenía, pero era muy débil.
Comencé a darle compresiones repetidamente en su pecho, intentando que expulsara todo el agua de sus pulmones, mientras que le daba respiración boca a boca, antes de que sea demasiado tarde.
Mientras contaba una y otra vez, mi cuerpo parecía desfallecer, me faltaba cada vez más el aire, pareciera como si me estuviera muriendo.
Tuve que parar para agarrarme el cuello tratando de respirar pero se me era imposible, tosía mucho mientras hacía una que otra arcada.
Miré a John y me di cuenta que quizá sea por su culpa, así que rápidamente comencé con las compresiones.
—1, 2, 3, vamos John.— Cada compresión que daba, al igual que la respiración boca a boca era como un alivio para mi.
Cuando pensé que ya no podía seguir más, la tos de Adams me hizo reaccionar.
Lo puse de costado mientras escupía todo el agua que había tragado. Por mi parte tomé la mejor bocanada de aire de mi vida, nunca había sentido una desesperación tan grande como la de hoy.
—No vayas por allí, hay un remolino. —Dijo pausadamente.
Simplemente le di una sonrisa y lo abracé. Agradecía que estuviera vivo, gracias a ello yo estoy aquí también. Aunque fui yo la que lo salvé, eso no importaba.
—Creo que para la próxima deberías hacerme caso ¿no crees?
—Lo pensaré. —Contestó sentándose—
—Adams... Casi muero cuando tú lo haces, literalmente hablando. Tendremos que investigar a qué se debe.
Hola queridos saltamontes 🦗
"Tengo la ligera sospecha de que moriré si tú lo haces."
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