Capítulo 64
Nuevo León, México
11:05am
-Lo sentimos mucho Sam- me dijieron por septimoagesima vez, era una mujer mayor vestida de negro tocando mi hombro apretandolo ligeramente con lastima-.
Si, todos lo sentían...sin sentirlo realmente, habían pasado apenas 6 minutos en el funeral de Harry y cada segundo era peor al anterior, Isela se encontraba aferrada al ataúd caoba con detalles dorados en el cual descansaban rosas blancas.
No nos habían dejado abrir el fetro y creo que eso era mejor, no quería ver a Harry con los ojos cerrados, pálido, hipermaquillado intentando desimular que solo estaba domido, sabiendo que nunca más volvería a despertar.
Cuando desperté después de mi colapso, estaba en casa, acostado y allí podía escuchar a Paddy que se puso igual de mal que yo, se encerró en su cuarto y estuvo gritando a la nada alrededor de una hora, hasta que el oxígeno se le fue y cayó rendido, ahora estaba a mi lado, mirando al suelo mientras hacía un hoyo al pasto con la suela de su zapato, intentaba no llorar, intentaba hacerse el fuerte tanto como yo...pero la realidad era otra.
-¿Qué injusta es la vida no crees?- un sujeto de unos 40 se paro a mi lado a observar la escena, llevaba un traje blanco y una corbata roja que descansaba sobre su camisa azul rey, su cabello negro y su barba de candado tenían pequeños tintes canosos- ¿Dirás unas palabras en su nombre?- preguntó nuevamente sacando una botella pequeña de licor plateada de la solapa de su traje-.
-¿Quién es usted y que quiere aquí?- no lo conocía y ciertamente no conocía a nadie allí, todos eran los familiares de Isela y Mark, no conocía a ninguno-.
Paddy levantó la vista, daba miradas furtivas al sujeto, esta vez Andrea había sido la que se aferraba al ataúd, Mark estaba sentando en una silla con la cabeza entre las manos, a Juli no se le dijo nada de lo ocurrido, ella tiene entendido que Harry "esta de viaje", ciertamente...el viaje que emprendio mi hermano es eterno.
-Realmente no importa quien sea yo, no importa nada, saber mi nombre no acabará con tus penas ¿o sí?- dio una sonrisa alzando su botella de licor para brindar- mmm ¿Tienes listo tu discurso?-.
- Sí, aún que realmente creo que los funerales son más para los vivos que para los muertos- Paddy se había aferrado a mi mano con fuerza, pegandola a su rostro ocultandose de la realidad-.
-Si, ciertamente así es jovencito- soltó una risa donde pude notar que le faltaba una que otro diente-.
-Sam, es hora- Isela había llegado, tenía las mejillas rojas empadas en lagrimas, sus labios estaban fruncidos y habían perdido su color rojo-.
Camine junto con ella hasta tomar asiento, todos se encontraban callados atentos al padre, que pedía que nos unieramos en oración para el alma de Harry, Paddy se había agachado y abrazaba sus piernas dando fuertes sollozos, intentaba contenerse pero no podía, ocultandose de las miradas lastimosas de la gente, yo también queria llorar, tirarme al suelo y gritar, decirles que no me creía ni una mierda sus "lo siento " ni sus "ahora esta en un lugar mejor" quería ocultarme de sus miradas y de la realidad.
Cuando era niño y me veía consumido por el miedo de ver como nuestro padre se llevaba a Tom a hacer sus estúpidos encargos y pensaba que un día ya no volvería a ver a mi hermano, o que incluso ese podría ser mi destino, me escondía con Harry en un pequeño armario que había debajo de la escalera, el personal de la casa la recorría en nuestra busqueda pero nunca nos encontraban, la única que nos podía encontrar era nuestra madre, esta nos abrazaba y nos decía que estaba bien esconderse, que el miedo es el acto más puro y hermoso de todos, que podíamos escondernos de lo que doliera de vez en cuanto, que ella llegaría y nos ayudaría a salir de ese rincón escondido, que nos ayudaría a enfrentar cada miedo, ciertamente podría llamarla mentirosa, pero en todo su tiempo de vida, nos cuido hasta el fin.
-Sam- me llamó Mark, sacandome de todo pensamiento, todo estaba en silencio y me miraban esperando algo de mi parte, aún que no quería hacerlo, tuve que-.
Me levanté y camine hasta colocarme al lado del ataúd, no quería estar allí, no quería que me miraran y me señalaran diciendo "él era su gemelo" , no quería usar este estupido traje en negro , no quería hacerme a la idea de quien se encontraba en ese pedazo de madera decorado era mi hermano.
Definitivamente los funerales eran para los vivos, no para los muertos
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