Capítulo 5

Vamos, Eleine, no tengas miedo, estás a salvo aquí.

—¿C-cómo no tener miedo? Si ellos están en todas partes, ellos nos hicieron esto.

Conversación entre Oliver (11) y Eleine (9) Mirianni.





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—Necesito ir al baño.

Eleine hizo una mueca de desagrado desde la cocina, a pesar de que ya había hecho ese "trabajo" tres veces desde que el sujeto, apodado Caleb, despertó, seguía sin gustarle mucho.

Por eso debía hacer el extenso viaje hasta Woodstone City para buscar muletas y darle algo de independencia al hombre.

—Si me sacaras las esposas yo podría hacerlo solo.

La mirada azul de Caleb seguía siendo intrigante, parecía haber algo más que esa tranquilidad aparente, era un poco inquisitivo y calculador, o tal vez eran imaginaciones suyas.

—¿Ya no te duele el cuerpo? — preguntó buscando en su bolsillo la llave.

—No, puedo moverme.

Oyó un quejido de molestia cuando Caleb intentó apoyar su codo libre en la cama para levantarse y sentarse.

Eleine se acercó, esos ojos inquisitivos le provocaron cosquillas en su piel a medida que introducía la llave para quitarle las esposas. Apenas vio su mano libre, Caleb movió su muñeca en círculos, después se sentó en la cama y con ambas manos jaló la pierna enyesada hasta moverla al borde y girarse.

Ella tomó su mano y lo ayudó a ponerse de pie, pesaba bastante por lo que perdió algo de su propio equilibrio al intentarlo. Al final, Caleb logró apoyar su peso en su pierna sana y quedarse de pie sin ayuda.

—¿Ves? Puedo hacerlo sólo — dijo con una pequeña sonrisa, miraba hacia abajo, pequeños mechones de cabello negro caían hacia sus ojos.

—Ya lo veo, pero seguirás con ayuda hasta que consiga las muletas.

Puso un brazo alrededor de su espalda y lo ayudó a caminar, de forma lenta y de a pequeños saltos. Era inquietante lo bien que se sentía su calor corporal, la fuerza exigida en sus costillas para tomar aire, la forma en que se sostenía de ella.

En el baño Eleine lo soltó, como cada vez, lo dejó para que hiciera el resto del trabajo por su cuenta mientras esperaba del otro lado de la puerta.

Al principio le había costado superar el miedo de tener un extraño en casa, la primera noche casi no pudo dormir, pero luego el miedo fue pasando, transformándose en una alerta que la mantenía al margen. El extraño era eso, un extraño, y en cuanto se recuperara del todo debía enviarlo de regreso al lugar de donde vino.

Aunque eso era algo difícil de lograr puesto que no tenía idea de dónde era Caleb, y el hecho de que hubiese perdido su memoria solo complicaba más las cosas, además de que para el mundo éste Caleb no existía.

—¿Ya terminaste?

—Sí.

Repitió el mismo proceso de ayuda, pero esta vez, Caleb se detuvo pasos antes de llegar a la cama.

—No quiero sonar desagradecido, pero estoy cansado de estar tirado en la cama ¿Puedo estar tirado en otro lugar?

A ella casi se le escapa una risa al oír eso, y cuando lo miró a los ojos vio sinceridad real y cansancio. Caleb bien parecía una persona inofensiva con esa expresión tranquila en su rostro.

"Al margen" se repitió.

—Puedes ir a la sala.

—Eso sería fantástico.

También significaba más tiempo cerca de su calor, y de su cuerpo.

—Bien, ahora tendrás que quedarte aquí las próximas cuatro horas —de la cocina trajo una bandeja con fruta y pan, la colocó junto a él en el sillón y luego le acercó el control remoto—. Tengo televisión por satélite aunque por esta zona la señal no llega muy bien, pero, creo que podrás encontrar algún canal transmitiendo.

Luego de verlo tomar el objeto negro, y comer con hambre una banana, Eleine se dirigió a su habitación para buscar su identificación, billetera y la bolsa con el acolchado sucio, tomó su cartera y al llegar a la puerta, miró a Caleb una última vez.

El azul calmo de sus ojos produjo un ligero calor en su pecho, y cuando las comisuras de sus labios se elevaron débilmente hacia arriba ella tragó saliva. El extraño era atractivo, de eso no tenía duda.

—Gracias —él dijo y luego mordió su fruta—. Ve con cuidado.

—No te muevas —fue todo lo que pudo decir.

Afuera inhaló profundo, como si el sujeto al verla a los ojos y sonreirle fuera capaz de quitarle el oxígeno.

"—Controla tus hormonas" se exigió mentalmente, porque al final esa era la razón de sus reacciones, había vivido alejada del sexo opuesto demasiado tiempo, el suficiente para tener reacciones de ese tipo.

Descendió por la montaña con cuidado de no tropezar, el terreno demasiado inclinado era un gran obstáculo para cualquier vehículo todo terreno, por lo que cualquier automóvil sólo llegaba hasta la base de la montaña y de ahí debía continuar a pie.

Era tedioso cuando tenía que trasladar objetos pesados, para edificar su hogar ella tuvo que mover un montón de trabajadores para lograr aplanar un terreno casi en la cima.

Arrojó la bolsa al interior de su coche, una vez adentro, se liberó de su bolso, encendió el motor y puso a funcionar el reproductor, odiaba el silencio.

Sería un largo camino hasta la ciudad, hasta se sentía tentada de visitar Blue Creek para ver a sus amigos. Pero si lo hacía jamás terminaría su viaje y el extraño que sanaba en su casa moriría de hambre, sed y aburrimiento.

Afortunadamente para sus habilidades de conducción, el camino hacia Woodstone City era en su mayoría recto, sin curvas peligrosas ni desvíos complicados.

Casi dos horas después, cuando en el horizonte de la última curva aparecía la brillante ciudad, su celular vibró desde su bolso. Aparcando en la banquina, Eleine vio el rostro de su único hermano en la pantalla.

Sonriendo porque era la primera llamada en dos semanas desde la última vez que lo vio, contestó:

—¡Oliver!

—No hay tiempo Eli, estoy desconcertado ¿Se puede saber qué hace este tipo en tu casa?

Ahí fue cuando su estómago casi cayó a sus pies.

Oliver podía ser impredecible en cuanto a salidas y visitas, su trabajo como oficial de policía en Paradise City no le daba mucho tiempo libre, pero en ese momento, Eleine maldecía la casualidad de que a su hermano se le ocurriese aparecer con una sorpresa.

—Mira, Ollie, te explicaré todo en cuanto regrese, tengo algunas cosas que hacer ¿De acuerdo?

—¡¿Esa es tu explicación?! — Oliver alzó su voz, demasiado— ¿Y a donde vas? —preguntó calmándose, podía notar cómo su preocupación reaparecía—  ¿Qué tienes que hacer?

—Conseguir cosas —se apresuró a decir—. En Woodstone City.

Silencio, a ella no le agradaba cuando hacía eso.

—Escucha, te explicaré todo en cuanto regrese, lo prometo.

—Bien —refunfuñó—. Pero ten cuidado a donde vas ¿Entendido?

—Completamente... Ahh, y por favor no le hagas daño.

—¿Yo? —Oliver rió—. Sabes que soy inofensivo.

—Ajá, si, eso explica cómo le rompiste el brazo al último ladrón que capturaste.

Touche.

Eleine rió, extrañaba hablar con su protector y demasiado idiota hermano.

—Vigila el fuerte por mí, volveré en un par de horas.

—De acuerdo, cuídate.

Un poco más aliviada de saber que al menos Oliver no iba a arrestar a Caleb y a armar todo un escándalo, Eleine continuó su camino, avisto el cartel de entrada a la ciudad, el enorme arco de madera tallada tenía el letrero verde con la imagen de las montañas que rodeaban la ciudad, el nombre, el número de población y en una esquina las letras W. C. rodeadas por garras.

Un nudo se le hizo en el estómago al ver la señal que se usaba para anunciar el territorio de un clan cambiante.

Esta ciudad pertenecía a los pumas White Claws.

Pero, su curiosidad apareció cuando, mientras esperaba en el peaje para ingresar, vio en la esquina contraria del letrero otras iniciales, I. D.

Eso era extraño.

—Disculpe —le dijo al hombre mayor de la cabina que revisaba su documentación— ¿qué significan esas iniciales?

—Significa que el alfa del clan de esta ciudad se ha vinculado a otro alfa de otro clan — sonriendo le entregó los papeles junto a su documento—. Ahora este territorio también le pertenece al clan Ice Daggers.

Intentó recordar si no había oído o leído ese nombre alguna vez en sus archivos, pero no pudo.

—¿De qué tipo son?

¿Lobos? No, eso no era muy probable, si algo había salido de sus investigaciones sobre esa otra raza, era que ellos solían ser muy territoriales, sin mencionar que pumas y lobos eran enemigos naturales.

¿Y si no era así? Ella tendría que resolver sus asuntos de otro modo, bajo ninguna razón se metería en territorio de esos monstruos.

—Son leopardos de las nieves — respondió el hombre—. Disfrute la ciudad señorita.

La barrera del peaje se elevó con un ruido mecánico, sin salir de su sorpresa, Eleine siguió conduciendo hacia el interior de la ciudad.

Al encontrar un buen sitio para estacionar, decidió que antes de hacer sus cosas, era mejor llamar a Will.

—¡Eleine! Me has leído la mente mujer, estaba a punto de llamarte.

Ella sonrió mientras detenía el motor.

—¿Aún sigues vivo?

—No —respondió arrastrando esa palabra—. Te estoy hablando desde el mas allá a donde me mandaron los lobos ¿desde cuando haces preguntas tontas? ¡Hay buenas noticias!

—Es justo lo que necesito el día de hoy.

—Encontré un dato importante, no es sobre los ataques si no que es sobre los sujetos que investigamos.

—Y el punto es...

Will resopló.

—No pierdas la paciencia, los lobos Moon Fighters tienen una alianza con los pumas White Claws.

—¡¿Qué?!

—Lo mismo que oíste, ahora sal del coche, tenemos que hablar.

Eleine inspeccionó la calle y encontró a su amigo sentado en una banca del otro lado, cerca de la parada de autobús.

—Podrías haber dicho eso desde el principio.

—Me gusta el misterio, ahora sal de una vez, tengo mucha más información.

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