Capítulo 22


Es una linda mujer, y un bello niño, sería una lástima que algo les sucediera.

—Pierdes tu tiempo, no me harás caer, ningún cambiante atenta contra la vida de una madre y un cachorro.

—¿Estás dispuesto a arriesgarte? Creo que no, dime el nombre del cliente que recurrió a tus servicios y los dejaré cruzar la frontera.

Conversación entre Derek Miller y Patrick Mcgraw.






🐺🌙🐺

Inmóvil, estático, su cuerpo no respondía, de pronto no tenía forma de accionar, el sujeto que tenía en frente era igual al de su sueño, ese que lo había llamado hermano.

Tenía el cabello de un marrón oscuro, largo hasta el cuello, sus ojos eran un reflejo de los suyos, su piel era un tono más bronceado, como si estuviera expuesto constantemente a la luz del sol.

Llevaba un tapado negro que le llegaba a los tobillos, un suéter verde oscuro de cuello alto y pantalones de montaña negros, un objeto plateado llamó su atención, un dije con forma de luna atravesado por garras, parecía de metal.

—Hermano —dijo el extraño con emoción, avanzó un paso, Eleine retrocedió.

Caleb intentó calmarla, de reojo vio que ella estaba tensa detrás.

—¿Quién eres tú? —preguntó, continuó protegiendo a la mujer que se aferraba a su brazo.

—Soy yo, Seth, tu hermano —descendió el barranco—. ¿No me recuerdas?

Sólo en un sueño.

—No, no sé quien eres.

—Shane...

Ese nombre era extraño, Caleb frunció el ceño al escucharlo, era ajeno, un nombre cualquiera, no se sentía identificado.

—Yo soy Caleb.

Seth se acercó, tensó su postura, y aunque la atención de aquel extraño estaba centrada en él, Caleb sintió la necesidad de poner a salvo a Eleine, se alejó pero aquel insistió en avanzar mirándolo fijo, en sus ojos azules vio alegría.

—Tú eres Shane Meyer, mi hermano.

Un grito ahogado sonó a sus espaldas, fue en ese entonces que tuvo un mal presentimiento.

—¿Eres Seth Meyer? —Eleine preguntó con seriedad, su mano abandonó su brazo, retrocedió alejándose—. Eso significa que tú...

Caleb volteó en su dirección, sus ojos marrones se empañaron, al verlos de esa forma todo a su alrededor dejó de tener importancia, el tiempo se detuvo, sintió tristeza y miedo,  eso fue un golpe al corazón, Caleb intentó acercarse pero ella insistió en mantener una fría distancia.

—Eres uno de ellos —concluyó con brutal dureza.

—No, Eleine, dejame explicarte.

Intentó tomar su mano, era una acción casi instintiva para él intentar calmar el miedo, pero esta vez ella no se lo permitió, eso le hizo sentirse peor.

Estaba descubierto, vulnerable, la estaba perdiendo.

—¡Alejate de mí! —ella gritó y luego corrió.

La desesperación se esparció como fuego en su interior, impulsando sus latidos alimentados por el pánico, no quería que se alejara, Caleb fue tras ella corriendo a través de las piedras del barranco, Seth quiso detenerlo pero él lo empujó lejos.

—¡Eleine! ¡Eleine! ¡Espera por favor!

Alcanzó a tomarla por el brazo pero ella se giró y le arañó, le dio un rodillazo directo a las costillas y consiguió zafarse, llegó hasta la camioneta y abrió la puerta, cuando Caleb estuvo cerca ella apareció apuntando con un arma.

—¡Espera!

—¡Alejate! —gritó con lágrimas en los ojos— ¡No te acerques o te juro que voy a disparar!

Caleb levantó las manos al aire y retrocedió.

—Eleine, por favor, dejame explicar...

—¿Explicar qué? —interrumpió—. Me mentiste desde el principio —agregó entre dientes—. Eres uno de ellos.

El dolor podía sentirse en sus palabras y eso hizo crecer su desesperación, porque ella estaba actuando tal y como había anticipado, con miedo, ella le temía y eso le desgarraba por dentro.

—No soy igual que ellos, Eleine...

—No digas más, no quiero escucharte. —Bajó el arma—. Confié en ti porque creí que eras humano.

—Y yo no te lo dije porque pensé que reaccionarías así. —En esas circunstancias era absurdo intentar fundamentar su mentira—. No quería perderte, eres todo lo que tengo, estoy solo en el mundo. 

—No puedo vivir cerca de un lobo.

—Eleine no, no lo hagas —suplicó— no me alejes.

—¡Ya no quiero escucharte! —exclamó y su voz se rompió por el llanto—. Ya no más, te miro y veo a los monstruos que me quitaron todo lo que amaba. —lágrimas surcaron su rostro—. No te quiero cerca, me harás daño como todos los demás.

—¡No! —exclamó, su garganta se hizo un nudo, sentía ganas de llorar con ella, perdió toda su fuerza, su voz se quebró—. Nunca haría nada para lastimarte.

Eleine limpió sus lágrimas y subió a la camioneta con indiferencia.

—Ya lo has hecho.

Encendió el vehículo, dio un giro que era completamente ilegal y aceleró dejando tras de si una estela de polvo.

—¡Eleine! —Caleb gritó, lágrimas desbordaron sus ojos—. No te vayas.

En un instante lo perdió todo, lo poco que tenía, lo único con lo que se sentía seguro, Eleine era su todo y ahora no tenía nada. Caleb cayó de rodillas mientras el polvo se dispersaba, ella había desaparecido en el horizonte.

—Shane...

—¡Callate! —exclamó con furia y se puso de pie, enfrentó al desconocido empujando con sus puños su pecho— ¡Por tu culpa ella se fue! ¡Todo esto es tu culpa!

—Tranquilo Shane...

—¡No soy Shane!

Derribó al extraño al suelo con un puñetazo directo al pómulo, desde que despertó en la cama del hogar de Eleine nunca había sentido furia, pero ahora sí la sentía, era cruda, visceral, alimentada por el miedo de saber que estaba realmente sólo.  Por mucho tiempo intentó evitar enfrentarse al hecho de que era un hombre vacío, incompleto, Eleine le dio la ruta de escape para no pensar en eso, y ahora que ella lo había dejado, el temor surgió desde su pecho ¿qué haría ahora?

—Diablos —el extraño se quejó en el suelo—. ¿Quieres calmarte de una vez? Disculpa, no quería arruinar las cosas entre tú y esa chica, lo único que quería era saber si mi hermano estaba vivo.

Había emoción en sus palabras, Caleb le dio la espalda mientras se agarraba la cabeza, todo era muy confuso, era demasiado para su sistema.

—No te recuerdo, no sé quién eres, no tengo memoria —eso último lo dijo como un pensamiento lejano. 

Que Seth lo llamara hermano no tenía significado alguno, porque en todo caso no tenía imágenes que lo asociaran a esa palabra.

El extraño, Seth, se quedó sentado en el suelo, con su ropa cubierta de tierra, su pómulo enrojecido y con un corte pequeño. Caleb se sintió mal por haberlo golpeado, resignado le extendió una mano y lo ayudó a ponerse de pie.

—¿Seguro que no me recuerdas?

—Muy seguro.

Seth suspiró, puso una mano en su hombro y Caleb estuvo a punto de alejarse, pero se mantuvo quieto, no le veía sentido alguno en seguir echándole la culpa por lo sucedido, aunque le dolía su ausencia, dolía que ella ahora le temiera por ser un cambiante, un lobo.

—Te buscamos por todas partes —dijo Seth—. Empezamos a perder las esperanzas de encontrarte con vida.

No respondió, porque se sentía ajeno a la situación, todo lo que alguna vez fue se perdió para siempre, Caleb no tenía pasado ni un futuro sencillo, y el hombre que aseguraba ser su pariente no encajaba en ningún lugar de su mente.

—Tienes que volver a casa.

No, no podía ni estaba seguro de querer enfrentarse al constante hecho de que no reconocería a nadie del lugar a donde iría.

—¿Qué significa eso? —dijo apuntando al dije que colgaba de su cuello.

Necesitaba distraerse del lío que estaba sintiendo en su corazón.

—Es la insignia del clan Moon Fighter, nuestro clan.

Al que ya no pertenecía, pensó.

—No quiero volver —dijo y se alejó con brusquedad—. No recuerdo a nadie, el tipo que antes conocías se fue para siempre.

—Shane no hables de esa forma.

—¡Que no soy Shane! —exclamó conteniendo su enojo al oír ese nombre—. Soy Caleb.

Seth se cruzó de brazos y lo miró de pies a cabeza.

—¿Tienes una identificación falsa o un certificado de cambio de nombre? —suspiró y pasó una mano por su cabello—. Esto es una locura.

—¿Crees que es broma? —lo enfrentó—. Shane ya no existe, todo estaba bien para mí hasta que apareciste, y ahora he perdido a la mujer que salvó mi vida, lo único que tiene significado para mí.

Seth cambió su expresión, de confusión a seriedad en un segundo.

—Eso fue cruel, yo no tengo la culpa de que hayas huido del clan en medio de una crisis nerviosa y que luego perdieras la memoria vaya saber cómo y en dónde.

Caleb vio asomar puntas de garras en las manos de Seth, recordó lo que era.

—Si no hubieras aparecido Eleine todavía estaría conmigo y mi vida seguiría siendo pacífica a su lado.

—Si, si, ya me has dicho eso, ¡lo siento! ¿Qué más quieres que diga? ¿Qué quieres que haga?

—¡Que me dejes solo! Eso quiero.

Seth lo miró a los ojos, negó con la cabeza.

—Te perdí una vez —su voz tembló—. No volveré a perderte de nuevo, vendrás conmigo.

—Por supuesto que no —replicó alejándose.

—Shane... Digo, Caleb, espera.

El enojo corría por su sangre, estaba enfadado consigo mismo por no haber sido capaz de ser sincero desde el principio, caminó sin rumbo fijo, consciente de los pasos que lo seguían detrás, algo en su mente se movió pero él no le dio importancia. 

—¿Tienes un lugar a dónde ir?

Se detuvo, al frente se distinguía la carretera y los árboles moviendo sus ramas al son de la brisa, elevó su mirada al cielo. Quiso por un momento dejar de pensar pero no pudo, Eleine ya estaba a kilómetros de distancia y él no podía regresar a la cabaña a mitad de Ricker Mountain, literalmente no tenía ni en donde caerse muerto.

Pero claro que tenía, pensó, el otro sujeto que existió antes de perder la memoria tenía cosas que él no. Regresar a eso sería difícil, reconstruir recuerdos... No estaba seguro de poder hacer eso.

—No, no tengo —respondió y dejó de caminar, sentía su cuerpo sin fuerzas, cansado por los acontecimientos.

Seth se detuvo junto a él, de reojo lo miró.

—Regresemos a casa.

No tuvo otra opción mas que seguirle, estaba perdido en la inmensidad de un territorio poblado por lobos de aquel clan que Seth decía pertenecer.

En silencio, con resignación y pesar, Caleb lo siguió hasta el final del camino, donde la tierra se unía con el pavimento y los pinos lo cubrían todo a ambos lados de la carretera. A varios metros estaba estacionada una vieja camioneta de color verde oscuro, Seth le hizo un gesto para que subiera, Caleb seguía tenso pero aquel hombre sonreía contento.

—Encontré esto el día en que desapareciste —dijo descolgando un dije atado a un hilo negro del espejo retrovisor interno—. Es tuyo.

Caleb recibió el extraño objeto y lo observó con atención, mientras Seth giraba para regresar a Paradise City, el dije era diferente, una luna creciente hecha a la mitad, del medio surgía la cabeza de un lobo aullando.

—Dijiste que era la insignia Moon Fighter ¿por qué es diferente?

—La insignia es la luna creciente —Seth respondió—. Las cosas que la acompañan son diferentes y se asocian a la posición que se ocupa dentro del clan.

Caleb sostuvo el dije entre sus manos.

—No entiendo.

—Las garras sobre la luna identifican a los rastreadores, el lobo aullando identifica a los vigilantes.

—¿Yo era uno?

—Sí, estabas a cargo de vigilar las tierras forestales que rodean al corazón del clan.

Caleb no quiso hacer más preguntas, su corazón dolía y su cabeza daba vueltas, era demasiada información de golpe, el pasado era algo extraño y sin sentido, difícil de entender para un hombre que no recordaba ni siquiera lo más básico.

—¿Cuántos años tengo? —preguntó, giró su cabeza y apoyó su frente contra el vidrio de la ventana.

—Veintiseis ¿en serio no recuerdas nada?

—Nada.

Caleb cerró sus ojos cayendo en la absoluta oscuridad del sueño.

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