Un domingo de amenazas y familia sobre protectora.

Trentuno:

Un domingo de amenazas y família sobre protectora.

Me observé en el espejo, seguía sin convencerme mi atuendo; maldición. Me sentía incómoda con cada prenda que me colocaba, sin contar que arrastraba conmigo un malhumor de los mil demonios. Solté un sonoro suspiro, sólo era el almuerzo familiar; no era la gran cosa. ¿Acaso siempre me había preocupado que vestir cuando asistía? Claro que no, pero por alguna razón; hoy era la excepción a las demás.

Volví a buscar ropa en mi armario y acabe optando por una calza de color negro, una vieja y gastada sudadera; nadie se pondría a juzgar mi vestimenta o eso deseaba.

—¿Has acabado ya? —preguntan con irritación, detrás de mí; volteo y me encuentro a Stef. Esta recostado en el umbral de la puerta y parece fastidiado por mi demora—. Cualquier cosa que uses, te hace ver igual de preciosa —admite y niego.

—Eso es mentira —espeto.

Camina hacia donde estoy y sus brazos no tardan en rodear mi cintura, besa la punta de mi nariz con delicadeza.

—¿Se puede saber que te tiene tan gruñona? —inquiere con una sonrisa—. Porque vamos, eres así siempre; pero hoy estas insoportable —ríe y recibe un golpe en su abdomen.

—Eso no es cierto —refunfuño—. Estoy igual que siempre —replique.

Su cabeza se mueve en un gesto negativo.

—Me dirás que pasa —pide y asiento de mala gana.

—Estoy en mi días, eso pasa —le espeto sin vergüenza alguna.

—¿Eso significa que te ha visitado Andrés? —pregunta con diversión. 

—¿Andrés? —inquiero confundida.

—Sí, eso he dicho; Andrés el que te visita una vez al mes —dice divertido y yo ruedo mis ojos; inmaduro—. Eh, no hagas esa cara; te recuerdo que tengo una hermana y a ella ese tío la visita —me recuerda sin dejar su tono divertido.

—Recuerdáme porque estoy contigo, Señor inmadurez —digo mordaz, pues sí; no era el mejor momento para que hiciera esas bromas. Vamos, estar con mi período implicaba estos arranques de mal humor y que fuese más grosera y gruñona que de costumbre. Pero Stéfano se comportaba como un imbécil, aumentando mi malestar; estupendo.

—Hey, tranquila fiera —levanta sus manos a modo de rendición—. Mejor vayamos a ese almuerzo, porque Andrés te ha puesto demasiado gruñona —dice, mientras sale huyendo de la habitación; jodido cobarde.

Suelto un bufido, mientras tomo mi móvil y salgo hacia el pasillo. 
Me encuentro a Stef esperando por mí y me regala una sonrisa; no arreglará nada con ella. Ya me ha puesto de peor humor por sus infantiles bromas, pronto habría un cadáver y no sería el mío. Porque sí, ya había planeado su asesinato. Uno lento y doloroso. 

Subimos en su coche y puso marcha hacia la casa de mis padres. Prefería quedarme en mi departamento y descansar; pero no podía evitar asistir, sería una ofensa y sé que pondría triste a mamá.

El camino fue silencioso, él comprendió que era lo mejor; sino quería que lo matase al final del día. Aunque eso no duró demasiado, con Stéfano lo bueno duraba poco.

—¿Te apetece oír música deprimente y corta venas?  —pregunta y no dejo pasar la diversión en su voz.

Señor jamás te he pedido algo, pero dame fuerza para no matarle en este momento. Se lo esta ganando y estoy intentando llamar a la calma.

—Como sigas con tus putas bromas, pateare tu trasero y te juro que no será agradable —avisé o más bien ladre.

Soltó una carcajada sonora, mientras no quitaba su vista del camino. Mordió su labio inferior y supe que se estaba aguantando para no soltar otra tontería. Genial. Le miré y le advertí con aquella mirada que lo apropiado era que continuase con el pico cerrado. Supongo que lo comprendió, porque no volvió a decir más nada.

Estacionó su auto frente a la casa de mis padres, la cual estaría repleta con la familia y con ello sabía que habría preguntas; las cuales no deseaba responder. Estarían formulando muchas por sus cabecitas y todas serían sobre Stef y yo. ¿Era tan raro que tuviese pareja y deban acribillarme a preguntas? Vale lo entiendo, salí con Jeremy y jamás le traje al almuerzo. Porque no tomaba tan enserio aquella relación, sí; sentía algo por él. Pero quizá no era amor, solo fue mi bastón para no volver a caer en la depresión por la pérdida de Elio y también para no salir en la búsqueda de Aarón. Habían tantas posiblidades y razones; que no podía decidirme por una. Solté un sonoro suspiro y bajé del coche y Stef no demoró en llegar a mi lado, caminamos hacia la puerta de entrada. Aun no había hablado con mis padres, luego de estar escondida aquí; porque no quería enfrentar a Stéfano.

Una vez que abrí la puerta, oí las risas provenientes del salón. La familia entera se encontraba aquí y yo estaba de los putos nervios; pero no comprendía el porqué.

Mi mamá fue la primera en notar nuestra presencia y se acercó a darnos un enorme abrazo. Y claro estaba que le dijo algo al chico a mi lado, ya que note que sonreía nervioso. Maldición.

—Mamá... —advertí y ella me sonrió haciéndose la tonta.

Lo sabía, le ha amenazado. Sí, así de locos eran los Collins. Estupendo.

Luego fue el turno de mi padre, quien nos saludó con demasiada normalidad; pero sabía que cuando tuviera la oportunidad le diría unas cuantas cosas a Stef. Seguían cuidando de mí y aunque a veces exageran; agradecía tener esta familia dramática y sobre protectora.

Mis tíos se acercaron a saludar, pero no hicieron pregunta alguna; pero suponía que ya estaban al tanto de todo. Aiden me saludó con un movimiento de cabeza, pero estaba claro que no aceptaría eso; me acerqué a él y le abracé con fuerza. Sus quejas no se hicieron esperar y no pude evitar reír.

—¡Tengo diecisiete años! Estoy mayorcito para esto, de verdad —refunfuña como todo un niño pequeño.

—No parece y más cuando haces estos berrinches —me mofó de él, quien sigue quejándose.

Luego de molestarle un poco, saludé a Lily; la hermana menor de Aiden. La cual tenía quince años y se fue de vacaciones con su abuelo materno, Leroy Montgomery. Ahora estaba de regreso y supuse que retomaría sus estudios. A mi hermano le costó dejarle ir y más aceptar que se tomase un año sabático. Como padre era todo -demasiado- protector y más con su princesa, así le decía él a su hija menor. Se parecía tanto a nuestro padre, le consentía tanto; como lo hicieron conmigo.

—Estas guapísima —halagué a mi sobrina, la cual sonrió ampliamente.

—Me parezco a mi tía —dice y me abraza con fuerza—. Me alegra ver que eres feliz, de verdad; Jeremy no era para ti —admite, sin dejar de abrazarme.

—Él me hace feliz, aunque es un completo idiota —digo y ambas soltamos una carcajada.

Le obligue a contarme sobre sus vacaciones y si había conocido a algún chico; pero sabía que aún era joven para ello.

El almuerzo transcurrió con normalidad y tranquilidad, mi padre y mi hermano hicieron bromas de todo tipo y no dudaron de meterse con Stef. Él parecía nervioso y entendía porque. Era la primera vez que asistía como mi pareja oficialmente, ya que cuando le invitaron aquella vez; apenas nos conocíamos y me chantajeo para que saliese con él.

Mientras conversaban animadamente en la mesa, me levante sin llamar la atención y salí a fumar un cigarrillo. Hacía mucho que no encendía uno y disfrutaba de él. Ganas no me faltaban, pero quería dejarle. Recuerdo que empecé con ello, luego de mi intento de suicidio y me ayudaba con mis nervios. Claro que acabe agarrandole gusto y ya no pude dejarle; hasta ahora que lo estoy intentando.

Encendí uno y le dí una calada profunda, para luego soltar el humo.

—Creí que habías dejado esa mierda —mi hermano se acomodo a mi lado y apoyó sus brazos en el barandal del balcón.

—En eso estoy —sonreí, expulsando el humo.

—¿Va todo bien con él? —quiere saber.

Imitó su postura y asiento; mientras doy otra calada.

—Empezamos una relación, Isaac —le cuento—. Estoy segura de lo que siento y le amo con locura —admito y él sonríe.

—Es bueno saberlo —dice—. Pero si te hace daño nuevamente, romperé todos los putos huesos de su cuerpo y sabes que lo haré —advierte y no puedo evitar reír, ante su amenaza. Le conocía y sé que lo cumpliría.

—Lo sé, lo sé —sin dejar de reír. 

Conversamos un rato, hasta que Lily nos llamó para probar el postre. Ambos entramos y Stef se acerca a mí, depositando un beso en mis labios.

—Comenzaba a extrañarte —susurra.

—Lo dudó, hablabas muy animado con Aiden —bromeó y él niega.

Le beso cortamente los labios y nos acomodados en nuestros lugares. Mi madre es la encargada de servir el postre y comienzo a babear cuando deja delante de mí un enorme trozo de tarta de chocolate; era mi favorito y ella lo sabía.

No demore en llevarme un poco a la boca, demonios; me sentía en el paraíso. Me deleite con aquel sabor y sonreí sin poder evitarlo, lo malo de vivir por mi cuenta; era que extrañaba la comida de mi madre. Puff, me hacían falta.

No pude evitar repetir el postre, me iría rodando; pero me daba igual. Stéfano no dudó en burlarse de mí, pero la tarta de chocolate me tenía de muy buen humor; por lo que ignore sus burlas.

Ayudé a mi madre a levantar la mesa, mientras algunos familiares se despedían y alababan la comida.

Observé por la ventana y me ví allí; cuando era pequeña y Margaret me perseguía porque huía de bañarme. Una sonrisa cargada de nostalgia se adueñó de mi rostro y por un momento me dejé llevar al pasado. Aquellos en los que fui muy feliz, donde mi hermano aún vivía aquí; en donde era demasiado pequeña para entender que había más problemas de los que podía imaginar.

—¿Dónde estás? —preguntan detrás de mí, mientras unos brazos rodean mi cintura.

—Recordaba mi infancia —respondo, mientras acarició sus brazos de arriba; hacia abajo—. Cada vez que tenía que bañarme huía hacia el jardín y mi nana me seguia; cuando me atrapaba era una tortura —reí contándole aquel recuerdo.

—De niña eras toda una rebelde, pero no me sorprende; aún lo sigues siendo —dice y sé que esta sonriendo.

Continuamos así, con sus brazos rodeandome por unos cuantos minutos; hasta que el carraspeo de alguien nos interrumpió. Mi padre hizo acto de presencia, observé como se acomodaba en uno de los taburetes y con un movimiento de cabeza nos pedía que hiciésemos lo mismo.

Con Stef nos sentamos uno al lado del otro y esperamos con nervios notables; lo que mi padre tenía para decir. Vi como apoyó su mentón sobre sus manos y sopesaba sus siguientes palabras.

—¿La amas? —pregunta y sé a quien va dirigida.

—Más que a mi vida, Señor —responde Stef con mucha determinación.

—Me alegra oírlo —dice—, Pero si ella derrama nuevamente una sola lágrima por ti, ten por seguro que será lo último que hagas y dejaré que mi hijo saqué la mierda de ti —amenaza con demasiada calma, gracias Ethan; eres increíble—. Y espero que pronto os caséis —sonríe.

—Así será, Señor —le asegura.

—Gracias papá, le has asustado —reprochó y él niega.

—Claro que no, ¿verdad Stéfano? —le pregunta y él asiente—. ¿Ves? No se ha asustado, deja de ser tan dramática —se burla.

—Lamentablemente viene de família ser así —le recuerdo—. Será mejor que regresemos a casa, sino habrán más amenazas de mi inmadura familia —suelto, ya algo molesta.

Bien, no era bueno que siguieran con ello y menos cuando me encontraba con mi maldito período. Había tenido suerte que cuando sucedía, Stéfano y yo estábamos peleados o directamente no nos llevábamos bien; así que nunca tuvo que ver mi lado gruñón en su punto máximo.

Me despedí de los que quedaban en casa de mis padres y con Stéfano subimos a su auto; poniendo marcha hacia mi departamento. Renji debe estar que me come a mí, auque sabía que mí chico le había dado de comer; eso no era suficiente para aquel gordo vago.

El camino comenzó silencioso y lo agradecía. No me apetecía conversar lo sucedido en casa de mis padres, había sido demasiado incómodo. Bueno al menos para mí, recuerdo que algo parecido sucedió cuando Aarón fue por primera vez al almuerzo familiar; casi se lo comen vivo. No pude evitar la sonrisa en mi rostro, ya nada me sorprendía de la alocada familia que tenía.

—He pensado en algo —la voz de Stef, interrumpió mi ensimismamiento—, Yo conozco a tu familia entera y tú no conoces a la mía aún —continúa y sé que esta nervioso—. A lo que voy, es que quiero que vengas conmigo a Grecia y veas a mi familia. Dalia muere por conocerte, no deja de decirlo cuando hablamos por teléfono y sé que a mi padre también le hace ilusión —acaba su diatriba y me observa un segundo, para luego regresar la vista al camino.

Su reciente declaración me deja atontada, ¿ir a Grecia? ¿Conocer donde nació? ¿Saber más de su pasado? ¡Por supuesto que quería! Había estado esperando por ello y ahora no podía terminar de procesarlo.

Esto era increíble.

Iría a Grecia, con Stéfano.

(...)

¡Lo sé! No tengo perdón de Dios por demorar tanto ;u; Pero no tenía casi inspiración y casi no me convence el capítulo. Pero bueno, aquí lo tenéis y espero lo disfrutéis ❤

Espero vuestros comentarios y estrellitas ❤ Quiero leerles, hace mucho no comentan nada uwu

En fin, ya queda poquitisimo para el tan ansiado final, había pensado en que esta historia tuviera segunda parte; pero al final opte porque fuese un solo libro. Eso sí, habrá muchísimas más historias en la Saga Amores Complicados, aun no se acaba ❤

Os mando un abrazo enorme.

Os ama

—Vicky—

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top