¿Tregua?

Undici:

[Stéfano]

Pasado...

—¡Acacia! —grité a todo pulmón una vez que entre por la puerta de entrada. 

Los pasos de mi hermana no se hicieron esperar y en cuanto la tuve frente a mí sonreí como idiota. Había pasado el último año fuera de casa y había extrañado horrores a esta pequeña. Corrió a mis brazos y con gusto la rodee.

—¿Porqué no me dijiste que regresarías hoy? —me regaña.

—Quería sorprenderte —respondo con una enorme sonrisa—, Ceto vendrá esta noche —comenté mientras la soltaba de mi abrazo y caminaba a la cocina por algo de comer.

—Hoy saldré —dice y no dejó pasar su tono nervioso.

Le doy un mordisco a mi manzana y la observó unos segundos. Papá tenía razón, no sólo había regresado porque si a Grecia. Él mencionó algunas cosas que no me gustaron ni mierda y por eso no me quedo de otra que volver a casa. Muerdo mi lengua antes de mandarme alguna cagada y Acacia terminé enfadada conmigo.

—Vale, yo me quedaré en casa y disfrutaré de la compañía de Ceto —digo y vuelvo a morder mi manzana. Ella sonríe y sale de la cocina dejándome con miles de cosas por decir. Porque estaba claro que mi hermana estaba metida en demasiadas mierdas y que al final yo me dejaría arrastrar por ellas sólo por salvarle...

Presente...

[Amber]

Demonios, parece que mi cabeza fuera a estallar. Joder. Si que bebí en exceso, se me ha ido la puta cabeza anoche.

Abro mis ojos con algo de dificultad y observó la habitación en la que me encuentro; pero que no reconozco ni mierda. ¿Qué he hecho? Me descubro de las sábanas y notó que estoy vestida con la camiseta de alguien. ¿Dónde a quedado mi ropa? ¡Amber! Tapó mi rostro con mis manos y respiro con profundidad. Tranquila.

Me levantó de la cama y caminó con cuidado hacia la puerta de la misma. La abro y a mis fosas nasales llega el olor a comida. Mi estómago ruge y pide a gritos que le de algo con urgencia.

Caminó por el pasillo que conecta las que supongo son todas las habitaciones y la sala del departamento. Se nota que aquí vive un hombre, todo es demasiado masculino y debo reconocer que tiene buen gusto para la decoración.

Entró en la cocina y me llevo la sorpresa de encontrar una ancha espalda tatuada cocinando. Que por alguna razón se me hace familiar, no puede ser.

—Buenos días enana gruñona —me saluda aún dándome la espalda.

—¿Porqué estoy en tu departamento Caristeas? —pregunté con mi mal humor matutino en su punto máximo.

—También me encuentro bien, gracias por preguntar —responde con sarcasmo y se da la vuelta para dejar en un plato huevos y tocino. Pone uno frente a mí, sobre la enorme isla y el otro lo deja en su lugar—, ¿Y no es obvio el porque estas aquí? Hemos tenido una noche de sexo desenfrenado y lo has disfrutado como nunca —sonríe con esa sonrisa moja bragas que tanto me molesta.

Mis ojos se abren ante la sorpresa de sus palabras y mis mejillas se calientan al considerar que eso haya ocurrido. ¿Pero de verdad ha pasado? ¡Por supuesto que no! No puede haber sucedido, no sería tan idiota de dormir con él. ¿O si?

Estabas hecha una cubeta luego de ingerir demasiado alcohol colega, así que no me sorprende que hayamos disfrutado de ese cuerpo.

Cierra la puta boca.

¡No he dormido con este imbécil! ¡Me niego a creerlo! Es el el enemigo y uno ni folla con el. ¿O sí? Mierda.

Una escandalosa risa me deja pasmada en mi lugar y mi ceño se frunce al caer en la realidad. Hijo de puta.

—Tendrías que haber visto tu cara enana, ha sido lo mejor del mundo —dice sin parar de reír y se limpia unas lágrimas. Cabron—, Que más quisiera yo que probaras este cuerpo, pero no ha pasado nada entre nosotros anoche —explica y señala su cuerpo. Por mi parte bufo, egocéntrico de mierda—. Te he traído porque estabas demasiado ebria, además Ceto y tu amiga nos dejaron solos en el lugar.

Suelto un suspiro —Típico de Clarie y sé muy bien que ha sido a propósito —gruñi y masajee mi sienes—. ¿Tienes algo para el puto dolor de cabeza? —pregunté y cerré mis ojos un momento.

Parecía que en mi cabeza tenía a alguien tocando un tambor o dando martillazos a mi cerebro. Joder. Pronto me quedaría sin cabeza, os juro que será así.

Stéfano deja frente a mí una pastilla y sin dudarlo la tragué. Bebí de mi taza de té y me sorprendí que él supiera mi preferencia. Alce una ceja y le miré insitando a que me explicará.

Soltó una pequeña risa —He prestado atención en el trabajo y sé que te gusta demasiado el té —explica con una sonrisa y se la devuelvo. Demonios.

Desayunamos en silencio, disfrutando la compañía del otro. Y debía admitir, que por una vez no me molestaba su mera presencia. Sino al contrario, comenzaba a agradarme. ¿Estaré enferma? Sí, debe ser eso. Porque otra explicación no hay, para que me agrade Stéfano. ¡Vamos! Es el idiota que no tuvo la delicadeza de detener el ascensor, es el imbécil que me chantajeo para salir a cenar con él. ¡Es mi enemigo! No puedo bajar la guardia, algo debe estar planeando esos bellos ojos mieles. ¿He pensado que sus ojos son bellos?

Sí, lo has pensado. Y me siento orgullosa.

¡Lárgate! No he pedido tu cochina opinión.

Lo observó un momento tanteando lo que pueda estar planeando y debo admitir que no puede ser nada bueno. Pero él devora su desayuno como si nada, como si fuera un día normal en su vida.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Dice al cabo de unos segundos y me limito a apartar la mirada de él. Me ha encontrado observandole como toda una idiota.

—Ya has preguntado, pero puedes hacer otra —respondo con sorna.

Él sonríe ampliamente ante mi contestación.

— Vale, anoche cuando te he sacado el vestido que has vomitado por cierto —comienza y le regalo mi cara de póker al saber que me ha visto sin ropa—. He notado el tatuaje, más bien todos los tatuajes. Pero me ha llamado la atención, el punto y coma en la parte baja de tu abdomen donde hay una enorme cicatriz. ¿Acaso tú has intentado suicidarte? —termina por formular la pregunta que más temía, sabía que lo había visto.

Respiro con gran profundidad, me animo mentalmente para lo que haré a continuación y me digo que él puede saberlo.

—No tengo una enfermedad mental, así que sí, intenté suicidarme cuando perdí a mi bebé. Llámame cobarde si eso te apetece, porque tienes razón —solté con amargura—, ¿Pero que podía hacer una chica de diecinueve años que recién había perdido a su bebé? Le estaba esperando con mucho amor, mi familia aceptaba que fuera madre tan joven y el padre mi niño estaba a mi lado. Pero cuando sucedió el accidente y perdí a Elio me quedé sola. La persona que pensé que era el gran amor de mi vida, no soporto lo sucedido y menos mi estado depresivo —reí con amargura pura y limpié las lágrimas que bajaron por mi rostro—. Él decidió irse y lo acepté. Pero no acepté lo que vino después y creí que morir era la solución. Mi hermano me encontró y lo hizo a tiempo. Me salvé y me prometí que sería fuerte. Que Elio no querría que hiciera tantas estupideces, entonces me tatue el punto y coma junto al nombre de mi hijo. Y esa cicatriz quedó luego de la cirugía —terminé de relatar y tape mi rostro para que no pudiera verme llorar. Odiaba ser débil frente a los demás, había prometido no serlo de nuevo.

Por eso a mis padres les costó horrores dejarme ir de casa, por eso me cuidan demasiado. Por eso mamá quiere que regrese a casa, piensa que no me he recuperado del todo. Y es cierto, porque de algún modo su ausencia se siente y cada catorce de febrero le recuerdo con el más grande dolor en el alma. Le extraño con locura y nadie podrá reemplazarle jamás.

Jeremy aceptaba algunas penas esa parte de mi pasado y supongo que por eso decidió estar con alguien más. No era lo suficiente y el padre de Elio lo supo. Por eso se fue y lo entiendo.

Siento como unos brazos me rodean y como besan mi frente. Me acomodo en su cálido pecho y por este momento me dejó consolar.

—Jamás te llamaría cobarde enana, también lo intenté y fue cuando perdí a la persona que más amaba en el mundo. Mi hermana lo era todo y perderle fue un golpe bajo que la vida decidió darme. Pero cuando intenté suicidarme recordé la palabra de Acacia, Ziste —pronuncia la última palabra en griego y debo decir que me encanta cuando habla en su idioma natal—. Vive, eso dijo. Entonces eso he hecho desde entonces, vivir sin ella a mi lado —Su voz se quiebra un poco al final y eso hace que lo abrace con fuerzas.

Y ahora volvía a entender cuán jodido estábamos los dos, él por perder a su hermana y yo por la pérdida de mi bebé.

Continuamos abrazados por unos largos minutos, los cuales me permití disfrutar. Quizá le había juzgado mal y al comienzo dejé que lo que sucedió con el ascensor me diera una impresión que no era. Sí, puede ser arrogante, un imbécil y un hijo de puta. Pero también tiene un corazón noble y acaba de demostrarlo.

Yo creo que te gusta y no lo quieres admitir.

Lárgate, no vengas a arruinar este momento con tus tonterías.

Sus brazos dejan de rodearme, para luego apoyar sus manos en mi rostro y obligarme a verle.

—¿Tregua? ¿Te Aparte firmar un contrato de paz? —pregunta con una enorme sonrisa y no puedo evitar devolverla.

—Vale, tendremos una tregua Caristeas —acepté y él depositó un beso en mi frente.

Quizá, sólo quizá comenzaba a agradarme un poco.

(…)

Vale, he demorado un poquito en actualizar ;—; Pero en mi defensa me ha costado horrores sacar a flote el capítulo ;—; Pueden matarme si os apetece, os doy permiso :3

Espero os guste y prometo actualizar seguido :3

Próximo capítulo dedicado al primero comentario <3

Espero sus estrellitas :3 Sus comentarios :3 Sus opiniones hacia el capítulo <3 Haganme saber que os está gustando la historia.

Grupo de Facebook: Lectores Vicky (Wattpad)

Os mando un abrazo enorme y feliz viernes Santo <3

—Vicky—

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top