No somos una pareja y no tenemos una relación.
Quindici:
No somos una pareja y no tenemos una relación.
Pasado...
—¿Dónde está? —pregunté, observando a todos lados.
Estaba de los putos nervios, estar aquí por Acacia no me hacía ni puta gracia. ¡Yo lo sabía! Se lo dije y no quiso escuchar. Joder. Tenía unas inmensas ganas de ir en su búsqueda y romper cada maldito hueso de su cuerpo. Maldición. Respiro con profundidad e intentó calmar a mi bestia interior. La cual quiere patear y romper cada cosa de su alrededor.
Lo peor es que mi padre no me explico ni mierda, sólo me llamo para decirme que Acacia estaba en el hospital. Demonios.
—Tranquilo Stef, ella está bien —habla con suavidad, mi padre—, Le han roto un brazo y tiene algún moratón en su rostro —explica, pero puedo ver la preocupación en su rostro—. Le harán algunos estudios por si acaso se les paso algo y mañana le darán de alta —una lágrima baja por su mejilla.
Aprieto su hombro en un gesto reconfortante —Haré que paguen por esto, lo prometo —asegure y mi padre me observó con temor ante mis palabras—. Sé que no te gustará, pero debo hacerlo y me importa una mierda que te opongas —aclaré, para luego caminar hacia la salida del lugar.
Lo sabía y aún así me dejó ir. Él no me lo impediría y agradecía que lo comprendiera. Una vez fuera del hospital, subí a mi auto y conduje al lugar donde se encontraba el mayor hijo de puta de todos. Se había atrevido a tocar lo más preciado que tenía e iba a pagar caro su arrebato.
(…)
Estacione frente a ese club de mala muerte, para después bajar de mi coche y caminar con decisión hacia el lugar. El seguridad del lugar me dejó pasar sin problema y agradecí que me dejara tan fácil la entrada.
Caminé entre la multitud, buscándole y con las inmensas ganas de matarle con mis propias manos. Una vez que le localice, caminé hacia a él a paso decidido.
—¡Eres un hijo de puta Pride! —le espete, tomándole de imprevisto por su camisa—. ¿Te gusta golpear mujeres cabron? ¿Sí? ¿Por eso lastimaste a mi hermana gilipollas? ¡Como le vuelvas a poner una puta mano encima, no respondo! Y sabes que cumplo lo que prometo —amenace, dejando que el enojo y la rabia hablasen por mí.
Por su parte, Demetrios sonrió. Bastardo.
—Si peleas para mí, prometo no volver a buscar a tu hermanita —afirma, entonces le suelto con bastante brusquedad.
—¿Así quieres jugar? —inquiri—, Por mí esta bien. Peleare para ti, te devolveré el puto dinero que según tú perdiste en mi ausencia y cuando lo tengas soy libre. ¿Lo entiendes? —le miré desafiante y asintio—. Y de ahora en adelante no volverás a acercarte a mi hermana, porque si te llegó a ver tan sólo un metro de distancia suyo, sabes de lo que seré capaz —avisé, para luego darme la vuelta y así regresar al hospital.
Sabía que tarde o temprano, iba a tener que regresar. Que él me quería de vuelta y con tal de lograrlo haría cualquier cosa. Y lastimar a Acacia era una de ellas, me conocía y sabía dónde atacar para tenerme de nuevo peleando para él. ¡Joder! Y ojalá que él hubiese cumplido su parte del trato...
Presente...
—¿Qué intenciones tienes con mi hermana? —quiere saber Isaac, tengo a los tres observandome con demasiada seriedad. Mierda. Nos encontrábamos en la sala del departamento de Amber, todos acomodados en los sofás.
¿Todos en esta familia son así de dramáticos? ¿Dónde me he metido? Joder. La chica a mi lado, está más gruñona que de costumbre y las ganas de reír me asaltan. Tranquilo Stef, no arruines nada más.
—No tiene ningún tipo de intención conmigo Isaac, así que deja de interrogarle —le advierte en un tono mordaz, si que está molesta.
—No te ha preguntado a ti jovencita —le aclara su padre—. Contesta la pregunta Stéfano —me pide amable y no puedo negarme si me habla de ese modo.
Hago el intentó de responder, pero la amenaza que sale de los labios de Amber me da un poquitín de miedo.
—Cómo le llegues a responder, te dejaré sin día del padre de por vida —ladra al decirlo, demonios.
Sabía que tenía un carácter difícil, pero no a que grado. Mierda. Cada vez me gusta más, porque sí, esa enana gruñona me gustaba más de lo que podría admitir. Quizá ella crea que juego, que no la tomo enserio. Que soy un mujeriego, que no soy hombre de una sola mujer. Pero se equivoca, una vez que posó mis ojos en una chica es para sólo quererle a ella y nadie más. ¿Pero como se lo hago entender? ¡Es una cabezota sin remedio! Y no le gusta escuchar a los demás y siempre está a la defensiva conmigo. Demonios. ¿Porqué siempre te fijas en chicas que son inalcanzables para ti? Porque soy un imbécil.
—Tía —advierte Aiden—. Sino no sois nada. ¿Porqué él estaba aquí? ¿Encima de ti? —pregunta con mucha seriedad y me observa. No puedo evitar sonreír, esperando la respuesta de Amber.
Ella se para de su asiento —¡No tengo porque soportar esto! —exclama con irritación—, ¡Tenéis que entender que soy un adulto! Que no podéis venir y exigir respuestas a algo que ni yo misma sé —se queda callada ante lo último que sale de sus labios—. Váyanse de mi casa y tú también Caristeas. Quiero esta sola —nos echa sin remordimiento alguno.
Todos la observamos estupefactos ante su petición, pero sin rechistar hicimos lo que nos pedía y salimos del departamento.
Dejé que los demás subieran al ascensor primero y bajé por las escaleras a paso lento. Pensando en todo y de que quizá no sea buena idea acercarme más a ella. Había venido a Londres por una razón y no podía olvidarlo. Estaba aquí para encontrarlo y hacerle pagar la muerte de Acacia. Pensaba cumplirlo, aunque deba alejarme de la castaña.
(…)
—¡Deja de ser tan idiota Caristeas! —se queja Ceto—. Deja que las malditas autoridades se encarguen de él, no puedes tomas venganza por ti sólo —advierte y pide. Pero me negaba hacerle caso, ya estaba aquí y haría lo que tenía que hacer. Y eso era encargarme de Demetrios Pride.
Solté una risa —¿Acaso las autoridades de Grecia hicieron algo? —pregunté con desdén y por su parte se queda callado—, Exacto. ¡No hicieron nada! ¡He esperado un puto año! Y no pienso seguir esperando, no mientras ese hijo de puta siga suelto y sin pagar lo que hizo —asevere—. No me importa si después me ganó un lugar en el Infierno, Ceto. Pero no me quedaré de brazos cruzados y está noche pienso enfrentarle. Estoy seguro que ha llegado a sus oídos que la bestia de Grecia está aquí y se presentará frente a mí —asegure, tomando mis cosas y caminando hacia la puerta del departamento.
—¿Qué hay de Amber? —su pregunta logra que deje de caminar y me voltee a verle.
—Merece a alguien mejor —le espeto.
—¡Maldición Stef! —chilla—. ¡Deja de ser un niñato! ¿Crees que Acacia quería esto? ¡Pues no! Ella esperaba que fueras feliz, maldita sea. ¡Entiendelo! No puedo dejar que hagas esto, que te hagas esto. Casi te pierdo una vez, pero no lo permitiré esta vez —me advierte y se acerca a mí.
Solté una risa —Nada de lo he digas cambiará lo que pienso hacer, lo siento, de verdad lo siento. Pero debo hacerlo, no podré seguir viviendo si él está ahí fuera y le haga a otra chica lo mismo que le hizo a ella —me sincero y disculpo. Para luego salir del departamento y dejarle con mil cosas por decir.
Debía hacerlo y nadie lo iba a impedir. Ni Ceto, ni mi padre y menos aún la castaña. Se lo había prometido a Acacia y cumpliría mi promesa. Haría caer a Demetrios Pride, cueste lo que cueste.
Caminó hacia la puerta, estoy exhausta. Había sido una semana de locos y luego de la situación por la que me hicieron pasar, las cosas con Stéfano estaban algo tirantes. ¡Sí! Le había echado de mi casa y no le había hablado luego de eso. Pero vamos, que tampoco él ha hecho el intentó. Como que me ha evitado y no entiendo. Vale, Le amenace con dejarle sin día del padre. ¡Pero no debía tomarlo tan literal! Tampoco soy tan mala. ¿O si?
Suelto un suspiro cargado de frustración y abro la puerta. Al hacerlo me llevo una gran sorpresa, Ceto se encontraba aquí. ¿Qué quiere?
—Sí vienes a preguntar por Clarie, no tengo ni puta idea de donde está —avisé y decía la verdad. Nos habíamos visto en la Universidad, pero no habíamos tenido tiempo de planear una salida juntas aún. Quizá vaya al cajón está noche y por eso él está aquí.
—No he venido por eso —aclara—. Es por Stéfano —dice y noto cierto temblor en su voz. ¿Le habrá pasado algo? Cierto escalofrío recorre mi cuerpo y eso no me agrada. Tengo un mal presentimiento y cuando eso sucede cosas buenas no pasan. Mierda.
—Pasa —Le dejó un espacio y así pueda entrar. Respire con profundidad y cerré la puerta una vez que Ceto entró.
(…)
Después de que él me explicase toda la situación y la razón por la que Stéfano estaba aquí. No dude un segundo en ir por él y evitar que cometiera una estupidez. Sí, Amber Balire, quien ha jurado odio eterno hacia Stéfano Caristeas; ha ido a evitar que hiciera algo realmente estúpido. Porqué debía admitir que tuve miedo de que algo le sucediera y quizá le perdiera. Es ridículo, lo sé. ¿Porqué debía sentirme así? Por un imbécil, ese que no tuvo la delicadeza de detener el puto ascensor. El mismo que luego me pidió disculpas, ese que me chantajeo para que tuviera una cita con él. Estoy jodida, realmente jodida.
Estaciono mi motocicleta y luego caminó hacia el lugar. Como siempre me dejan pasar sin problema y así poder buscarle de una buena vez. Le diría tantas cosas, pero más que nada pateare su trasero griego. ¡Será idiota! ¿Cómo se le ocurre querer hacer algo como esto? ¿Es que no piensa el daño que le hace a las personas que le quieren? ¿Sólo piensa en sí mismo! Le odio. De verdad le odio. Cabron, es un maldito cabron. Hace que me preocupe por él, que quiera evitar que los demonios de su pasado le terminen consumiendo.
Se hace el fuerte, pero sabe que muere lentamente por dentro. Joder, Stéfano. ¿Y yo todavía me preocupo? ¿¡Porque debería preocuparme ese chantajista!?
—¡Pequeña! —chilla Derek al verme y no puedo evitar maldecirle. No tengo tiempo para saludos.
—¿Has visto a la bestia? —pregunté sin rodeos, necesitaba encontrarle ya—, No respondas aún —pedí, cuando una idea cruzó mi mente—. ¿Conoces a Demetrios Pride? —si había alguien que conociera a todos los tipos malos de esta ciudad, era Derek.
Me observó con su ceño fruncido y hasta sorprendido por mi pregunta —¿Dónde has escuchado ese nombre? —inquiere con algo de brusquedad, para luego tomarme del brazo y llevarme a su oficina. Una vez allí, me soltó y me miró fijamente—. Quiero que respondas la maldita pregunta Amber y quiero la puta verdad —espeta y por mi parte sonrío. Me trata como a su hermanita, ni en el cajón dejan de cuidarme.
—No le conozco, pero la bestia si —explique—. Él quiere vengarse de Pride y yo quiero evitar esa estupidez. Por eso quiero saber, si le conoces. Si sabes donde mierda se esconde, si tienes pruebas para que se la llevé a un amigo mío y le puedan meter de una puta vez en la cárcel —asevere.
Le veo tomar asiento y peinarse su cabello hacia atrás —Demonios, pequeña. ¡Me he cagado de miedo cuando le has nombrado! ¡Es un tipo peligroso y de lo peor! Si Kirk Marshall lo fue, este es mucho peor —admite y no dejó pasar ese pequeño temblor en su voz—. Pero deja todo en mi manos, llamaré a un par de amigos y te conseguiré lo que quieres. Yo también no veo la hora de verle tras las rejas, es un hijo de puta —promete y le sonrío.
—Gracias —agradezco—. Iré por Stéfano y prometo no meterme en problemas —asegure y el asintió.
Salí de su oficina e inicié mi búsqueda de nuevo. Pero al encontrarle, mi corazón se encogió dentro de mi caja torácica. Y creo que hasta se rompió, mierda.
Stéfano estaba ebrio, sí, pero tenía una hermosa chica sentada en su regazo. La cual no dejaba de besar su cuello sin descaro, lo cual me repugno. Respire con gran profundidad y caminé a paso decidido hacia él.
—Caristeas —dije a modo de saludo y así advirtiendo mi presencia. Él levanto su vista y sus ojos se abrieron ante la sorpresa de verme frente a él—. He venido a llevarte a casa —avisé y sonrió. Pero esa sonrisa no me agrado, algo me decía que nada bueno saldría de sus labios ahora.
—Lárgate —me espeta.
Reí sin gracia —Y yo he dicho que te llevaré a casa —repetí. Eso pareció molestarle o más bien mi negación a irme.
Quito a la chica de su regazo y se paró justo frente de mí —Te recuerdo que no somos una pareja y no tenemos una relación. Así que lárgate y déjame beber en paz —apunta y siento como si me tirasen un balde de agua helada.
¿Y yo me he preocupado por este capullo? ¡Soy la más grande idiota de la historia! ¿Pero porque duelen sus palabras? ¿Es porque son ciertas? ¿O es por lo que me niego a admitir que siento cosas por él?
No dudé un segundo, agarre un vaso de la barra —que contenía una sustancia desconocida para mí— y se lo arroje en el rostro.
—¡Estaba preocupada por ti hijo de puta! ¡Pero puedes irte al infierno! —escupi con tanta molestia, para luego girar y caminar a la salida.
Es la última vez, no volveré a buscarle. No volveré a hablarle y tampoco volveré a preocuparme por él. ¡Que se muera! ¡Que le den por cabron!
Una vez fuera del lugar, tomo todo el aire que mis pulmones me permiten e ignoró las ganas de llorar que me asaltan. ¿Enserio? ¡Yo no lloro! Y no lo haré, soy fuerte.
Siento que la puerta del lugar es abierta y que alguien se despide de Ryan. ¿Acaso tú me odias destino?
—No puedes soltar que te has preocupado por mí y luego arrojarme un trago —siento sus pasos acercándose a mí, joder.
—Que te den de Stéfano —le espeto y sigo mi camino hasta mi motocicleta.
Pero de pronto y sin darme a reaccionar a tiempo él me toma de la cintura. Dejándome sin escapatoria y cerca de su cuerpo. Su aliento a tabaco y alcohol se mezcló con el mío. Le vi tragar con dificultad, yo estaba más nerviosa de lo que podía imaginar.
—Sé que acabo de cagarla, peor que eso. Pero aunque no lo creas me contradigo demasiado, porque quiero alejarte para no lastimarte pero soy un egoísta de mierda y te quiero sólo para mí —admite en un susurro—, Pensar que otro te besé o te haga todo lo que quiero hacerte me molesta —deja un pequeño beso en mis labios—. Y si estás aquí ahora, es porque Ceto te lo ha contado todo y te ha pedido que evites que cometa una locura —vuelve a susurrar.
Me muerdo la parte interna de mi labio inferior y me animo a decirlo de una buena vez —Estoy aquí, porque me importas —sus ojos se humedecen ante mis palabras—. Pero por sobre todo, yo te quiero Stéfano Caristeas —admito y sin darle tiempo a responder plante mis labios sobre los suyos.
Haría todo por salvarle...
(…)
Así estáis vosotros de nuevo XD Sé he vuelto a demorar, pero es la primera vez que escribo un capítulo de casi 3.000 palabras. ¡Es un récord para mí! También os voy a explicar que tuve a mi papá internado y lo cuide mientras estuvo allí. Ahora ya está mejor y está en su casa. Sólo nos dio un gran susto. Todo se debió a la úlcera del duodeno que él tiene, se le abrió y eso le hizo sufrir una hemorragia interna. Ahora sólo tiene que seguir una dieta y tomar medicación y va a estar bien.
En fin, espero os guste el capítulo.
Espero sus estrellitas :3 Sus comentarios :3 Sus opiniones hacia el capítulo <3
Este capítulo va dedicado a todos vosotros, que siempre estáis allí esperando y dando su apoyo a la historia <3 Os amo
Recuerden que hay grupo de Facebook: Lectores Vicky (Wattpad)
Podemos crear grupo de Whatsapp si gustan :3
Nos estamos leyendo
—Vicky—
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