Imbécil.
Due:
[Amber]
— Parece que alguien no ha dormido bien estos días —canturrea Oliver a penas me ve salir del salón.
— Pase todo el puto fin de semana revisando el maldito contrato, ya que mi adorable hermano me ha dejado toda la responsabilidad a mí — replicó con molestia.
Y no mentía, había pasado todo el fin de semana haciendo eso. Porque estoy segura que Isaac no se había tomado el tiempo de revisarlo y no me quedaba de otra que hacerlo yo. Demonios.
Tallo mis ojos e intentó dejar de parecer un zombie andante. Miró la hora en mi móvil, dentro de una hora llegará el Señor Caristeas y debo estar en la oficina a tiempo para esperarle. Suelto un suspiro cansino.
Caminó junto a Oli hacia la cafetería, tomaré un delicioso café antes de irme. Me colocó en la fila y espero mi turno con algo de impaciencia.
Debo admitir que carezco de ella y cuando eso sucede mi mal humor aumenta. También podemos culpar a la falta de horas de sueño y el tener que revisar del derecho y el revés el contrato.
Los brazos de alguien me rodean desde atrás y no necesito verle para saber de quien se trata. Jeremy Mayer.
Le doy un codazo para que me libere y suelto un bufido.
— ¿Qué parte de no quiero volver a verte no has entendido? — espeto con molestia y me volteó a verle.
Su ceño su frunce ante mis palabras.
— ¿Seguirás enojada? — inquiere y no dejó pasar su tono brusco.
Suelto una risa irónica.
— ¡Me engañaste maldito cabron! ¿Qué esperabas que corriera de regreso a tus brazos luego de eso? — le miró con la cólera corriendo por mis venas.
— ¡Estaba ebrio cariño! ¿De verdad crees que te sería infiel estando sobrio? — intenta acercarse, pero me alejo como si su tacto quemase.
Río con amargura.
—Vete a la mierda Jeremy y déjame en paz. ¡Ve con tu puta! —, le muestro mi dedo corazón — Además no estabas ebrio cabron y lo sabes — respondo y giro para tomar mi café.
Me alejo con la frente en alto y sin demostrar cuanto me ha afectado su engaño. Me desplomó sobre una de las sillas y bebo de mi café. Oliver me mira con una gran sonrisa y que demuestra lo orgulloso que esta de mí por mi actitud de hace unos segundos.
Si mi hermano se entera del porque terminamos realmente, vendría a buscarle y le rompería cada hueso de su cuerpo. No permitirá jamás que alguien lastime a su pequeña hermanita. Son su palabras, no las mías.
En cuanto termino mi café me paro de mi asiento.
— Nos vemos más tarde, debo irme. Tengo que estar puntual en la empresa — comentó observando la hora en mi móvil.
Me acercó a depositar un beso en su mejilla, me desea suerte y salgo fuera de la cafetería. Caminó con pasó despreocupado hacia el estacionamiento, donde mi bebé me espera. Mi hermosa ducatti.
(...)
Estaciono la motocicleta en mi lugar del estacionamiento —que al fin tengo—, me bajo y quitó el casco. Lo acomodo en mi brazo y camino hacia dentro del edificio. Saludo a los empleados que pasan por mi lado.
Pasó por recepción e intentó apurarme para subir en el ascensor. Veo que la puerta esta por cerrarse y corro lo más rápido que mis pies me permiten hacia el. Malditos tacones.
— Detengan el ascensor — pido y la persona que esta dentro de el me regala una sonrisa socarrona, pero no le detiene y las puertas se cierran. Mierda.
— Imbécil — mascullo.
Espero con impaciencia el ascensor y maldigo de todas las maneras posibles al idiota que no tuvo la delicadeza de detenerlo. Maldito. Cuando averigüe de quien se trata pateare su trasero y haré de su vida un infierno dentro de la empresa.
Que poca caballerosidad de su parte, que tampoco le había pedido algo imposible. Era sólo detener las puertas un momento y así me ahorraba todo este rato de espera. Miró la hora en mi móvil y la cólera se adueña de mí. Llegaré tarde a la maldita reunión, Isaac va a matarme.
Cuando las puertas se abren entró al pequeño espacio y presionó el botón del piso al que deseo ir. Muevo mi pierna de arriba hacia abajo con nerviosismo, detesto llegar tarde. Soy una persona muy puntual y ahora quedaré como una irresponsable. Mierda.
Salgo disparada del ascensor apenas las puertas se abren, me apresuro a llegar a la sala de reuniones. Donde todos deben de estar esperando por mí.
— Buenos días Norah. ¿Ya están todos aquí y también Caristeas? — consultó con nerviosismo.
Asiente.
— Sólo esperan por Usted señorita Blaire — responde y me regala una pequeña sonrisa.
— Gracias Norah — agradezco y me acercó a la puerta.
Respiro con profundidad y me aliento para entrar allí. No tengas miedo Amber, has pasado el maldito fin de semana estudiando y revisando el contrato. Estas apta para esto y por algo tu hermano te ha confiado este proyecto. Suelto todo el aire que no sabía que retenia e irrumpo en la habitación.
Todos están aquí, mi papá, mi hermano y el imbécil del ascensor. ¿Qué demonios hace este cabron aquí? Al verme una sonrisa se adueña de su rostro y se levanta de su asiento. Los demás le imitan.
— Amber, te presento a Stéfano Caristeas — le presenta mi padre.
¡Tiene que ser una puta broma! Joder. ¿Enserio el imbécil del ascensor es el nuevo socio? Tranquila Amber, no pierdas la calma.
Acercó mi mano para estrecharla con la suya, él me imita y en cuanto su mano toca la mía se la aprieto con algo de fuerza. Por su parte vuelve a sonreír y eso me cabrea aún más. Bastardo.
Tomó asiento y todos hacen lo mismo. Observó a detalle al hombre frente a mí, tiene unos veintiséis años. Cabello castaño, ojos miel. Y puedo notar el exceso de tinta en su cuerpo, ya veo porque le agrada tanto a Isaac. Y por lo que noté hace unos momentos tiene una altura envidiable.
—-Bien comencemos — pide con amabilidad mi padre.
Suelto un suspiro para animarme a comenzar la reunión.
(...)
Todo ha salido de maravilla y Caristeas ha quedado encantado con el proyecto. Tal parece que él es quien se encarga de Caristeas Company Global, por eso decidió asociarse a una de las empresas más importantes de todo Londres. La nuestra.
Guardó todos los papeles en mi maletín y luego me paro de mi asiento para salir del lugar. Deseaba con todas mis fuerzas llegar a casa y poder relajarme un buen rato.
Veo a mi hermano conversar animadamente con Caristeas y me acercó a ellos para despedirme.
— Ya me voy Isaac, terminé con mi trabajo por hoy — comentó y beso su mejilla.
Tal vez otro día me hubiese quedado más horas trabajando, pero hoy no me apetecía para nada. Además tenía los ánimos por el suelo y el culpable de todo eso era el cabron de Jeremy.
— Vete con cuidado enana y me llamas si necesitas algo — me abraza y deja un beso en mi frente.
— Vale —, respondo con una sonrisa, la cual se borra en cuanto mis ojos se encuentran con él — Adiós Señor Caristeas — me despido con recelo. Apenas le he conocido y ya me cae fatal.
Una sonrisa socarrona aparece en su rostro.
— Puedes decirme Stéfano, no me gustan demasiado las formalidades — me guiña un ojo y recibe por mi parte un gruñido.
—=Imbécil — murmuró por lo bajo y me alejo con la cólera recorriendo mis venas.
Su risa no se hace esperar, sabe muy bien lo que ha hecho y no siente remordimiento alguno. Será cabron. Tranquila Amber. No dejes que el cabreo se adueñe de ti y vete a casa de una buena vez.
Subo en el ascensor y cuando las puertas están a punto de cerrarse la mano tatuada de alguien las detiene. Le fulmino con la mirada en cuanto sube al pequeño ascensor sin quitar esa sonrisa de su rostro.
Hay un silencio sepulcral y no estoy dispuesta a interrumpirle. No me interesa entablar conversación alguna con él si no es sobre el proyecto.
Observó cuantos pisos faltan para llegar y comienza a desesperarme que demore tanto. Joder.
—=Lamentó lo del ascensor-— su voz rompe el silencio.
¡Ajá! ¡Claro! ¡Y yo soy Madonna!
— Fingire que le creo Caristeas —espeto con desdén.
— Si no quiere aceptar mis disculpas es su problema —responde reacio.
Suelto una risa irónica.
—¿Porqué quiere disculparse? —, inquiero con brusquedad — ¿Va a decir que no escucho mi petición? ¿Dirá que no me vio?.—, río con frenesí — Pues déjeme decirle grandísimo imbécil que si me vio y aún así no tuvo la puta delicadeza de detener el maldito ascensor —. mascullo y le golpeó el pecho con mi dedo índice.
¿Cómo jodidos llegué a él tan rápido?
Lo veo sonreír y se acerca peligrosamente a mí.
— Déjame decirte que me encantan las mujeres con carácter difícil, pero no vuelvas a hablarme en ese tono. No te gustará provocar a la bestia — ronronea cerca de mí.
Me apartó con brusquedad.
— Tú no vuelvas a meterte conmigo — advierto con severidad.
Cuando intenta responder a mi advertencia, las puertas del ascensor se abren y huyó del lugar sin mirar atrás. ¡Lo odio!
Imbécil.
(…)
¡Hola! ¡Hola! ¿Cómo estáis? Aquí tenéis el segundo capítulo y espero os guste <3
Espero sus estrellitas :3 Sus comentarios :3 Sus opiniones hacia el capítulo <3
Haganme saber si os gusta la historia hasta aquí :3
Os amo
Gracias a todos lo que estáis leyendo Toxic y por los casi 9k de leídos.
¡Nos estamos leyendo!
—Vicky—
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