Parte 9: El Regalo de Navidad

La voz de Hermione se alzó en esa oscuridad perenne y con apenas un susurro dijo:- Están aquí.

Harry sintió que su pecho se hundía y lo tiraba hacia el suelo, era la misma sensación que había tenido no hace tanto tiempo en el funeral de su difunto Director, una tristeza inconmensurable.

Sus lápidas estaban sólo a dos hileras de distancia de los Dumbledore y eran del mismo mármol blanco que aquellos, así que eso facilitaba enormemente su lectura, brillando en la oscuridad como un fantasma en pena.

James Potter, 27 de marzo de 1960 - 31 de octubre de 1981. Lily Potter, 30 de enero de 1960 - 31 de octubre de 1981. "El último enemigo que será derrotado es la muerte."

Harry releyó despacio la última frase, ¿acaso había entendido mal?

Entrando en pánico, consultó a su amiga:-Oye Hermione, ¿eso no es un concepto propio de los mortífagos?

Hermione vio como la ira y la decepción iban llenando sus bellos ojos verdes, así que con dulzura trató de calmarlo:- No se refiere a derrotar la muerte de la misma forma que ellos. 

Lentamente y con suavidad, como quien tiene miedo a quemarse, ella colocó su mano sobre el rostro de Harry, quien estaba helado.

-Creo que lo que trata de decir es, que hay vida después de la muerte. Ya sabes, tu vida.

Harry sintió como la voz de Hermione se volvía más aterciopelada con cada palabra amable que le refería sobre sus padres. Sinceramente debía confiar más en el juicio de ella que en sí mismo en adelante.

Sin notarlo, las lágrimas brotaron de sus ojos como un caudal, ardiendo en su rostro y salpicando la mano de Hermione que todavía lo acunaba. Ella dejó que la cabeza de su amigo se apoyara en su pecho y allí pudiera llorar con más fuerza sin hacer tanto ruido. Liberar toda su frustración y enojo por el horrible pasado, el  angustioso presente y el futuro incierto al que se enfrentaban.

Con su mano libre, Hermione acariciaba su cabeza, como cuando un adulto trata de consolar a un niño. Pero Harry ya no era un niño. Esa parte de él había muerto hace tiempo, con sus padres. A veces se imaginaba qué sentiría si pudiera descansar finalmente con ellos en esa fría tumba invernal.

Harry trataba de serenarse, pero no podía dejar de pensar en lo que contenía esa tumba. Cayó en cuenta que en el apuro por salir no había llevado algo consigo para dejar en la tumba de sus padres como presente. Un pequeño homenaje de su hijo quien, gracias a su sacrificio, había vivido.

Entendiendo como Harry se sentía por dentro, Hermione alzó la varita, describiendo un círculo en el aire y ante ellos apareció una corona de eléboro.

Atónito, Harry levantó la mirada esperanzada hacia su amiga:- Creí que habías dicho que no podíamos hacer magia.

Hermione, también con el rostro cubierto de lágrimas le respondió:- No hay nada más mágico que el amor que sientes por los que amas. Esa clase de amor es la que nos salva, no la que nos condena.

Dejando caer la corona en la prístina nieve, Harry y Hermione se fundieron en un beso apasionado, azorados por el calor que despedían sus cuerpos. 

Trataban de consolarse por la pérdida de sus padres, de su amigo Ron y por alegre perspectiva que algo nuevo estaba comenzando. Algo que tal vez había estado allí por mucho tiempo, pero no se había permitido sentir antes.

Con una tímida risa, fue Hermione quien habló finalmente:- Feliz navidad, Harry.

- Feliz navidad, Hermione- respondió Harry con una gran sonrisa. 

Los ojos del joven brillaban como nunca antes, como verdaderas esmeraldas en su rostro.  Se arrodilló para agarrar la corona y la depositó en la tumba de sus padres.

Tomó la mano de Hermione y todavía mirando a la lápida de ambos dijo en voz alta:- Mamá, papá, estoy bien ahora. No quiero que se preocupen por mí, porque el amor todavía sigue en mi vida para salvarme.


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