Parte 3: Desaparecidos
Cuando Harry despertó al día siguiente, tardó unos segundos en recordar lo que había pasado. Luego, posando sus ojos en el pañuelo que aún sostenía en su mano, sus recuerdos volvieron para atormentarlo.
-Estás despierto - dijo Hermione desde la estufa. Había preparado café y sacaba los últimos panecillos de su bolso, los cuales, a pesar de estar encerrados por mucho tiempo, no perdieron su aroma. El aroma de la cocina de los Weasley.
Si bien su estómago rugió ante la posibilidad de engullir uno de esos deliciosos panecillos, la culpa hizo que sólo aceptara el café que Hermione le acercó.
-¿Cómo te sientes? ¿Todavía tienes fiebre? - le preguntó, sin levantar la vista del suelo.
Apenada, por tener que ser una carga para Harry durante toda la noche y también por las circunstancias en las cuales se encontraban, Hermione llegó a musitar algo que sonó como un "estoy bien" pero que apenas era audible.
Harry no dejaba de pensar que, con los sortilegios protectores, Ron tendría un gran problema para encontrarlos nuevamente. O tal vez - pensó para sus adentros - tal vez eso sea más una bendición para él que un problema.
Desayunaron en silencio. Hermione todavía tenía el semblante pálido y brillante por la fiebre de anoche. Recogieron sus cosas lentamente, como quien trata de retrasar lo inevitable.
Hermione escuchó varias veces ruidos en la lluvia, como pisadas cerca del campamento. Cuando eso sucedía, dejaba lo que estuviera haciendo para salir corriendo hacia la abertura de la tienda de campaña, pero a menudo eran los animales del bosque.
En una oportunidad, se emocionó al ver un reflejo de cabellos rojizos, sólo para terminar sorprendida cuando resultaron ser una pareja de ciervos. Un macho y una hembra.
Llamó a Harry para que juntos pudieran disfrutar del espectáculo apacible que la pareja les brindaba. Harry imaginó, por un momento, que le habría gustado verlos con Ginny; pero luego, al ver la cálida sonrisa de Hermione en su lugar, pensó que no estaba nada mal compartir ese momento con ella. Sólo eran dos amigos tratando de levantar sus ánimos, ¿verdad?
Harry trataba de agudizar el oído pero sin levantar la mirada para verse inflexible con su decisión, pero aún estaba preocupado por el bienestar de su amigo.
Aún así, no podía sacarse de su cabeza los reproches de Ron y su falta de confianza.
Levantaron finalmente el campamento cuando el agua del río amenazó con inundar la tienda con la crecida por las incesantes lluvias. Tras guardar finalmente la carpa en el bolso de cuentas de Hermione, respiraron hondo y se tomaron de las manos.
Harry notó por primera vez lo suaves y delicadas que eran las manos de Hermione.
Pensó en todas las veces que habían tenido clases juntos, codo a codo. Estudiando textos, preparando pociones, luchando contra Voldemort. Y nunca había sentido esa clase de conexión, esa forma de atracción.
Bueno, tal vez no era del todo cierto. Recordó cuando una vez, en el Baile de los Campeones, Hermione había dejado a todos sin aliento. Hasta Cho Chang parecía deslucida al lado del brillo de Hermione esa noche.
Con este último pensamiento en su mente, ambos desaparecieron por un momento, sólo para verse desplazados varios metros más arriba en el mismo bosque, donde el agua de lluvia no amenazaría su campamento.
En cuanto llegaron allí, contra todo pronóstico, las manos de Hermione y de Harry quedaron entrelazadas, como si el uno le estuviera dando fuerzas al otro, sólo por un momento, para seguir.
Luego, Hermione empezó con los preparativos de la tienda y Harry comenzó a caminar, lanzado hechizos protectores al rededor. Se sentía mal por haber pensado de esa forma tan íntima sobre su amiga, pero al mismo tiempo recordaba el desprecio de Ron hacia ella y todo lo que podía sentir era enojo hacia su amigo.
Dentro de la tienda de campaña sonaba de forma estruendosa la radio, con una canción algo melancólica de los cincuentas. Se imaginó que Hermione debía estar llorando por Ron y quería consolarla, pero tenía miedo de no tener las palabras adecuadas. De no tener sus sentimientos del todo claros. De lastimarla.
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