Parte 25: Encarcelados
Al despertar Harry notó que su vista estaba más nublada de lo normal. Su estómago estaba inquieto, acompañado por un incesante golpeteo en las sienes. Trató de incorporarse, pero una mano fría y sudorosa en su frente lo retuvo en el suelo.
-Es mejor que no te levantes, Harry. No puedes hacer mucho por ella en este estado.
Harry reconoció la gentil voz de inmediato. Era su amiga, Luna.
- ¿Luna, eres tú? ¡Que bueno verte! Tu padre estaba muy preocupado por ti, ¿verdad Hermione? - Harry trató nuevamente de incorporarse pero todo le seguía dando vueltas- ¿ Dónde estamos? Al no obtener respuesta alguna de la bruja, volvió a preguntar con miedo- ¿Dónde está Hermione?
Un silencio incómodo se asentó en el lugar.
Luego comenzó a recordar lo sucedido en la casa de Xenophilius. Observando el entorno Harry pudo dilucidar que estaban en alguna especie de sótano o en una catacumba, ya que sus voces susurrantes eran acompañadas por pequeños ecos que los seguían como fantasmas en pena. Finalmente, alguien atrapado como él en ese lúgubre espacio le dio la respuesta.
-Se la llevaron arriba. Al resto nos dejaron aquí tirados para después. Ella la está interrogando.
Había tomado la palabra un duende banquero, quien luego se dio a conocer con el nombre de Griphook.
- Pero ¿quién se la ha llevado y a dónde?
Una sombra cubrió la poca luz que los iluminaba. Con una voz de ultratumba, Ron respondió:
-Bellatrix Lestrange la tiene arriba, en la zona vieja del hospital que está en reparaciones. Más que una interrogación en este momento debe estar sufriendo una clase magistral de tortura. Eso es lo que hacen aquí. ¡Todo debajo de las narices de San Mungo, maldita sea!
La confusión de Harry desapareció en un instante. Si bien se alegraba que varios de sus amigos y aliados estuviesen a su lado en este predicamento, el hecho de que Hermione corría peligro era más apremiante que cualquier cándida reunión o cuestionamiento de alianzas.
-Debemos... buscar una... salida.
La respiración de Harry se veía entrecortada. Cayendo de bruces al suelo empedrado el mago se dio cuenta de que sus mareos, dolores y otros malestares eran producto de la fiebre que lo azotaba. Podría intentar abrir su mente, mirar en la mente de Voldemort y tal vez tratar de extraer algo de su magia, pero temía estar demasiado débil para poder dominar esa parte que los unía.
Una mujer a la cual Harry reconocía, pero no podía ubicar bien su nombre, lo ayudó a incorporarse nuevamente y le proporcionó un abrazo reconfortante.
-Harry, sé que no me conoces, pero yo conocí a tus padres. Estábamos juntos en la Orden, mi nombre es Alice. Alice Longbotton.
- ¡Usted es la madre de Neville! Pero pensé que...
Harry no continuó con lo que iba a decir ya que temía faltar el respeto a una persona que lo había tratado tan bien a pesar de sus propias circunstancias.
-Sí, se lo que deben pensar de mí. Cada vez que Neville nos visita se me parte el corazón, no puedo decirle cuánto lo amo. Quisiera que estuviésemos juntos, pero me temo que sólo podríamos ser una carga para él. Ambos hemos perdido nuestra habilidad para la magia y si bien todavía recuerdo algo de nuestra vida pasada y los momentos felices como familia, temo que la mente de mi esposo ha dejado arrastrarse por la marea del olvido.
Las lagrimas silenciosas corrían por las mejillas de la madre de Neville mientras confesaba todo su dolor, pero en su rostro había una luz que no cedía.
- Sabía que en algún momento ellos volverían y se harían nuevamente del poder, por eso juré que me apartaría de la vida de Neville. No quería que fuera otro blanco para la ira de Bellatrix.
-¡Debemos salir de aquí de inmediato!- Harry gritaba por encima de los llantos de Hermione, ella estaba siendo torturada por la sádica bruja-¿Alguien tiene algún objeto mágico, algo que podamos usar?
-Yo tengo el desiluminador- dijo Ron, poniéndolo en marcha.
La celda estaba más iluminada pero las caras de desasosiego y desesperación traían más oscuridad a la situación.
-Yo tengo un clavo viejo y los aros que me regaló mi padre para mi cumpleaños.
- No creo que unos aros nos ayuden para nada- comenzó a decir Ron, cuando el padre de Luna lo interrumpió.
-Hazte el favor jovencito y no critiques sin conocer. No soy un padre miserable, siempre le doy a mi Luna lo mejor y resulta que esos aros son una especie única en el mundo. El cuerno bebé de un erumpet rayado, cuando es expuesto a altas temperaturas, puede causar una reacción en cadena que...
-Un momento - Alice Longbotton parecía preocupada - ¿Entonces quiere decir que le regaló a su hija una bomba casera en miniatura?
-Bueno, me pareció un objeto original, único en su especie y francamente gracias a mi ocurrencia ahora estamos más cerca de salir de este problema, ¿o no? Aparte su madre siempre llevaba unos iguales en forma de pulsera- agregó con una sonrisa torcida, como excusándose.
Luna no parecía asustada en lo más mínimo por la revelación, es más, jugueteaba con los pendientes balanceándolos en la punta de sus dedos.
-Bien, ahora sólo necesitamos...- continuó Harry.
Los gritos de dolor de Hermione cada vez se oían más agudos y la voz de Bellatrix retumbaba en las paredes de la celda.
- ¡Rápido Potter, piensa con qué podemos calentar esos pendientes!- le apremió Griphook.
El mago deseó por un momento que los roles estuviesen invertidos.
Él aguantaría miles de torturas en el nombre de su amada pero no podía resistir un segundo más la idea de que Hermione estuviese sufriendo por su culpa. No sólo había elegido quedarse con él hasta el final, suceda lo que suceda, sino que tal vez ese final estaba más cerca de lo que ambos imaginaban.
Harry revolvió con desesperación el monedero, agitó en su mano la Snitch que Dumbledore le había obsequiado, pero nada sucedió. Luego la varita rota, otro esfuerzo en vano. Comenzó a pensar en frotar un poco de tela y buscar algunas ramas y piedras irregulares cuando un trozo de espejo cayó del bolso. El destello de lo que le pareció un ojo celeste se reflejaba en su superficie del espejo y Harry pidió ayuda a quien pudiese escucharle. Minutos después alguien hizo su aparición en la celda.
Ron la reconoció de inmediato. Era Caroline, la joven bruja que lo había recibido en la puerta de San Mungo.
-Con que aquí estabas, te he estado buscando para darte ese chocolate caliente, ¿sabes?
-Cuidado Harry, no sé si es de fiar- susurró Ron.
A Harry le parecía que el semblante de la bruja no podía ser más agradable, pero aún en un momento tan apremiante no quería dejarse llevar por las apariencias, así que fue directo al grano: - ¿Has venido a ayudarnos o a combatirnos?
Con una sonrisa encantadora, la bruja los tranquilizó:
-Hace mucho tiempo que estoy buscando a su amigo. No sé qué es lo que ha cambiado, pero de repente pude captar una señal de magia oscura con mi buscapersonas.
La bruja les mostró algo que se asemejaba mucho a la recordadora que Neville había llevado alguna vez a Hogwarts.
- ¡Oh, ese objeto! Recuerdo lo feliz que estaba Neville cuando su abuela se lo obsequió.
-Entonces, eh, señorita...
-Llámeme Meadowes. Mi madre, Dorcas Meadowes, también era parte de la Orden del Fénix original.
Luego se giró y posó su dulce mirada sobre los ojos del muchacho.
- Fue Voldemort quien la asesinó. Personalmente, en la Primera Guerra.
Alice colocó su mano en el hombro de la joven.
-No lo sabía. Tanto tiempo juntas y yo no lo vi, qué ciega que he estado.
-Disculpen, pero ahora no es tiempo para reuniones. Debemos salvar a Hermione cuanto antes, no creo que ella pueda seguir aguantando y francamente yo tampoco- dijo Harry.
-Muy bien, entonces creo que sólo resta comentarles mi plan para salir de aquí ilesos. He colocado un traslador en la planta alta, del otro lado nos esperan más miembros de la Orden para apoyarnos por si nos persiguen. Debemos cruzar hacia el patio que es donde Bellatrix mantiene prisionera a su amiga, pero necesitamos una distracción.
Una voz desde las sombras dejó helados a todos los magos.
-Creo que yo puedo ayudar con eso.
La sonrisa maléfica de Vanessa parecía no caber en la comisura de sus labios, regodeándose por tomarlos de sorpresa.
-Si piensas que voy a dejar que le toques un pelo.. - comenzó a decir Caroline, mientras cubría con su cuerpo a Harry.
- Todo lo contrario, mi querida amiga, sólo he venido a darles una mano para el escape.
Harry dudaba seriamente de las intenciones de la bruja, todo en su cuerpo gritaba que no confiara en ella pero al mismo tiempo no tenían tiempo ni varitas suficientes para disuadirla.
Ron se armó de valor y le preguntó cómo pensaba hacerlo.
Es simple- contestó Vanessa mientras subía las escaleras balanceando sus caderas- sólo debo gritar que han logrado escaparse del calabozo. ¿No estaría mintiendo, o si?
-¿Y qué ganarías con todo esto?- preguntó Caroline, sin dejar de apuntarle con su varita.
-No es un secreto que siempre he odiado a Bellatrix y la odiaría aun más si ella logra entregar a Potter y su pandilla. Imagina lo insoportable y engreída que se volvería. No quiero estar bajo su mando cuando suceda. Pero si los tiene y los deja escapar. Bueno, tal vez un nuevo general pueda tomar su lugar al lado del Señor Oscuro, alguien más, digno de su compañía.
-No puedo creer que ese sea su único motivo, ¿quién querría estar al lado de alguien así?-sentenció Griphook.
-Claro que ese no es su único motivo, pero creo que estamos a punto de averiguarlo.
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