Parte 24: Emboscados
Hermione cerró el libro, pero Xenophilius tardó un momento en reparar que la muchacha había terminado de leer; entonces, desvió la mirada de la ventana y dijo:
-Bueno, ya lo saben.
-¿ Disculpe?
- Querían saber sobre las reliquias y si bien es un cuento para niños, la realidad está a simple vista.
Harry lo miró confuso, pensó que el pobre hombre estaba desvariando cuando comenzó a hacer ademanes en el aire con las manos, parecía un director de orquesta venido a menos.
Al ver que su público no entendía su propósito, el padre de Luna explicó mientras seguía dibujando garabatos en el aire:
-La Varita de Saúco- Xenophilius realizó con su brazo un corte vertical muy enérgico en el aire y luego, un círculo alrededor con su otra mano libre- La Piedra de la Resurrección, y finalmente- juntó la punta de sus dedos como la base de una pirámide y luego con su pierna izquierda elevada en el aire completó un tembloroso triangulo.
Harry entendió inmediatamente la última referencia:
- ¡La Capa para hacerse invisible!
-Así es muchacho, bravo, no eres tan lento como pareces.
Hermione estaba hastiada de las monerías de su anfitrión y calculaba que Luna estaba tardando mucho. Algo la inquietaba, pero no quería preocupar de más a Harry, ya le había causado demasiados problemas hasta la fecha.
-Luna no debe tardar- dijo intranquilo, mientras miraba por la ventana- Los plimpies están terribles esta temporada.
-Disculpe Señor Lovegood, pero en realidad usted no cree que todo esto es un poco, ¿fantasioso?
Harry se agarró la cabeza con ambas manos, sabía que Hermione era muy inteligente, pero a veces su sed de conocimiento la hacía quedar un poco obtusa.
-Señorita Granger, mi Luna me había dicho que uno nos llevaríamos bien y ya veo cual es el problema, usted carece de imaginación.
La cara de Hermione adquirió un tinte rosado en su cuello, como alguien que ha sido picado por una araña o invadido por una hormiga y le provoca un sarpullido.
Harry tenía ganas de poner paños fríos a la situación ya que todavía necesitaban más del conocimiento del señor Lovegood.
-Tal vez como crecí en una casa de muggles y también Hermione, nos cuesta creer que estas cosas puedan estar a simple vista, objetos tan maravillosos como describe el libro.
El padre de Luna pareció ablandarse un poco al oir esto, luego prosiguió:
-Deben entender que para el ojo no entrenado pueden sonar como simple "patrañas", pero muchos de nosotros, los Buscadores, conocemos la verdad detrás de la fábula.
-¿Y cuál es esa verdad Sr. Lovegood?-preguntó inmediatamente antes de que Hermione tratara de acotar algo.
-Que las reliquias existieron y tal vez existan, entre nosotros en este mismo momento. Sólo que le hemos perdido el rastro, por así decirlo.
Hermione empezó a murmurar algo inteligible por debajo mientras los pensamientos de Harry se agolpaban en su mente. ¿Acaso no era él el propietario de una de las legítimas reliquias? ¿Entonces eso significaba que alguien debió tener los otros dos objetos, la piedra y la varita en algún momento de la historia, pero la cuestión era...
-¿Dónde?- dijo Hermione de la nada.
-¿Perdón?- respondió Xenophilius dándose por aludido.
-¿Dónde están las pruebas irrefutables de que las reliquias existen?
El padre de Luna se recostó sobre el marco de una gran ventana, dejó salir un suspiro y cuando se dio vuelta tenía una gran sonrisa forzada en su rostro, tan tirante que parecía se había hecho una cirugía cosmética de mala calidad.
-¿Y dónde, digo yo, están las pruebas de que no existieron?
-¿Me está hablando en serio?¡Esto es completamente ridículo! ¿Acaso piensa que uno va a revisar cada retaso de tela, cada piedra en el camino para comprobar que no es la reliquia?
-Si fuera necesario... - musitó por lo bajo el señor Lovegood.
Harry temía por la sanidad mental de su compañera, claramente ella y el padre de Luna eran como el agua y el aceite, incompatibles hasta la misma fibra de su ser.
-¡Es más!- agregó- ¡Hay evidencia histórica de que la reliquia más poderosa, la varita, fue pasando de mano en mano, dejando tras de si misma una historia bastante sangrienta!
-¿Y dónde cree que puede estar ahora?
-¡Harry, no puedo creer que sigas su juego! Sé que crees que tu familia tiene que ver con todo esto, pero incluso si tus antepasados, los Peverell.
Xenophilius borró de inmediato la falsa sonrisa que hasta unos segundos antes había esbozado. Sus ojos pasaban de Harry a Hermione en segundos y luego a la ventana. Finalmente se animó a preguntar:
-¿Qué quiere decir con eso muchacho?¿Tú conoces la locación de alguna de las reliquias?
Hermione se puso delante de Harry, protegiéndolo. No le gustaba en absoluto el rumbo que estaba llevando la conversación ni los espasmódicos cambios de humor de su anfitrión.
-Había un apellido en una tumba, en el valle de Godric, tenía el nombre de Ignotus Peverell.
-Bueno, allí tienes más pruebas, se tratan de los tres hermanos Peverell: Antioch, Cadmus e Ignotus, se cree que ellos fueros los primeros poseedores de las reliquias.
Parecía que la cabeza de Harry estaba abombada con tanta información y si debía ser sincera, Hermione también tenía varias nuevas ideas luego de la conversación con el señor Lovegood. Pero el hecho de que Luna no había llegado le hacía desconfiar de sus intenciones.
-Bueno señor Lovegood, ha sido todo muy, ummm, informativo por así decirlo, pero ya tenemos que ir volviendo. Dele nuestros saludos a Luna, ¿puede?
-No puedo- dijo Xenophilius en un tono apagado. Luego se dejó caer en el polvoroso sillón más cercano y empezó a tironear de sus cabellos en todas las direcciones.
Harry trató de acercarse con cuidado hacia él, sabía cuál era la respuesta, pero aun así, preguntó:
-¿Qué ha pasado con Luna?
-Ellos se la llevaron.
-¿Quiénes?
Justo en ese momento unas figuras montadas en escobas hacían su aparición por la ventana.
Sin tiempo para pensar otra cosa, Hermione pronunció un encantamiento dirigido al cuerno del erumpent.
Pero la explosión hizo que toda la habitación volara por el aire. Harry quedó atrapado bajo un montón de maderas y los mortifagos habían sido despedidos hasta la cocina, ya que el ruido de ollas, platos y cubiertos era ensordecedor.
Antes de que pudiera ayudarlo a incorporarse, más mortífagos entraron por la ventana, que en estas instancias ya parecía la entrada de un granero a causa de la explosión.
-¡Salgan con las manos en alto! Tenemos rodeada la casa y hechizaremos a quien sea que se resista- gritó con autoridad una voz áspera.
Harry se volvió con preocupación hacia Hermione la cual, en vez de apuntar a los recién llegados, no sacaba sus ojos de su rostro. En cámara lenta pudo observar como se abalanzaba hacia ellos y luego una luz blanca lo cegó por completo.
Adolorido, se llevó las manos a la cara para descubrir lentamente que la misma estaba mutando en algo abultado y deforme.
Podía escuchar a Hermione forcejear con sus captores, cuando la voz del señor Lovegood se elevó suplicante sobre el bullicio.
-Mi Luna, ya lo tienen, los tienen ¡Ahora devuélvanme a mi hija!
-¿Y a quién exactamente dices que tenemos aquí?
Esa voz pertenecía a Fenrir Greyback, el hombre lobo quien se había unido a los mortífagos a cambio de sus inusuales cualidades para cazar sus presas.
-Es Potter, señor, y su amiga Granger.
Greyback lo miró con desconfianza. Fijó sus fríos ojos en Harry, lo miró de arriba a abajo y lo olisqueó también, luego de un momento interminable le dijo:
-¿Y quién se supone que eres tú?
-Dudley.
-¿Tu apellido?
-Vernon. Vernon Dudley, se se señor.- agregó Harry tratando de imitar el chillido porcino que su primo solía hacer cuando eran niños y gimoteaba por más regalos.
El hombre lobo se volvió hacia Xenophilius nuevamente.
-Alguien está mintiendo, puedo olerlo en el aire. Soplaré, soplaré y finalmente romperé el cuello de quien trate de tomarme el pelo.
Con una fuerza descomunal levantó al padre de Luna del suelo como si no pesara más que una almohada de plumas.
-¿Quién es este muchacho, además de ser el cerdito más feo que vi en mi vida?
-¡Le, le digo que es Potter! Mire su frente, estará hinchada por la explosión, pero la cicatriz sigue ahí, ¡auch!
Hermione le había lanzado una patada desde donde la habían capturado y se veía bastante complacida de si misma.
Nuevamente Fenrir se acercó a ambos, y luego levantó uno de los cientos de periódicos desparramados por la habitación. En la tapa de El Profeta estaba la cara de Harry y más abajo, una foto de Hermione, Ron y él en el Torneo de los Cuatro Magos.
-Creo que el loco esta vez no ha gritado lobo en vano. Hemos atrapado a los corderitos y nos toca llevarlos al matadero.
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