Parte 21: Locura
* Antes que nada ¡FELIZ DIA DEL AMIGO! Esta es una historia especial que no habría salido a la luz de no ser por el apoyo incondicional de mis dos amigas Caro_8788 y ElisaDarkwood. En agradecimiento las he incluido en este capítulo como dos personajes nuevos, espero lo disfruten tanto como yo me he divertido escribiéndolo. Las quiero muchísimo chicas ♥ *
Harry se estaba volviendo loco. Hermione y Ron habían desaparecido por completo.
Estaba solo. Abandonado por sus dos amigos.
Tal vez se lo merecía, pensó con tristeza. Jugó con su suerte más de lo que debía. Claro que uno no puede elegir de quién se enamora, pero lo que había pasado con Hermione no tenía perdón.
Ahora sabía a quién había elegido ella para rehacer su vida.
En una forma estaba aliviado. Sabía que estar con él era estar en alerta permanente, sin poder dormir en una cama cómoda, esperando a que no te maten los mortífagos o en el caso de Harry, su mejor amigo.
Después de todas las cosas habían pasado juntos, él creyó que su amistad se había cementado con los años y en verdad era todo lo contrario. Como una presa a punto de romperse, su amor por Hermione había inundado de odio la mente de Ron, cediendo por completo a las manipulaciones del relicario.
Tal vez no debía ser tan duro con su amigo, después de todo, no era el único que escuchaba voces. De hecho, varias veces la seguridad de Hermione había estado en peligro a manos del mismo Harry. Con Voldemort en su mente no había espacio seguro donde esconderse, el más tierno sentimiento podría tornarse en algo retorcido en cuestión de segundos gracias a su influencia.
Esa conexión maldita que había entre ambos sería su ruina, si tan sólo hubiese tenido más clases de legeremancia, pero su maestro demostró ser el peor traidor de todos, asesinando a Dumbledore. Cómo extrañaba la actitud relajada y sabia a la vez del anciano. Se preguntó por un momento, qué se sentiría morir. ¿Acaso los brujos iban al cielo? ¿O dejaban simplemente de existir? ¿Tal vez al no poder ganarle a Voldemort en la carrera contra el tiempo para destruir las reliquias Harry se convertiría en un fantasma, como tantos otros que flotan tristemente en el castillo? Imaginó que si tenía que morir, prefería hacerlo en el único lugar donde sentía que él pertenecía en el mundo, Hogwarts.
Harry cerró los ojos nuevamente y se dejó llevar por el calor que lo envolvía en la carpa. Se sentía algo mareado, probablemente por la pérdida de sangre, pero no le importó.
Harry... escúchame Harry... tienes que despertar...
¿Hermione? pensó Harry. Debía saber que hasta en sus sueños, su mente le jugaría trucos sucios para impedir su descanso.
Si, Harry he vuelto ¡Por favor, oh por favor abre los ojos Harry!- escuchaba una voz distante que sollozaba.
Y luego unas pequeñas gotas rodaron por su mejilla, dos o tres al principio, pero luego se convirtieron en un torrente de agua salada. ¿Tanto estaba transpirando a causa del sueño?
-Harry por favor, dime que estás vivo. No puedo.. ¡no quiero seguir sin tí!
Esas palabras conmovieron al mago y lo devolvieron de vuelta a su conciencia. Era real, Hermione era real y había vuelto por él. No se había fugado con Ron, su amigo.
Los ojos de Hermione sólo pudieron distinguir un bulto borroso que se acercaba a ella pero su abrazo fue cálido, como ser abrasada por un sol benevolente. No le hubiese importando fundirse en su abrazo para la eternidad hasta que su enorme cerebro levantó alertas rojas por toda su mente. Harry había perdido mucha sangre y ahora su temperatura corporal estaba por las nubes, tal vez tenía fiebre. Debía asegurarse de que su cuerpo está bien y no tuviera otra herida visible.
Haciendo de tripas corazón Hermione comenzó a desvestir al pobre Harry quien se sentía un poco más que un saco de papas, si bien era una situación emocionante ambos estaban preocupados por el bienestar físico y mental del otro. Sin embargo Hermione no pude evitar deslumbrarse nuevamente por sus marcados abdominales, ni por cómo se marcaban los flexores de su cadera, como los de un modelo de ropa interior.
Una vez que concluyó su vergonzosa investigación y sin haber observado otra herida relevante más que la de su frente, la cual ya estaba casi curada, lo tapó con los cobertores de la cama y dejó su ropa empapada cerca del fuego para que se secara. Tomando la temperatura de Harry, se dio cuenta que éste sólo tenía febricula y claramente no era una señal de alarma con todo lo que había sucedido. Pero dentro de los cobertores Harry parecía tiritar de frío, así que ella también se metió en la cama con él, claro, para combatir el clima y descansar sus ojos un rato.
Los brazos de Harry se acomodaron sobre ella en un instante, como si el candado de su amor nunca se hubiese desvanecido desde ese primer encuentro. Rememoró su torpe abrazo en la carpa de los tres -cuatro- magos cuando aún eran jóvenes e inocentes. Luego sintió que algo duro que la estaba molestando a la altura de sus caderas y al principio pensó que se trataba del relicario, pero luego recordó que le había removido toda su ropa excepto... sus boxers.
Los colores treparon hasta las cejas de Hermione cuando entendió lo qué estaba sucediendo, y para hacer más evidente su bochorno, Harry seguía fregándose cada vez con más fuerza contra ella. Era una sensación nueva y excitante, pero no sabía a dónde los podía conducir.
...
En San Mungo, las cosas no parecían andar bien para Ron.
Trató de marcharse por su propia cuenta, pero al no tener varita, eso complicaba las cosas. Más aún cuando dos jóvenes brujas vinieron a su encuentro haciéndole preguntas.
Una de ellas, de un precioso cabello oscuro y relucientes dientes blancos, puso la mano sobre su hombro para confortarlo mientras comenzaba su interrogatorio.
-¿Cuál es tu nombre, joven mago?- dijo con calidez la bruja.
- Mi nombre es... mi nombre.. – Ron comenzó a balbucear.
-Mira que si preguntarle su nombre es muy complicado, entonces ya estamos cincuenta por ciento seguras de que pertenece aquí- remató la otra bruja con sarcasmo. Su tez era muy pálida, como si no disfrutara de salir al sol, su nariz algo respingada, con un porte seductor y ondulante al caminar.
-Yo no... - Ron siguió pensativo. No podía dar su nombre ya que era un fugitivo, fuera amigo de Harry o no. Tendría que arreglárselas de otra forma si quería salir de allí, tal vez dejarse llevar hasta la secretaria y hacerse de los polvos flu para volar a la Madriguera y buscar refugio.
- Mira cariño, creo que es mejor que entres con nosotros, ¿sabés? Está helando aquí y te vendría bien una taza de chocolate caliente para animar ese espíritu, ¿qué dices?
-Una taza suena bien- agregó Ron con una sonrisa tímida.
- Oh, ha podido decir una frase entera, entonces no podemos catalogarlo por completo como un paciente perdido. Tengo una idea Caroline, ¿por qué no vas a conseguirle esa taza a nuestro amigo mientras veo si alguna chispa más sale de esa cabecita suya? – dijo la segunda bruja con ojos brillantes.
- Muy bien, Vanessa, pero por favor no lo asustes. Se nota que ha pasado por mucho- le reprochó la otra. Luego salió con un puff de la habitación de maniquíes como si nunca hubiese estado allí.
- Su amiga, es muy, simpática señorita...
-Sí, es extraordinariamente excepcional en todos los campos de la magia por lo cual me desilusiona mucho que utilice sus dones en un lugar tan mediocre.
-¿De qué habla, si ustedes también trabaja aquí, o no?
Ron comenzó a alarmarse y a buscar posibles puntos de salida, no le gustaba el giro que estaba tomando la conversación.
-No por elección propia verás, es un trabajo el cual más bien se me ha asignado. Interceptar a cualquiera que caiga en esta.. institución, con heridas graves o información jugosa..
La bruja comenzó a arremangarse la túnica, dejando a la vista el asqueroso tatuaje que Ron conocía tan bien.
-¿Qué pasa muchacho, no era en la casa de Gryffindor donde habitan los valientes? – en su mano apareció una varita que refulgía con una luz verde - ¡Mosmordre!
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