Parte 10: Bathilda
Harry y Hermione caminaban abrazados por el cementerio cuando algo los sobresaltó.
- Creo que alguien nos está siguiendo.
- Pero si no nos vemos como nosotros, sino como muggles..
-Sí, unos muggles que acaban de dejar flores en las tumbas de tus padres ¿no crees que es al menos sospechoso? ¡Tenemos que salir de aquí, ahora!
Mientras trataban de no resbalar con la nieve, ambos se cubrieron con la capa de invisibilidad y salieron a caminar por las calles más alejadas de la plaza en busca de un refugio ya que una pequeña tormenta de nieve se avecinaba en su camino.
-La casa de Bathilda debería estar por aquí, ¿no te parece Harry?
Mientras Hermione lanzaba miradas cargadas de nerviosismo sobre su hombro, notó que el joven se había paralizado frente la fachada de lo que habría sido alguna vez una bella casa pero ahora sólo era un lugar olvidado por el tiempo, cubierto por la hierba y la nieve.
-El encantamiento Fidelio debió haber cesado cuando..
Ninguno de los dos completó la frase, ambos sabían muy bien a qué se refería. El segundo piso de la casa estaba destrozado con su madera ennegrecida, probablemente fuera donde la maldición había rebotado.
-Es tan bella, me pregunto por qué nadie trató de repararla.
Harry miró con tristeza hacia la parte superior de la casa, una herida que nunca cerraría.
Hermione trató de acercarse a Harry para darle unas palabras de consuelo, cuando rosó la reja de la casa y de entre los hierbajos y la maleza, surgió un letrero de madera con la siguiente inscripción: "En este lugar, la noche del 31 de octubre de 1981, Lily y James Potter perdieron la vida. Su hijo, Harry, es el único mago que ha sobrevivido al maleficio asesino. Esta casa, invisible para los muggles, permanece en ruinas como monumento a los Potter y como recordatorio de la violencia que destrozó a una familia."
No terminó de leer la inscripción en voz alta, cuando una sombra comenzó a tapar la luz de la farola más cercana, provocando a Harry escalofríos en todo su cuerpo. A pocos metros pudieron distinguir que se trataba de una diminuta anciana con un caminar extraño, pero que tenía un par de ojos brillantes y penetrantes los cuales no se despegaban de ellos, como si la capa no pudiera ocultar su presencia.
De pronto, la mano enguantada de la señora les hizo un gesto para que se acercaran.
Los cabellos de Hermione se le erizaron en la nuca, ya que la mujer parecía una pequeña aparición en la tormenta de nieve que cada vez arreciaba más y más. Apretó fuerte la mano de Harry, pidiendo silenciosamente que el muchacho se diera cuenta que debían retirarse.
-¿Es usted Bathilda?- exclamó Harry.
La anciana no se dió por aludida y continuó haciéndole gestos enérgicamente para que la siguieran.
La tormenta se había vuelto más fuerte con cada segundo. Hermione quería buscar un refugio seguro, entraría a cualquier pub de la región antes que seguir a la circunspecta anciana, pero Harry tenía otros planes.
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