Escalofríos
Era un día normal en la cafetería Tweak Bross Coffee, con una cantidad de clientes bastante rebosante, y un éxito en sus estadísticas de ventas.
Se encontraba trabajando toda la familia Tweak, no solo para cumplir con su trabajo, sino también, para poder estar al pendiente de su hijo Omega, y, aprovechar para no pagarle el sueldo completo a un mesero.
Un clásico de los Señores Tweak.
Una mujer castaña, con el cabello hasta los hombros, sonreía amablemente a los clientes, los cuales solían ser bastantes, por suerte, ese día no era la excepcion.
Desde que habían comenzado los disturbios en el pueblo, la clientela había disminuido apenas un poco.
El que hubiesen variados jovencitos omegas desaparecidos, no significaba que las personas no debían ir a trabajar temprano, o que se murieran de hambre al medio dia los trabajadores de oficinas o los oficiales patrulleros y sus golosos antojos.
Y por supuesto, los Tweak siempre estaban dispuestos a atenderlos con una cálida sonrisa de bienvenida.
El lugar era bastante popular, y no solo era debido por el ingrediente secreto del característico café Tweak.
No no, todo esto era gracias a ese calor hogareño que inundaba el lugar desde la puerta de entrada, hasta el más oscuro rincón de sus coloridas y acogedoras paredes.
La familia Tweak estaba conformada por dos betas totalmente agradables, teniendo como hijo único a un pequeño Omega con muchos problemas emocionales.
Una historia larga, complicada y tediosa.
Bah, eso no importa ahora.
Prosigo...
La familia atendía la cafetería con una normalidad como la de cualquier día, la mujer castaña atendía la caja, es decir, cobraba lo debido acorde a cada precio y también acorde a lo que haya pedido el cliente, Richard se encargaba de los pedidos, se encontraba en la cocina preparando más café y mantenía todo preparado para cuando llegara su nuevo mesero a darle la orden de lo que habían pedido los pueblerinos, y Tweek, entregaba los pedidos de los clientes a su padre para que así sirviera lo pedido por los clientes.
Era fácil.
Un trabajo en equipo, bastante efectivo.
El día transcurría normal, sin ningún problema en absoluto.
La clientela estuvo calmada, no hubo clientes molestos, de esos que son difíciles de atender y son un total dolor de trasero, y por suerte tampoco hubo de los famosos clientes que son tan escandalosos y molestos que corren a la demás clientela.
Todo se encontró calmado y bastante lleno a decir verdad. A pesar de todo, el negocio estuvo un poco flojo desde el problema con los secuestros de omegas y demás.
En fin, fue un día de total éxito.
Y, por ahí como a las 6pm, la cafetería comenzó a cerrar (a pesar de que su horario antes de los problemas del pueblo era hasta las 8pm, comenzaron a cerrar antes desde estos acontecimientos ya que, vamos, tampoco eran unos monstruos. No querían arriesgarse tanto)
El sol comenzaba a caer, y las personas emprendían paso para llegar a su respectivo hogar.
Los Tweak no eran la excepción.
Después de todo un exhaustivo día de trabajo, la familia tenía planeado llegar a su hogar a descansar y pasar una cálida noche, quizás para ver series y películas, o simplemente jugar algún juego de mesa y después irse a la cama.
O el favorito de los progenitores de la familia, pedir una pizza a domicilio y echarse a dormir.
Empacaban y terminaban de limpiar el desorden de la cafetería para así irse a casa sabiendo que su cafetería está impecable.
El Sr. Richard Tweak salió con su abrigo puesto a revisar si su vehículo no había sido enterrado a causa de la nieve.
Por suerte, este no era el caso.
El hombre de castaños cabellos no pudo evitar sonreír victorioso, abriendo su vehículo y comenzando a guardar sus pertenencias, preparándose a cerrar el negocio e irse sin tener que regresar por alguna pertenencia dejada en el olvido.
A la vez, la Sra. Helen Tweak salía con su bolso de mano y abrigo, caminando dificultosamente a causa de la nieve que le hacía difícil la tarea de caminar con sus elegantes tacones verde olivo.
Cuando está llegó al vehículo, su hijo, Tweek, ya había cerrado la tienda. Comenzando a caminar hacia el vehículo con las llaves de esta entre manos.
Si no fuese por que a mitad de camino su papá le arrebató las llaves y entró rápido a la tienda.
-¡Se me olvidó la billetera!- Exclamaba a la vez que entraba y se perdía en el negocio familiar.
El rubio suspiró por el sobresalto, e intento seguir su paso por la espesa nieve y el camino hasta el vehículo.
Y lo hubiese hecho, si no fuese por que al dirigir su mirada al vehículo, se encontró con una silueta vestida de negro completamente, parada detrás de su carro.
El chico se congeló.
Lo estaba mirando.
Fijamente, lo estaba mirando.
Parpadeó pensando que todo era parte de su imaginación, una inocente jugarreta que los días sin dormir y el cansancio le estaban provocando.
Sin embargo, no fue así, incluso después de pellizcarse aquel sujeto seguía allí luciendo intimidante.
Retrocedió un poco, y volteo su mirada hacia la cafetería, por donde se había ido su padre minutos antes.
Su respiración se cortó al ver a otra persona con la misma vestimenta que la anterior, prohibiéndole el paso hacia donde estaba su padre.
Sintió una mala sensación, y dirigiendo su mirada hacia atrás, casi se desmaya al ver varios tipos vestidos de negro más.
Lo miraban penetrantemente.
La respiración comenzó a agitarse.
La mujer castaña, extrañada de que su hijo aún no entraba al vehículo, se bajó de este, notando una expresión llena de miedo en el rostro de su pequeño.
-..¿Tweek...?- Y, de un segundo a otro, unos tipos comenzaron a correr en dirección al rubio, quien por instinto, comenzó a correr en dirección opuesta, hacia el bosque.
Se asustó al ver el montón de personas correr detrás de su hijo, de igual manera, no se quedó estática en su lugar.
No lo pensó dos veces, solo se quitó sus zapatos de tacón y comenzó la carrera.
Podía olerlos.
Eran alfas.
Alfas salvajes, que le habían puesto el ojo encima a su pobre y pequeño hijo.
No lo permitiría.
No dejaría que se lo llevarán.
La velocidad con la que seguía a esos alfas era sobrenatural.
Instinto de madre, supongo.
Sin darse cuenta, su esposo ya estaba detrás de ella corriendo también para alejar a esos idiotas de su hijo.
Mientras, más adelante, un chico rubio tenía lágrimas en los ojos y un ataque de pánico en proceso.
Se estaba desesperando, y eso no era bueno.
El sol comenzaba a caer, y la luz del atardecer comenzaba a desaparecer.
El rubio sentía que no podía seguir corriendo.
Se estaba cansando.
Por lo que, en un movimiento rápido, se escondió entre unos arbustos.
Supuso que ahí estaría a salvo.
Su respiración agitada retumbaba por todo el bosque.
Sus ojos los mantenía cerrados con firmeza, a la vez que mientras se mantenía en posición fetal, temblaba todo su cuerpo, tanto por el miedo y el subidón de adrenalina, como por el extenuante frío que sentía al estar arrecostado en la helada nieve.
No quería moverse de ahí.
...
Los señores Tweak estaban desesperados.
Habían perdido el rastro de esos alfas, a lo que sin dejar de correr, llamaron al 911.
-TWEEK!- Gritaba desesperado el señor tweak, mientras, entre llantos, su esposa comenzaba a ser atendida por la operadora de emergencias.
...
Estaban cerca...
Lo sabía, estaban cerca.
Tenía miedo, el solo quería estar en casa tomándose una taza de café.
En cambio, estaba escondido entre unos arbustos, lleno de tierra, nieve, frío (mucho frío) y ramas. Tenía frío, sueño, miedo y hambre ¿Acaso ya había dicho que tenía frío?.
El sol ya había caído, la oscuridad lo consumía y le prohibía la vista.
Estaba tan nervioso de que esos Alfas lo encontrarán.
Y si ese fuera el caso, ¿Que le harían?
¿Sería otro más de los niños desaparecidos?
¿Lo asesinarian?
¿Sus padres harían algo?
Miles de preguntas lo golpeaban a la vez haciéndolo temblar aún más fuerte.
Y fue entonces, cuando un crujir de una rama llamo su atención.
Sus verdes orbes se movieron asustados por todo el escenario, que solo constaba de un blanco bosque, y unos cuantos arbustos que le tapaban un poco la vista.
Intentó suprimir su olor sumergiéndose en la nieve y el frió para que los malos no se guiarán por este.
Vio una figura.
Delgada, bastante alta, vestida de negro....
Está paseo un poco buscando algo con la mirada.
Olfateaba bruscamente, como si de un perro se tratase.
Dos orbes azules, alumbrados por la luz tenue de la luna, dejaban a la vista esas orbes tan espesas y peligrosas, brillaban en la oscuridad de una manera casi hipnotizante.
El miedo escurría por sus ojos.
Temblaba como fideo.
No quería que lo encontrarán.
¿Que le harían?
Probablemente algo muy malo...
Se paralizó al ver a esa persona acercarse bastante, sintió que estaba apunto de darle otro ataque de pánico.
Cerró los ojos con fuerza.
Y..
-Craig, perdimos a los ancianos- Decía una voz gruesa, apareciendo de la nada salvando a Tweek.
Aquel, "Craig" se alejo rápidamente del arbusto entre resoplidos y malhumor.
-Ya era hora, te juro que casi les doy con la escopeta cuando me lanzaron esa estúpida taza de café, es decir, en donde carajo la tenían guardada?- Respondía mientras se sacaba la máscara negra aquel joven "Craig".
El otro, haciendo lo mismo que su compañero, se reía furtivamente, solo dejando a la luz de la luna sus filosos molares.
-Si, ya sabes cómo son, todos ancianos y obsesionados con el café. Posiblemente se lo sacó de sus tanguitas la mujerzuela esa- Bromeaba mientras codeaba la costilla de su amigo pelinegro.
Este, alejó al rubio con unos manotazos y bastante furia.
-Oh vamos, no dejes que estás estupideces apaguen tu llama. Ahora que te ocurre Fucker?- Preguntaba con confusión al azabache enojado.
-La maldita nieve y el frío me tapó la maldita nariz, los malditos viejos de seguro ya llamaron a la maldita policía, los malditos de nuestros aliados están perdidos en el bosque porque no los encontramos desde hace rato, y para colmo, el maldito niñato que se supone, es mío, se fue corriendo como un marica y posiblemente ya llegó a Denver- Decía soltando su ira a la vez que se refregaba la cara con ambas manos.
El rubio lo veía con pena, y es que, ya de por si se encontraban muy cerca de Danver. Posiblemente ya estuviesen en sus alrededores.
Las probabilidades de que el freak blonde estuviese en Denver eran lo suficientemente altas como para ponerle los pelos de punta a cualquiera de ellos.
Suspiro viendo cómo su amigo se estresaba en vano.
...
Pt.2?
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