《Epílogo》

Suguru Geto siempre soñó con pasar todo el proceso del embarazo, aunque jamás lo admita en voz alta. Que su panza se infle, sentir las pataditas de su bebé, que apenas pueda caminar en los últimos meses y todos los demás síntomas que le aseguran que está en estado de gestación. Incluso si tiene que vivir en una familia que está teniendo consideraciones como atenciones solo por el hecho de estar embarazado y que carga con el hijo de Satoru Gojo, puede disfrutar plenamente saber que está esperando un bebé.

Puede soportarlos ya que ahora bajan la cabeza cuando se dirigen a él y lo cuidan como si fuese un integrante mas de la familia Gojo. Incluso intercambió algunas palabras con el dueño del rancho, el señor de avanzada edad que le deseo una prospera vida y que ansío seguir viviendo para conocer al bebé que conciba. Ya saben, el típico abuelo que quiere cargar a sus nietos apenas nazcan.

Duras horas y horas de dilatación, bastantes minutos de estrés y dolor para parir a su cachorro es lo que agobia y cansa a Suguru Geto. Sin embargo, es un Omega fuerte de cuerpo robusto, saludable y tosco, quizás sea por ello que, a pesar de tanto dolor y desesperación, pudo aguantar hasta el final y no morir mientras daba a luz a sus bebés.

Porque sí, resultó estar embarazado de dos cachorritos.

Desde muy joven le ha encantado los niños, siempre se vio así mismo formando una familia y tener hijos como un sueño bastante lejano porque no encontraba al Alpha ideal, o que al menos fuese digno de él. Por más que tuviese una cara agraciada, lo que solía alejar a los Alphas es su altura, sus feromonas dominantes y lo directo de su actitud.

—Felicidades, son unas preciosas y saludables niñas.

El anhelo de verlas y cargarlas lo mantuvo despierto a pesar del excesivo cansancio que siente, solo por poder tocarlas un rato, por oírlas llorar y acurrucarlas suavemente contra su pecho, hacerlas entrar en su propio calor y adormecerlas con sus feromomas de Omega.

Geto, agotado y débil tras el parto, siente una oleada de emoción y asombro al sostener a sus hijas por primera vez. Las niñas son pequeñas y delicadas, sus cuerpos apenas caben en sus largos brazos, su piel es suave y tersa. A pesar de su pequeño tamaño, cada una de ellas irradia una calidez que él nunca había experimentado. Tienen cortos y escasos mechones de cabello claro, recordándole inevitablemente a Satoru Gojo, y sus rostros, aunque diminutos, ya muestran ciertos rasgos que los reflejan. Sus rostros son arrugados pero se ven bastante tiernas.

El aroma de las niñas es suave y dulce, como una mezcla de leche tibia y un toque ligero de jazmín. Suguru cierra los ojos por un momento, absorbiendo ese perfume natural y sintiendo una paz indescriptible. Su pecho se llena de amor y ternura, pero también de una ligera sensación de vulnerabilidad; sabe que su vida ha cambiado para siempre, y con ello, su corazón ha sido entregado por completo a estas dos pequeñas recién nacidas.

La felicidad y el amor lo envuelven, acompañados de un destello de temor. El mundo parece diferente ahora, como si todo girara alrededor de esos dos seres en sus brazos. A pesar del cansancio, es incapaz de dejar de mirarlas, embelesado. Siente que no importa cuánto se parezcan a Gojo, aquella maldición que viste de hombre hermoso, que luce cual vaquero salvaje y Alpha caliente, son sus niñas, solamente suyas, sus hijas, y nada en el mundo podría cambiar el amor absoluto y la devoción que brota en su interior en ese instante.

A cada una le deposita un suave beso en sus frentes, luchando para no quedarse dormido.

La familia Gojo está esperando afuera, ansiosos y un poco nerviosos. Nunca estuvieron de acuerdo con la relación de Satoru y el Omega extranjero, pero, lo único bueno de esta unión y por lo que claro, están emocionados, es que haya dejado descendencia, porque la prioridad siempre será que el legado de la familia Gojo continúe. Haya sido a propósito o no, al menos Satoru está cumpliendo una de sus tantas funciones, puede que la más principal, y es que la familia crezca. Como futura cabecera del rancho y de éste clan, es su deber tener muchos bebés.

De algo que Geto esta seguro es que no permitirá que lo separen de sus hijas o que intenten criarlas a su manera, él es el único que puede hacerlo.


[...]


Suguru tardó en aceptar que Satoru entrará y cargará a las niñas, no confía en él, no después de todo lo que descubrió hace varios meses y de la oscuridad en esta familia, pero a final de cuentas, es su padre y aunque sea muy en el fondo, lo ama.

Es un amor extraño en realidad, quiere muchas cosas de él pero también odia que le haya mentido sobre su origen.

A pesar de su preocupación, se queda profundamente dormido apenas sus ojos se aseguran que el Alpha las está cuidando, las protegerá de cualquier peligro y de aquellas manos que quieran cargarlas. Suguru Geto le advirtió antes de caer inconsciente, que no las dejara al cuidado de los otros integrantes de su familia, para el japonés siguen siendo completos extraños que apenas lo soportan solo por ser el Omega que dio a luz la descendencia de la familia Gojo.

Pero, en este lugar, en este rancho y en este país, ¿Existe acaso alguien más peligroso que Satoru Gojo?

Geto será el único de la familia que vestirá diferente a los demás, de raíces orientales y que no se dejará dominar por la autoridad de nadie, ni siquiera del Alpha que lo preñó.

Así se siente pertenecer a una familia del salvaje oeste, un choque cultural que muy en el fondo, no puede odiarlo de verdad.

¿Qué nombre sería adecuado para sus hijas?










Fin de la Historia



P

alabras: 989
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de Publicación: Martes 05 de noviembre del 2024
Fandom: Jujutso Kaisen
Au: Omegaverse
Nota del escritor:
Por fin puedo dar por finalizado este fanfic, bastante chido haberlo escrito la verdad.
Más tarde publicaré la sección extra de curiosidades del fic.
Nos vemos!

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