7. Epifanía

La noche antes de viajar, Suguru se encuentra tan tranquilo doblando sus ropas en unas maletas para su equipaje de mañana, hasta que escucha alguien tocar la puerta con fuerza e insistencia. Extrañado y casi seguro de que no se trata de su compañera Shoko, alza la voz y emite un sonido gentil de "pase", sin perder el hilo de preparar su equipaje.

El Alpha de cabellos albinos entra al cuarto con pasos decisivos y un aura pesada que vuelve el entorno incómodo, sus feromonas se vuelven picantes y densas, provocando que sea difícil para el Omega ignorarlo.

—¿Qué sucede?

Había olvidado casi por completo que el Alpha estaba de viaje, pero en realidad, su pregunta de desconcierto es más hacia su actitud. Es obvio que está serio e impaciente, incluso enojado o irritado. Aunque se le hace gracioso pensar que, la última vez Gojo entró a su cuarto desde el balcón sin su permiso, pero ahora, tuvo la molestia de tocar la puerta y esperar su aprobación para poder entrar al cuarto. Es un tanto curioso este hecho.

Satoru lo mira entre confundido, intrigado y frustado, después mira las maletas que están en la cama y se molesta. Suguru le mira expectante, esperando alguna explicación de su parte de porque está aquí con ese ambiente denso e incómodo.

—No tiene media hora que regresé y me enteró por mi familia que se irán de regreso a Japón.

Ah, con que es eso. Piensa Geto, creyó que era algo grave. Aunque cabe recalcar que el enojo se de cifrar en cada palabra que sale de la boca del mayor. Si tono, el modo en cómo lo dice, la expresión en su cara y sus feromonas hacen obvio lo molesto que está.

—Así es, nuestra presencia aquí ya no es útil.—aclara Geto encogido de hombros, manteniendo la calma, un rostro relejado y siguiendo con su trabajo, ya casi terminando.

Gojo aprieta sus puños furioso por la actitud tan apática del Omega, por su forma tan despreocupada de expresarse y como le da la espalda, como si no le importará lo que está sintiendo. Además, ya no lleva puesto la linda bandana que le obsequió para cubrirse del sol y recogerse un poco el cabello.

—¿Qué quieres decir?—reclama con el ceño fruncido, un gruñido bajo y una ira creciente, acumulándose en su garganta.

Geto suspira cansado. En realidad, le gustaría acercarse a Gojo y abrazarlo, disfrutar de su calor y sentir esos músculos a través de su ropa, es como si su Omega interior anhelara recibir a su Alpha con un abrazo cariñoso y fuerte mientras le dice cuanto lo extraña y lo mucho que quiere ser tocado, se retuerce de tan solo imaginar lo cálido que se sentiría darle amor al albino. Esos pensamientos lo hacen confundirse, es como si no pudiera creer lo que piensa.

Pero, no es el momento para fantasear con escenarios cursis que duda mucho pasen en estos momentos.

—El motivo de nuestro viaje solo fue porque al gobernador de la ciudad le llegó varios testimonios de que el robo de ganado de los ranchos de los Estados vecinos, pudo haber sido por alguna maldición o algo paranormal. Los ranchos de la zona habían sido los únicos hasta el momento en no haber sufrido un robo, así que solo quería comprobar si realmente era algo sobrenatural o tan solo unos ladrones.—explica para encarar al Alpha, frente a frente y con una mirada seria.—Sin embargo, no ha habido nada fuera de lugar que necesite nuestra presencia.

—Aún así, no tienes porque irte.—sentencia como si tuviera alguna clase de autoridad política.

Suguru piensa que Satoru es un gran idiota.

—¿Qué dices?—le mira incrédulo y extrañado por lo que dice.—En Japón está mi familia, mi hogar y mis amigos. No hay un verdadero motivo para que este aquí. Mi estadía en este lugar sólo fue por un asunto laboral meramente temporal.—se cruza de brazos decisivo como un tanto indignado por los comentarios del albino.

En realidad, esperó que Gojo quisiera despedirse de él o decir algo como que lo extrañaría, pero se está portando de una forma que no le agrada.

—¿No te gusta estar aquí?

Satoru parece suavizar su tono y acercarse lentamente a él para rodar lo con sus largos brazos, tomándolo de frente, Suguru siente sus manos pasearse por las curvas de su cintura hasta llegar a su espalda baja y la barbilla del vaquero entre el hueco de su hombro y cuello. Siente el rostro del Alpha frotándose contra esa zona y Suguru pone sus manos contra el amplio pecho de Gojo para tratar de alejarlo un poco, que le dé espacio.

Geto se da cuenta de que Gojo quiere ser mimado, pero no puede caer ante dichas persuasiones.

—Haber venido fue una perdida de tiempo que de todas formas nos pagaron. No todo fue malo, me gusto conocer la cultura y la comida de aquí, haberte conocido fue toda una experiencia.—confiesa comprensivo luego de haber reflexionado sobre que palabras decirle.

Siente la nariz del Alpha cosquillear muy cerca de su nuca, inhalando su aroma de manera obsesiva. No le molesta del todo, lo hace sentir raro pero también le gusta sentirse así, deseado. Que el Alpha se pierda en su aroma le levanta el orgullo y eleva su sonrisa, debe admitirlo, Satoru a veces puede hacer cosas que le gusten.

—Yo... no se que más puedo decirte.—agrega el japonés tratando de no sonrojarse por tener tan de cerca al hombre que anudo en él.

Nunca ha sido bueno con las palabras, menos con las despedidas.

Hay un breve silencio antes de que alguno de los decida hablar. Geto se conmociona al escuchar la voz de Gojo quebrarse y su cuerpo tensar se.

—No te vayas, por favor...—dice mientras se aferra más al Omega, debido a la posición no puede mirar a los ojos al Alpha, pero se escucha tan triste que hace que casi acepte quedarse con él.

Casi.

Lleva sus manos al cabello blanco del Alpha y lo acaricia suavemente, tratando de consolarlo y calmarlo, parece funcionar un poco, siente el cuerpo pesado de Gojo relajarse

—Suplicar no funcionará.—murmura con suavidad, entre cerrando los párpados disfrutando del aroma del Alpha.

Satoru deja de abrazarlo pero no se aleja de él, entrelaza sus manos con las suyas y le observa con una mirada desolada, triste. Geto puede sentir lo tosco de las manos del albino, un poco más grandes que las suyas y se sienten calientes.

—¿Puedes escoger estar conmigo?¿Puedes quedarte a vivir aquí?—insiste el mayor besando los nudillos de sus manos, haciendo estremecer al japonés quien se queda atónito por sus palabras durante algunos segundos.

Suguru se siente confundido por unos momentos, durante algunos unos instantes vacila en que contestar. Imaginarse una nueva vida en un lugar lejano en donde se crío se le hace complicado, pero no imposible. Adaptarse todavía más a las costumbres de este lugar, a su clima y hábitos es algo que lo atemoriza, no está seguro de adaptarse bien. Además, no puede dejar a sus padres ni a sus amigos en Japón solo por un hombre que no tiene muchos días que lo conoció.

¿Qué o quién le asegura que Satoru Gojo realmente vaya a cumplir le? La imagen que sigue teniendo de él no ha cambiado tanto, un hombre joven heredero de éste gran rancho, despreocupado y soltero, que se la pasa coqueteando cada que sale y muchas veces se toma a la ligera a las personas, además que te ve por encima del hombro. Nadie le garantiza que quedarse a vivir con él signifique que se casen y lo ame por siempre, ya que apenas se están conociendo.

No siente que Satoru Gojo sea la persona con la que deba vivir toda una vida hasta envejecer y dejar descendencia, no niega sentir una gran atracción por él y que su corazón se ha cautivado por el aroma del Alpha, ¿Pero es suficiente para escogerlo a él por encima de su hogar y su familia?

—...No puedo aceptar eso, Satoru.—responde luego de un largo silencio pensándolo, observando como el contrario endurece sus facciones, aprieta sus labios con fuerza lastimandose y conteniendo un sin fin de emociones frustantes.—Y una relación a larga distancia no se me hace agradable. Esta no va a funcionar. Tu debes quedarte aquí, y yo quiero regresar a Japón, será mejor que cortemos lazos.—suspira pesado para deshacerse el agarre de sus manos contras las del Alpha y pedirle que se retire porque aún tiene mucho que hacer.

Gojo se queda en silencio, analizando lo que acaba de pasar y se marcha del lugar. Describir todo lo que siente podría significar adentrarnos a sus oscuros secretos.

[...]


Geto se despertó muy temprano al día siguiente, minutos antes de que el sol salga por el horizonte. Decidió dar un paseo a los alrededores, ver los caballos y el corral donde duerme la cabrita que Gojo le obsequio pero rechazo, y aún así, permaneció en el rancho con un trato distinto al resto de animales.

Mientras observa al animalito tierno descansar, escucha unos ligeros pasos aproximarse, se gira y puede observar  a unos pocos metros de él, al albino en silencio y pensativo.

La conversación de ayer fue complicada y tal vez hiriente para el Alpha. Por lo que decide charlar una última vez para que las cosas entre ambos terminen bien y no haya malos entendidos. Claro que, es difícil pensar en que tema sacar para conversar y sobre todo porque la expresión de Gojo no ayuda, solo incomoda.

—¿Cómo le pusiste a la cabrita?

Silencio. Satoru no parece con ánimo de querer hablar, pero, ¿entonces para que vino hasta aquí con él? Lógicamente sería para conversar y despedirse, ¿no? ¿O acaso esta terminando su turno de vigilancia? Es confuso. Suguru no soporta lo tenso del ambiente por lo que decide volver hablar.

—Al menos dime algo, maldiceme si quieres, no me gusta que te quedes callado.

Geto se voltea a encararlo con molestia, hasta que Gojo extiende su brazo y rodea su cuello con la palma de su mano, aprieta fuerte, ahorcandolo. Lo alza con una sola mano, su fuerza es bestial y Suguru está confundido, desesperado y tratando de zafarse del bestial agarre que lo comienza a hacer difícil que pase el oxígeno.

Quiere gritarle para preguntarle que demonios le sucede, pero su voz sale entre cortada, y con cada minuto que pasa su vista se nubla. Se le es más difícil respirar.

Entonces, para su gran sorpresa y shock, se da cuenta que, debajo de los ojos de Satoru, hay otro dos pares más, como el rostro de una araña o... un demonio.

Una extraña aura oscura lo rodea, como una niebla, sus ojos azules parecen brillar como luciérnagas. El aire a su alrededor es pesado y tenebroso, y después de todo este tiempo, el chamán japonés puede percibir a la entidad demoníaca que siempre acecho este lugar.

Todo este tiempo, Satoru Gojo resulto ser una entidad demoníaca.

Pero, aunque por sus propios ojos pueden verlo, aún tiene muchas dudas respecto a él. No cree que se trate de una posesión demoníaca, no parece un demonio usando dicho cuerpo humano como recipiente, esta seguro que se trata de un demonio que adoptó su propia forma humana, lo cual le resulta tan inquietante, increíble.

—¿Qué me hiciste?

Suguru lo mira desesperado e intrigado al oír aquella pregunta. ¿De qué está hablando ahora? Sólo puede sentir las uñas del Alpha encajar contra la piel de su cuello, es como si hubiesen crecido y las siente afiladas. Mira a los lados, luchando por ayuda. No hay nadie, es demasiado temprano, se supone que a esta hora deberían estar despertando algunos trabajadores que sirven a la familia Gojo, pero...

Un momento, si Satoru es malo, quiere decir que, ¿toda su familia lo es?¿Los trabajadores son cómplices o no saben de la verdadera identidad del albino?

—¿D-De que hablas?— responde entre cortado, tratando de que el agarre y la fuerte presión contra él disminuya, pero es difícil. No puede apartar la mano del Alpha sobre su cuello, su fuerza es abrumadora, tal cual como dicen todos los rumores que escuchó de él.

El hombre, antes serio y frío, ríe como desquiciado, como un auténtico loco, sonriendo forzado.

—Quiero matarte.

Geto no está seguro de que decir, pero, luchar no parece ser una buena opción, no cuando la diferencia de fuerza es abismal.

—Hazlo.—le reta tratando de sonreír, sin miedo a que el Alpha cumpla su amenaza.

Satoru lo mira enfadado, como si no esperara aquella respuesta por parte del Omega.

—Te di la oportunidad de quedarte, me rechazaste. Entonces, pensé en acabar con tu vida porque ya no me sirves...—confiesa sus planes, mirando fijamente al Omega que parece que caerá inconsciente por la falta de aire y el dolor en su cuello.—Pero, no puedo matarte.—admite incrédulo y una confusión que no lo deja perpetuar su acto.

—No puedo respirar... S-Satoru...

La voz de Suguru se va apagando, ahogando. Hasta que Gojo por fin lo suelta. Estuvo a instantes de desmayarse. Cae el suelo abruptamente, entre quejidos de dolor, con mareo y la respiración entre cortada, dando grandes bocanadas de aire para regular su respiración. Se toca entre temblores y espasmos su cuello, seguramente tiene marcas, le irrita, siente que estuvo cerca de vomitar.

Alza la mirada para observar al albino, confundido y furioso, sintió que sus ojos se le salían y empezó a ver borroso. ¿Qué está pasando?¿Por qué Gojo decidió soltarlo?

El Alpha le mira fijamente con furia contenida, sus seis ojos observan a Suguru de manera fría y reflexiva, como decidiendo la forma mas cruel de acabar con él.

Luego, Satoru se agacha hasta estar a su nivel, aún con esa expresión asesina. Geto se ve en un mal estado, estuco cerca de morir a manos de Gojo, y aún así, sigue sin rogarle...

—¿No valoras la vida?—pregunta el albino con intriga.

—...¿Qué?

—No me rogaste por tu vida, me dijiste simplemente "hazlo" al saber mis intenciones de matarte.—le recuerda, queriendo saber el porqué.

El porque Suguru Geto no es como el resto de los Omegas, o de las otras personas que descubren su verdadera naturaleza.¿Acaso es un suicida? El humano siempre luchará por sobrevivir hasta el último momento, cometiendo incluso actos egoístas o mintiendo para ello, pero el chamán de raíces japonesas es distinto, porque incluso siendo ahorcado, lo miró retandolo, como si no le tuviera ni un poco de miedo.

¿Quién no sentiría terror al ver un demonio? Enorme, con varios ojos y una extraña neblina oscura provenir de él.

Una vez Geto recuperó el aire, centro la vista y se sintió capaz de enfrentar a Gojo, le pregunta:

—¿Tú eres el responsable de las desapariciones de ganado de otros ranchos y granjas del país?

Satoru ríe seco, incrédulo. Como si no pudiera creer lo que está escuchando. No puede ser que, Geto, en vez de preocuparse por su vida o del engaño de Gojo, prefiera preguntar sobre otra cosa. Es tan fascinante e idiota al mismo tiempo. Supera todas sus expectativas.

—¿Como te atreves a cambiar de tema?¿Te estas burlando de mi?—reacciona con molestia, ocultando su sorpresa y observando cada movimiento del Omega en el suelo.

Éste se ensucia sus ropas con la tierra, su bonito y largo cabello se ha despeinado  y tiene una expresión intrigada, una postura a la defensiva y el ceño fruncido. Se pregunta si ahora Suguru lo odia por tratar de matarlo o por haber descubierto lo que en realidad es, tal vez ambas.

—Sólo quiero saber.—traga saliva ansioso, nervioso. Los seis ojos de Satoru le dan escalofríos, es una apariencia increíble y atemorizante. Aún sigue procesando lo que está pasando, ni siquiera le ha dado tiempo de quedarse en shock adecuadamente.

En todos estos años ha visto un sin fin de maldiciones y espíritus, posesiones, poltergeist, pero lo que tiene enfrente es definitivamente diferente a todo lo que ha visto y tal vez, escuchado. Estar cerca de Satoru le hace sentir fuera de lugar, alerta todo el tiempo, ansioso y exhausto.

Epifanía. Es la palabra más adecuada para lo que siente en estos momentos. La revelación sobre que el culpable, el responsable del robo de ganado bovino que se ha dado en el continente norteamericano resulte ser el mismo Satoru Gojo y además, que esté a su vez sea un demonio, le ha dejado tan sorprendido y atónito que a duras penas puede procesar en su cerebro las palabras que dirá.

Pero no entiende, ¿por qué un demonio convive entre humanos y actúa como si fuese uno de ellos de manera tan natural?¿Durante cuánto tiempo lleva haciendo esto?

Se supone que la familia Gojo, hasta donde había escuchado, es una familia de hace muchas generaciones atrás que proviene de la parte más al norte y fría del continente.

—¿Por qué robaste?¿Era para deshacerte de la competencia?

En realidad, tiene tantas preguntas que hacerle, pero solo pudo decir esas en lo que trata de pensar en una manera de escapar. Atacarlo no parece una buena opción en estos momentos, no tiene consigo ninguna de sus armas, pero si carga consigo un talismán debajo de su ropa.

—En una parte, si. Pero por otro lado, mi apetito es voraz.

Es verdad que las contadas veces que ha visto a Satoru Gojo comer, devora en minutos una gran cantidad de platillos. Pero pensó que era normal por la edad y el grosor de su cuerpo, él en ocasiones igual le da mucha hambre.

—¿Tú familia está involucrada?

Claro que Satoru no querrá revelar todo ante él, pero le asegura:

—Ellos quieren que me deshaga de ti y tu amiga porque creen que son una amenaza para el negocio.

Geto supuso entonces que la mayoría de la familia deben ser igual que Satoru, pero aún así, ¿por qué ni él ni Shoko sintieron algo raro estos días? No tiene sentido.

—¿Y por qué no nos mataron antes?—cuestiona curioso y bajando ligeramente la guardia al darse cuenta que el albino no tiene intenciones de atacarlo.

—¿No es obvio? Sería demasiado sospechoso y evidente que ambos hayan muertos estando aquí, un lugar donde la seguridad es perfecta.

—No conocía un caso de demonios haciéndose pasar por civiles, por humanos. Conviviendo entre y con ellos como si fuesen normales.—admite pensativo, casi absorto entre sus pensamientos, ignorando la mirada de deseo del Alpha frente a él.—¿Qué clase de entidades son—

La boca de Satoru se estampó contra la de Suguru de manera inesperada y abrupta. El Omega siente como su lengua es devorada, succionada y como los labios calientes del Alpha lo dominan, su larga y viscosa lengua quiere meterse al fondo de su garganta, lo cual lo aterra, como si quisiera tomar su alma y ser el dueño de sus gemidos.

Satoru lo besa con tantas ganas y deseo, sus labios están húmedo y siente las manos del albino tomar sus nalgas y apretarlas.

Su glándula Omega es tocada haciendo que reaccione terriblemente mal, lo único que puede hacer es dejarse llevar por el placer de las caricias y los besos de Gojo quien consigue meterse entre sus ropas para comenzar a follarlo sin consideración del lugar y el momento.

Suguru gime con cada embestida del Alpha, marcando un ritmo profundo y rudo contra su útero mientras agoniza por el placer, salpicando chorros de su orgasmo alrededor, empapando con sus fluidos el regazo del albino quien sigue follandolo queriendo dejar su semilla dentro de él hasta preñarlo.

Son solo dos hombres teniendo sexo de forma salvaje y sin un poco decencia. Suguru se siente perdida por la acumulación de feromonas y la manera en que su interior recibe tan bien a Satoru, deseando sentir su carga de semen en él. La polla de Gojo es gruesa y larga, se abre paso en sus entrañas, bombea su útero con tanto amor y pasión que Geto gime con tanta fuerza hasta despertar a los animales más cercanos. Su culo está tan húmedo y lleno que duda que regresé a su estado original, no puede evitar aferrarse a Satoru mientras su agujero succiona deliciosamente la rica verga que lo está arruinando.

—¿Ahora entiendes que me perteneces, Suguru? No puedo permitir que mueras, no cuando quiero todo de ti.—murmura cerca de su oído.

Suguru se siente atado al sexy hombre de cabellos blancos y hermosos ojos azules. Éste lo muerde y anuda varias veces en él hasta que pierde la noción del tiempo.

Desde ese momento, no volvió a encontrarse con su amiga y ese rancho terminó siendo su hogar.

[...]

—¿Suguru se siente mal?—pregunta una Shoko confundida y extraña de no encontrar a su amigo luego de escuchar la explicación de Satoru.

El carruaje que viene por ellos ya está aquí, y ella no lo ve por ningún lado.

—Me dijo que se quedara hasta que se recupere, pero insistió en que regresaras a Japón. Él sabe que tienes que ir a cuidar a tu madre que enfermó.—agrega comprensivo y una sonrisa natural que genera confianza.

—¿De verdad, no hay problema? Me siento agradecida.—se inclina ante el hombre y sonríe de medio lado. Gojo le devuelve la sonrisa con un poco de diversión.—Dile que estaré al pendiente cuando regrese a Japón.¡Adiós!—se despide para cargar su equipaje al interior del carruaje y subirse a éste para el largo viaje que le espere.

Gojo espera impaciente a que el carruaje se alejé lo suficiente, pensativo, escucha que un familiar se le acerca poniéndose detrás suyo y observándolo.

—¿Por qué la dejaste viva, primo?

—Suguru me rogó que no la matará, es un capricho que quise cumplirle.—responde encogido de hombros, regresando al interior de la Hacienda con el familiar siguiéndolo mientras canta una canción de yodeling.

—¿Ahora él vivirá aquí?

Satoru asiente mientras detiene su gran cantar, sonríe feliz y orgulloso, dejando a su prima un poco sorprendida por su reacción. El Alpha luce contento por tener al Omega a su cuidado.

—Será la mamá de mis futuros cachorros, éste es su hogar, a lado de mi.









[...]


Palabras: 3,718
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de Publicación: Sábado 02 de noviembre del 2024
Fandom: Jujutso Kaisen
Au: Omegaverse
Nota del escritor:
Por un momento creí que no me daría tiempo para actualizar hoy a pesar de que el capitulo lo tenia casi terminado, porque los profesores nos dejaron un montón de tarea y además estudiar para mi examen de aduanero, ufff. Pero ya le avance bastante a mi tarea y ya estudie chido, además todavía tengo mañana para seguirle.

Ahora si, ¿ya sospechában que Gojo era el culpable?

La próxima actualización será el epílogo más las curiosidades del fic. Técnicamente ya está igual, casi terminado, pero no quiero publicarlo de una así que tal vez actualice o este martes o este miércoles.

Nos vemos y espero se queden hasta el final!

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