5. Nudo

Ni siquiera le importa preguntar al Alpha de porque se trago su corrida a pesar de que le haya sorprendido, lo que necesita ahora es regular su respiración.

—¿Cómo te sientes?—cuestiona el albino sonriendo de medio lado y levantándose. Suguru observa lo empapado que está el contrario, ya no puede distinguir entre su corrida y el calor de su cuerpo.

—¿En serio me preguntas eso?

—Tu interior quema, ¿verdad?

—¿Qué te importa?—suelta en modo defensivo, ahora con sus pensamientos mas claros, se da cuenta de lo lejos que llegó con el Alpha.—Ya vete, no necesito más de tus atenciones.

Miente, su cuerpo anhela más de Satoru, pero él no quiere depender de él. Es una conflicto interno que lo hace sentir desesperado, detesta la idea de añorar las caricias de alguien más, quiere culpar el estado en que se encuentre, pero tiene miedo de solo imaginar que pueda llegar a quererlo, de necesitarlo incluso después de su temporada de calor.

—¿No quieres complacerme?

Geto se estira para observarlo, se alerta y muerde su labio inferior al ver como Gojo se quita sus pantalones hasta quedar desnudo, dandose cuenta que el sin vergüenza no lleva ropa interior y de lo firmes que son sus piernas. Puede ver su extensión de carne venosa y gruesa alzarse, siendo presionada contra su vientre.

—Mira, me la pusiste gorda.—señala entre burlón y excitado, sin ni una pizca de vergüenza.

Dios, ni siquiera sabe si tenerle miedo o sencillamente enamorarse. Su culo vuelve a gotear, húmedo y excitado al sentir semejante polla sobre su vientre, picando su ombligo.

La glande es redonda, punzante como forma de hongo, suficiente para estirar todo su agujero, para abrirlo tanto y el resto de tronco es gordo y pesado, sentirlo sobre su estómago no le está ayudando. Jadea con solo sentirlo encima de él, se siente inquietante y, para que negarlo, emocionado, ansioso.

La verga de Satoru es vigorosa, larga y que desprende un aroma fuerte que lo estremece, debajo de esta descansan dos redondos testículos, apuesta que llenos de leche y una capa de vello púbico se esparce en su pelvis, como señal de madurez y del fuerte semental que tiene enfrente.

—¿Me dejas follarte, Suguru?—pregunta con un tono malicioso y coqueto, volviéndolo loco, sobre todo en la forma en cómo pronuncia su nombre.

El albino extiende las piernas del Omega, alineando su pene en la entrada empapada de Geto, juega un poco, se divierte para hacer el momento más esperado y desesperar un poco al orgulloso japonés que no quiere decir por mas que lo deseé.

Golpea su verga contra el culo de Geto, la acomoda apuntando hacia su agujero, se resbala por los fluidos de Suguru y el susodicho se estremece de agonía ante el contacto tan ansiado.

—Maldito Alpha, deja de jugar y hazlo...—apresura amenazante. Su agujero lo desea, está tan caliente y abrumado, su interior solo puede desear en todas las formas que puede ordeñar la rica y gorda verga de Satoru Gojo.

Su ano palpita necesitado y húmedo, como una picazón que suele puede alviarse con algo dentro follandolo. Gojo puede apreciarlo, tan exquisito que seguramente le succionara cada gota que derrame, como el buen y bonito Omega que es Suguru Geto.

Sin embargo, para torturar más al oriental, sonriendo con satisfacción ante la reacción tan natural y sincera del cuerpo fornido y hermoso del hombre en celo, decide hacerlo esperar un poco más para que aprecie y lo adore.

Gojo finalmente se quita la camisa, dejando al descubierto el resto de su formidable cuerpo. El aire se llena de un aroma profundo, una mezcla de vainilla, canela y cuero recién trabajado, denso y embriagador, que envuelve el espacio tan íntimo entre ellos. El Omega inhala las feromonas del Alpha frente a él, adictivas y exóticas.

Geto siente una oleada de calor recorrer su piel al observarlo, cada línea muscular perfectamente definida en el torso y los brazos de Gojo. Ya antes, en más de una ocasión, había notado la anchura de su espalda, pero ahora, con la piel desnuda ante él, la imagen es aún más impactante y un completo deleite.

Puede dar más razones para poder entender porque Gojo es tan engreído y hasta prepotente. No sólo es por pertenecer a una familia de dinero y poder en la región de Norteamérica, sino también su envidiable y bien ejercitado físico.

Sus ojos cafés recorren el cuerpo de Satoru, notando apenas esté se voltea unos instantes, las cicatrices que atraviesan su espalda alta. Están desdibujadas por el tiempo, huellas de viejas batallas que dan a su piel una textura diferente. Geto se sorprende al verlas; nunca se había fijado en esos detalles antes, ni en cómo esas marcas resaltan la brutal fuerza y resistencia que el albino lleva bajo su exterior siempre tan despreocupado.

El cuerpo de Gojo parece esculpido, su pecho amplio y los músculos de su abdomen perfectamente definidos. Suguru puede sentir la energía que emana de su presencia, esa intensidad que siempre ha sentido en él, pero que ahora parece aumentar al tenerlo tan cerca, al ver cada detalle de su piel expuesta. Es como si cada músculo fuese una prueba del poder que encierra, una atracción innegable que el japonés no puede ignorar.

Cada respiración del Alpha hace que su pecho se eleve y caiga suavemente, como una corriente de fuerza contenida. Geto, aunque ya lo ha sentido cerca muchas veces, ahora lo mira con nuevos ojos, más consciente de la mezcla de peligro y belleza que define su físico. El aroma dulce y especiado llena sus sentidos, acelerando su pulso, mientras su mente intenta procesar la magnitud del hombre que tiene delante, lo que termina por desear lo completamente.

Se termina de quitar con prisa sus botas tirando las a un lado. Ahora, ambos están completamente desnudos y deseando al otro.

El Omega se da la vuelta para quedar boca abajo, darle una mejor vista de su trasero empinado, el Alpha no lo resiste y comienza a introducir su verga de manera lenta pero profunda. Suguru siente cada pulgada de la extensión de carne caliente y gorda abrirlo con paciencia y una rudeza tan sutil, su culo se calienta, su ano se expande alrededor de la polla de Satoru como si fuesen dos regordetes labios queriendo chuparlo y sus entrañas se acomodan ante la intromisión del mayor. Su interior quema y aprieta.

Duele, es su primera vez. Pero el celo, la mezcla de aromas y estar tan bien lubricado hace que el dolor dure tan solo unos instantes para pasar a gozarlo, a deleitarse de un placer que jamás hubiese podido imaginar ni en sus otras vidas.

—Me estas arruinando.—balbucea con la respiración entre cortada, siente lo caliente y palpitante del pene del Alpha en su interior, empujando y abriendo paso entre sus entrañas. Es un dolor extraño pero que termina por disfrutar.

¿Cómo puede disfrutar algo que duele y es completamente desconocido? Una sensación nueva que hace que todos sus sentidos se enfoquen en ella.

—¿Yo? No es mi culpa que estés tan apretado, apenas puedo moverme.—admite entre jadeos, dándole una buena nalgada a Suguru dejando una visible marca roja de la palma de su mano, salpicando un poco de sus jugos.—Estas tan caliente y mojado, ya quiero que cabalgues y te corras en mi polla, Suguru~

Geto quiere decir algo, entre enojado e irritado, pero Gojo termina por meter el resto de su polla de una estocada y lo deja sin aliento. Su polla besa deliciosamente más allá de su punto g, llega a su útero y eso lo está martillando, es tan preciso y profundo que hace que casi se corra, sus paredes internas lo succionan más fuertes, lo chupan y aprietan.

Satoru esta sonrojado, se siente tan bien y caliente el interior del Omega, como lo moja es una sensación abrazadora y su pelvis se frota contra su anillo de carne, además que la hermosa vista de ver ese agujero apretado que parece pequeño, tragandose toda su extensión y su pelvis empapandose por los fluidos que se escurren del interior de Geto, es una vista tan erótica que es imposible no excitarse y encenderse más.

—Suguru, si tanto quieres que me corra, sigue ordeñando me así.—comenta, sintiéndose sofocado y succionado por el interior del Omega.

—M-Muevete.

Es difícil hablar con coherencia, su interior hormiguea y Gojo martillo algo muy profundo de él que lo hace temblar de placer.

—¿Toque tan profundo en ti que te gustó? Mi verga esta siendo succionanda tan bien,¿cómo puedo moverme con facilidad?

Geto no puede soportarlo, la lentitud es agonizante, el calor se concentra en un solo punto y lo que más quiere es que lo destrocen. Todo pensamiento de rechazo y disgusto se ha extinguido por completo, quiere llorar porque no se está moviendo y eso lo molesta. Quiere correrse, quiere llegar al límite y desconocerse.

—Ya basta... por favor...—ruega para sorpresa del Alpha, conteniendo las lágrimas.

Nunca creyó que tendría la oportunidad de escuchar a Geto rogarle en la cama, y hacerlo le llena de una satisfacción increíble difícil de explicar.

—¿Hum?¿Por favor que?—pregunta con inocencia fingida, deseando que Geto diga por si mismo que es lo que quiere.

—Por favor...—traga saliva, acomodándose en dicha posición tan vergonzosa y lasciva. Se siente perdido entre el placer y el aroma de Satoru.—Follame, llename el útero de tus cachorros.—pide frustrado y moviendo su trasero con dificultad para deslizar el miembro del albino fuera de su agujero y luego, volverlo a meter, con su orgullo aplastado por la maldita calentura y la impaciencia de que Gojo no esté siendo un buen Alpha.

La verga de Satoru no puede estar más dura, el deseo ferviente de anudarlo solo crece más. Se prometió así mismo ser lento y suave con el japonés, pero si el Omega desea que lo maltrate, sea rudo y sin consideración, eso hará. Lo quiere joder tan rudo hasta romper la maldita cama y hasta que sus gemidos se escuchen al través de las paredes, agarrarlo de su preciosa cintura con fuerza y escucharlo rogar que pare aún sabiendo que no lo hará.

—Joder, si dices esas palabras tan calientes...—gruñe con su mirada clavada en la tierna nuca del más bajo, aumentando el ritmo de las embestidas y frotando sus testículos con el culo del Omega, hacerlo gemir y perderse por el placer es su disfrute, imaginar a Suguru cargando a sus cachorros lo motiva a cansarse jamás.—¿Quieres que te joda hasta que tu agujero se arruine?¿Eso quieres?

No se esperó a escuchar una sola respuesta del azabache, no cuando el cuerpo del Omega le pide que lo preñe y expulsa más de esas deliciosas feromonas que lo atan a él.

Gojo empieza a dar estocadas profundas, rudas y veloces. Suguru muerde contra el colchón con la vista perdida, ida, babeando como la perrita en celo que está siendo tratada. Siente temblores y retortijones que van desde su espalda hasta las plantas de sus pies, su agujero esta siendo abusado de manera tan rica que hasta sus pezones están duros y ruegan por atención. Escuchar el sonido de la pelvis del Alpha chocar con fuerza contra su agujero es obsceno, sus jugos salpican toda esa zona y está pronto de correrse nuevamente.

—¡Ahhh~!¡G-Gojo!

—Di mi nombre. Si lo haces, te haré sentir en el cielo.

¿Puede sentirse aún mejor? Su culo no aguantaría tanto placer, le daría un multi orgasmo. Pero, ¿qué importa cómo se dirija a él?

Satoru admira la espalda desnuda y perlada de sudor del contrario, la forma en cómo sus glúteos rebotan con cada profunda estocada y el olor de las feromonas de Suguru en estos momentos es una adicción.

No puede resistirlo, sujeta con leve delicadeza los largos cabellos de Geto, para que lo volteé a ver. Su mirada ida, sus pequeños ojos rasgados parecen desorbitados, su rostro sonrojado, su lengua de fuera, jadeante y gimiendo, algunos mechones de su cabello cubren los costados de su rostro. Sus labios regordetes entre abiertos, ameritan ser besados y succionarlos, no existe vista o expresión más provocadora y perfecta que le del Omega en estos momentos, quiere besar y chupar cada centímetro de su blanda piel.

Satoru siente el clímax, pero, antes de ello, decide pausar las embestidas desconcertando al Omega quién, le mira enfadado por la disminución del ritmo.

El Alpha decide cambiar de posición, estando él sentado y con el azabache encima suyo, mirándolo juguetón y con malicia. Geto lo mira confundido, exigiendo una explicación de porqué el repentino cambio.

—Montame.—pide el albino con supuesta seriedad, como si fuese su más grande deseo.

—...¿Estas bromeando?—responde luego de un breve silencio, enfadado.

Tomar la iniciativa es algo que no sabe como tomar.

—Quiero ver como me montas, Suguru~ quiero que me aplastes con tu enorme culo mi dura verga.

Suguru lo maldijo aún mas rojo, pero, realmente necesita correrse por lo que suspira resignado, sin más opción. Se apoya de los anchos hombros del Alpha y se levanta, sintiendo con delicia el pene del Alpha salir suavemente de su orificio maltratado, sin dejarlo salir por completo, le da un sentón, se baja rápido para tomar de nuevo su verga en su interior caliente y apretado, provocando que ambos giman complacidos por la sensación, pero un poco insatisfechos al darse cuenta que necesitan repetir dicha acción más veces.

Ambos están conectados, necesitan moverse para poder gozar del placer carnal que es el resultado de aparearse.

—Te ayudaré.

Gojo le toma de sus caderas para marcar un ritmo rápido y profundo, estremeciendo al Omega que jadea fuerte, disfruta del hecho y el contacto, moviéndose con cada embestida y adorando las expresiones del Alpha quien también goza del acto carnal.

Satoru lo admira, las expresiones de Suguru, la capa de sudor en su frente, los sonidos que salen de su boca y del roce de sus pieles, el chapoteo que se forma cada que su verga entra y sale de su culo, pero también, como las grandes tetas de este hermoso hombre rebotan con cada salto que da. Desea tanto poder sobarlas y meter su polla en medio de estos dos grandes bultos para después correrse en ellas, quiere marcarlas como suyas.

Su pene apunta más hacia su punto dulce, embiste cada vez más fuerte y profundo, las paredes del interior de Suguru lo succionan provocando que Satoru no resista más y termine por anudarlo mientras muerde el cuello del japonés, nada profundo ni indeleble pero si deja la marca de sus dientes y su saliva en su tersa piel.

El Omega se retuerce de placer, sentir el nudo del Alpha duele a montón, pero la sensación de ser llenado es lo que realmente lo hace delirar de infinito placer, su vientre se calienta y también llega al orgasmo, corriéndose a chorros y haciendo un completo desastre con las sábanas.

La pelvis del Alpha está empapada de los fluidos de ambos y sudor, tiene que quedarse quieto durante al menos diez minutos en lo que bajé su nudo, el cual se ensancha en el interior caliente del Omega. De su glande expulsa abundante semen que llena el útero del japonés que se estremece por la sensación de ser llenado.


[...]


Tal vez sea por el clima nublado y lluvioso pero, Geto comenzó a sentir un frío inexplicable por lo que comenzó pasar más tiempo en la cama rodeado de sábanas y almohadas suaves como perfumadas a pesar de ser ya medio día.

Satoru Gojo se levanta medio adormilado y observa al Omega dormido, o al menos, tratando de hacerlo. Luciendo tan indefenso y tranquilo, pacífico.

—Suguru~ ¿no tienes hambre?—pregunta en un tono cariñoso, abrazando al hombre que parece una oruga con tantas capas de sábanas a su alrededor.

—Si. Ve y tráeme algo.—ordena con la voz un poco ronca, siente la garganta seca, tiene sed y hambre.

Gojo ríe a carcajadas por la actitud de Geto, arrogante y mandón. Antes de retirarse a la cocina principal, decide destapar al Omega para admirarlo. Sus glúteos magullados y rasguñados, se acerca rápidamente sin vacilar y les deja un par de chupetones en cada nalga, haciendo que Suguru se quejé en voz alta más no lo aparta.

Separa un poco sus muslos y admira la entrada dilatada del Omega, abriéndose y poco a poco escurriendo su semilla. Se contrae y Suguru gime ante ello, parece disfrutar de sentir su corrida salirse de su interior. Aquella vista hace sonreír al Alpha, imaginando en que nuevas posiciones puede follarlo para volver a ensaminarlo.

—Ya regreso~

Se despide, volviendo a cubrir al Omega no solo con las sábanas, sino tambien con parte de su ropa para el nido y vistiéndose con el resto para salir a la cocina. No sé arregla tanto, solo lo suficiente para cubrirse e ir a la cocina, no le importa su cabello desordenado, ni las marcas de los besos posesivos de Suguru en su cuello o que huela demasiado a las feromonas de Omega en celo, lo que le importa es conseguir comida para su amante y que todos en la casa se den cuenta de su amorío.

Claro que, olvida el pequeño detalle de que la compañera de Suguru, Shoko Ieiri, a pesar de ser Beta, puede darse cuenta debido a la ausencia de Geto en el desayuno, conociendo a su amigo, el es puntual y jamás se saltaría un desayuno con ella, no la dejaría sola. Así que, en cualquier momento irá a su habitación a molestarlo, cosa que no puede permitir hasta que Suguru se le pase su etapa de calor por lo que no le queda más opción que encerrarlo con llave hasta su regreso, total, duda que esté quiera salir considerando el sueño y el cansancio que porta.

Es una precaución, no quiere que nadie más, ni de su familia ni del servicio, entre a esa habitación mientras Suguru esta "desprotegido", dormido y sensible. Arruinaran el hermoso nido que han creado.







[...]

Palabras: 3,014
Fecha de Publicación: Sábado 26 de octubre del 2024
Escritor: JaquiiAleWorld
Fandom: Jujutso Kaisen.
Au: Omegaverse.
Nota del escritor:
Voy a tratar de publicar la siguiente actualización en día de muertos.
La semana que viene tengo exposiciones y creo que me van a poner un examen, pero el viernes lo tengo libre por ser día festivo. Así que voy a tratar de publicar ya sea el 1 o 2 de noviembre.

Nos vemos!

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