4. Nido
—¿¡Tu boca!?
Geto le mira entre incrédulo y un rechazo ante la sugerencia del albino. Definitivamente Gojo tiene otras intenciones con él, no puede permitirle que continué con ésto por más cara bonita que sea o que su Omega interior se sienta complacido con la propuesta.
—Si succiono fuerte, seguro puedo sacarlo.—insiste el más alto, acorralando al azabache con sus feromonas y esa mirada seductora
Geto forma una mueca inseguro y reflexivo. Si sólo son sus pechos, no debería escalar a más. Si el Alpha se propasa con él puede darle un golpe bajo y huir de ahí, jamás volverse acercar a ese lugar.
—Esto debe ser una broma.—suspira cruzado de brazos, recio a estar de acuerdo en esta locura.
—Hemos llegado lejos, ¿Quieres parar ahora?
—Ugh...—se queja irritado. Detesta que el albino tenga razón, además que ahora siente sensible sus pezones, con el simple roce de la tela o de algún cabello rebelde suyo parecen reaccionar. Temblorosos y ansiosos, ¿qué otra opción tiene? No puede regresar así al cuarto donde seguramente Shoko ya lo esté esperando o buscando por los pasillos de la enorme casa.—Esta bien, pero hazlo rápido, no tengo paciencia—,
Gojo no lo permite terminar dicho reclamo cuando actúa.
Suguru reprime otro gemido, apretando sus labios con fuerza al sentir los labios de Satoru alrededor de su pezon, siente cosquillas y un estremecimiento en todo su cuerpo al sentir el caliente aliento de éste, alojándose un calor en su entrepierna cuando la húmeda y larga lengua de Gojo empapa dicha zona sensible.
Arquea la espalda cuando siente la primera succión, Gojo lo hace fuerte pero con cuidado, siente el roce de sus dientes pero no lo lastiman, su pecho está siendo estrujado y succionado al fondo de la boca del Alpha y su rostro está enrojecido, ya sea por la vergüenza o el bochorno de la situación.
Sin querer, o tal vez muy en el fondo sí, suelta sus feromonas, dulces y posesivas, sus piernas tiemblan un poco y su respiración se agita mientras Gojo sigue succionando, el sonido húmedo que produce su boca ante tal acto es ruidoso.
La sensación de la húmeda y cálida boca de Satoru en su pezon lo estremece a tal punto que se retuerce en el agarre que propicia el Alpha para que no se desmaye ahí mismo ante el cúmulo de sensaciones placenteras y gratas.
Decir que Seguru Geto es virgen no es una total mentira, y aunque, como es natural, con cierta regularidad suele tocarse en varias zonas de su cuerpo, ya se ha acariciado en varias ocasiones todo el área del pecho, jamás se ha sentido de esta manera. Nunca pensó que la acción de que tus pezones sean tomados de tal forma, se sintiera tan sensacional.
"Oh Dios, me esta amamantando..."
Tiene una discusión mental sobre si le gusta o no, aunque su cuerpo lo esté disfrutando él sigue tratando de luchar con las emociones que adoran la forma de los labios de Gojo en su pezon, al mirarlo por el rabillo del ojo luce tan morboso y caliente, sus párpados cerrados, esas largas y gruesas pestañas blancas lo hacen ver tan hermoso y el sonido de su boca comiéndose su tetilla es algo obsceno.
—Oh, lo he conseguido.
La voz de Gojo lo trae de vuelta a la realidad. Casi consigue que se moje por solo chuparle uno de sus pezones, pero lo que ve lo inquieta más.
Su pezon ya no está invertido, está "normal", como el del resto de personas promedio, aunque, lleno de saliva. Su areola rojiza y brillante, alrededor tiene la marca de los labios de Satoru, y además, su pezon es grande, esta erecto e hinchado.
—¿Qué...?—dice aún desorientado y un poco confundido, tratando de alejarse de Gojo quien lo sigue presionando contra su cuerpo. De verdad lo consiguió.
Esa zona está sensible, cosquillea y no sabe que hacer para que se calme.
—Que bonitas ubres tienes.—comenta de manera coqueta al Alpha, rompiendo el silencio de la habitación y haciendo reaccionar a Geto.
Por unos instantes pensó que estaría envuelto en un escenario serio y cargado de tensión sexual, pero el comentario que Gojo lanzo al aire hace que dicha seriedad se pierda.
—Deja de compararme con animales.—se queja en modo de regaño.
La forma de coquetear del vaquero le sigue resultando tan rara y ridícula. ¿Ubres, en serio? Eso solo lo tienen los mamíferos hembras.
—Lo siento, no lo digo para ofenderte.
Suguru observa por unos instantes su pezon de fuera, al menos sabe que si es posible sacarlo aunque tenga que ejercer fuerza en ello, eso le alivia en parte.
—Ya que hemos acabado, me arreglaré e iré de aquí.
—Sabes, entre más succionaba creí que te saldría leche.—comenta Gojo sonriente antes de que el japonés se retire.
—¿Eres pendejo o te haces?—frunce el entrecejo mientras se acomoda con una prenda encima para cubrirse hasta llegar a su habitación, cortesía del Alpha. Su pecho sigue algo sensible por lo que el roce con la tela es difícil de tratar.—Los Omegas no pueden dar leche a menos que estén en estado de gestación, idiota.—añade como recordatorio.
No sabe si quiso hacerse el gracioso o es un ignorante.
—Que lindo~—admite sin dejar de mirarlo. Curioso, pregunta:—Por cierto, ¿el corset no duele?
Geto piensa detenidamente la respuesta a dicha pregunta. Debe admitir sentirse sorprendido por la genuina curiosidad del más alto.¿A que Alpha le importa si el corset duele o no? Hay algunos que ni siquiera saben el nombre de dicha prenda.
—Al principio dolía, pero tienes que ajustarlo adecuadamente y el cuerpo termina por acostumbrarse.
Tampoco es como que lo apriete demasiado, no quiere aplastar sus órganos, solo lo hace a la medida necesaria.
—Si te dolía, ¿por qué seguir intentándolo?
—Simplemente me gustan, es algo que no entenderías.—se encoge de hombros.
Gojo le abraza, rodeando su cintura y frota su pecho contra el de Geto, el cual reacciona de mala manera.
—¿Quieres que te saque el otro?—sugiere malicioso, lamiendo sus labios para provocar al Omega, refiriéndose al pezon que no consiguió sacarle.
—¡Lárgate!
Geto lo abofetea y le da un rodillazo en el la costilla, molesto y avergonzado.
—¡Es mi habitación!
Ah, tiene razón.
Es Suguru quien debe marcharse en realidad, es Gojo quien logra sacarlo de quicio y hacer que se le olvide esos pequeños detalles.
[...]
Suguru no tiene una buena excusa de porque quiso ir al corral a ver la pequeña cabra, simplemente lo hizo. Tuvo que preguntar algunas personas del servicio y para su suerte, fueron un poco amables con él para indicarle donde está.
"La cabra que el joven Gojo trajo, sí, sé donde está."
"¿Es un regalo del joven? Él no acostumbra a dar regalos, menos a desconocidos."
Fueron todas sus respuestas, mirándolo con intriga.
También le advirtieron sobre no acercarse demasiado a las vacas, algunas de ellas están sensibles y alertas por lo que suelen ser agresivas con los desconocidos.
Este día parecen bastante ocupados, gente ordeñando leche, a lo lejos puede apreciar al Alpha albino haciendo conteo de todo el ganado y hablando con las autoridades de la región, también movilizaron a los caballos para limpiar el establo o la caballeriza, otro grupo de gente recolectando frutas y verduras, también descubrió el huerto que tiene la familia, y parte de dicha familia dando órdenes a los trabajadores sobre que hacer y como hacer las cosas.
Algo que sin duda caracteriza a los Gojo es el cabello albino que poseen. Aunque por lo que puede observar, la mayoría son mujeres. Aparte de Satoru y el actual jefe del rancho de tercera edad, no ha podido encontrarse con otro integrante de la familia masculino que no sea uno que otro adolescente puberto, esos que si parecen niños pero solo son altos.
Hay mucha gente trabajando bajo el abrazador sol de la tarde, y no hay rastro de algo sospechoso que amerite su presencia.¿Debería empacar sus cosas y regresar a Japón junto a su compañera? La vida de granja no es precisamente para él, nunca lo ha sido. Aunque ver tantos animales juntos es increíble y aprender de dicha cultura le gusta, el calor no es tan agradable de sobre llevar.
Se acerca al pequeño corral donde está la cabrita, le da de comer y la acaricia sutilmente, termina por encariñarse un poco, pero cada vez que recuerda al verdadero dueño del animalito, no puede dejar de recordar en lo que ha pasado entre ambos. Se siente bochornoso y no puede olvidar esa sensación de la boca de Satoru succionando su pezon y cuanto lo disfruto. Agradece que el Alpha parezca tan ocupado haciendo sus quehaceres el día que no venga a molestarlo, ni siquiera sé ha dado cuenta que salió de su habitación y está paseando en los alrededores del rancho.
Al menos, eso cree él.
Algo que ha estado mejorando es su inglés, aunque sigue siendo un tanto deficiente, ya hay una mejoría en su pronunciación y entendimiento de varias palabras.
Logra escuchar por algunas personas que observan las nubes, que probablemente lloverá entre la noche o la madrugada del día siguiente.
[...]
Siempre ha sido una persona dedicada que mantiene su habitación en orden y limpia, pero cuando es su celo es todo un desorden. Cajones tirados, sus zapatos regados y ni hablar de su ropa.
Tiene que hacer un buen nido, y es su instinto quien desordena todo cual caos. Cada rincón de dicho cuarto lo frota para que tenga sus feromonas, haciendo completamente suyo el lugar.
Tiene que morder una almohada para que sus gemidos y jadeos no se escuchen tan fuertes mientras soba su entrepierna contra otra almohada, siente su entrada tan empapada y el lubricante natural deslizarse por sus muslos.
No tiene tantas manos para estimularse como quiere, una de ellas se ocupa de darle placer a uno de sus pezones mientras que la otra dilata su propio agujero con frenesí y calor, deseando ansiosamente ser follado.
El sol apenas está saliendo, pero el cielo nublado impide su iluminación, en cualquier momento alguien vendrá para tocar a su puerta y avisarle que es la hora del desayuno, pero él no puede levantarse en estas condiciones. Sus mejillas enrojecidas y su cabello alborotado cual nido de pájaros le da un aspecto desordenado y adorable.
Cualquier roce de alguna tela contra su propio cuerpo le pone sensible.
El sonido de alguien abriendo por fuera la ventana del balcón lo alerta. El individuo entra con total libertad, cerrando detrás de sí y olfateando a su alrededor.
La esencia de Geto es bastante interesante, huele a incienso y miel con un toque a flores que no logra de cifrar todavía.
Examina todo el cuarto y como Suguru Geto se "esconde" entre las sábanas y almohadas, gruñendo por haber entrado a su habitación sin su autorización. Se acerca con pasos largos y decididos al nido del Omega, ve algunos calcetines y corsets tirados alrededor.
—Oh, así que así se ve un nido. Tan desordenado y bochornoso.—opina con deslumbre. Jamás se había acercado a uno, y debe admitir que la saturación de feromomas en el espacio cerrado casi lo aturde.
—¿Qué haces aquí?¿Cómo entraste?—cuestiona a la defensiva. Su habitación está hasta la segunda planta, incluso escalando no puede ser posible que haya llegado hasta aquí.
Además, ¿por qué entra justo en estos momentos?¿Acaso su olor escapó hasta allá afuera que quiso venir aquí?¿Y si hay más Alphas que lo buscan?
Satoru estiende su mano hasta llegar a su rostro, acariciando su mejilla de forma cariñosa. La imagen de Suguru entrando en calor es bellísima.
—Sólo vengo a cumplir tus necesidades, ahora lo que quieres es ser anudado, ¿no? Puedo darte mi nudo.
Una sonrisa se extiende en sus labios, seguro de sus palabras y percibiendo como Geto no se aleja de sus caricias, parece disfrutar el contacto físico. Un Omega en celo lo que más anhela es ser anudado por un Alpha, claro que esas palabras calaron profundo en el corazón de Suguru, quien apenas puede pensar en contestarle y no simplemente aceptar a la primera la propuesta del albino.
Aun así, aunque su cuerpo goce del contacto de un Alpha como Gojo sobre su piel, el Omega sigue a la defensiva y no dispuesto a aceptar a ese invasor.
—¿Qué te hace pensar que quiero el nudo de un Alpha como tú?
Palabras rudas y directas. Claramente quieren herir el orgullo de Satoru, hacerlo molestar y dudar de sus capacidades. Pero Geto subestima el narcisismo del Alpha albino.
—No hay mejor amante que yo en toda la región, en todo el continente. Puedo apostarlo.—asegura con firmeza y soberbia, las yemas de sus dedos pasan sobre los suaves labios del Omega, deseando probarlos.
Geto esta desnudo, solo envuelto entre sábanas y algunas almohadas cubren su intimidad.
—¿Y cómo estás tan seguro de tus palabras o qué te hace pensar que te creeré?
Esa mirada retadora enciende una chispa en Satoru Gojo, no sólo le pica en su orgullo, sino que también acepta el desafío del Omega y promete hacerlo venir sin usar todavía su miembro viril.
El albino se posiciona entre las largas piernas del japonés, el cual, aunque nervioso e inseguro, termina por acomodarse y observar con detalle lo que pasando, dejándose guiar en gran parte, por la calentura de su celo. Las feromonas de Gojo son irresistibles, ahora más que nunca, le excitan. Su aroma a canela y esencia de vainilla es fuerte, adormece sus sentidos y lo calientan.
El miedo se extingue al momento que el Alpha, quitando las sábanas, acerca su rostro a su intimidad. Reparte besos en su vientre donde siente cosquillas, hasta bajar a su semi erecto pene el cual masturba y prosigue a lamer, escupe y esparce la saliva en la extensión de carne larga, haciéndole sufrir ante sus movimientos suaves pero rudos.
Luego, su lengua baja hasta el orificio de carne palpitante, su apretado agujero esta húmedo, el lubricante natural se escurre por sus muslos, lo cual fascina y excita al albino quien desliza su lengua en el interior caliente y mojado de Suguru Geto, quien tiembla y gime ante dicho estímulo.
La lengua de Satoru es larga y hábil, su interior tiembla placentero alrededor de su lengua y provoca que se moje de sus propios fluidos, su culo gotea más lubricante llenando la boca y quijada del Alpha con éste, quien disfruta de comer el culo de Geto mientras esté se retuerce de placer, abriéndose más para que lo sigan jodiendo de manera tan deliciosa y vulgar.
—¡Gojo!—jadea fuerte y desesperado.
Agradece que haya comenzado a llover porque así nadie escuchará a través de las paredes sus sonoros gemidos.
Sus manos viajan hacia la cabeza del Alpha, donde lo sujeta con cierta fuerza y presión para evitar que se alejé, si a caso llegase a ser esa su intención.
Nada más alejado de la realidad.
Un calor vibrante se aloja en su vientre, su polla está dura y la lengua de Satoru lo está volviendo loco de placer, mientras lo sigue sujetando con ansias, con una de sus manos le da masajes a una de sus tetas para estimularse aún más.
Gojo no deja de lamer, succionar y chupar todo lo que puede, incluso se atreve a introducir dos de sus largos dedos para penetrar su agujero de manera lenta y profunda. También deja algunos chupetones grabados en la piel del Omega, sobre todo en sus muslos y cerca de sus testículos.
Si el Omega tiene que definir la sensación de los dedos del Alpha en su interior, es tortuoso. No duele, aunque al principio se sintió raro por la intromisión pero no es como si nunca se hubiera dedeado antes, claro que la sensación es diferente cuando otra persona lo hace. Sus dedos se llenan de su lubricante lo que hace aún más fácil y placentero que entren, pero no se puede mover con total libertad ya que esta tan apretado, y aún así llega profundo para masajear y embestir su próstata.
Cuando lo toca justo en esa zona lo hace delirar de placer, el pene de Suguru comienza a chorrear lentamente semilla blanca ensuciando su abdomen.
Hasta que llega el momento tan esperado, su primer orgasmo del día. Su agujero se calienta, sus piernas tiemblan y de su interior salpica bastante de sus jugos naturales en toda la cara del Alpha, quien lo toma todo.
Geto jadea de placer, retorciéndose y al fin suelta los cabellos blancos del contrario.
El albino se aleja, empapado desde sus labios basta la barbilla y parte de su camisa. Disfruta al ver esa zona de las sábanas húmeda por los jugos de Suguru, sus piernas todas abiertas, temblorosas, su agujero caliente y húmedo. Aún puede oler su esencia más íntima y caliente, su humedad la saborea con exquisitez.
Se ve tan bonito y excitante, el culo de Suguru, un agujero que parece coño, que puede estirarlo y follarlo tan rico hasta que recuerde el tamaño de su verga.
Mierda, su pene está duro entre sus pantalones, duele, es molesto y quiere liberarlo lo más pronto posible. Es natural dicha reacción, acaba de comerse el culo de Suguru, se tragó su corrida mientras se ahogaba con sus deliciosos jugos y las feromonas del japonés, aparte, todavía tiene el disfrute de la vista, de Geto abierto para él y con su agujero palpitando ansioso por tener algo más grueso dentro de él.
Como Alpha, como hombre y ser humano, es su deber aparearse con semejante belleza de Omega, impreganrlo con sus feromonas y anudarlo tan profundo hasta que su culo rebose de tanto semen que recibirá de su pene. Necesita todo de él, follarlo, impregnarlo, chuparle sus tetas y marcarlo.
Geto está consiente de la situación, regula su respiración y trata de no perderse entre los aromas de ambos mezclándose en el aire. La reciente corrida lo hizo ir al cielo, su interior sigue caliente y su próstata le manda vibraciones en su vientre y pene en busca de querer ser estrujada y maltratada. Su culo hormiguea ansioso, lujurioso y exigiendo un Alpha quien lo folle en estos momentos hasta hacer que olvidé su propio nombre.
[...]
Palabras: 3,049
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de Publicación: domingo 20 de octubre del 2024
Fandom: Jujutso Kaisen
Au: Omegaverse
Nota del escritor:
Si creo tardarme varios días en actualizar, así que nos vemos!
A ver si wattpad me lo baja la historia por el contenido explícito, aunque ponga advertencias y etiquetas luego es delicado.
De todas formas el fic siempre lo subo en las otras plataformas.
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