2. Satoru Gojo

Al parecer le han confundido con una mujer, ¿será por su cabello largo y suelto?¿o su ropa?¿tal vez sus rasgos asiáticos que a los occidentales les resulta muy agraciados? Aún así, no significa que posea rasgos femeninos realmente marcados.

Por la cercanía no se le hace difícil detectar que el contrario es un Alpha. Sus feromonas, su aura como porte imponente y esa gran confianza que acarrea es clave.

—Soy hombre.—aclara con seguridad y una voz más gruesa de lo normal.

Quizá con la esperanza de asustarlo ante su revelación.

Los Omegas varones no son muy comunes, y muchos suelen tener más preferencia hacia las mujeres, por lo que, bajo dicha suposición, el contrario debería perder el interés de inmediato una vez sepa su sexo.

El de cabellos blancos deja se sonreír y se cruza de brazos curioso, pensativo. Se quita el sombrero de cuero y baja el pañuelo negro con estampado de ojos dorados en dirección a su cuello, dejando ver la belleza natural de sus profundos y celestiales ojos azules.

Suguru cree no haber visto ojos más hermosos en su vida, tan claros como un cielo azul despejado o el agua del río cerca de su casa, tan cristalina que se puede apreciar las rocas y los peces a través de ésta.

Dichos ojos, sus pupilas lo siguen, por lo que quiere decir que el hombre no está ciego como ingenuamente pensó antes.

—¿Es eso un problema?—pregunta sonriendo de medio lado y encogido de hombros, provocando gran sorpresa en el azabache.—¿Qué hace alguien como tú aquí?—añade con intriga y especial interés, con una expresión más calmada y neutral, recordando su trabajo principal.

Geto traga saliva con fuerza, ahora el más alto le habla con un formalismo crucial, como si fuese la autoridad aquí y él un extraño en propiedad privada.

Pensando en explicar la situación, no es difícil para Suguru llegar a una conclusión apropiada.

—¿Eres...Satoru Gojo?—menciona con duda e intriga, a duras penas recordando el nombre que en dos ocasiones su compañera le mencionó. Su voz sonó suave al nombrarlo, más de lo que hubiese querido.

El albino se quedó pasmado unos instantes para después sonreír con suspicacia ante la suposición del contrario.

—¿Quién eres?

Ahora viene lo complicado, hablar en inglés, explicar quien es y esperar que el otro no se burle u ofenda por su mala pronunciación del idioma anglosajón.

A pesar de que el albino no responde a su pregunta de ser el tal Satoru, Geto está seguro que lo es, pero que definitivamente no es un niño como su compañera había dicho. ¿Cuántos años tendrá? Luce de su misma edad, no debe tener más de treinta años.

—Me reuní hace un par de horas con el dueño de éste lugar, ¿tú abuelo?. Yo y mi compañera somos chamánes, encargados de...—se detuvo al percatarse de que Gojo le da la espalda mientras ajusta la silla de montar del caballo y después se quita el pañuelo que rodea su cuello.—¿Me estas prestando atención?—cuestiona en modo de advertencia, enojado de mal gastar su tiempo en alguien que ni siquiera le presta atención.

Gojo le mira con aparente inocencia, entrecerrando los ojos y una sonrisa burlona. Lleva sus manos a los bolsillos y habla con tanto egocentrismo que Suguru se cuestiona si está hablando con un familiar o con el mero dueño del lugar.

—Escuche de ustedes, forasteros.—habla con ironía y cierto tono prepotente.—Realmente no hay de qué preocuparse, yo solo puedo contra cualquier bandido o demonio que se le cruce la idea de robar siquiera una sola vaca o cerdo de éste rancho.—continúa con voz amanezante y el pecho en alto. Suelta una pequeña carcajada al ver la expresión de irritación de Geto, como si dudase de su fuerza.—En el futuro, mis cachorros contarán las historias de cómo su padre se peleó con demonios en la colina para defender éste rancho, y el hogar de la familia Gojo.—añade con orgullo, con un par de ademanes exagerados al contarlo.

—Es demasiado grande éste lugar, ¿tú solo te encargas de cuidarlo durante la noche?—pregunta cambiando de tema. Al menos se siente más seguro de no estar completamente solo mientras espera a su amiga, ella se toma su tiempo arreglando se después del baño.

Agradece que el más alto no diga u opine algo sobre su pronunciación al hablar, es increíble que lo entienda.

Decide dar pequeños pasos mientras camina hacia un sendero en dirección al ganado que está descansando, ésto en compañía de Gojo quien lo sigue muy de cerca junto al caballo. Algo de lo que se está dando cuenta Geto, es que el Alpha parece gustarle hablar mucho de si mismo.

—Quizás te parezca increíble, pero mis sentidos son muy agudos y mis habilidades para capturar a mi objetivo son letales.

—Eso o el dueño de este lugar es muy tacaño para contratar a más gente que te ayude.—opina con ironía.

—¿Quieres recorrer los alrededores?

Geto lo piensa detenidamente. La Hacienda es enorme, es de noche y está cansando en el sentido de que, no tiene sueño pero sus pies no soportarán caminar demasiado.

—No quiero cansarme los pies.—admite sin pena, suspirando exhausto.

Llega a donde están las vacas, durmiendo, algunas de ellas con sus crías. El olor no es desagradable, pero tampoco es algo que la nariz de Geto esté tan acostumbrada. No huele a rosas ni a miel ni a un campo de tulipanes, huele a orín, estiércol, madera y mucha paja.

Y eso que ni siquiera entro al establo donde están, solo las ve desde afuera y desde ahí puede oler dichos aromas.

No parece haber nada raro en la atmósfera. Nada sospechoso.

—¿Quién habló de caminar?

Suguru lo mira dudoso, su seguridad y la forma tan natural en la que se expresa es algo atractiva, debe admitir. Quizás no como un amante, pero si como el amigo chistoso que te puede hacer favores y a veces no caer tan mal.

—Me daría lastima montar el caballo y tu ir andando a pie por todo el terreno.

En realidad no, a Geto le daría completamente igual. Solo que esta siendo considerado y además, nunca ha montado a caballo, no le da miedo pero tampoco es algo que le gustaría hacer con alguien a quien apenas conoce y no le inspira mucha confianza.

—Eres tan gracioso, ¿Acaso crees que yo iré caminando y a ti solo con el caballo?

—¿Qué te hace pensar que ambos subiremos al mismo caballo?—le contesta con evidente goce de no darle la última palabra al Alpha, manteniendo la mirada fija y dura para mostrar que no tiene mucho tacto con las palabras.

Capaz ese hombre le tira del caballo, no gracias. Aún desconoce sus intenciones, por más que sea el sobrino o nieto del dueño de este rancho, nadie de esta familia le inspira siquiera un poco de confianza. A pesar de que Gojo es el único que ha sido amable con él, aunque también lo confundió con una chica y le coqueteo de una forma tan lamentable.

Suguru cansado del silencio y la mirada sorprendida del otro, decide darse la vuelta y caminar de regreso a la Hacienda, ya harto de esperar a Shoko.

Hasta que, en un movimiento rápido y hábil, Gojo lo carga cual costal de papas y sin tanta delicadeza, con un solo brazo lo rodea y lo sube hasta la silla de montar del caballo, acomodandolo con una sonrisa siniestra, o más bien, de victoria, estampado su regordete trasero en ésta.

Geto le estrella su sandalia llena de tierra contra la mejilla de Satoru, quien esté se queja del leve dolor y se aparta para poder limpiarse, riendo ante las expresiones divertidas del japonés, éste le mira con una cara de que va a golpearlo si vuelve hacer algo como aquello.

—Pesas igual que una oveja, he logrado cargarte con un solo brazo.—sonríe divertido y presumiendo su fuerza, mientras observa con ternura como Suguru se acomoda en la silla de caballo tratando de no caerse y sujetándose de las riendas.

Gojo con solo verlo sabe que es un novato, se nota inseguro en sus movimientos y parece ver mucho hacia abajo, con temor de caerse.

Geto al haber escuchado tal comparación no sabe si eso es un cumplido o acaso se está burlando. Si le hubiera dicho que pesaba como una vaca, ahí si habría serios problemas.

—¿Y cuánto pesa una oveja?

—Las ovejas macho adultas pesan entre sesenta y cien kilos, depende mucho de la zona, el clima y—,

De acuerdo, éste hombre sabe mucho de granja, hasta los pesos de los algunos animales. 

—No me vuelvas a comparar con el peso de algún animal.—le interrumpe amenazador, irritado.—Estoy esperando a un amiga, así que no puedo quedarme a charlar contigo.

Gojo hace una mueca insatisfecha, frunce el entrecejo para luego decir:

—Pero esa amiga tuya no ha venido, ¿verdad?

—No, pero debo esperarla.

El Alpha se sube sin más detrás de él, agarrando el las riendas del caballo sobre las manos del Omega.

—Sostente fuerte.—le indica, a lo que Geto no piensa discutir y solo obedece, sintiendo la presión de algo duro contra su trasero.

Satoru hace que el caballo avance con moderada velocidad y lo dirige hacia la entrada principal de la Hacienda la cual no queda lejos y quiere creer es el cinturón del hombre.

Es tan raro, siente escalofríos ante la cercanía del Alpha y la forma en cómo los brazos de éste rodean su estrecha cintura, además de la manera tan bochornosa de los roces entre sus muslos con la pelvis del albino detrás de él.

Pero lo que verdaderamente pone nervioso al azabache son las feromonas del Alpha, como seda o terciopelo que lo envuelven de manera abrazadora, apenas puede ejercer fuerza para sostenerse de las riendas del caballo.

—Suguru~¿tiemblas al escuchar mi voz?

Gruesa y empleando un tono coqueto enrojece sus orejas al sentir sus labios presionar ahí.

—No. ¿Puedes alejarte?—responde de manera cortante y manteniendo compostura.

Los Alphas de occidente son bastante más irritantes y hostigantes, definitivamente no respetan el espacio personal y son tan atrevidos. Eso o quizá solo se topo con el único que lo es de la región.

—Necesito manejar al caballo, además hace tanto frío, y tú tan calientito y hueles tan bien.—se justifica como excusa, posicionando su mentón entre el hueco del cuello y el hombro de Geto para sentir lo más de cerca, inhalando profundamente el aroma del japonés.—Y dime, ¿sientes alguna presencia demoníaca por los alrededores?—interroga para cambiar de tema y com curiosidad.

Suguru no puede concentrarse si tiene a un Alpha tan pegado a él, sin escapatoria, con preocupación de caerse horriblemente del caballo y un agarre firme alrededor de su cintura, esto sin mencionar la abrumadora sensación de las feromonas exquisitas que desprende el mismo hombre de cabellos blancos.

No siente nada sobrenatural o maligno, pero si el peligro de tener un Alpha vigoroso que en cualquier momento de mínimo descuido puede morderte la nuca.

Pensar en eso le da escalofríos.

[...]


Suguru regresa a su habitación donde una Shoko al parecer se quedó dormida. Éste suspira exhausto y se acomoda en la cama debajo de las sábanas para quedarse en poco tiempo dormido.

No puede sacarse de la cabeza los roces que tuvo con ese vaquero, las miradas y la forma en cómo le habló cerca de su oído y lo bien que se sintió.

Como ni él ni su compañera trajeron ropa de cambio, tuvieron que regresar al hotel por sus cosas, no sin antes desayunar en la Hacienda. Al ser visitas tuvieron la amabilidad de preparar les un desayuno tradicional de la región.

Durante el trayecto de regreso al hotel, hicieron algunas compras. Mientras Shoko se decide entre que sombreros y botas usar para combinar, Geto en lo único que parece tener gran interés es en los corsets para hombres. En Japón es muy difícil conseguirlos y suelen ser exportados desde otros lados, pero en tierras americanas parecen abundar bastante y no solo para mujeres lo cual le interesa al Omega.

Al salir del local de ropa y demas accesorios con bolsas en mano, el ruido de unas campanas y una multitud de personas centrada en un lugar en específico cerca de donde están les llamo la atención.

Shoko le pregunto a los lugareños en su radar acerca de que se trata, resultando nada más y nada menos en una competencia que hacen cada último viernes de cada mes. Consiste en domar grandes y violentos toros, el que se mantenga por más tiempo encima del salvaje animal, ganará.

—Que absurdo, ¿cómo les puede divertir esto?—menciona Geto frunciendo la nariz con aburrimiento y desagrado.

Al parecer, el hombre que conoció la noche anterior no es el único loco, todos en la zona son iguales.
Influenciado por la castaño, Suguru terminó arrastrado hacia la gran zona donde hay asientos, otros están de pie, una enorme barda de madera donde están los concursantes y por supuesto, hay un par de toros en el centro que supuestamente tienen muy bien controlados. ¿Cómo puede ser legal todo esto?

—Es gracioso cuando se caen.—admite la Beta divertida, y para Geto, es muy raro verla así de emocionada. Ni siquiera con las botas que recién compró se comporto así.—Además, algunos hacen trucos con una cuerda.

Tiene razón, Geto debe admitir que esta sorprendido por las acrobacias que estos jóvenes y otros más grandes hacen. Participan tanto hombres como algunas mujeres Alphas y Betas. Sino fuera porque su amiga no es mucho de deportes extremos, seguramente hubiese participado.

—Eso puede poner en gran peligro sus vidas. ¿Están idiotas o que?—exclama con fastidio, quiere volver a la Hacienda pero la castaña no parece querer regresar pronto.

Suguru pierde el interés y se distrae viendo a personas discutir, aplaudir o emocionarse por el evento.

Antes de que Shoko pueda contestarle, el grito de un señor mayor que parece ser el organizador de dicho evento calla momentáneamente los gritos de la multitud.

—¡Al parecer tenemos un ganador!

Geto entiende esas palabras, regresa su mirada al centro del evento y abre los ojos con gran sorpresa al mirar de lejos de quien se trata. Los chillidos de los Omegas lastiman sus oídos y apestan a celo. ¿Cómo puede un Alpha montando un toro, arriesgando su vida, alborotar las feromonas de tantos Omegas?

Para empezar, ¿qué consideran atractivo? Sudando bajo los calientes rayos del sol, con solo su sombrero puesto, algunos botones de su camisa desabrochados y sus pectorales expuestos de manera vulgar.

Montar un toro que evidentemente no quiere ser montado es peligroso, pero parece que ése Alpha poco le asusta e intimida, o quizá no tenga sentido de supervivencia, un completo idiota.

—¿Ese no es Satoru Gojo?—menciona Shoko Ieiri, a lo que Geto se encoje de hombros como si no lo conociera.

Acaba de recordar que no le contó a su amiga acerca de lo que pasó en la noche, pero ella al parecer ya sabe como luce al menos físicamente el susodicho.

—Mejor vámonos.

Apresura Geto arrastrando a su compañera lejos de ahí, con la excusa de que le urge darse un baño.

Claro que, el Omega no puede tener tanta buena suerte.








[...]

Palabras:2,562
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de publicación: martes 15 de octubre del 2024
Fandom: Jujutso Kaisen
AU: Omegaverse
Nota del escritor:
Que suerte tuve que literalmente me cancelaron mis 3 clases de este día, asi que me puse a trabajar este capitulo.
El siguiente aun ni lo he empezado asi que me tardaré en traerlo. Nos vemos!

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