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La habitación gris

Si de repente un día hubiera llegado una persona y me hubiera dicho que un día estaría en una extraña habitación con una chica muy hermosa, aunque con una mirada muy hostil, me habría burlado en su cara. No obstante, la historia de cómo había quedado en dicha situación me habría gustado escucharla. Para poder evitarlo, sin duda.

—¿Dónde estoy?— pregunté por tercera vez.

—¿Acaso eres ciego? Estás en un cuarto vacío. —respondió tajante.

—Tu... ¿quién eres? —cuestioné, pero los segundos pasaron y ella no dio muestras de querer contestar.

Era extraño. En medio de todo eso, en ese pequeño lugar y alejado del mundo exterior volví a recordar aquél olor de frutillas. Era delicioso, me recordaba al yogurt congelado.

Y aunque recordaba vagamente la apariencia de la chica que había visto en la mañana, algo me decía que había cierto parecido con la mujer de apariencia ruda que se encontraba en frente de mí. Si tan solo hubiera ignorado el fuerte olor perfumado que persistía en mi nariz, que me indicaba que era mismo que la de aquella chica, habría pensado que sólo era mi paranoia.

—¿Eres familiar de aquella chica? —murmuré, queriendo encontrarle la lógica, pero sin poner de mi parte para especificar nada más. La idea de que el olor podría ser en realidad un perfume de uso común y popular se me vino a la mente, pero no estaba convencido.

Aun así, estaba seguro que no me entendería con la pregunta que le lancé, pero en realidad no quería saber la respuesta. Así que el ambiente estaba plagado de incógnitas que me incomodaban más que los golpes que traía.

Ella, envuelta en misterio, se limitó a sonreír con la lentitud que tendría un felino, pero no afirmó ni negó a mi pregunta. Sólo se quedó ahí, sentada en el piso. Yo, como no pude hacer otra cosa, me acomodé lo suficiente para quedar recargado en una de las paredes.

—Dado que parece que no sabes ni lo que has hecho, me limitaré a hablarte de lo que harás mañana.

Ella se levantó y comenzó a caminar por el cuarto vacío. Una de sus blancas manos jugó con su pelo rubio. Este contrastaba enormemente con la chaqueta de cuero y el vestido negro pegado.

—¿Por qué habría de... hacer lo que ustedes quieran?

—¿Acaso tienes opción en ese estado?—La chica de vestimenta heavy me miró de manera despectiva y yo solo pude quedarme callado. Después ella continúo,— nos acompañarás mañana al medio día, a la estación Guerrero.

—¿De la línea 3?— pregunté y ella asintió—, ¿qué... haré ahí? ¿Qué harán conmigo?

—Si piensas que harás algo, estás equivocado. Realmente tu participación será nula, así que no quiero que hagas preguntas, ni hagas cosas precipitadas y ni siquiera necesito que pienses. Mañana serás una inútil muñeca de aparador.

En cuanto terminó de decirme eso, me aventó mi mochila a la cara. Objeto que recibí de lleno, sin meter las manos.

—No sé cual sea tu ankh, ni cual sea tu poder, pero el hecho de que lo hayas utilizado antes que nadie no te pone en ventaja—determinó y después lanzó al suelo un libro forrado con un signo extraño como portada— cualquier pregunta que tengas, lo tendrás resolver con esto.

Y sin decir nada más, ella también desapareció del cuarto de la misma manera que los demás. Dejándome completamente solo. En cuanto pasaron unos minutos, con ayuda de la pared, me levanté y caminé hacia donde se suponía que estaba la puerta, pero no había nada parecido. Estaba encerrado.

Quise seguir buscando una salida, pero la sensación de mareo volvió a mí y me obligué a sentarme en donde había estado antes. La primera hora, el sentimiento de alerta no desapareció. Después de varias, me dí cuenta que estaría aquí hasta mañana.

Si soy sincero, no sabía cuánto tiempo había pasado, pero de lo que me dí cuenta era que la necesidad de comer nunca se hizo presente. Era como si no lo necesitara. En cambio, la sensación de fatiga me inundó y en algún momento, yo ya me encontraba totalmente acostado, durmiendo.

...

Lo primero que sentí fue frío, pero no sabría decir sí era del exterior o era un frío que venía de mi cuerpo. De todas maneras, no importó, por qué yo seguí quieto en mi lugar. El olor a tierra mojada pareció ser agradable por un momento, hasta que esta empezó a caerme encima. Entrando en cada parte de mi, cayendo en mi boca y en mi nariz cuando intenté gritar que pararan, aunque de mis labios no salió ni un suspiro. La sensación de sofoco me llenó de angustia, pero en cuanto el sol dejó de tocarme y sé que he sido cubierto por completo de tierra, me dejo vencer.

Los gusanos caminaron por mi cuerpo duro y frío y comenzaron a mordisquear mi piel. La carne que antes tenía color y calor fue devorada por miles de ellos. Algunos por fuera y otros más, por dentro. Haciendo que me dé cuenta de que podía sentir dolor en partes de mi cuerpo que desconocía que se podía sentir. Algo en mí creyó que estoy siendo devorado en vida y quise quejarme, quise luchar, pero nada en mí se movió. Fue injusto, pero al final lo acepté.

Mis ojos rápidamente se convirtieron en cuencos vacíos, mi piel dejó de existir al igual que todo mi ser después de un tiempo. Antes era un hombre, pero ahora era parte de la misma tierra que me había condenado a estar ahí. Y después, después ya no hubo nada. No hubo la esperada paz, ni el castigo con terribles torturas. Tampoco hubo una luz bondadosa, ni una oscuridad maligna. Ni siquiera estaba yo, ni mi conciencia. Era terriblemente preocupante, pero también era hermoso.

Y después... después desperté en una habitación gris. Mi consiencia tomó forma y mi ser estaba de vuelta ahí. En un lugar sin ventanas, ni alguna puerta por la que yo pudiera regresar al mundo que conocía y que me rechazaba.

El dolor que había sentido la primera vez que desperté en esta misma habitación, se había ido. Las quemaduras en mi piel parecían haber sido una horrible pesadilla. La señal de que alguna vez estuviera enfermo y herido pareció ser una amarga mentira. El sueño que había tenido me produjo una sensación de malestar en mi estómago, pero el gruñido que provino de el me hizo darme cuenta que, en realidad, tenía hambre.

En cuanto me senté, el collar de reloj de arena cayó a mis piernas y por un momento supe que mi sueño había estado relacionado con el. La idea se desvaneció en cuanto una puerta hizo su aparición y de ella salió Minnie con Mikki. Regalándome una sonrisa infantil que desentonó con el lugar lúgubre.

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