78 - Sakura

Septiembre 2018

La mañana siguiente fue extraña.

Cuando entré en la cocina, mis padres estaban allí, esperándome. Mis abuelos y Touma estaban en el jardín. No tenía un buen presentimiento. Me pregunté si podía usar nuevamente la puerta al jardín como ruta de escape. 

―Hija, ¿podemos hablar un momento? ―preguntó mi padre.

―Claro ―dije, porque ¿qué otra cosa podía hacer más que obedecer?

―Anoche... Como te diste cuenta, anoche discutimos con tus abuelos ―comenzó a decir, claramente nervioso―. Ellos no están de acuerdo con la forma en que... reaccionamos a tu elección.

―No es una elección, papá ―le repliqué―. Es lo que soy, nací así. Yo nunca elegiría algo que los hiciera odiarme.

―No es así ―interrumpió esta vez mi madre. Sus ojos se habían llenado de lágrimas que se negaba a soltar―. No te odiamos. Es que... No sabemos qué hacer. No es lo que siempre habíamos esperado.

Estaba cansada, no había dormido bien y no tenía energía para lidiar con esto.

―Pues lamento decepcionarlos. Ahora, si me disculpan...

Ya estaba levantándome de la mesa cuando mi madre me tomó de la mano.

―No, no. Nosotros somos los que te hemos decepcionado, ¿no es verdad? ―dijo, y ya no estaba ocultando sus lágrimas―. Nosotros solo debíamos quererte. Quererte tal como sos te fallamos... No, te hicimos creer que no es así ―Entonces tomó mis manos entre las suyas y las sujetó con fuerza―. Te amamos, florecita. Te seguiremos amando sin importar a quien vos elijas amar. Y también querremos a esa persona, porque si, merece tu amor, también merece el nuestro.

Mi padre se paró y caminó hacia mí hasta rodearme con un brazo y depositar un beso en mi coronilla.

―Perdónanos, florecita. Fuimos caprichosos ―dijo, apoyando su mejilla en mi cabeza―. Los padres soñamos con ver a nuestras mujercitas con vestidos o kimonos blancos. Soñamos con ver a nuestros hijos formar su propia familia y ver nacer a nuestros nietos. Pero el mundo ha cambiado tanto y este país es tan distinto. Aquí podés casarte con quien quieras y también adoptar e incluso tener hijos sin un hombre, ¿no es así?

Asentí, un poco incómoda con el tema de conversación.

―Así que no. No nos importa que te gusten también las mujeres ―continuó―. Pensándolo bien, es mejor así. Los niños de tu edad son un desastre.

Y, por primera vez en mucho tiempo, me reí a carcajadas. 

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