76 - Sakura
Septiembre 2018
―¿Sakura? ¿Estás despierta? ―escuché la voz de mi abuelo luego de unos suaves golpecitos en la puerta.
Era tarde en la noche. Hacía un largo rato que mis padres y abuelos habían dejado de discutir en la cocina.
―Sí, ojichan* ―respondí y, cuando encendí la lamparita de noche, lo vi entrar con pasos tímidos. Me senté en la cama y le hice lugar―. ¿Qué pasa?
Mi abuelo se sentó en mi cama, la espalda erguida a pesar de su edad. Su rostro, siempre amable con esos ojos que apenas eran dos rendijas, ahora estaba serio. Por primera vez en mucho tiempo reparé en la cicatriz que iba desde su ceja hasta el nacimiento de su cabello cano. Una de las tantas marcas que le dejó la guerra.
―Cuéntame de esa chica ―dijo en japonés. Él se había esforzado en aprender a leer lo suficiente para ser independiente en este país, pero aún le costaba hablarlo.
―¿Qué? ¿Cherry? ―Él asintió.
―Tu abuela y yo no queríamos involucrarnos ―dijo, mirándose sus arrugadas manos―. No nos correspondía, pero...
―Está bien, abuelo. Ya todo pasó ―respondí. Mi voz no sonó tan despreocupada como hubiera querido.
―No está bien ― exclamó él, volviéndose a mí y tomando mi mano―. Teníamos que haberte apoyado desde el principio.
Apenas pude contener las lágrimas que se acomularon en mis ojos.
―Entonces, ¿a ustedes no les molesta que yo sea... que me gusten también las chicas?
Mi abuelo apretó mi mano y, para mi sorpresa, dijo:
―¿Alguna vez te he contado cómo conocí a tu abuela?
―Fue durante la guerra ―respondí―. Ella había sido enfermera que te atendió luego de una batalla. Se escribieron cartas por un tiempo hasta que se reencontraron luego de la guerra.
Él asintió.
―Pero nunca te dije que, cuando la conocí, yo tenía el corazón roto ―dijo y tomó una profunda bocanada de aire antes de agregar―: Yo... había perdido a mi primer amor durante la guerra y ya no tenía voluntad de vivir. Solo seguía peleando, esperando morir en el campo de batalla. Por un momento, creí que lo había conseguido; pero, cuando desperté, me encontré en la camilla de un hospital improvisado. Allí había una linda enfermera con rostro serio atendiendo mis heridas. Cuando frunces el ceño te pareces mucho a ella, ¿te lo había dicho alguna vez? Le dije que dejara de hacerlo. Le dije mi deseo. Y, ¿sabes qué me dijo?
Negué con la cabeza.
―"No te mueras". No fue una súplica ni un pedido, fue lisa y llanamente una orden ―dijo con una sonrisa nostálgica―. Desde ese momento esa linda enfermera me mandoneado toda la vida.
Una réplica de su sonrisa apareció también en mi rostro.
―¿Ella sanó tu corazón también?
Mi abuelo negó. Seguía sonriendo un poco, pero su expresión era triste.
―Tanto como ambos pudimos. La persona que amé... Le hablé de ella a tu abuela, hasta ahora Kaede era la única que sabía de ella ―dijo, dándome una mirada cómplice―. Quería hablarte de esta persona desde... bueno, desde Cherry; pero me costó juntar valor para hacerlo. Aún duele.
―¿Por qué?
Mi abuelo buscó algo en el bolsillo de su camisa y me lo dio. Era una foto antigua que mostraba una versión joven de él. Era casi un adolescente, pero tenía puesto un uniforme militar y un arma colgaba de su hombro. Su otro hombro estaba apoyado en el de otro muchacho vestido igual. Ambos sonreían, pero solo mi abuelo estaba viendo a la cámara. El otro muchacho lo miraba a él. Lo miraba igual que mi padre a mi madre o que Touma a Mari...
Alcé mi mirada a mi abuelo sin saber qué decir.
―Su nombre era Yuichiro Kitano.
―Entonces... Abuelo, ¿sos...?
―No entiendo mucho de esos nombres que usan ahora. Solo sé que amé a Yuichiro tanto como amo a tu abuela ―respondió sencillamente―. Quizás tú podrías enseñarme cómo es la cosa.
―Por si no lo viste, abuelo, no me va muy bien en el amor.
―Oh, pequeña. Yo solo soy un viejo que no sabe mucho, pero sí conozco la receta que puede reparar cualquier corazón roto ―dijo con una sonrisa.
―¿Cuál es?
―La que usa tu abuela para preparar katsudon ―respondió y ambos soltamos una risa cálida en la madrugada.
A que esto no se lo vieron venir, ¿eh?
Tenía muchas ganas de escribir esta escena. Creo que con este capítulo se termina lo más feo. Ahora comienza el proceso de las chicas para sanar sus corazones rotos.
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