44 - Sakura

Enero 2018


—¿Y por qué no le dijiste que no? —preguntó Mariana del otro lado del celular en altavoz en una de sus llamadas nocturnas.

Aunque ella seguía pasando sus vacaciones en la estancia de sus abuelos en Chaco, no dejaba de mandarme textos y llamarme al menos una vez por semana. Hablar con ella se había vuelto fácil, como si hubiéramos pasado todas nuestras vidas hablando de cosas tan triviales como vitales. Me preguntaba si eso era tener un amigo. En su mayor parte porque ella siempre era la que hablaba y yo escuchaba mientras hacía mi tarea de verano o ejercicios en mi habitación. Era como escuchar un podcast.

—Porque ya lo decidió —respondí mientras estiraba mis piernas y, al hacerlo, no pude evitar pensar en Cherry. Mis piernas eran largas y flacuchas como las de una garza. Las de ellas eran rellenitas y cuando me hizo upa aquella vez descubrí que también eran sumamente suaves como si estuvieran hecha de mochi*. Cuando sentí que el rubor subía por mi rostro ante aquellos pensamientos, me concentré en Mariana y nuestra conversación—. Cuando a mi padre se le mete una idea en la cabeza no hay marcha atrás. Además, cree que será bueno para mí.

—¿Tu papá cree que tener un adolescente hormonal en su casa será bueno para su hija que también es una adolescente hormonal? Ojalá el mío fuera así —exclamó Mariana y, detrás de su voz, me llegaban retazos de las discusiones de sus hermanas menores que parecían pelear por quien había robado la ropa de quien.

—No sé en qué estaba pensado mi padre cuando aceptó acoger un estudiante de intercambio —resoplé, levantándome del suelo y yendo a mi cama.

—Será de Japón, ¿verdad?

—Sí, a los de AFS** les pareció genial que el chico pudiera estar en una familia bicultural porque no habla mucho español. Además, esto también sería bueno para la figura pública de papá —respondí, imaginando a algún medio haciéndole una entrevista al cónsul Tachinaba que acogía compatriotas en su hogar—. Y creo que mi padre pensaba que necesito más amigos y quería ayudarme con ello.

—Repito: ¿metiendo a un adolescente en su casa? —dijo Mariana con sarcasmo—. Entiendo que esto es algo común, he tenido compañeros de intercambio en mi antigua escuela. Pero no sé, mi padre se volvería loco con la sola idea de un varón durmiendo bajo el mismo techo que sus hijas. Por algo siempre nos envió a escuelas de mujeres —agregó con un resoplido lleno de frustración.

—Creo que sea chico o chica no importaría mucho en mi caso —respondí, un poco divertida ante la idea.

—¿Porque sos bi?

—No. Porque ya tengo novia, tarada —dije con una sonrisa boba.

*Mochi: bollito hecho de arroz dulce.

**AFS: American Field Service, es la ONG que organiza los viajes de intercambio.

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Chan, chan. ¿Será que tendremos un nuevo personaje pronto? ¿Cómo creen que será?

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