Enero 2018

—Así que... ¿qué vas a hacer respecto a eso? —preguntó Simona cuando hube contado todo.

Las tres nos sentamos en nuestro bar. Otra ventaja de Don Nino era que tenía aire acondicionado y, en verano, servían ensalada de fruta. Era mi lugar durante el verano. Bueno, durante todo el año.

—¿Con qué? —pregunté, llevando mi atención de mi ensalada de frutas a Simona. Ese día éramos solo nosotras dos, Niki nos abandonó por una cita con mi hermano.

—¿Con qué va a ser? Con Sakura, tarada —exclamó, apuntándome con la cuchara. Ella tenía ese mal hábito—. Ella te invitó a una salida, te regaló unas tremendas zapatillas y te besó. ¿No pensás hacer un movimiento para variar?

—No sé si ella fue la que me besó.

—El punto es que se besaron y ella no te dio vuelta la cara de una cachetada por eso. O esa piba está experimentando o en verdad siente algo por vos —replicó.

—Pero a ella le gusta el Dr. Graham —insistí.

—Y a vos también. Ya tuvimos esta charla, Cherry —dijo, rodando los ojos—. Te pueden gustar chicos y chicas por igual.

—Ya sé... Pero no estoy tan segura de que Sakura sea bi u otra cosa, o solo esté experimentando. Creo que solo se dejó llevar por el momento—respondí, consciente de lo patética que sonaba.

—¿Y por qué no se lo preguntás en vez de estar sacando conclusiones apresuradas? —preguntó.

—Porque tengo miedo —respondí, mirando las futas dentro del cuenco.

—¿A qué?

—A lo que todo el mundo le tiene miedo, Mona. A ser rechazada y mirada con asco.