30 - Sakura
Noviembre 2017
El rostro de mi madre era como si hubiera encontrado un unicornio en el comedor en vez de dos chicas estudiando.
—Mamá, te presento a Mariana López. Estamos estudiando para el de Lengua de la semana que viene —le dije con un poco de formalidad y despreocupación. Solía adoptar esa actitud cuando no sabía cómo comportarme.
—Hola, Mariana. Un gusto conocerte formalmente —dijo mi madre saludando a mi compañera con un beso—. Sé que estuviste Sakura te invitó a la fiesta de disfraces, pero no pude hablar con vos porque se fueron muy temprano —agregó lanzándome una severa mirada que yo esquivé—. Conocí a tus papás en la reunión de padres pasada, un encanto.
—¡Oh, sí! Mi mamá me mencionó que se emocionó mucho al conocerla. "Fue como conocer a una celebridad", dijo —respondió Mariana, con aquel encanto torpe del que me estaba acostumbrando.
—¡Qué divina! Deberíamos invitarlos a cenar uno de estos días. ¿Qué te parece?
—Sería todo un gusto.
Y así estuvieron un largo rato tirándose flores. Parecían sacadas de una novela de Jane Austin.
Al final, mi mamá nos hizo sándwiches con pan de salvado y yo tuve que sacarla prácticamente a patadas.
Creo que realmente estaba preocupada de que yo no socializara con nadie. Y hablando de eso...
—Tus amigas son divertidas —dijo Mariana, en cuanto mi madre se hubo ido y decidimos aprovechar la interrupción para un descanso.
—No son mis amigas —respondí, acomodando mis útiles sobre la mesa del comedor.
—Pues deberían serlo. Son copadas, mayores y algo atrevidas —comentó con emoción infantil—. Hicieron que fugarme de una fiesta para ir a ver una película sea un lo más interesante que me pasó en meses.
Si solo no lo hubiéramos hecho, pensé. Mi madre se puso furiosa cuando se dio cuenta de que me escapé de la fiesta. No me castigó de milagro.
Además, no estaba segura de querer amiga de Cherry. Mariana tenía razón. Cherry era algo atrevida. Demasiado para mi gusto.
Cherry era aniñada, audaz y caótica, completamente impredecible. Y, sin embargo, se notaba que era alguien que había vivido mucho. Siempre tenía una sombra en su sonrisa, como si hubiera algo roto dentro de ella.
Tenía el presentimiento de que, si dejaba entrar a Cherry a mi vida, yo también me rompería.
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