19 - Cherry
Septiembre 2017
Nunca antes había estado en un estudio de baile.
Lautaro me acompañó el primer día. Casi sin decirme nada, él había hablado con la directora del lugar y había conseguido una beca para que yo pueda hacer yoga adaptado. El resto dijo que lo pagaría él. También fue él el que habló con la recepcionista al llegar al lugar y estuvo conmigo hasta que la clase comenzó. No me gustaba cuando hacía eso. Me hacía sentir una nena chiquita... o la discapacitada que era.
No me molestaba el término "discapacidad". Era cierto que mi condición no me dejaba hacer ciertas cosas que se consideraban cotidianas o normales. Pero que no me molestaban las palabras con las que me llamaban, no significaba que no temiera que un día terminaran por definirme.
Mi clase no comenzaba hasta dentro de unos quince minutos. Mi hermano tenía una obsesión por la puntualidad o atrofiado su reloj mental. Así que mientras esperamos, en los bancos del pasillo que dividía dos salones, nos entretuvimos mirando la clase de tango por los ventanales. No podíamos escuchar porque los salones estaban insonorizados, pero el movimiento de los bailarines era entretenido por sí solo.
Entonces escuchamos unos pasos. Cuando volteé me encontré con aquella bailarina preciosa, la compañera del Doc. A la que había dejado casi en bola frente a todos.
No tenía ni idea de cómo comportarme con ella. ¿Debía saludarla? ¿Ignorarla? ¿Suplicarle perdón o hacer como que nada pasó?
Cuando ella me vio, se paró en seco en medio del pasillo. Llevaba un uniforme de colegio cheto*: camisa blanca con pollera tableada verde y azul y hasta zapatos de charol. Como se me quedó mirando, alcé una mano y la saludé con un tímido "hola". Pero ella simplemente le hizo un asentimiento a mi hermano, ignorándome por completo, y siguió caminando hasta lo baños que estaban al final de pasillo.
Forra.
—¿La conocés? —preguntó Lautaro entre curioso y molesto al darse cuenta de que yo había esperado un saludo. No le gustaba nada la gente maleducada.
—Más o menos. Es la compañera de baile del Doc —respondí—. ¿Vos?
—Es una alumna de la escuela donde estoy reemplazando —se limitó a decir y no comentó nada más. No era propio de él hablar de la gente que no conocía.
Por suerte, antes de que aquella chica volviera a cruzar por donde estábamos nosotros llegó mi nueva instructora. Ya comenzaba mi clase.
A pesar la clase de yoga consistió principalmente en coordinar algunos movimientos a un compás tranquilo, terminé terriblemente cansada. Definitivamente necesitaba moverme más. Así que, en un arranque de terquedad, les dije a Niki y Mona que las encontraría directamente en el cine. Se estrenaba It y queríamos asegurarnos que al menos una llegara temprano para comprar las entradas. Siempre prefería moverme sola con la silla, no me gustaba que otros me lleven. Aunque, debía admitir, ahora me hubiera venido bien que alguna de las chicas me viniera a buscar, pero era muy terca cuando me proponía un reto.
Solo tenía que hacer unas cuadras bondi*, no era nada nuevo para mí. Podía con esto.
Lo que no me esperaba era tener compañía durante el viaje.
*bondi: autobús.
*forra: maleducada, una persona poco considerada con los demás.
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