Agosto 2017

Todo pareció suceder en cámara lenta.

Apenas fui consciente de lo que iba a pasar cuando ya había sucedido. Una de las cintas de la falda de Sakura se había enganchado con la rueda de mi silla y se había rasgado. El corte le llegaba a la cintura y todos pudimos ver su ropa interior.

Rosadita con dibujos de frutillas.

El primero en reaccionar fue el Dr. Graham que, de un solo movimiento se quitó su saco y lo puso sobre los hombros de Sakura. Él era tan alto que su saco le quedaba a ella como una capa.

No sabía si Sakura eraba en estado de shock o simplemente estaba concentrada en no llorar... o en no asesinarme. O todo junto.

—Mi madre... —fue lo único que alcanzó a decir con voz temblorosa y ojos vidriosos.

El Doc miró por todo el lugar hasta que pareció que encontró a alguien.

—Allá está —dijo, tomando a Sakura del brazo y encaminándola para la esquina opuesta de la cancha. Ella asintió y se dejó guiar.

Cuando estaban a varios pasos, el Doc se volvió.

—Lo siento, Cherry. Creo que tendrá que ser otro día —dijo con pasar.

—Sí... No pasa nada. Entiendo —alcancé a decir antes de que se marcharan.

—Sí que la cagaste, hermanita —oí la voz de Leo a mi espalda.

Y por primera vez en mi vida tenía que darle la razón a mi hermano.