1 - Cherry
Marzo 2016
Aquel día comenzó como cualquier otro. En ningún momento dio indicio de todo lo que perdería. Cuando caminé por el pasillo de casa con mi bolso de viaje al hombro solo pensaba en la victoria.
—¿Qué hacés, Calculín*? —pregunté asomándome por la puerta de la habitación contigua, la de Lautaro.
—Solamente estoy corrigiendo unos trabajos —respondió mi hermano mayor.
El mayor de los cuatro. A Lautaro le seguían Rodrigo y Leonardo. Y por último estaba yo, la nena. La princesita consentida de la familia. Aunque me gustaba pensar que era una princesa guerrera, como Wonder Woman o SheRa. De esas princesas que podían romperte el culo si las molestabas. Y, a pensar de mi estatura, había demostrado que podía hacerlo. A penas alcanzaba el metro sesenta, pero tenía la rapidez y fuerza que años de hacer deportes me habían dado.
—¿Ya se van? —preguntó Lautaro al darse cuenta que llevaba puesto mi uniforme y un gran bolso deportivo colgando de mi hombro.
—Ajam. ¿Es que no te ibas a despedir de tu hermana favorita?
—Sos mi única hermana —replicó él, pero igual se levantó de su escritorio abarrotado de papeles y vino hasta la puerta a darme un beso en la coronilla—. Buena suerte, peque. Nos vemos mañana.
—¡Dale! ¡Que se nos hace tarde! ¡Mamá nos está esperando! —gritó Leo, pasando a mi lado y tironeando de mi cola de caballo como si fuera una correa.
—¡Leo, la concha de tu madre! —rugí, desprendiendo mi largo cabello de su agarre y siguiéndolo por el pasillo.
Sé que recibimos un reto de parte de mamá en algún lugar de la sala, pero no le hice caso.
—¡Es la misma que la tuya, fea! —replicó Leo en cambio. Su uniforme idéntico al mío, salvo por el número. Él el tres y yo el cuatro.
Leo era solo once meses mayor que yo. Por lo que íbamos al mismo año de secundaria y estábamos en el mismo equipo de vóley mixto. Era casi como tener un mellizo.
Ese fin de semana, nuestro club competía por la semifinal del torneo de verano contra uno de los invictos de la provincia. El aire de batalla se sentía mientras los quince chicos del equipo y algunos padres, entre ellos mamá, subían al micro* que nos llevaría al partido.
Pero el partido nunca empezó. De camino, el autobús se había desbarrancado y yo lo perdí todo.
Nunca volví a jugar con mis compañeros. Y nunca volví a ser regañada por mamá.
*Calculín: personaje de historieta argentino conocido por ser un científico.
*micro: autobús.
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