CAPÍTULO 14


SUN

Estábamos a punto de llegar a nuestro lugar de destino y mi cabeza era un auténtico caos sin remedio. No solamente me preocupaba la causa de la desaparición de Drogo sino que existía aquella llamada de Sebastián que me decía que Rebecca se había escapado del manicomio donde ella estaba encerrada varios años. Eso me hizo estar alerta y pensar que quizás aquella era la verdadera razón por la que Drogo se fue sin siquiera pedirme que lo acompañase.

Conocía perfectamente como era y su sentido de la protección pero se suponía que íbamos a casarnos en muy poco tiempo. Además, que su ex novia loca estuviera suelta y yo estar tan lejos no auguraba nada bueno.

Sabía bien que él nunca tuvo sentimientos verdaderos por ella pero no se puede decir lo mismo de ella. Por mucho que él intentara explicarle que no significa nada para él, ella estaría convencida de lo contrario y eso le hacía ser muy peligrosa.

El volver a Mistery Spell era un peligro para mí por el tema acontecido con Sebastián y la obsesión que tenía con hacerme su compañera pero no podía permitir que Drogo me alejase cada vez que un problema se nos presentase delante.

Mi hermana se había quedado por fin dormida con el móvil en la mano. Iba a guardarlo en su bolso pero una luz roja se encendió en la pantalla apareciendo un mensaje. No quise leerlo pero, al aparecer ante mí, no pude evitar leerlo:

"Te prometo que pronto estaré en Busan pero debes entenderlo cariño; ella es muy importante para mí y no puedo abandonarla. Me haré perdonar pero no puedo dejarlo todo por ti esta vez"

Ryan

Al leer aquel mensaje, me di cuenta de la razón por la que mi hermana actuaba de forma extraña y apenas sonreía. Lo sentía mucho por ella y sus problemas matrimoniales. Dios como me sonaba eso...

Respiré hondo y miré por la ventanilla del avión. Pude reconocer algunos de los edificios pero, sobre todo, el bosque colindante de la mansión de los Bartholy. Un nudo se apretó en mi estómago con fuerza e intenté ignorarlo poniendo buena cara pero eso era imposible.

Prometí a Melisa que la visitaría porque una de mis prioridades era investigar el pueblo de las brujas donde vivieron mis antepasados además de ayudar a encontrar a Víktor para así saber qué había pasado. Pero por el momento, iba a cantarle las cuarenta a Drogo.

DROGO

Había descansado apenas por culpa de la lluvia de infortunios que había sufrido en las últimas horas. Para colmo, Sun no había contestado a mi mensaje y conociendo lo rencorosa que era, esto iba a costarme caro.

Peter se había marchado para tocar el piano en su cuarto y así darme un poco de espacio, era extraño volver a estar en una habitación donde tantos momentos había pasado. El recuerdo que más me venía en mente era cuando le pedí a Sun que se casara conmigo; nunca me había temblado el pulso hasta ese preciso momento.

El frío metal del colgante del sol que tenía en mi pecho ahora me hacía sentir desgraciado y realmente estúpido pero quería protegerla a toda costa. Además, Nicolae no estaba en su estado normal desde que nos marchamos a Busan.

Un ruido en el comedor me hizo dar un salto, ¿Había vuelto Nicolae?

Al abrir la puerta, me encontré a Peter en el pasillo con la misma sorpresa e inquietud que yo. Ambos corrimos escaleras abajo encontrándonos a Nicolae en su sillón con un libro entre sus manos como habitualmente lo veíamos. No parecía haberle pasado nada extraordinario y eso era lo que realmente me preocupaba.

Cuando levantó la vista y se dio cuenta de mi presencia, se sorprendió enormemente y exclamó:

-¡Hermano!¡Que alegría que hayas venido de visita!¿Viniste con tu encantadora prometida?

Aquella pregunta sonaba demasiado violenta en boca de mi hermano e incluso notaba su rabia destilar por aquella sonrisa forzada.

Peter se dio cuenta de mi consternación y fue el primero en intentar enfriar las cosas:

-Estábamos preocupados por ti porque últimamente actuabas de forma demasiado sospechosa, ¿Hay algo que nos quisieras contar?

Nicolae nos miró atentamente a Peter y a mí, cerrando el libro y dejándolo sobre la mesa. Sentía un aura a su alrededor que no me hacía sentir tranquilo; olía a peligro.

Finalmente, se puso de pie y nos dijo sin borrar su sonrisa:

-Simplemente fui a dar un paseo, últimamente necesito estar solo y pensar en mis cosas pero no es nada importante. Si me disculpáis, tengo que descansar pero no os preocupéis, mañana seguimos hablando.

Se giró en dirección a las escaleras pero me miró por última vez antes de subir:

-Y dile a Sun que es un privilegio que esté bajo el techo de nuestra casa.

Cuando nos quedamos solos, Peter liberó el aire que contenían sus pulmones; aquel extraño se le parecía a mi hermano pero no era él. Además, Peter se dio cuenta de algo en su comportamiento:

-Nicolae jamás se deja un libro encima de una mesa o de un sofá; siempre lo devuelve a la estantería ¡Demonios, si tiene un registro de todos y cada uno de los tomos que él ha ido comprando junto con el año y lo que le costó!

-Tienes razón...-Le dije sin apartar mi vista de aquel libro que descansaba sobre la mesa. Mi hermano jamás tendría un comportamiento como aquel además que no era de lanzar indirectas. Si él tenía algo que decir, siempre era claro y más con respecto a sus sentimientos.

Mañana íbamos a hablar con él pero debíamos de aparentar normalidad para que no sospechara sobre nosotros. Si queríamos saber las razones por las que él actuaba de esa forma, teníamos que ser cautelosos.

-Creo que debemos de vigilarle; cuando él está en su cuarto es cuando más extraño actúa-Dijo Peter. El tema del espejo era algo que simplemente me traía de cabeza; ningún vampiro en su sano juicio se miraría en el espejo.

Pero él no parecía tener problema porque pasaba las horas delante de él. Además, tenía una duda más que preguntarle a Peter:

-¿Desde que me fui a Busan con Sun, Nicolae ha ido a visitar a Melisa?

Peter se quedó pensativo pero negó con la cabeza; quizás simplemente estaba deprimido porque seguía sintiendo cosas por Sun y no sabía cómo lidiar con ello pero eso no explicaba el extraño lenguaje que hablaba mientras que él permanecía delante de aquel espejo.

Mientras que Peter y yo seguíamos dándole vueltas al asunto, la puerta de la mansión sonó y, al mirar que eran casi las doce de la noche, me hizo sentir que quizás había algo fuera que era peligroso.

Decidí ir yo a abrir por si se trataba de algo peligroso y sí, tenía razón.

No me lo vi venir, pero una buena torta sonó en mi mejilla derecha haciendo que esa zona ardiera como el infierno, pero nada comparado al infierno desatado en aquellos ojos que tanto conocía.

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