IV
Se encontraba su majestad, cerca de los jardines sentado entre aquellas flores amarillas en el ocaso.Llorando, tocando la delicadas flores. Un alamarte grito sonaba en la mente.Tal vez sería su mente culpable por los niños que cayeron y murieron.Lo volvió a oír.La voz de alguien muy familiar.Era sin duda, el doctor G. Su mirada decidida, llevando una especie de pócima de un color extraño. Él le abrazo. Le dijo con un tono.
-Majestad, recuerda cuándo me había dicho que quiera usted ver ese tipo de flor en este mes tan helado como los tempanos de un iceberg.
El rey asintió ante lo dijo.El doctor continuó hablando.
-Pues sígame,entonces.Verá lo imposible, es posible.
El rey se preparó con su abrigo fueron para Snowdin, cerca de la puerta donde vivía su ex.El doctor también llevaba algo abrigado.Empezó a rocíar el extraño líquido sobre los árboles muertos.Mientras la nieve caía sin cesar, los árboles cambiaron.Llenando sus hojas , fue asombroso ver eso. Los días que habían estado en el laboratorio no fueron un desperdicio.Lo malo es que se le notaban mucho las ojeras.En ese momento, cayó dormido del descansancio.Su majestad lo sujeto antes de que se golpeará contra el suelo.En ese mismo momento hablo.
-Te lo mereces, doc.Has cumplido mi sueño, te estoy muy agradecido.La pena es que te lo vayas a perder.
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